En medio de la desesperación de millones ante el crecimiento de la inflación, la pobreza y otros males sociales, era de esperar que el gobierno usara la fecha patria del 20 de junio para volver a su doble discurso. Alberto Fernández habló ante 2.000 alumnos en el Centro Cultural Kirchner (CFK) diciendo: “estoy seguro que tenemos por delante un enorme futuro”. Las mismas generaciones a las que se les había prometido que con un gobierno peronista el FMI nunca más iba a pisar suelo argentino. Y volvió al ruedo Cristina. Lo hizo con un largo discurso en un plenario de la CTA, junto a Hugo Yasky, mostrando que dicha organización sindical lejos de defender a las y los trabajadores está al servicio de respaldar al gobierno. Yasky definió a Cristina como “la figura más importante de la política argentina”. Lealtad al gobierno, deslealtad ante los reclamos obreros y populares.
La vicepresidenta habló de todo. Hizo un discurso radicalizado, para terminar nuevamente elogiando al capitalismo. Desde la Casa Rosada leyeron su arenga como positiva, ya que no cuestionó el pacto con el FMI, el aumento de tarifas y hasta elogió a Scioli. “La unidad del Frente de Todos nunca estuvo ni estará en discusión”, reafirmó Cristina, dejando claro que sigue siendo parte de este gobierno que aplica el ajuste pactado con el Fondo Monetario.
El discurso de Cristina seguramente cayó bien en la militancia kirchnerista. Incluso ante sectores populares que, asociando el desastre del gobierno a la figura de Alberto Fernández, podrán creer que con Cristina, Máximo y La Cámpora podría haber algo distinto. La frase “ganar las elecciones para no cambiar nada, mejor quedarse en casa”, es parte de ese juego. A quienes tienen esa expectativa queremos demostrarles lo contrario. Si uno desmenuza los dichos de Cristina verá que no hay nada nuevo bajo el sol.
Cristina enumeró una serie de problemas acuciantes y reales, como por ejemplo el rol de los grandes empresarios tipo Techint, la inflación, los que evaden dólares o el endeudamiento externo. Uno se podría preguntar ¿por qué el gobierno no los combate? Se nos puede contestar porque gobierna Alberto y no Cristina. Pero no es así. Estamos ante un gobierno de todos los sectores del peronismo. Hagamos en todo caso la pregunta de otra manera. ¿Acaso el peronismo kirchnerista no gobernó durante doce años desde el 2003 al 2015? ¿Y en esos años fueron combatidos los males que enumeró Cristina? Para nosotros la respuesta es no.
Por ejemplo, Cristina dijo “no es que no haya dólares o nos falten dólares. La economía argentina produce dólares que se evaden. Argentina ocupa el tercer puesto en el ránking de países evasores”. Tiene razón. Es más, en los doce años de gobierno kirchnerista se fugaron 102.159 millones de dólares. ¿Qué hizo Cristina para evitarlo? ¿Derogó la Ley de Entidades Financieras (que viene de la dictadura) para terminar con el secreto bancario, el secreto comercial y fiscal que tanto critica? No. ¿Nacionalizó la banca y el comercio exterior como únicas medidas para evitar la fuga de los más de 400.000 millones de dólares que están en el exterior? Tampoco. Solo criticó el “festival de importaciones”, porque demanda muchos dólares.
Cristina dijo también que “el proceso inflacionario que estamos viviendo es producto del endeudamiento criminal del macrismo”. Compartimos que el endeudamiento es criminal, mucho más cuando en Argentina ese endeudamiento se gestó en plena dictadura y fue siempre a la bicicleta financiera y a los grupos concentrados. Pero si el endeudamiento macrista fue criminal, ¿por qué entonces este gobierno lo reconoció y pactó con el FMI para pagarlo a cambio de un mayor ajuste y sometimiento? ¿No había que desconocerlo? El kirchnerismo nunca lo propuso. Es más, Cristina impulsa una ley para recaudar más y pagarle al FMI.
Cristina oculta que el endeudamiento no solo fue del macrismo sino de todos los gobiernos capitalistas. Durante los doce años de gobierno peronista kirchnerista se pagaron de contado 10.000 millones al FMI con la excusa de que nos íbamos a desendeudar, y otros 200.000 millones de deuda externa, quedando un endeudamiento similar cuando el gobierno se fue. La propia ex presidenta reconoció que en su gobierno los empresarios se la llevaban en pala y que éramos “pagadores seriales” de deuda. ¿En qué quedamos entonces?
También mencionó que los males vinieron con el “neoliberalismo” menemista, como si ella como senadora y Néstor Kirchner como gobernador de Santa Cruz no hubieran acompañado a ese gobierno entreguista de los años ’90 que remató todo el patrimonio nacional y nos endeudó al doble.
Al final Cristina les contestó a quienes ponen de excusa que no hay una relación de fuerzas favorable para hacer los cambios que se necesitan. “¿Qué pasaría si San Martín hubiera pensado en la correlación de fuerzas? No hubiese cruzado la cordillera. Este país existe porque hubo hombres y mujeres que no pensaron en la correlación de fuerzas e hicieron lo que había que hacer”. Esta frase abona lo que venimos diciendo desde la izquierda, que la relación de fuerzas existe si hay decisión política para ello. Pero Cristina usa la frase para no hacer lo que hay que hacer, es decir, romper con el FMI, dejar de pagar la deuda y combatir los males sociales, sino para que se mantengan los pilares capitalistas, como si de esa forma se pudieran erradicar el hambre y la pobreza. Por eso termina siempre planteando que “el capitalismo es el sistema más eficiente”, cuando está probado que el capitalismo es miseria creciente y destrucción ambiental.
En resumidas cuentas: ¿Cristina propone alguna alternativa? Dijo que tiene “expectativas en que se puedan reencauzar las cosas”. No hay que dejarse engañar. Cristina trata de despegarse para que la bronca creciente con el gobierno no la toque a ella. Nada más.
Cristina defiende el rol del Estado para salvar las ganancias capitalistas; no dijo que hay que romper con el FMI; ratificó que hay que pagar la deuda vía su proyecto de ley y defiende a un supuesto capitalismo “bueno y productivo” que no existe en ningún lado. Resumió así el rol del peronismo en pleno siglo XXI, el cual llamamos a superar por izquierda.
El que levanta una salida de fondo -empezando por romper con el FMI y dar pasos en una segunda y definitiva independencia-, es el Frente de Izquierda Unidad. Por esas consignas llamamos a marchar el próximo 9 de julio a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país, contra el ajuste del gobierno y el FMI, como lo señalamos en las páginas centrales de la presente edición. Sabiendo que la pelea de fondo pasa por conquistar un gobierno de las y los trabajadores y una Argentina Socialista.