Dec 26, 2024 Last Updated 8:50 PM, Dec 24, 2024

Izquierda Socialista

Desde distintos puntos del mundo se expresaron trabajadoras y trabajadores en apoyo al paro y movilización del 24 de enero en Argentina.

 

Escribe Nahuel Céspedes, Secretario General del Sindicato de Trabajadores de Prensa de Bariloche y Zona Andina, militante de Izquierda Socialista Bariloche.

En enero del 97’, el trabajador de prensa José Luis Cabezas fue secuestrado, torturado y brutalmente asesinado. Su cuerpo fue encontrado en el interior de su auto incendiado, con dos heridas de bala en la cabeza.

Su crimen se produjo un año después de haber logrado fotografiar el rostro de Alfredo Yabrán, un poderoso empresario con un sin fin de negociados con el Estado, a través de sus testaferros, beneficiado por contratos y prebendas al igual que Macri, Bulgheroni, Blaquier, Rocca y los Noble-Magnetto, durante el menemismo. Yabrán dijo, en 1996 durante una entrevista con Mariano Grondona “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente. Ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía”. Cabezas obtuvo el retrato del rostro de Yabrán paseando por la playa durante la temporada de verano del ’96 en Pinamar.

Su asesinato fue uno de los peores golpes para la libertad de expresión desde 1983. La movilización popular colmó todas las plazas del país repudiando la impunidad política, policial y judicial al grito de “no se olviden de Cabezas”. En esos años las leyes de Obediencia Debida y Punto Final de Alfonsín y los indultos de Menem, fueron armas legales con las que los gobiernos peronistas y radicales beneficiaron a cientos de genocidas del proceso.

Fue un logro importante de la lucha y la movilización de su familia y compañeros de trabajo junto a miles que repudiaron la impunidad, que los autores materiales del crimen de Cabezas fueran condenados, aunque mínimamente (ahora están en libertad).

Hoy, el gobierno de Milei busca censurar, restringir y perseguir a las y los trabajadores de prensa y a las y los que luchan. Eliminar miles de puestos de trabajo y cerrar los medios públicos. El protocolo Bullrich, la ley ómnibus y el DNU es un claro ejemplo de que quieren que la sociedad “se olvide” de Cabezas, de Rafael Nahuel, de Teresa Rodríguez, de Mariano Ferreyra y de cientos de nuestros caídos para barrer con todos nuestros derechos.

A 27 años del crimen de José Luis Cabezas, desde Izquierda Socialista entendemos que la mejor manera de tenerlo presente es luchando y luchando con la más amplia unidad por sostener los puestos de trabajo, aumentos de salarios y para que no pase el DNU, la Ley ómnibus y todo el ajuste del gobierno ultraderechista de Milei.

¡José Luis Cabezas presente!

 

Gran columna de las y los ferroviarios del Sarmiento junto a las asambleas barriales del oeste marchó desde Once a Congreso para ser parte de la columna independiente en el paro y movilización del 24, reclamando la continuidad con un  plan de lucha.

 

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Escribe Federico Novo Foti

El 25 de enero de 1987 falleció, a los 62 años de edad, Nahuel Moreno. Fue uno de los más destacados dirigentes del movimiento trotskista. Hoy, cuando el capitalismo hunde a millones en la miseria y destruye el planeta, los aportes de Moreno permiten recuperar el camino revolucionario para luchar por una salida de fondo, conquistar gobiernos de trabajadores y el socialismo mundial.

El trotskismo nació en la década de 1920, enfrentando al aparato burocrático conducido por José Stalin, que fue copando la conducción del estado soviético, los partidos comunistas y la Tercera Internacional, tras la muerte de Vladimir Lenin en 1924. Era una etapa marcada por el retroceso y graves derrotas sufridas por las masas populares del mundo, cuando luchas heroicas fueron aplastadas a sangre y fuego por la contrarrevolución nazi-fascista, encabezada por siniestros personajes como Benito Mussolini, Chiang Kai-shek o Aldolf Hitler.

Aquellas derrotas fueron en gran medida resultado de la traición de las viejas conducciones socialdemócratas (los partidos socialistas) y la burocracia estalinista. El abandono de la lucha por conquistar gobiernos de trabajadores y el socialismo mundial por parte de la socialdemocracia y el estalinismo, quienes en nombre del “socialismo” alentaron la conciliación con la burguesía, asestó un duro golpe a la tarea de construir una dirección revolucionaria, tal como venía sucediendo con los cuatro primeros años de la Tercera Internacional y el partido bolchevique, que desde el año 1918 pasó a llamarse Partido Comunista. Ante tamaña traición, León Trotsky, máximo dirigente de la revolución rusa junto a Lenin, bajo las difíciles condiciones impuestas por la persecución estalinista, se dio a la tarea de defender los principios del marxismo-leninismo. Antes de caer asesinado en 1940 por un agente estalinista, Trotsky escribió el programa para la revolución socialista (el Programa de Transición de 1938) y sentar las bases de una nueva organización, que al calor de un futuro ascenso de las luchas obreras habría de barrer a las direcciones traidoras para encabezar la revolución: la Cuarta Internacional.[i]

Desde 1943, con la derrota nazi en la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial, comenzó una nueva etapa de ascenso: se logró la gran victoria de la rendición del ejército de Hitler, cayeron casi todas las dictaduras nazi-fascistas, se independizaron colonias en Asia y África y se construyeron estados obreros expropiando a la burguesía en un tercio del planeta. El programa de Trotsky se confirmaba. Pero el ascenso no fortaleció al trotskismo, sino a la socialdemocracia, el estalinismo y otras direcciones nacionalistas burguesas o pequeñoburguesas, llevando a aquellos primeros triunfos a nuevas frustraciones y derrotas para las masas.

Sin Trotsky ni la mayor parte de los dirigentes que lo acompañaron, que cayeron asesinados por el estalinismo o combatiendo al nazismo, al salir de la guerra un puñado de dirigentes jóvenes e inexpertos se propuso reconstruir la Cuarta Internacional. Entre ellos, Moreno fue quien mejor pasó la prueba, continuando la lucha de Trotsky. Ante las claudicaciones de los oportunistas a las direcciones mayoritarias de las masas y la negación de los procesos revolucionarios por los sectarios, Moreno alentó la inserción del trotskismo en la clase obrera, la intervención en los procesos de lucha y revoluciones sin claudicar a sus conducciones, y peleó incansablemente por reconstruir la Cuarta Internacional y sus partidos nacionales en la perspectiva de conquistar gobiernos de trabajadores y el socialismo mundial.[ii] 

El trotskismo obrero e internacionalista

En 1942, el joven Hugo Miguel Bressano Capacete (luego apodado Nahuel Moreno) fue ganado para el trotskismo por un trabajador marítimo en el Teatro del Pueblo, un espacio de reunión de la intelectualidad de izquierda de la ciudad de Buenos Aires. Por aquellos años los núcleos dispersos del trotskismo local solían realizar largas reuniones de debate en los cafés porteños y militar poco.[iii] Pero aquel joven se propuso sacar al trotskismo de las tertulias de café y empalmar con el movimiento obrero. En 1944, Moreno fundó el Grupo Obrero Marxista (GOM), junto a un grupo de jóvenes. Su documento precursor, “El Partido”, basado en las enseñanzas de Lenin, planteó la importancia de iniciar la tarea de construir un partido revolucionario, comenzando por empalmar con “el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde éste se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase”.[iv]

El grupo tuvo su bautismo de fuego en enero de 1945 cuando estalló la huelga del frigorífico Anglo-Ciabasa en Avellaneda. El dirigente trotskista del sindicato de la madera, Mateo Fossa, les aconsejó que se pusieran al servicio de la huelga, sin pretender “bajar línea”. El respeto que se ganaron aquellos jóvenes por su compromiso con la huelga les permitió instalarse en Villa Pobladora en Avellaneda y comenzar a dirigir varios sindicatos en la zona. El grupo se fue forjando bajo el auge del peronismo, polemizando con sus planteos de conciliación de clases. Desde entonces el “morenismo” pelea por construir partidos revolucionarios en el seno del movimiento obrero y sus luchas.[v]

En 1948 Moreno viajó a París como delegado al segundo congreso de la Cuarta Internacional, que se estaba reorganizando. En 1951, en el tercer congreso, los dirigentes Michel Pablo y Ernest Mandel comenzaron a imponer una línea de capitulación al estalinismo (Mao en China, Tito en Yugoslavia, entre otros) y a los nacionalismos burgueses de Latinoamérica, Asia y África (el peronismo, Paz Estenssoro, Ben Bella y otros). Moreno alertó que esta orientación oportunista llevaba a renunciar a la tarea de construir partidos revolucionarios y a ir abandonando paulatinamente la lucha por el socialismo en esos países y el mundo. El triunfo de la revolución cubana en 1959 reavivó el debate. Moreno defendió a la primera revolución que adoptó medidas socialistas en Latinoamérica, contra los sectarios. Pero enfrentó a la corriente mandelista que capitulaba a la dirección de Fidel Castro y al Partido Comunista. La realidad le dio la razón a Moreno. La burocracia cubana cedió al estalinismo y, décadas después, restauró el capitalismo en nombre de una falsa “actualización del socialismo”.

Pese a las fuertes polémicas, crisis y rupturas, Moreno nunca abandonó la lucha en defensa de la independencia política de la clase obrera ni el desafío internacionalista de unir a los revolucionarios para reconstruir la Cuarta Internacional, el partido mundial de la revolución socialista. En sus palabras, “la más grande tarea que se haya planteado nunca el ser humano”.[vi] 

La lucha por el socialismo continúa

Grandes cambios se dieron en el mundo desde 1989, apenas dos años después del fallecimiento de Moreno, cuando se produjo la caída del Muro de Berlín y se derrumbó la dictadura burocrática de la ex Unión Soviética, debilitando a los partidos comunistas en todo el mundo. Las masas fueron protagonistas de aquellas movilizaciones revolucionarias, pero la ausencia de alternativas revolucionarias no impidió la restauración capitalista. El imperialismo y los propios burócratas derrotados lo aprovecharon para instalar la falsa idea del “fracaso del socialismo”, sembrando escepticismo.

En esta nueva etapa, sobre las ruinas del estalinismo han vuelto a emerger variantes de centroizquierda o de falso “socialismo”, que insisten en imponer falsas soluciones como el “socialismo del mercado” de la dictadura capitalista china. Una y otra vez, los gobiernos de colaboración de clases, que mantienen el capitalismo, han llevado a las masas a nuevas frustraciones. Aún continúan también las dificultades del trotskismo. Pero Moreno nos enseña que debemos asumir que nuestra lucha es difícil, pero es el camino correcto. Que no debemos caer en el escepticismo, cayendo en el sectarismo del “no se puede” o el propagandismo, ni en el facilismo oportunista de buscar atajos que llevan a nuevas decepciones.

Hoy más que nunca se confirma que el sistema capitalista imperialista ha fracasado, trayendo mayor miseria, explotación y devastación ambiental. El movimiento obrero y las masas del mundo continúan luchando y protagonizando heroicas rebeliones y revoluciones en busca una salida para los males diarios producidos por el capitalismo. En cada lucha, desde Izquierda Socialista y la UIT-CI, siguiendo las enseñanzas de Moreno, planteamos la necesidad de unir a los revolucionarios para construir los partidos socialistas revolucionarios en cada país y en el mundo con la convicción de que sólo la clase obrera y las masas en el poder podrán abrir una nueva época de progreso sostenido para la humanidad, conquistando un mundo socialista.

 

[i]       León Trotsky. Programa de Transición. (1938) Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2014. Disponible en www.nahuelmoreno.org
[ii]      Ver documental de Mariano Manso (director). (2017) Nahuel Moreno: una vida, infinitas luchas. [video online] Disponible en www.nahuelmoreno.org
[iii]     Carmen Carrasco y Hernán Félix Cuello. Esbozo Biográfico. CEHuS, Buenos Aires, 2016. Disponible en www.nahuelmoreno.org
[iv]    Nahuel Moreno. “El Partido” (1943) en Problemas de Organización. CEHuS, Buenos Aires, 2017. Disponible en www.nahuelmoreno.org
[v]     Ver Mercedes Petit. Recordando a Mateo Fossa en “El Socialista” N.º 34, 14/06/2006. Disponible en www.izquierdasocialista.org 
[vi]    Nahuel Moreno. El Partido y la Revolución. Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2013. Disponible en www.nahuelmoreno.org

Millones de trabajadoras y trabajadores pararon el país. Centenares de miles nos movilizamos en las principales ciudades de todas las provincias. La jornada cumplió un gran objetivo: fue una contundente muestra del rechazo obrero y popular al plan de ajuste y represión de Milei y el FMI. Fortaleció a la clase trabajadora y a todas y todos los que venimos enfrentando el Protocolo, el DNU y la Ley Ómnibus de Milei. Centenares de miles nos movilizamos en Plaza Congreso y con actos multitudinarios en otras ciudades como Córdoba, Rosario, Neuquén o Bariloche, por citar sólo algunas. La jornada reflejó la bronca acumulada. Que fue la que obligó a la CGT a convocar al paro general, después del acto de Tribunales a fines de diciembre. El hecho de que se le haya arrancado este paro a la burocracia sindical y que fuera contundente, demuestra que hay condiciones para seguirla, con las distintas luchas y movilizaciones que se den, impulsando asambleas y exigiéndole a la CGT que le dé continuidad con un plan de lucha para derrotar el plan motosierra.

En el acto central, una auténtica marea humana copó Plaza Congreso, la avenida de Mayo hasta la 9 de Julio y las calles aledañas. Hubo importantes columnas de gremios de la CGT y las CTA. Pero también se destacó la presencia de miles y miles de autoconvocados, organizados o no, del ámbito de la cultura, del deporte, de los movimientos de derechos humanos, defensa del ambiente, del movimiento de mujeres y disidencias, asambleas vecinales de CABA y del conurbano. A pesar de que nos encontramos en vacaciones, docentes, investigadores, científicos y estudiantes también dijeron presente. Y gran parte de la plaza estuvo ocupada por la columna independiente que reunió al Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) junto con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, Unidos por la Cultura, movimientos sociales combativos, la coordinadora ambiental Basta de Falsas Soluciones y los partidos que integramos el Frente de Izquierda, que fuimos a exigir a la CGT la continuidad del paro, con un plan de lucha nacional. Fue importante la columna del Plenario del Sindicalismo Combativo, con los ferroviarios del Sarmiento, Ademys, el Sutna y otros gremios y agrupaciones sindicales opositoras a la burocracia sindical. En el caso de los ferroviarios de la Unión Ferroviaria de Haedo y la Bordó, con el “Pollo” Sobrero a la cabeza, conformaron una impresionante columna de varias cuadras, compuesta por las y los trabajadores del Sarmiento junto con asambleas barriales de la zona Oeste del conurbano que, a partir de un “trenazo” que partió de Moreno, marchó desde la estación Once hacia el acto de Congreso.

El paro tuvo, además, una importante solidaridad internacional de centrales obreras, partidos de izquierda y comunidades en el exterior, que incluso se movilizaron a las puertas de embajadas y consulados argentinos en decenas de ciudades.

El paro y movilización fue una respuesta contundente ante el súper ajuste que está llevando adelante el gobierno ultraderechista de Milei, que está pulverizando salarios, jubilaciones, planes sociales y todo tipo de ingreso popular, permitiendo vía la devaluación y una inflación galopante que miles de millones de dólares pasen de los bolsillos populares a los de los ricos, las grandes empresas, los banqueros y el FMI.

También fue un repudio al DNU y la ley ómnibus, que intentan liquidar de un plumazo más de un siglo de conquistas y derechos sociales, democráticos y de la clase trabajadora. Y que profundiza el saqueo más absoluto a nuestras riquezas y la privatización de todas las empresas públicas del país.

Del mismo modo, las multitudinarias manifestaciones respondieron también al protocolo ultra represivo de Patricia Bullrich: muy rápidamente, en la misma mañana apenas se vio la masividad de las primeras columnas, quedó en la nada el “caminar por la vereda” y las provocaciones montadas por la ministra de Seguridad. La jornada de hoy fue también, sin duda, una victoria contra el protocolo represivo del gobierno.

¿Cómo la seguimos?

El gobierno de Milei, pese al golpe recibido con el paro y la movilización, va a intentar continuar adelante y prepara la sesión en el Congreso para la semana próxima con el objetivo de aprobar la ley ómnibus, el DNU y el Protocolo represivo. Cuenta para ello con el apoyo del PRO, del bloque comandado por Pichetto de Hacemos Coalición Federal y de la UCR (más allá de las “disidencias parciales” que algunos dicen tener con el proyecto oficial) y con el apoyo de gobernadores, entre ellos los peronistas Llaryora de Córdoba o Jaldo de Tucumán que darán los votos de sus diputados.

Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad somos parte de la oposición más absoluta a la ley ómnibus y al DNU, tanto en el Congreso como en las calles, tal como lo demostramos en el paro y movilización. Decimos, como lo expresó el Plenario del Sindicalismo Combativo, que esta enorme demostración de fuerzas no puede quedar en un hecho aislado, como lamentablemente nos tiene acostumbrados la burocracia de la CGT y las CTA. Al plan motosierra solo podemos pararlo en las calles. Por eso hay que darle continuidad al paro y movilización del 24 con un nuevo paro nacional y un plan de lucha. Y convocar a movilizar el día que se trate la ley en el Congreso para exigir su rechazo.

Pero esto recién empieza, por eso, fortalecidos por esta jornada de lucha, llamamos a impulsar asambleas en los lugares de trabajo, pronunciamientos de cuerpos de delegados y profundizar todas las formas de la protesta social que se vienen dando: asambleas de vecinos, de artistas e intelectuales, del movimiento ambiental, de las mujeres y disidencias, con cacerolazos en los barrios y todas las auto convocatorias que surgen cotidianamente.

El objetivo es derrotar todo el plan de Milei y el FMI. Para esto necesitamos la más amplia unidad de acción. Pero, al mismo tiempo, debemos señalar la responsabilidad del peronismo, que fue quien gobernando nos llevó a este desastre, con sus propios planes de ajuste, entrega y sometimiento al FMI, llevando a que el repudio popular a su gobierno terminara, lamentablemente, en el gobierno del ultraderechista de Milei.

Por eso, decimos, desde Izquierda Socialista/FIT Unidad, que hay otra salida. Que la crisis, debe ser pagada por quienes la provocaron, los ricos, los grandes empresarios y los banqueros. Oponiendo al programa de super ajuste de la ultraderecha de Milei un plan alternativo, obrero y popular, arrancando por un aumento inmediato y de emergencia de salarios y jubilaciones ante la infernal inflación. Planteando dejar de pagar la usuraria deuda externa y romper con el FMI. Defendiendo nuestras riquezas, nuestras empresas públicas, ¡que no se vendan!, así como el Banco Nación no se vende, los trenes no se venden. Al contrario, reestatizando las empresas privatizadas de servicios públicos; como en el gas, la electricidad o el sistema ferroviario (carga y pasajeros); recuperando 100% a YPF y sacándole a las multinacionales la explotación y el saqueo de todos nuestros recursos naturales. También hay que ponerles fuertes impuestos a los grandes empresarios y multinacionales, para así, con todos esos recursos, volcarlos a resolver las más urgentes necesidades populares, de salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, salud, educación y vivienda para todas y todos. Este programa y la salida que postulamos a la falsa “libertad” del capitalismo explotador que embellece Milei, sólo podrá ser llevado adelante por un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda, en el camino a una Argentina socialista.

Declaración de Izquierda Socialista/FIT Unidad
25 de enero 2023

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