La llamada “canasta básica”, que fija el límite estadístico con el cual se considera a una familia tipo como pobre, alcanzó a 30.337 pesos en el área de Capital y Gran Buenos Aires. Aclaremos que este valor no incluye el costo del alquiler, que significa por lo menos otros 10.000 pesos. Aumentó 2,9% en el mes de mayo.
Por su parte, la “canasta básica alimentaria”, previa a la caída en la indigencia, subió a 12.068 pesos. Miles de trabajadores en negro están por debajo de este valor. Lo mismo que la jubilación mínima (que con el “aumento” de junio apenas si alcanza los 11.528 pesos).
Con estos números no es de extrañar que el último registro oficial de pobreza señale que el 32% de los argentinos estaba en esa situación. Valor que, con la continuidad de la crisis, seguramente ha aumentado en los últimos meses.
Escribe Javier Leonforte
El legislador porteño y presidente del Partido Socialista de la Ciudad concretó una alianza con PRO. Irá como candidato a legislador en la boleta que va por las reelecciones de Macri en el país y Larreta en la Ciudad.
En la misma semana el Partido Socialista perdió después de 12 años la gobernación de la provincia de Santa Fe y definió apoyar la fórmula de Lavagna y Urtubey. La debacle de la centroizquierda es absoluta. El Partido Socialista hace décadas que no representa ni defiende a los trabajadores, es un simple sello de políticos patronales.
Escribe Martín Fú
Miguel Angel Pichetto “pegó el salto”, de jefe de la bancada peronista, supuestamente “opositora” al gobierno de Cambiemos, pasó a ser el candidato a vicepresidente del oficialismo.
Una de las máximas expresiones del “panquequismo” que recorrió a todos los partidos patronales en los cierres de listas de estos días fue el pase de Pichetto que buscó mostrarse como una apertura del macrismo hacia sectores del peronismo. Tenía un objetivo de corto plazo bien concreto: achicar hasta su mínima expresión a Alternativa Federal. Cosa que evidentemente se logró, claro que contando con la inestimable ayuda de otro “panqueque” que saltó para el lado opuesto: Sergio Massa hacia el peronismo kirchnerista.
A Pichetto se lo vende como el hombre que, desde su nombramiento, habría logrado generar la “tranquilidad de los mercados”. Traducido: que le habría dado la señal a los especuladores para seguir un poco más con la bicicleta financiera que les permite ganar millonadas con las tasas de interés en pesos y que por eso el dólar estaría calmo en estos días. El ahora candidato a vice de Macri aportó a esa imagen con su viaje a los Estados Unidos, donde se postuló como el gran garante, no solo de que se va a seguir cumpliendo a rajatabla con el acuerdo con el FMI y los pagos de deuda, sino de que él está a favor de avanzar con el llamado “ajuste estructural”, que implica las reformas jubilatoria y laboral. Para esto Pichetto pone arriba de la mesa toda su experiencia de estos años donde logró que su bancada le garantizara todas las leyes de ajuste que necesitó el gobierno de Cambiemos.
Una vez ungido candidato a vicepresidente, Pichetto salió a mostrar su “perfil” de mano dura, racista y xenófobo. “¿Cuánta miseria puede aguantar Argentina recibiendo inmigrantes pobres?”(Tiempo Argentino, 19 de junio) satanizando la inmigración o haciendo directamente responsables a los inmigrantes de todos los males. Y agregó “Tenemos que dejar de ser tontos, el mundo está cambiando, es un mundo que se cierra”. Pichetto quiere cerrar las fronteras a la inmigración que viene del norte, de Bolivia, Perú y Paraguay, pero de ninguna manera busca cerrar las fronteras a la fuga de capitales o a que las empresas remitan sus ganancias al exterior. El problema para Pichetto son los manteros africanos que “primero venden chucherías y luego ocupan la esquina” y no las políticas de ajuste del FMI o la sangría social que produce mes a mes los pagos de la usuraria e impagable deuda externa.
Miguel Angel Pichetto ha sido un tenaz oficialista en todos los gobiernos comenzando con Menem para luego continuar gobierno Duhalde, Néstor Kirchner y los dos mandatos de Cristina Fernández. En cada uno se ha caracterizado por ser un ladero de hierro en cada una de las políticas antipopulares que se aplicaron contra los trabajadores, estando siempre en la primera línea acompañándolas desde el Congreso. Hoy se suma al oficialismo macrista ofreciendo su perfil de mano dura como garantía de continuidad del ajuste contra cualquier resistencia de los trabajadores y el pueblo.
Las encuestas dan que la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner podría ganarle en las PASO a Macri-Pichetto. Millones repudian al gobierno nacional, pero hacemos una alerta. ¿Es “útil” votar por Alberto Fernández? ¿Por qué votar a quienes ya dicen que van a mantener el acuerdo con el FMI, no están a favor del aborto legal y abren el paraguas diciendo que no habrá cambios mágicos si llegan al gobierno para justificar un nuevo ajuste?
Escribe Juan Carlos Giordano, Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT
El amplio repudio al gobierno nacional hace que empiecen a ganar terreno los razonamientos de que “hay que sacarse de encima a este gobierno sea como sea”, o que “con cualquiera que le gane vamos a estar mejor”. Compartimos el masivo repudio a Macri, pero apoyar a la fórmula Fernández-Cristina no va a ser una solución de fondo para un trabajador que lucha contra los despidos o el robo salarial, para una mujer que reclama por el aborto legal o un joven que vive en la precarización.
¿“Esperanza” con el FMI?
La plataforma del Frente de Todos arranca diciendo que “hay que recuperar la esperanza y superar la crisis económica y social”. Pero a renglón seguido llama a formalizar un “acuerdo amplio con los acreedores de la deuda”. A tal punto que Alberto Fernández se va a reunir con los emisarios del FMI esta semana (ver recuadro).
En esto somos categóricos: no se va a poder superar ninguna crisis social de la mano del FMI y los pagos de la deuda. Ningún país salió adelante con el Fondo Monetario. Al contrario, el FMI es sinónimo de ajuste, hambre, pobreza y saqueo. Lo vemos con los planes de ajuste aplicados en Haití, Nicaragua, Grecia y otros países.
“Acordar” con el FMI es reconocer el pacto firmado por Macri a espaldas del pueblo trabajador. Darle el título de “acreedores” a quienes prestaron plata para salvar a los especuladores y prohíben que algo vaya a salario o trabajo, es un reconocimiento a un pacto entreguista y a una deuda que el pueblo trabajador no vio.
La Argentina va a recuperar su soberanía económica y política desconociendo el pacto Macri-FMI y disponiendo los enormes fondos que van para una deuda ilegítima y fraudulenta a reactivar la economía. Esa es la única forma para que haya salario y trabajo.
A tal punto no habrá soluciones de fondo con Fernández-Fernández, que uno de los economistas de consulta de Alberto Fernández, Alvarez Agis, ya ha dicho que hay que “congelar la distribución del ingreso por un año”, es decir, que no habrá recomposición salarial ni jubilatoria en caso de que gane.
Con la “mesa de concertación y el contrato social” pierde el pueblo
Alberto y Cristina hablan de conformar un acuerdo entre “todos los sectores”. ¿Quiénes serían? Gobierno, grandes empresarios, burócratas sindicales y la iglesia. Sergio Massa dice que en ese contrato tienen que estar los “grandes industriales y los bancos”. ¿Qué puede salir de eso? Nada a favor de los trabajadores.
En vez de postular la prohibición de despidos y suspensiones, anular los tarifazos a 2015 o aumentar salarios y jubilaciones al valor de la canasta familiar, Alberto-Cristina y Massa solo destacan en su plataforma a Vaca Muerta (es decir, el tremendo saqueo petrolero gasífero) y hablan de generar “núcleos tecnológicos en relación al agro, el petróleo y la minería”, es decir, seguir gobernando para la oligarquía terrateniente, pools de siembra, petroleras y mineras como la Barrick. ¿Estos son los que nos van a salvar?
¿Y del aborto legal? La perla del acuerdo programático firmado por Fernández y Massa está en que no habla del aborto legal. El kirchnerismo, de esta forma, vuelve a darle la espalda a millones de mujeres que reclaman ese derecho. ¿Por qué hay que votarlo entonces?
¿“Mal menor” o Frente de Izquierda?
A esta altura nos preguntamos: ¿qué utilidad tiene votar por Fernández-Fernández si van a seguir con el FMI y pagando una deuda por encima de las necesidades populares? ¿Qué utilidad tiene votar por una fórmula que no va a legalizar el aborto?
Muchos van a votar a Cristina “tragándose el sapo” de Alberto y Massa, o directamente sin mucho entusiasmo. Pero no todo vale para sacar a Macri. Votar al mal menor y no por quienes planteamos un combate de fondo contra Macri, el FMI y el ajuste es un paso equivocado que llamamos a rever.
Durante décadas se vino votando al “mal menor” para sacar a tal o cual político patronal, lo que resultó un perjuicio para el pueblo trabajador.
En los años 80 se votó por el radical Alfonsín que nos trajo la hiperinflación y las leyes de la impunidad (Obediencia Debida y Punto Final). Después, para sacarse de encima a Alfonsín, se votó al peronista Carlos Menem que prometía el “salariazo y la revolución productiva” (con el apoyo de lo que fue después el kirchnerismo). Pero esas promesas se transformaron en el remate de todas las empresas del Estado, flexibilización laboral y la duplicación del endeudamiento con el FMI. Después había que votar a De la Rúa para sacarse de encima a Menem, el mismo que nos llevó a la profunda crisis de 2001. En 2015 muchos optaron por Macri para sacarse de encima al kirchnerismo, con las consecuencias que hoy padecemos. Y ahora, muchos dicen votar a Alberto-Cristina para sacarse de encima a Macri.
Llamamos a los luchadores a reflexionar. Les proponemos que en vez de votar a Fernández-Cristina lo hagan por el Frente de Izquierda-Unidad para ganarle de verdad a Macri, al FMI y el ajuste y para fortalecer una alternativa política que pelee por una salida de fondo contra este gobierno y el que viene.
Escribe Gabriel Massa
La unión a las apuradas de Lavagna y Urtubey no es muy sorprendente. Son los sobrevivientes de la otrora famosa “tercera vía” del Peronismo Federal. Además comparten, al igual que el resto de los demás candidatos patronales, mantener el acuerdo con el FMI impulsando las reformas laboral y previsional. Se postulan como los candidatos serios que traerán “números ordenados” de la economía para mostrarles orgullosos a los organismos internacionales y a los acreedores que saben hacer las cuentas y honrar las deudas.
Entre sus apoyos están Luis Barrionuevo, uno de los burócratas sindicales más conocidos, quien se postula por Catamarca. Su esposa, Graciela Camaño, va como candidata a primera diputada por la provincia de Buenos Aires. Chiche Duhalde figura como candidata a senadora provincial.
Por su parte, la centroizquierda participa de este espacio, mezclada entre burócratas y políticos desprestigiados. En 2007 Margarita Stolbizer rompió con el radicalismo, por el que había sido concejala y diputada, porque los radicales apoyaron la candidatura presidencial de Lavagna. Y ahora termina con su fuerza siendo parte de la lista del propio Lavagna. También ahí adentro está el PS de Lifschitz, que viene de perder las elecciones en Santa Fe.
Ahora, por las vueltas de la vida y de la rosca política patronal, Margarita y Lifschitz se unen a Lavagna, Urtubey, Duhalde y Barrionuevo. Los progresistas de ayer con lo más rancio del peronismo y la burocracia sindical se mezclan “en un mismo lodo, todos manoseaos” como lo escribió Enrique Santos Discépolo en uno de sus famosos tangos.