May 09, 2024 Last Updated 10:23 PM, May 9, 2024

Escribe Claudio Funes

Juntos por el Cambio continúa concentrado en sus disputas internas, que vienen siendo cada vez más fuertes, al ritmo de la crisis política del gobierno peronista. Ve el incremento de sus posibilidades de retomar el gobierno en 2023 con su propuesta de un mayor ajuste y entrega.

Macri busca mayor protagonismo en la alianza. El sábado pasado realizó un almuerzo en su quinta Los Abrojos con el escritor Mario Vargas Llosa e importantes dirigentes de diferentes sectores de Juntos por el Cambio. Estuvieron Miguel Ángel Pichetto y Alfredo Cornejo (UCR), quien mantiene una fuerte interna con Gerardo Morales, el presidente de su partido. Una reunión que también señala con quiénes compiten, ya que no estuvieron Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, también candidatos presidenciables.

Por su lado, Rodríguez Larreta continúa decidido a participar en las PASO. Aseguró que su candidatura no dependerá de lo que resuelva Macri. Su postura de “moderado” juega para distanciarse del gobierno peronista pero también del macrista. Sin embargo, como es para ganar votos, si ve que pierde espacio con Milei por derecha, cambiará de discurso. Aseguró a los grandes empresarios, sus verdaderos representados, en el Foro del Llao Llao, que el próximo presidente tendrá que aplicar fuertes medidas de ajuste y marcar su impronta, no en 100 días, sino en las primeras 100 horas.

Patricia Bullrich, que es parte de la disputa, complementa sus apariciones mediáticas con la realización de almuerzos una vez por semana con grupos de entre diez a veinte empresarios, a los que les pide dólares para financiar su campaña. Como todos los políticos patronales, funciona “a préstamo”, recibe aportes para luego devolverlos con medidas políticas. Los de Bullrich van al Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad (IEES), que ella preside.

La situación es tan tensa en la alianza opositora que una nota del diario Clarín, que informaba sobre un acuerdo secreto entre el radical Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, con el peronista Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, por cargos en el Consejo de la Magistratura, desató una crisis de desconfianza. Morales llegó a declarar: “A mi, ni Mauricio, ni nadie me va a decir con quién me junto, de quién soy amigo y de quién no soy amigo […] “Ya nos vamos a dar una charla con Mauricio” (Clarín, 07/05/2022).

Todo es puro cálculo electoral, contar votos, alejados de los reales problemas del pueblo trabajador y los sectores populares. Macri empezó a pedir respaldos para su campaña. Y con Bullrich intentaron llegar a un acuerdo con Milei y Juntos por el Cambio en este sentido. Ahora entre ellos, Larreta, Manes, y cualquier otro que quiera ser candidato de ese frente, están inmersos en su interna y buscan aprovechar los padecimientos, el descontento y la desilusión popular con el gobierno del Frente de Todos para ganar en 2023.

Más allá de las rencillas personales, que pueden generar confusión, los une un objetivo común: sostener el pacto con el FMI y ser los administradores de un ajuste más profundo todavía. Larreta le reclamó a Alberto Fernández que quite los planes a quienes se atrevan a manifestarse cortando calles. Macri reclama mantener la “identidad del PRO”, como fue su “gobierno de CEOs”. Reclaman para hoy, solapadamente, lo mismo que Milei, descaradamente, un ataque feroz contra los sectores obreros y populares.

Quieren gobernar, como lo hizo Macri, al servicio del gran capital, las multinacionales, la megaminería y el Fondo. La clase trabajadora y sectores populares necesitan lo opuesto: acabar con el ajuste, dejar de pagar la deuda externa y destinar todo ese dinero a trabajo genuino, salud, vivienda y educación. Solo desde el Frente de Izquierda Unidad e Izquierda Socialista proponemos y exigimos esta salida.

Convocada por la Multisectorial “No a la base yanqui en Neuquén”, se llevó adelante la caravana este sábado  7 de mayo. Una muy larga caravana de automóviles adornados con un afiche con la consigna recorrió los doce kilómetros que unen el centro de la ciudad con el predio de la base yanqui. La misma se está instalando en un punto estratégico de la capital de Neuquén, ya que está a la vera de la Autovía Norte donde nace la ruta del Petróleo camino a Vaca Muerta (el mega yacimiento de gas y petróleo), cercano al aeropuerto provincial y a 500 metros de una comunidad mapuche.
La base es financiada por el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, camuflada como oficina de ayuda humanitaria acordada con el gobierno provincial del MPN. El aporte hasta el momento alcanzó los dos millones de dólares. El edificio avanza, ya tienen construidas las oficinas y empezaron con el galpón de almacenaje. En estos días la presencia en el país de Laura J. Richardson, jefa del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos, confirmó el interés yanqui porque declaró que viene a continuar con la “ayuda humanitaria”. Legalmente el gobierno provincial y municipal no han respondido nada concreto sobre el contrato que los vincula con el ejército de Estados Unidos, que anunció en su momento la construcción de la base y contrató a una empresa de Honduras que a su vez subcontrata a una empresa argentina para que la ejecute. Ante este atropello las organizaciones sociales, mapuches, sindicales (asistió ATEN), políticas y de derechos humanos concretamos la caravana, empapelamos el cerco del predio con el afiche y realizamos un acto unitario de repudio. Desde Izquierda Socialista fuimos parte de estas acciones.         

Corresponsal

Escribe Federico Novo Foti
 
El 28 de abril, tras dos años de ausencia debido a la pandemia, se inauguró la Feria del Libro con los clásicos discursos de los ministros de Cultura nacional, Tristán Bauer, de la CABA, Enrique Avogadro, y de empresarios editoriales. Pero el evento inaugural se vio sacudido por el discurso del escritor, historietista y guionista Guillermo Saccomanno. El autor apuntó contra las limitaciones que impone la búsqueda de ganancias de las empresas del sector en el acceso a la cultura, al distinguir que “esta es una feria de la industria y no de la cultura”. De igual manera denunció “la cultura de la plusvalía”, las terribles condiciones laborales “en las que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar” o incluso debe costearse sus propias publicaciones. Asimismo, en un contexto de escasez y de inflación creciente que golpea a las editoriales pequeñas, puntualizó el carácter “oligopólico” y “sin ningún control del Estado” de la producción de papel. “La falta de papel se debe a la menor producción de las dos empresas productoras de papel para hacer libros. Una es Ledesma, propiedad de la familia Blaquier-Arrieta, una de las más ricas del país, apellidos vinculados con la última dictadura en crímenes de lesa humanidad, además relacionados a la Sociedad Rural, escenario en el que estamos hoy. La otra empresa es Celulosa Argentina. Su directivo es el terrateniente y miembro de la Unión Industrial José Urtubey, conectado con la causa Panamá Papers”. La intervención de Saccomanno, que provocó todo tipo de reacciones, denunció también la continuidad de “las políticas extractivas” de “expoliación y entrega de recursos”, cuyo resultado es que “nuestro país ha superado el 40% estadístico de pobreza y que la línea de hambre es impiadosa”. Señaló también “la situación siempre precaria de los docentes en el país, donde fue asesinado Carlos Fuentealba y en los últimos años otros maestros murieron por la explosión de las garrafas en escuelas convertidas en comederos”. Finalmente, Saccomanno se cuestionó: “corresponde preguntarse si un chico con hambre está en condiciones de asimilar conocimiento cuando no ha asimilado alimento”. Desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad respondemos categóricamente que no. Por eso enfrentamos el acuerdo de ajuste, saqueo y sometimiento pactado por el gobierno y el FMI, y exigimos el no pago de la deuda externa para volcar esos recursos a resolver las urgentes necesidades populares, entre ellas, el desarrollo y acceso a la educación y a la cultura que hoy están vetadas para la amplia mayoría de la sociedad.
 

Terminó abril y la inflación volvió a dar un salto. El índice oficial, que se conocerá en unos días, otra vez mostrará un número escalofriante. El pueblo trabajador no tiene necesidad de esperar la estadística para darse cuenta, lo verifica cada vez que va al supermercado o al almacén. Los salarios en blanco volvieron a perder. Ni que hablar de lo que pasa con los que están tercerizados o en la informalidad. O los jubilados, que ni con el insuficiente bono de 12.000 pesos para los que cobran hasta dos jubilaciones mínimas van a poder capear la carestía. La pulverización de todos los ingresos del pueblo trabajador ya empieza a verse en los grandes números de la economía. Mientras el presidente Alberto Fernández se jacta de que “estamos creciendo, con todos los indicadores positivos”, el consumo masivo cayó en el mes de marzo, reflejo de que cada día más personas caen bajo la línea de pobreza.

Mayo no comienza con buenas noticias. A la larga lista de aumentos ya autorizados, tenemos que sumarle que se vienen las audiencias públicas para dar vía libre a los tarifazos de la luz y el gas. Si estas audiencias siempre fueron “saludos a la bandera”, ahora serán “truchas al cuadrado”, ya que serán virtuales y ni siquiera se espera que asista el ministro Guzmán. Se hará “para cumplir el trámite”, antesala del tarifazo. Otra novedad que traerá este mes sucederá dentro de dos semanas: llegará la primera misión del FMI, para inspeccionar si se está cumpliendo a rajatabla el ajuste firmado en marzo. El ministro Guzmán está tranquilo: asegura que en los primeros meses del año se ajustó de acuerdo a lo requerido por el Fondo. Ahí se acaba el doble discurso: ante sus “amos” el gobierno del Frente de Todos reconoce lo que no hace en sus discursos, y sí lo que nosotros denunciamos desde la izquierda: que ya está en curso el fuerte ajuste exigido por el Fondo.

Mientras las preocupaciones populares son, básicamente, como llegar a fin de mes o estirar hasta el infinito un ingreso que cada día alcanza menos, arrecia la crisis política en el gobierno. Se agudiza la pelea entre Alberto y Cristina (“cumplieron dos meses sin hablarse”, cronometran varios periodistas). La actual vicepresidente, los ministros que le responden, su hijo Máximo y otros dirigentes afines radicalizan su discurso, particularmente contra el ministro de Economía Martín Guzmán. Claro que esa pelea de palacio nada tiene que ver con instalar un proyecto alternativo “progresista”. Mientras para consumo interno se busca no quedar pegado a las consecuencias del ajuste, para afuera todo es diferente: la propia vicepresidenta se reúne con la generala de cuatro estrellas, enviada del Pentágono y jefa del comando sur del Ejército norteameriano, Laura Richardson. Y, al mismo tiempo, envía al ministro más importante que le responde, Wado de Pedro, de gira por Israel. Dos claros guiños a la política exterior del imperialismo yanqui.

La oposición patronal tampoco está libre de problemas. A la ya habitual pelea por las candidaturas de 2023 en Juntos por el Cambio se le sumó el debate acerca de si confluir o no con el ultraderechista Javier Milei, que sube en las encuestas a costa de los macristas. Más allá de las idas y vueltas, y los escándalos por los comunicados, hay un punto en que están todos de acuerdo: su autocrítica es no haber avanzado más fuerte y más rápido con el ajuste durante el gobierno macrista. Toda una declaración programática de cara al año que viene.

En medio de esta realidad, ha pasado otro 1° de Mayo se vio la crisis del gobierno con el acto de apoyo que le organizaron los movimientos sociales oficialistas en la 9 de Julio, mientras Máximo Kirchner hacía su propio acto en Baradero y la CGT se mandaba a guardar diciendo que “no estaban dadas las condiciones para movilizar”. Quien sí movilizó y llenó la Plaza de Mayo fue el Frente de Izquierda Unidad. En un acto con decenas de miles de luchadores, se habló claramente contra el gobierno y el ajuste, se exigió romper con el FMI y dejar de pagar la deuda y se plantearon los nuevos desafíos que se vienen. Se reclamó aumento de salarios y reapertura de paritarias desde los dirigentes del sindicalismo combativo. Pero también se anunció, por parte de las organizaciones sociales combativas, la realización de una marcha federal reclamando trabajo genuino y el no congelamiento de los planes sociales para los días 10, 11 y 12 de mayo. Además se plantearon los desafíos inmediatos del sindicalismo combativo: la pelea por el Suteba, tanto en la defensa de las seccionales combativas como en el nivel provincial contra la burocracia celeste de Baradel.  

El Frente de Izquierda Unidad así se planta para intervenir en todas y cada una de las peleas que afectan directamente a los trabajadores y demás sectores populares. De esta manera se va postulando como alternativa política, con un programa de emergencia, obrero y popular, opuesto por el vértice al ajuste del gobierno o al mayor ajuste reclamado por la oposición patronal. O a lo que ambos tienen en común: su sumisión al FMI. El FIT Unidad, en cambio, va por algo distinto: porque gobiernen los que nunca lo hicieron, las y los trabajadores, haciendo que la crisis la paguen los que se benefician con ella, las grandes patronales, los bancos, los especuladores de la deuda y el FMI.

El acto fue convocado por las organizaciones sociales oficialistas que integran la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular), básicamente el Movimiento Evita, la CCC y Barrios de Pie. Se trató, explícitamente, de montar un evento que fortalezca a Alberto Fernández, incluso frente a las críticas que hoy aparecen desde el propio kirchnerismo. Por eso el centro del acto fue reclamar más “participación en el gobierno”, como por ejemplo vía la creación de un ministerio de Economía Popular.

Ninguno de los oradores se salió de este libreto, más allá de lo retóricamente radicalizados que parecieron ciertas intervenciones. Veamos:  “¡Sabemos que falta pero no somos funcionales a debilitar al Gobierno! Está claro que hay muchas deudas pendientes. Les queremos plantear a los compañeros del Poder Ejecutivo que necesitamos que todos juntos unidos empujemos la agenda del trabajo”, resaltó Gildo Onorato, del Movimiento Evita. “Le pedimos al Presidente que tome las medidas necesarias para combatir la inflación”, planteó a su vez  el diputado Juan Carlos Alderete, de la Corriente Clasista y Combativa. Dina Sánchez, secretaria adjunta de la UTEP, agregó: “Acá hay algunos que quieren más a Alberto, otros a Cristina, pero la UTEP tiene el compromiso de garantizar techo y trabajo para todos”. El cierre estuvo a cargo de Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la UTEP, que fue más que claro: “Estamos haciendo un aporte a la unidad, porque si esta ley se vota por unanimidad (refiriéndose a la del Ministerio de Economía Popular), y se ponen los recursos, Alberto gana las elecciones, Cristina gana las elecciones y el Frente de Todos vuelve a ganar”.

Desde las intencionalidades previas de los organizadores hasta los discursos de cada uno de los oradores, la conclusión es transparente: fue un acto para apoyar al gobierno de Alberto Fernández y el Frente de Todos, totalmente alejado de cualquier crítica o llamado a la lucha contra el ajuste del FMI.



Máximo en Baradero

Máximo Kirchner y La Cámpora buscaron diferenciarse y por eso no participaron del acto de la 9 de Julio. En un nuevo capítulo de la interna entre el kirchnerismo y Alberto Fernández, el hijo de la vicepresidenta terminó presidiendo un plenario de la rama sindical del PJ de la provincia de Buenos Aires. Ahí no dijo nada nuevo: apuntó contra los abusos de los empresarios que terminan generando inflación, volvió a lanzar sus clásicos dardos internistas contra Alberto Fernández y no mucho más. Por supuesto, no salió ni una palabra, ni una idea, de enfrentar de verdad el ajuste fondomonetarista.



La CGT no movilizó

No es la primera vez que la burocracia de la CGT no realiza un acto masivo por el 1° de Mayo. En realidad, esta viene siendo su política desde hace varios años. Pero esta vez ni siquiera se tomó el trabajo de disimular. No hubo ni un evento cerrado dentro del propio edificio. Quién mejor graficó todo fue Andrés Rodríguez, burócrata de UPCN: “no están dadas las condiciones para una movilización”. ¿Se refería acaso a que no es necesario salir a reclamar por mejores salarios, o por trabajo? Nada de eso, simplemente mostraba que, en medio de la crisis del gobierno y el propio peronismo, la mejor manera que encontró la CGT de mantener su pacto con el gobierno es silenciosamente, haciendo la menor cantidad de “olas” posibles.

Tanto el acto de la 9 de Julio, el discurso de Máximo en el PJ bonaerense, como el “silencio” de la CGT dejaron patéticamente a las claras que el peronismo no puede ya ofrecer ninguna salida seria al pueblo trabajador. Todo esto resaltó más aún la importancia del acto que, al mismo tiempo, realizaba en Plaza de Mayo el Frente de Izquierda Unidad.

 

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