Apr 16, 2024 Last Updated 10:53 PM, Apr 15, 2024

Escribe Greta Sotelo, Isadora La Plata

A lo largo de estos 34 años, el encuentro ha tomado distinto carácter en cuanto a sus objetivos y resoluciones. El primer encuentro en nuestro país se dio en 1986 en la ciudad de Buenos Aires, donde concurrieron 1000 mujeres. Aunque siempre heterogéneos y con diferentes corrientes, el encuentro en sus principios tuvo mayor injerencia de partidos patronales. A lo largo de los años, debido a diferentes procesos y hechos políticos, el encuentro fue sumando reivindicaciones y levantando nuevas banderas. Uno de los hitos que cambiaron el rumbo fue el de la incorporación de
las mujeres piqueteras durante el 2001, doblemente afectadas por la crisis económica. Otro hecho fundamental que fortaleció la lucha, convocando a miles de nuevas participantes, fue el #NiUnaMenos en 2015. Finalmente, luego de 14 años desde el surgimiento de la Campaña Nacional por el derecho al Aborto, el último proceso que consideramos ha dado un vuelco drástico en cuanto a los objetivos y lineamientos políticos fue la #MareaVerde del año pasado, que logró reunir a 60.000 compañeras en el encuentro de Trelew.

Este año, el encuentro tendrá lugar en La Plata y será un hecho histórico tanto para Argentina como para el mundo, ya que se estima que asistan cientas de miles. Desde Isadora creemos que este encuentro nos presenta más que nunca la posibilidad de conquistar nuestros derechos. Estando a kilómetros del centro político del país, a pocos días de elecciones presidenciales, es nuestra oportunidad para dar un mensaje claro y contundente a los responsables de las opresiones y violencias que vivimos día a día.

Actualmente en la comisión organizadora se ha marcado una brecha política entre dos sectores: por un lado el PCR- CCC junto a las kirchneristas-peronistas y por el otro, la multisectorial de mujeres de La Plata conformada por organizaciones feministas, tanto independientes como de izquierda.  Entre ambos sectores las diferencias son bien claras. Desde Isadora sostenemos que este encuentro no será igual a los anteriores, no solo por la masividad sino también porque hubo a lo largo de estos años, un aprendizaje en el movimiento de mujeres y estamos dispuestas a cambiarlo todo. Por eso, ya no mendigamos nuestros derechos a los partidos patronales sino que salimos a conquistarlos. Y el 34º encuentro debe reflejar este proceso que ya se instaló en las calles, en los barrios y en las escuelas.

Las miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans e identidades no binaries, que participaremos del encuentro lo haremos para que en el mismo se resuelva un plan de lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Lo haremos también, por la inmediata separación de la Iglesia del Estado y que se deje de financiar a una institución reaccionaria, misógina y llena de curas abusadores. Queremos que se declare en nuestro país la emergencia en violencia de género y que se destine presupuesto para combatirla. Y las pibas exigimos que haya educación sexual, laica, científica y con perspectiva de género. Estas son nuestras demandas y vamos a dar la pelea para conquistarlas. ¡Participá del encuentro en La Plata con Isadora!


“Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido, sino adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro”. Walter Benjamin,

Escribe Ezequiel Peressini, Legislador de Córdoba por Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda.

Necesitamos recuperar el “Cordobazo”. Necesitamos estudiarlo, pero no para rendir el parcial de alguna materia. Tampoco para aparentar ser eruditos de la historia de nuestra clase. Necesitamos adentrarnos en sus hechos, pero no para pensar que podemos hoy abarcar la totalidad de los momentos que lo componen y describirlos como si fuese un inventario. No solo sería imposible, también carecería de sentido.

Lo que necesitamos recuperar del Cordobazo son sus enseñanzas centrales. Qué de ese momento cualitativo en la historia de la unión de la clase trabajadora y el movimiento estudiantil nos resulta hoy útil para enfrentar nuestros desafíos y peligros actuales. Por eso, tampoco tenemos que recuperarlo para hacer una historia mitológica sin señalar sus limitaciones. Eso no sería aprender: no nos fortalecería ante nuestros enemigos.

Paso, paso, paso, se viene el Cordobazo

Ubiquémonos en 1969. O sea, el año siguiente al 1968 del Mayo Francés, de las grandes movilizaciones en México, de la resistencia civil contra la invasión yanqui a Vietnam. Es 1969 el último año de la primera década impregnada por el faro de la primera revolución socialista triunfante en la región, Cuba; y en escasos meses posteriores al asesinato del héroe y mártir de la revolución latinoamericana: el Che Guevara.

En nuestro país habían empezado a crecer las luchas obreras y estudiantiles contra la dictadura de Onganía. Primero en Buenos Aires y luego en el interior del país. En marzo de 1969 hubo disturbios estudiantiles en Tucumán y Rosario.

A mediados de mayo, la policía reprimió una movilización estudiantil en Corrientes, donde fue asesinado el joven Juan José Cabral. En Rosario el repudio fue multitudinario, y cayó otro estudiante, Adolfo Bello. Tres días después, vino el ensayo general del Cordobazo. Así describió Nahuel Moreno al Rosariazo en un escrito de la época: “Durante varios días el estudiantado jaquea al gobierno y se moviliza contra él, desde el viernes 16 hasta el miércoles 21 de mayo […] Recién ese día el movimiento estudiantil logra arrastrar a sectores del movimiento obrero y transforma su movilización en una semiinsurrección al enfrentar y derrotar a la policía con el apoyo masivo de la población, y la intervención de elementos de vanguardia y juveniles del movimiento obrero.” En esa jornada asesinaron al joven obrero metalúrgico Luis Norberto Blanco.

El 27 de mayo, las dos “CGT” (el vandorismo, de Azopardo; y el ongarismo, de la “CGT de los Argentinos”) convocaron a paro general en todo el país para el viernes 30 de mayo. En Córdoba, donde la situación ya venía muy caldeada, la CGT regional convocó a paro activo de 36 horas, desde el mediodía del jueves 29 de mayo.

Córdoba era la segunda ciudad del país por población y peso industrial. Se combinaban un movimiento obrero joven, altamente calificado, en el sector automotor y metalúrgico, con una burocracia relativamente más débil; un estudiantado de tradición combativa, concentrado en pensiones y casas estudiantiles en el Barrio Clínicas, que se venía movilizando en solidaridad con los tucumanos, correntinos y rosarinos; el creciente malestar popular por los bajos salarios y la represión; y sectores importantes de la patronal cada vez más descontentos con el régimen militar.

Desde las 10 de la mañana de ese jueves, comenzó el paro activo. Miles y miles de obreros abandonaban las fábricas (ausentismo del 98 por ciento) y se dirigían al centro. Los manifestantes, a los que se iban sumando cada vez más estudiantes, se fueron encolumnando y, en un área de aproximadamente 150 manzanas, comenzaron a correr a la policía. Al medio día los enfrentamientos eran generalizados. Aumentaba la cantidad de fogatas para alejar los gases y se levantaban barricadas con el apoyo del vecindario. La Guardia de Infantería utilizó armas de fuego y cayeron el obrero de SMATA Máximo Mena y luego el estudiante Castellanos.
Pero la acción de la policía se fue atomizando y se tuvo que replegar. La zona céntrica de la ciudad quedó en manos de los manifestantes. Este triunfo marcó el pico más alto de la movilización. La falta de dirección y de objetivos claros hizo que, al desaparecer el enemigo visible (la policía), aun cuando por la fuerza de la movilización se han convertido en amos de la ciudad, los manifestantes comenzaron a replegarse a los barrios.

La entrada de las tropas al centro se produce recién a las 17 horas. El Ejército sí tenía una dirección y objetivos claros y rápidamente recuperó el dominio
del centro. Los manifestantes se replegaron a los barrios. Surgieron consignas hacia la tropa, como “Soldados, hermanos, no tiren”. Comenzaron a organizarse comisiones obrero-estudiantiles, pero sin llegar a formar una dirección de conjunto, que no existió en momento alguno.

Al medio día el gobierno declaró que “todo es obra de minorías extremistas”. A los numerosos presos del día anterior se le suman el secretario general del SMATA, Elpidio Torres, y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza. Según la revista cordobesa Jerónimo, hubo 6 muertos, 51 heridos y 300 arrestados. Fueron seriamente dañados entre 15 y 20 grandes establecimientos comerciales y quemados unos 60 automóviles.

Consecuencias

El Cordobazo marcó el inicio de un nuevo ascenso en la lucha de clases, que fue creciendo hasta mediados de los setenta, cuando el golpe genocida derrotó a los trabajadores. Para fines del 69’, luego de dos fuertes medidas de protesta nacionales, todos los presos habían sido
liberados. Comenzó a desarrollarse una fuerte corriente clasista y antiburocrática en el movimiento obrero, cuya máxima expresión fueron los sindicatos combativos de la FIAT, el Sitrac y el Sitram. En noviembre de 1970, con el “Viborazo”, otra insurrección obrera, el debilitado Onganía
fue sucedido por Levingston, y luego por Lanusse.  Este finalmente se decidió a apelar de manera directa al General Perón, exiliado en Madrid. Entre los militares y los dirigentes radicales y peronistas se forjó el Gran Acuerdo Nacional, con el cual el viejo líder retornó al país con el objetivo de lograr canalizar y frenar el ascenso obrero y popular. Perón vino a terminar con los “azos” que parió el Cordobazo. 

Entonces, ¿qué recuperar del Cordobazo en mayo del 2019?

Pensar hoy el Cordobazo es en primer lugar preocuparse por entender cómo distintos fenómenos en distintos lugares del mundo se retroalimentan, y que “la clase obrera es una y sin fronteras”, no solo como un dicho, sino como parte de un todo que va aprendiendo y tomando valor para enfrentar a los gobiernos capitalistas.

Pensar hoy el Cordobazo es tomar noción de la potencia que tiene la unidad de la clase trabajadora junto al movimiento estudiantil. A la dictadura de Onganía no la tiraron los burócratas que decían que “había que esperar” y que “no daba para salir a luchar”, como hoy dicen dirigentes peronistas y kirchneristas. La historia, la historia que avanza en un sentido progresivo, la escriben los pueblos con su fuerza en las calles, no quienes se quedan guardados.

Eso también vale para pensar cuando en la actualidad hay luchas y el kirchnerismo nos dice que no salgamos porque Bullrich nos va a reprimir, como cuando nos movilizábamos por la aparición de Santiago Maldonado o cuando se aprobaba el presupuesto en el Congreso Nacional, o leyes en la legislatura como la de la UNICABA, y las burocracias metían miedo diciendo que no había que pelearla. El Cordobazo muestra cómo la masividad, la organización y la decisión de la clase trabajadora cuando se lo propone puede barrer lo que sea.

También es importante tomar noción de la dinámica que le aportan a la clase trabajadora sus elementos más jóvenes, si eso era así en los 60’, ni que hablar hoy con los enormes procesos de precarización laboral que se desarrollaron en las últimas décadas y que afectan sobre todo a quienes afrontan sus primeros empleos.

En nuestro país volvieron a darse estallidos violentos y de ruptura política como el Cordobazo, otros “azos”, hasta el Argentinazo del 2001, y más recientemente vimos la rebelión popular de diciembre de 2017 contra la Reforma Jubilatoria de Cambiemos. Porque la clase trabajadora y el pueblo acumulan bronca cuando el ajuste avanza, y eso tarde o temprano siempre estalla. Frente a la enorme crisis económicasocial a las que nos encaminaron Macri, el peronismo y el FMI, tenemos que tomar noción de la enorme limitación que representa la ausencia de una clara dirección sindical y política independiente de los partidos patronales y que pelee por transformaciones de fondo.

Los ritmos de los estallidos, de los “azos”, su frecuencia, no dependen de un partido. Lo que sí está en nuestras manos es preocuparnos por llegar a esas situaciones con cada vez más fuertes herramientas políticas, para poder triunfar. Es en esa perspectiva que impulsamos, por un lado, el Plenario del Sindicalismo Combativo con referentes como el “Pollo” Sobrero (Ferroviarios), Jorge Adaro (ADEMYS), Angélica Lagunas (ATEN), Alejandro Crespo (SUTNA), y por otro, una alternativa política socialista y de la clase trabajadora: el Frente de Izquierda y nuestro partido Izquierda Socialista.

A 50 años, pensemos el Cordobazo de cara a nuevos “azos”, y preparemos las condiciones para que un próximo “azo” conquiste un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo.


Entrevista de Lautaro, dirigente de la Juventud de Izquierda Socialista, a Cesar Augusto Arce “Pepito” y a Damián Rosales trabajadores de EPEC (empresa de electricidad de Córdoba) y luchadores antiburocráticos dentro de Luz y Fuerza (LyF), que enfrentan las políticas de precarización y
privatización del gobierno de Schiaretti.

Lautaro: ¿Qué representa para ustedes y qué rescatan para el presente del legado histórico del Cordobazo?

Pepito: Nosotros dentro del Espacio Combativo, somos la gran mayoría hijos de empleados, y hay una conciencia desde el primer dìa. Yo siempre cuento que uno entra a LyF con mucho sentido de pertenencia, entusiasmado. Incluso mi primer experiencia en Epec era, en mi caso, sin tener una discusión profunda de política en mi casa, pero había un clima permanente de “mi viejo la pelea”, pelea por su realidad, y después cuando empezás a tomar dimensión con los años de lo que va siendo el Cordobazo, el contexto que se vivía, uno empieza a formar parte y a sentir una presión y una motivación de estar en un sindicato que tiene tradición de pelea, que tiene un impacto en la historia del país. Estar en Luz y Fuerza es muy fuerte. Incluso somos muchos jóvenes y algunos muy jóvenes que al lado de los dirigentes del sindicato somos unos pichones, pero venimos con una carga importante. La juventud en luz y fuerza y ese espíritu de lucha de la época del Cordobazo son dos cosas que nos empiezan a identificar y nos da motivación para salir a pelear. Tenemos en las manos una responsabilidad que está buena asumirla y el contexto del Cordobazo te mete en ese camino.

Damián: El Cordobazo fue, a parte de terner al movimiento obrero, que por suerte en ese momento los dirigentes entendieran que el problema trascendía lo gremial, entendian que el regimen que estaba en ese momento no tenía que continuar en el poder y se derrotó con el movimiento obrero organizado junto con los estudiantes en la calle. Lo mismo que tuvimos con el marco regulatorio que lo quisieron pasar por la legislatura donde ellos (el peronismo) tienen mayoría automatica y lo podian aprobar directamente. Y si eso se cajoneó tiene que ver con que obreros y  estudiantes en las calles dijimos no al marco regulatorio, no a la privatizacion de la empresa. En este momento de hecho no hablan de privatización porque leyeron en la gente que en este momento no pasa, eso que no se lo van a bancar. En este momento tenemos una política económica del gobierno de Macri, que viene dirigida por el Fondo monetario Internacional, tenemos que tener al movimiento obrero organizado, el estudiantado organizado, entendiendo que no podemos seguir con las recetas del Fondo y que para doblarle el brazo a gobierno no queda otra que organizarse y dar la pelea en las calles.

L: El año pasado los vimos tambien ser parte muy activa del conflicto que se dio en la universidad. ¿Por qué empezaron a acercarse a los estudiantes y qué recepción tuvieron?

D: Yo creo que la unidad obrero estudiantil se va a dar naturalmente cuando todos vayamos a algo mas profundo que es entender las necesidades de la clase. Tanto obreros como estud formamos parte de la misma clase. Un estudiante es un trabajador en formacion porque va a tener que entrar al mercado laboral y ofrecer su fuerza de trabajo y yo como trabajador de EPEC, cuando tocaron el tema del presupuesto universitario, cuando ves que empieza a ver recortes, perdidas de calidad del trabajo de los profesores, ves que se puede acercar el momento en que vas a tener que empezar a pagar por la educación vos, decís, “el día que tenga un hijo no lo voy a poder llevar, me están tocando un derecho a mí”. Tocan la educación pública, me tocan un derecho a mí. De la misma forma que cuando nosotros nos acercábamos a las aulas de la universidad y explicabamos lo que significa el marco regulatorio eléctrico les queriamos hacer entender que cuando cambien la empresa de energia y se la entreguen al mercado, el capital va a empezar a lucrar de cada uno de los cordobeses. Es una cuestion de clase defender nuestros derechos.

P: Cuando ves un aula que se cae a pedazos, o ves una aula a 300, 400 estudiantes abarrotados en una sala y que no pueden tener una educación como se merecen caes en la cuenta de que esta pasando en todos lados lo mismo. Cuando vivís esa relacion en carne y hueso también aprendés. Yo creo que la unidad obrero estudiantil sirve para eso, para ver que las realidades son las msmas que tenemos un mismo enemigo que nos golpea de la misma manera. Somos para ellos un número. Mi primera experiencia fue ir a una asamblea en la Facultad de Artes, se nos estaba terminando el tiempo, llegamos con lo justo, la asamblea estaba terminando y dijimos bueno ¿qué hacemos? Cómo empezamos? Yo dije “de aca me van a sacar cagando” “esta gente tiene otro problema que nada que ver con el nuestro, cómo vamos a venir a hablarles de otra cosa?” Yo me imaginaba la estructura de Epec, que alguien venga a hablarme de problemas universitarios cuando los compañeros necesitan aumento salarial, son como cosas muy diferentes. Pero después de hablar, y comentar que los chicos de Artes te aplaudan, te entendan, tengan preguntas, se acerquen con un abrazo, un ánimo. Después empezamos a caminar las aulas, ustedes de arquitectura nos acompañaron, y ver a una compañera, Lauchi (referente de la Juventud de Izquierda Socialista), que vos la ves chiquitita, piola, y ves que se paraba con una presencia en las aulas y los estudiantes te recibían, te escuchaban. Había una mirada cómplice de “te escucho y reconozco que tu problema es grave”. Después ya empezamos a tener una relacion donde había más reconocimiento de quienes éramos y por qué veníamos. Nos hicieron canciones en nuestro apoyo “Epec, escucha, tu lucha es nuestra lucha”.


Escribe Judith María Bar, Secretaria de Género y Diversidad del Centro de Estudiantes de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora

Les compañeres con orientaciones sexuales e identidades de género disidentes sufrimos la discriminación que genera vivir en una sociedad, donde la heterosexualidad es la norma. Que es parte, a la vez, de una violencia más general, la que es producto de la opresión patriarcal. Nosotres nos rebelamos ante la imposición de roles, estéticas o conductas específicas que se nos asignó en relación a nuestros genitales (categoría mal llamada “sexo biológico) y de manera binaria (sólo se puede ser “varón” o “mujer”) al nacer. La obligación de cumplir con esta imposición es denominada “cisnorma”.

Se espera del varón un rol de “macho dominante” y de la mujer el de “sumisión y garante de la reproducción”. Quienes no cumplen esto han sido, a lo largo de la historia, violentamente castigades. Por eso la opresión por diversidad sexo-genérica es funcional al patriarcado.
La opresión patriarcal es algo, entonces, que compartimos con nuestras compañeras mujeres. Claro que nosotres vivimos esa opresión sufriendo además las particularidades de no responder a los parámetros de la sociedad hetero-cis-patriarcal.

Somos militantes del movimiento de la diversidad y llamamos a todes a organizarnos para luchar contra las discriminaciones que sufrimos. Como cuando nos golpean los grupos mal llamados “homofóbicos” (en realidad “homoodiantes” porque no nos tienen fobia, sino odio), o nos expulsan de nuestros hogares, o cuando la policía se dedica a violentarnos. O los casos más terribles, cuando las compañeras travesti-trans tienen que pasar días en calabozos o son obligadas por las mismas fuerzas “de seguridad” a prostituirse.

Tal como sucede con las mujeres en el patriarcado, la opresión se cruza con la explotación de la sociedad
capitalista. Nosotres somos diverses, pero también parte de la clase trabajadora. Los patrones abusan de nuestra identidad de género para superexplotarnos, pagarnos menos o no contratarnos. Por ejemplo, hay estadísticas que afirman que 6 de cada 10 personas travesti-trans viven del trabajo sexual por más que así no lo desearan, no teniendo la posibilidad de acceder a otro trabajo por fuera de la prostitución, por su identidad de género.

Somos orgullosamente diverses, y parte de un movimiento que ha ganado en las calles numerosas luchas contra la opresión en los últimos años.
Pero sabemos que nuestra pelea es al mismo tiempo contra la totalidad del hetero-cis-patriarcado, y eso nos hermana al movimiento de mujeres. Por eso también somos orgullosamente feministas, a la vez, pertenecemos a la clase trabajadora. Por nuestra condición de diverses, sufrimos más que nadie la superexplotación del sistema capitalista. Luchamos, con rabia, como millones de jóvenes trabajadoris contra quienes quieren robarnos el futuro. Por eso somos, también, orgullosamente socialistas.



La izquierda y la diversidad sexo-genérica


Escribe Mar Maimará, diversidad Izquierda Socialista.

La izquierda nació tomando como suyas las luchas de nuestra comunidad. La socialdemocracia alemana planteó a fines del siglo XIX las primeras leyes para eliminar el carácter “delictivo” a la homosexualidad. Más adelante, la revolución rusa también eliminó, en sus primeros años, cualquier tipo de discriminación por orientación sexual o de género.

Será el stalinismo el que dará marcha atrás y volverá a perseguir y condenar a les diverses. Esto, lamentablemente, será imitado en todos los otros países donde, habiéndose expropiado el capital, se terminaron construyendo regímenes
políticos similares al de Stalin. Así, hasta la Cuba de Fidel Castro tuvo sus tristemente célebres “unidades militares de ayuda a la producción” (Umap), virtuales campos de concentración en donde eran encerrades les diverses. El homolesbotransbiodio impregnó también a gran parte de la izquierda en nuestro país. Así, el PC expulsó a infinidad de militantes por su orientación sexual o identidad de género. O con la izquierda peronista, que cantaba en sus marchas “no somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y montoneros”.

Estamos orgullosos de ser la “excepción” a la regla. El Partido Socialista de los Trabajadores (PST, antecesor de Izquierda Socialista) fue la única corriente que en la década del 70, ofreció su propio local para el funcionamiento de la primera organización de la diversidad de nuestro país, el Frente de Liberación Homosexual (FLH). Posteriormente, en los 80, cuando ninguna otra corriente lo hacía, participó activamente en la reorganización del movimiento, incluyendo la fundación de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) y en las primeras, ultraminoritarias, marchas del Orgullo que se realizaron en nuestro país. Hoy nosotres, desde Izquierda Socialista, rescatamos esa tradición.

 


Matrimonio Igualitario y ley de Diversidad de Género
¿Gracias a Cristina o producto de nuestra lucha?

En los primeros años del siglo XXI, nuestras peleas y organización empezaron a rendir frutos. Así, ganamos primero la ley de Matrimonio Igualitario, y la de Identidad de Género después. Nadie nos regaló nada. Fueron grandes victorias y las reivindicamos. Sin embargo, un debate ha cruzado nuestra comunidad. Muchas organizaciones fueron en esos años cooptadas por el kirchnerismo y su doble discurso (y también por la billetera de los subsidios a través de organismos como el Inadi). Desde allí surgió que esas conquistas no habían sido fruto de nuestra organización y lucha, sino “gracias a Cristina”. Es mentira: el peronismo kirchnerista votó tan dividido como los demás bloques patronales en la aprobación de ambas leyes. Tampoco nos olvidamos que el actual aliado de Cristina -el Papa Francisco- en aquel momento dijo que nuestro reclamo era “una cruzada del diablo”.

Sin tener legisladoris en ese momento, sólo la izquierda apoyó plenamente, en la calle y en su programa, todas y cada una de las reivindicaciones de nuestro movimiento.

 

En el marco de la crisis humanitaria, social y económica que atraviesa el pueblo venezolano, desde la Juventud de Izquierda Socialista entrevistamos a Diego Colombo y David González, dos jóvenes estudiantes de la UBA que, al igual que millones de personas, debieron emigrar producto de la miseria a la que ha sumergido el régimen cívico- militar de Maduro a toda Venezuela.

Las versiones de la actualidad venezolana llegan a Argentina bajo un prisma muy cercano a Maduro o a Guaidó ¿Cómo definirían ustedes la situación de Venezuela?

Diego: En relación con la desinformación es importante aclarar que la CNN, Telesur, Página/12, La Nación y Clarín, por nombrar lo medios más conocidos, todos mienten o falsean información en busca de sus intereses. La situación es de un caos total, absolutamente catastrófico. Hay una crisis de 4 millones de exiliados, porque hay un componente político detrás: hay una crisis humanitaria enorme, escasez de comida y medicamentos, en un contexto donde la mayoría de los salarios son de entre 3 y 8 dólares. Un factor también muy determinante es la inseguridad, se quintuplicó la violencia. Cerca de 25 mil muertos al año. Es una situación de mucha desesperación, porque la gente no encuentra salida ni en Maduro ni en la oposición que podría ser Guaidó.

David: Es un infierno la situación de Venezuela. Hay crisis de transporte, de servicios básicos: luz, agua. Los camiones cisterna le cobran en dólares a la gente para cargar su tanque con agua. Hay 10 millones por ciento de inflación, sería un promedio de 30 por ciento cada día. Los niveles de desesperación y hambre son enormes, el promedio de pérdida de peso de las personas es de entre 8 y 10 kilos; aumentó la mortalidad infantil. Hoy en día Maduro está sostenido por la cúpula militar. El apoyo a Maduro en la esfera civil no debe llegar ni siquiera al 15 por ciento, gobierna él solo. Ha ido degradándose su apoyo: en el 2015 era de más o menos el 30 por ciento.

¿Qué opinan de Guaidó, podría ser una salida?

Diego: El fenómeno Guaidó se puede explicar porque hay muchas expectativas frente a una situación renovada de unidad en la oposición. Se había perdido la confianza en los políticos que durante mucho tiempo venían haciéndole oposición al chavismo. Se los veía como cómplices o ineficientes,
no combativos, muchas veces utilizando los mismos medios comunicacionales o estratégicos del chavismo. Frente a esa decepción Guaidó representa una renovación de la oposición en Venezuela como personaje nuevo.

David: Pero claramente él y su intento de golpe militar no son una salida. Forma parte de la vieja derecha que se recicla, la que intentó hacer un golpe de estado en el 2002. Genera expectativas en un sector de la sociedad porque ven posible que con
su llegada pueda irse Maduro, pero no despierta una expectativa más allá de eso. Además es el principal promotor de la injerencia e intervención estadounidense en nuestro país. Algo que no puede traer nada bueno a nuestro pueblo, como hay decenas de ejemplos que lo comprueban. Es el pueblo organizado en las calles, movilizado, quien debe echar a Maduro y reactivar la economía en favor de los más empobrecidos; eso no lo hará jamás un títere del imperialismo como Guaidó.

¿Cuál es la relación del chavismo con los pueblos originarios y el medio ambiente?

Diego:
Las amenazas de Bolsonaro con respecto al Amazonas son reales, muy preocupantes y peligrosas, pero todavía son potenciales. La destrucción del Amazonas por parte del chavismo es actual, terrible, no registrada porque la presencia del periodismo y demás organizaciones son apartadas por la dictadura de Maduro.

David: El año pasado al pueblo Pemón fue reprimido debido a que se resistieron a la instalación de la infraestructura para la explotación minera, porque se concesionó un territorio importante (que representa el tamaño de Cuba) dentro de la selva venezolana donde se hallan pueblos originarios y recursos acuíferos sumamente importantes.

¿Cómo atraviesan aquí su día a día como jóvenes estudiantes? ¿Sufren discriminación? ¿Temen que se pueda arancelar la universidad para extranjeros?

Diego:
En definitiva la recepción ha sido positiva. El problema de la inmigración pasa más por la cuestión racial. El racismo tiene mucha presencia pero no particularmente la xenofobia. Es una diferencia muy sutil. En cuanto a la Universidad siento mucha tranquilidad en saber que hay muchos sectores populares, de la juventud, de los trabajadores en general, que están dispuestos a defender que la universidad sea pública y al rol de los extranjeros en ella. Hay una opinión bastante homogénea de admitir la educación universitaria a los extranjeros. Eso no está en peligro aunque exista el interés de algunos sectores, pero la mayoría de la sociedad está de acuerdo en que si se arancela a los extranjeros el paso siguiente es arancelar a los argentinos. De manera extraña la recepción más solidaria, más combativa contra Maduro, ha sido parte de ese sector de la sociedad que se declara “apolítico”, porque cuando llegué en el 2015 era prácticamente imposible estar en contra del chavismo o Maduro sin ser tachado de “fascista/golpista/ultraderecha”, muchas veces viví reacciones xenófobas de sectores que se dicen progresistas por esto mismo. Para la izquierda es un deber no solamente no ser xenófobo, también lo es entender la situación de las migraciones de sus países, no sólo un apoyo local a los inmigrantes (como poder ayudarlos en la situación inmediata), sino entender cuáles son las situaciones políticas que llevan a estas personas a abandonar su país. Esto falló en la mayoría de los sectores progresistas o de izquierda. De parte del peronismo la complicidad es sistemática frente a cuestiones que ellos dicen estar en contra, por ejemplo con respecto a los militares y los desaparecidos que hay en Venezuela, no se entiende cómo ese simple significante no baste como para que surja siquiera una duda. Por eso me parece muy reivindicable la honrosa excepción de lo que hacen desde Izquierda Socialista.


 

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