Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
El 15 de abril estallaron violentos enfrentamientos entre dos fracciones militares, con centenares de muertos y miles de heridos y refugiados en Jartum, la capital de Sudán. Ubicado en el Norte de África, con 26 millones de habitantes, vivió una guerra civil que llevó en el 2011 a la independencia de Sudán del Sur. En el 2019 hubo una rebelión popular que derribó al dictador Omar al Bashir (llevaba treinta años en el poder) y se formaron Comités Populares de trabajadores, estudiantes y profesionales, para hacerse cargo del poder. Pero en el 2021, después de dos años de crisis, las Fuerzas Armadas de Sudán lideradas por el General Abdel Fattah al-Burhan, y el grupo paramilitar RSF dirigido por el General y empresario Mohamed Hamdan Dagalo dieron un golpe de Estado y tomaron el poder. Hoy se están enfrentando entre estas dos fuerzas armadas. Detrás hay intereses imperialistas en un país muy rico en hidrocarburos y en minería de oro. Estados Unidos apoya a la fracción de Al Bashir, y denunció la intervención de mercenarios rusos en apoyo a su oponente, Hamdan Dagalo, que a su vez controla la minería de oro. También hay empresas chinas con intereses en el país. La actual crisis podría desembocar en una guerra civil. También podría dar lugar a un nuevo levantamiento para defender al pueblo empobrecido de Sudán.