May 14, 2024 Last Updated 8:28 PM, May 13, 2024

Izquierda Socialista

El lunes 1 de Junio desde Izquierda Socialista volvimos a acompañar la movilización de los chóferes de media y larga distancia de la empresa Plusmar. Entrevistamos a Horacio, Gustavo y Fabián, referentes del reclamo por el pago de sus salarios adeudados.

¿Por qué reclaman?

"Desde marzo no nos pagan los salarios a los 850 trabajadores, nos deben horas extras y todo el sueldo de abril y mayo. Tenemos compañeros que no tienen plata para comer, para sus familias, ni para pagar los medicamentos. No hay ninguna respuesta de la empresa, ni siquiera pagaron el ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) que prometió el gobierno.”

¿Y la UTA no los apoya?

“Nuestro cuerpo de delegados de la UTA está borrado, incluso un delegado Oscar Paolina integra la comisión directiva nacional en 'ética gremial' y ni apareció. Por eso decidimos autoconvocarnos para reclamar".

¿Qué les dijeron en el Ministerio de Trabajo?

"El 19 de Mayo cuando nos movilizamos al Ministerio presentamos un petitorio y nos dijeron que íbamos a cobrar 32.000 pesos por mes del ATP desde la Anses, y tampoco lo depositaron, no hay ninguna respuesta".

¿Cómo se están organizando?

"Es la segunda movilización que hacemos en Barracas, hoy marchamos al Obelisco, nos autoconvocamos para protestar y si no nos pagan vamos a endurecer las medidas. Nos estamos uniendo a los chóferes de otras empresas de media y larga distancia que tampoco han cobrado, ni siquiera el ATP, como Urquiza, Chevallier, Tata, Vosa y otras líneas que nos acompañaron hoy con delegaciones. La UTA no informa nada, negocian nacionalmente por arriba, se manejan solo por teleconferencia, pero no se hacen presentes. Así que nosotros vamos a seguir protestando hasta que aparezca la plata".

Entrevistó: Javier Leonforte

 

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Escribe Gastón Godoy

El pasado 29 de mayo se llevó adelante el tercer paro mundial de repartidores en medio de la pandemia. En la Argentina y varios países se desarrollaron acciones de visibilización de las pésimas condiciones de trabajo que sufren quienes desde el primer día fueron considerados “trabajadores esenciales”. Pero esta categoría no influyó en ningún aumento salarial ni en medidas de protección e higiene. Más bien lo contrario, incrementaron la exigencia y el control y se produjeron despidos. Ocurrieron también asesinatos laborales, como los de Emma, Miguel Ángel y Franco.

La acción en nuestro país tuvo epicentro en el Obelisco de Buenos Aires, desde donde se marchó hasta el Ministerio de Trabajo que encabeza Claudio Moroni. La movilización se enmarca en un plan de lucha que vienen desarrollando con más fuerza desde que comenzó la cuarentena. El primer paro, también mundial, fue el 22 de abril, luego se realizó otro el 8 de mayo. La organización todavía es incipiente porque las empresas Glovo, Rappi, PedidosYa y UberEats están vinculadas al Estado y tienen el aval gubernamental para no dar ningún beneficio laboral (vacaciones, aguinaldo, salario mínimo) y despedir a quien proteste.

Los principales reclamos son: aumento de 100% de pago por envío (hoy es de 55 pesos), elementos de seguridad e higiene, que la ART esté a cargo de las empresas y la reincorporación de quienes fueron echados por haberse organizado. Uno de los pedidos más sentidos es también el que tiene que ver con los asesinatos laborales, que siguen impunes porque las empresas se desligan totalmente. Para eso cuentan con la complicidad del gobierno y de los sindicatos dirigidos por las burocracias de APP, Asimm y la ACRI.

Desde Izquierda Socialista somos parte en algunas provincias y alentamos la formación de un espacio combativo dentro de estos sectores, donde las discusiones se den de forma democrática y en asamblea, como la última que definió participar de la movilización que el Plenario del Sindicalismo Combativo convocó para el próximo 16 de junio. En esa perspectiva acompañamos todas las acciones que se realicen y le exigimos al gobierno de Fernández que se haga cargo de la situación de precarización total y miseria que atraviesan. El gobierno debe obligar a las empresas a que contraten en blanco a sus trabajadores, dándoles todos los beneficios laborales.

 

 

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En estas semanas, justo cuando el frío empezó a pegar más fuerte, se empezaron a conocer datos de varios docentes que se contagiaron coronavirus, fundamentalmente en CABA y Buenos Aires. ¿Cómo es posible si las clases están suspendidas y los docentes estamos trabajando, de manera virtual, desde nuestras casas?

Escribe Guillermo Sánchez Porta

La principal razón es que el gobierno nacional, el de Larreta, el de Kicillof y los intendentes municipales no están garantizando el reparto de comida a los sectores populares más necesitados (¡que son millones!), casa por casa, a través de sus organismos de Desarrollo Social destinados a esa tarea. Al declararse la cuarentena y suspenderse las clases, también la necesidad de garantizar la alimentación de los alumnos y sus familias, que en muchos casos no pueden salir a “buscar el mango”, se multiplicó. Pero los gobiernos no multiplicaron proporcionalmente los fondos para Desarrollo Social destinados a cubrir esas necesidades. 

En vez de nombrar a miles de personas, hoy sin trabajo, para que, con todas las medidas de seguridad necesarias, hagan el reparto de comida e insumos casa por casa en los barrios populares, decidieron utilizar a los docentes y auxiliares para ese trabajo en las escuelas. Además, a la mayoría no le garantizan todos los elementos de protección para evitar el contagio. 

Como alertamos desde Docentes en Marcha e Izquierda Socialista, esa metodología pone en riesgo la salud de docentes y de millones de familias pobres que deben hacer largas colas y retirar sus bolsones en las escuelas.

Ahora hay muchos casos de docentes contagiadas justamente en los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires (Soldati, Lugano) y Gran Buenos Aires (La Matanza, Lomas de Zamora). La mayoría son compañeras que fueron voluntariamente a colaborar a sus escuelas. Automáticamente, ellas, sus familias y las demás compañeras que estuvieron en la tarea deben pasar a cuarentena, esperando no ser, también, portadoras del Covid-19. Y las familias que estuvieron en contacto con ellas también están con esa incertidumbre.

Todo esto, insistimos, podría haberse evitado. Pero los gobiernos no sólo no quisieron invertir en lo necesario para evitar estos riesgos, sino que inventan fundamentos para sostener esa política irresponsable. Por un lado dicen que en las escuelas se pueden centralizar los datos de las familias más necesitadas. ¡Pero justamente en las escuelas tenemos esos datos, con dirección de todos, y el gobierno podría organizar la entrega en las casas! 

Por otro lado, desde el gobierno aprietan a docentes para que vayan con nuevos “protocolos” diciendo que sería obligatorio asistir para no ser sancionado, como parte del “vínculo pedagógico con la comunidad”. ¡Una vergüenza! 

En realidad, ningún docente va porque tenga miedo a una sanción. Van voluntariamente porque prima la solidaridad con las familias pobres de sus alumnos y, al ver que el gobierno no lo garantiza, están dispuestos a arriesgar su salud. 

Si bien hay miles de docentes voluntarias, el propio gobierno reconoce que cada día se le hace más difícil conseguir la cantidad necesaria, porque hay razonable miedo a los contagios. Por eso los gobiernos están pensando en hacer un solo reparto por mes, de mayor cantidad de productos, y otras variantes. 

Pero la única solución para garantizar la comida e insumos para millones de familias pobres, o sin ingresos actuales por la cuarentena, sin que se expongan al contagio, es que los gobiernos inviertan el dinero para nombrar el personal de Desarrollo Social necesario para repartir, con todos los elementos de seguridad protocolares, casa por casa y con toda la comida e insumos que cada familia precise. 

Para hacer esto hay que tomar la decisión política de hacer un fondo de emergencia. Desde Izquierda Socialista y Docentes en Marcha seguiremos exigiendo al gobierno que se haga cargo y garantice sus obligaciones sin arriesgar la salud de los docentes y de las familias. 

 

Neuquén. Continúa la lucha de los camioneros

En la capital neuquina sigue el campamento de los doce choferes suspendidos de la empresa Expreso Argentino que bloquean las puertas del depósito para que no entre ni salga nada ni nadie. Exigen que les paguen los dos meses de salarios adeudados y les levanten la suspensión, ya que la empresa continúa trabajando en otros depósitos y contrató a nuevos choferes, que tiene en negro. El sindicalismo combativo, la izquierda y organizaciones sociales acompañamos a los trabajadores en la movilización que realizaron para visualizar su reclamo. La Justicia emitió una orden de desalojo de las puertas de la empresa en lugar de obligarla a pagar lo que adeuda. Mientras, la Secretaría de Trabajo provincial tampoco intima a los empresarios, siendo que por decreto nacional están prohibidos los despidos y las suspensiones, sobre todo en una empresa que nunca dejó de trabajar por la pandemia, ya que su servicio es considerado esencial. Gran solidaridad despertó el conflicto, con aportes de alimentos y fondos para que puedan aguantar. Los militantes de Izquierda Socialista y la concejala Angélica Lagunas concurrimos diariamente a llevar nuestro apoyo a los choferes en el campamento.


San Fernando. Municipales en pie de lucha

Municipales de Servicios y Obras Públicas de San Fernando han denunciado al municipio, al mando de Juan Andreotti, por descuentos arbitrarios en sus salarios, en algunos casos de 50 por ciento. Realizaron un acampe en la puerta de la base donde diariamente toman servicio manifestando que el municipio nunca les facilitó los elementos básicos, como barbijos, mascarillas, antiparras, guantes o algún desinfectante y reclamando el pago total de sus salarios. Los trabajadores resaltaron la política negrera y explotadora de Andreotti, que paga bajos salarios, y tiene a la mayor parte de la planta precarizada.


Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes – CABA

Denuncian contagios de Covid-19 entre trabajadores y jóvenes a los que se debía cuidar

Ya son en total nueve los casos confirmados en los dispositivos de atención directa y alojamiento del CDNNyA. En el CAD (Admisión) las autoridades ordenaron volver al trabajo al personal que estuvo en contacto estrecho con el adolescente que resultó positivo. Lo mismo sucedió en el CRC (Régimen Cerrado) Belgrano. Este proceder irresponsable y contrario a los indicaciones sanitarias expone a los niños, niñas y adolescentes y trabajadorxs a mayores contagios.

Dispositivos fusionados, falta de insumos de protección e higiene personal y la negativa de las autoridades a disponer el aislamiento de catorce días conforman en la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil y la Dirección de Servicios de Atención Permanente un cuadro de negligencia de las autoridades.

Trabajadores agrupados en Unidad de Trabajadorxs en el CDNNyA (UTC) en ATE exigen que se convoque a una asamblea conjunta de los sectores afectados para defender en unidad los derechos de trabajadores, niños, niñas y adolescentes.

 

 

 

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Escribe José Castillo

Reanudamos nuestra serie de artículos sobre el peronismo, que iniciamos en El Socialista 450 [“¿Qué es el peronismo?”], 451 [“El primer peronismo (1943-1955)”] y 452 [“El trotskismo morenista y el primer peronismo”]

En septiembre de 1955 triunfó el golpe gorila proyanqui, clerical y propatronal autodenominado “revolución libertadora”, que para la memoria histórica de la clase obrera quedó como “la fusiladora”. Fue una derrota muy dura para el pueblo trabajador. Perón no armó a los trabajadores, como se le había pedido reiteradamente y, básicamente, se entregó sin pelear. La burocracia sindical peronista y los dirigentes políticos “se borraron” o llamaron a “la tranquilidad” y “volver al trabajo”, mientras buscaban negociar la permanencia en sus cargos con el nuevo gobierno de Lonardi. Los núcleos de trabajadores que resistieron, en Rosario y sectores del conurbano bonaerense, solos y aislados, fueron ferozmente reprimidos.  

Se abrieron así dieciocho años de proscripción para el peronismo. Un largo período donde la clase trabajadora argentina no tuvo el derecho democrático elemental de votar a quien consideraba su líder. Sin embargo, los dirigentes políticos y sindicales peronistas, y el propio Perón, no fueron intransigentemente opositores a los diversos gobiernos, civiles y militares, que los proscribieron. Los historiadores del peronismo han inventado el mito de los dieciocho años de la resistencia peronista, que existió, sin duda, pero estuvo circunscripta a los años 1956-1959 donde, ante la violentísima ofensiva proyanqui por barrer todas las conquistas logradas en la época anterior, la clase obrera argentina resistió con huelgas, movilizaciones y dando lugar al surgimiento de una nueva camada de dirigentes muy combativos.

Pasamos a ser una semicolonia yanqui

Tras una década en la que nuestro país había mantenido una relativa independencia con respecto al ascendente imperialismo norteamericano, con la dictadura de Aramburu-Rojas pasamos inmediatamente a ser una semicolonia de los Estados Unidos, se firmaron los pactos con la OEA e ingresamos en el FMI.

El propósito del gobierno se centró en liquidar las conquistas obtenidas por la clase trabajadora. Para ello sabía que tenía que destruir al conjunto de la organización existente del movimiento obrero. Ese era el objetivo profundo de la “desperonización”, a la que le unía una represión generalizada sobre el conjunto de los sectores populares (se destruyeron bustos de Perón y Evita, se quemaron libros y se prohibió hasta el uso de los símbolos y aun nombrar a Perón y Eva Perón). Pero el gobierno de la “libertadora” fracasó en su intento. La clase trabajadora resistió con uñas y dientes desde la última línea, las comisiones internas y los cuerpos de delegados.

Frente a la “borrada” generalizada de la vieja dirigencia política y  sindical, una nueva camada de activistas obreros tomó la posta. Ya el 17 de octubre de 1955 el 70% de la clase trabajadora había acatado un llamado a la huelga general lanzado por nuestra corriente (en aquel momento aún con el nombre de Federación Bonaerense del PSRN), con el solo acompañamiento de una pequeña agrupación llamada Comando Nacional Peronista.

Durante 1956 y 1957 se sucedieron paros, luchas parciales, reagrupamientos, se crearon listas y se realizaron plenarios sindicales. Los interventores de la dictadura, y sus colaboracionistas del PS y el PC, no lograron hacer pie en la mayoría de los gremios.

Esa fue la línea en concreto que asumió esa nueva y joven dirección que estaba surgiendo en el movimiento obrero y que abrumadoramente se reivindicaba peronista. Sin embargo, los dirigentes políticos del peronismo (autoproclamados en algunos casos, o con el apoyo explícito de Perón desde el exilio) se jugaban a otra cosa. Para ellos la “resistencia” consistía en una sucesión de hechos (algunos vinculados al movimiento obrero, otros no, como la colocación de pequeños explosivos, popularmente llamados “caños”, o la expansión de “rumores” como que Perón descendería en algún lugar del país desde un avión negro), que sirvieran de soporte a un golpe militar nacionalista properonista. Que terminó sucediendo, y fracasando, en junio de 1956, con el levantamiento del general Valle. La respuesta de la dictadura fue profundizar la represión, dando lugar incluso al fusilamiento de civiles en los basurales de José León Suárez.

Las luchas obreras, sin embargo, se siguieron profundizando, siendo la más importante la que se dio en diciembre de 1956 con una gigantesca huelga metalúrgica en la que tuvieron una destacada participación los compañeros de nuestra corriente.

El MAO y Palabra Obrera

En esos años, ya ilegalizado por la dictadura el PSRN, del cual éramos parte a través de la ya mencionada Federación Bonaerense, organizamos el Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO), que fue más conocido por el nombre de su periódico, Palabra Obrera. Nacido como un frente único de agrupaciones en el que participamos los trotskistas junto con otras construidas por la nueva vanguardia peronista, se transformó rápidamente en nuestra forma pública de intervención. A partir de allí, los trotskistas de la tradición de Nahuel Moreno realizamos “entrismo” en el movimiento obrero peronista. Conservando la más absoluta independencia política (de hecho solo se trató de algunas concesiones formales, como declararnos “peronistas”), Palabra Obrera tuvo una destacadísima intervención, fue reconocida por miles de delegados y activistas y su periódico se vendía de a miles.

Ya en 1957 el fallido intento de la dictadura de “reorganizar” la CGT desde la propia intervención militar, dio nacimiento a las 62 Organizaciones (originalmente los 62 sindicatos que, siendo mayoría en el congreso de la CGT, impidieron que los 32 gremios colaboracionistas junto con la intervención militar se quedaran con la dirección formal del movimiento obrero). En medio de conflictos parciales, e incluso varias huelgas generales, las 62 Organizaciones llegaron en esos tiempos a funcionar con plenarios semanales con barra, verdaderas asambleas de activistas donde nuestros compañeros de Palabra Obrera llegaron a tener una presencia importante.

La crisis política y el pacto de Perón con Frondizi

Todas estas luchas del movimiento obrero pusieron en crisis al conjunto del proyecto de “desperonización” de la dictadura y los partidos patronales que la acompañaban. De hecho, esto generó la división del radicalismo en “radicales del pueblo” (UCRP, Ricardo Balbín) y “radicales intransigentes (UCRI, Arturo Frondizi) e incluso del viejo Partido Socialista, entre PSD (socialistas “democráticos”, más gorilas, con Américo Ghioldi que había pedido y aplaudido los fusilamientos de junio de 1956) y PSA (socialistas “argentinos”, con Alfredo Palacios, que también había apoyado a la dictadura y fue su embajador en Uruguay). En 1957 la convocatoria a elecciones para asamblea constituyente con el objetivo explícito de derogar la Constitución de 1949 terminó en un estrepitoso fracaso, ya que ganaron los votos en blanco.

Finalmente, se convocó a elecciones presidenciales para febrero de 1958. La movilización y organización obrera, los millones de votos en blanco obtenidos y la repulsa popular a la “libertadora”, ya llamada “fusiladora”, ponían contra la pared a todo su proyecto. Pero en ese momento Perón, desde el exilio, negoció el voto al candidato de la UCRI, Arturo Frondizi, con la supuesta promesa de la legalización futura del partido peronista y la normalización de la CGT. Nuestros compañeros de Palabra Obrera discutieron en innumerables asambleas obreras lo incorrecto de esa “orden” de Perón, pero primó la confianza en la “capacidad estratégica” del líder. Así se terminó acatando, en muchos casos a regañadientes, el voto a la UCRI. 

Frondizi ganó con los votos peronistas. Pero no cumplió con ninguno de los términos del pacto. Peor aún, profundizó el ajuste contra la clase trabajadora junto con la dependencia y semicolonización de nuestro país. En el mismo año 1958 entregó el petróleo a las multinacionales norteamericanas, creó las universidades privadas (un regalo para la Iglesia Católica) y llegó a nombrar como ministro de Economía a Álvaro Alsogaray, un ícono del gorilismo y una de las figuras más antiobreras de la historia argentina. La conducción política del peronismo y las direcciones sindicales, en las que muy lentamente se iba consolidando una nueva burocracia sindical alrededor de la figura de Augusto Timoteo Vandor, llamaron a “esperar” y, de hecho, se jugaron a la desmovilización durante casi todo el año.

La última lucha: el frigorífico Lisandro de la Torre

Finalmente, la presión de las bases obreras para salir a pelear contra Frondizi, y el propio intento del gobierno de privatizar el frigorífico Lisandro de la Torre, en Mataderos, provocó una enorme huelga en enero de 1959. El barrio fue prácticamente tomado por los trabajadores en lucha en una pelea que duró semanas y que solo pudo ser derrotado con una ferocísima represión, que incluyó la entrada de tanques en el propio establecimiento, tras militarizar la zona.

La “libertadora” impidió que el peronismo se integre al régimen político, pero siempre hubo sectores “integracionistas” que buscaron de una u otra forma pactar con el régimen. De hecho, fue el propio Perón, a partir del acuerdo con Frondizi, quien también lo intentaría en 1958. Sin embargo, en esos años fue el régimen político, en particular a través de la presión militar, el que vetó reiteradamente esta salida.  

Enero de 1959, la derrota del frigorífico Lisandro de la Torre marcó el cierre de esta etapa gloriosa de la clase trabajadora argentina. Vinieron luego diez años de batallas defensivas y derrotas obreras. Hubo, sin duda, importantes conflictos, pero fueron infinitamente menos que en los tres años que hemos relatado. El peronismo profundizó su línea de integración al régimen, llegando al extremo en 1966 de que la dirección burocrática de los dos sectores en que ocasionalmente estaba dividida la CGT se hicieran presentes en la asunción del dictador Onganía, al mismo tiempo que Perón llamaba a “desensillar hasta que aclare”.

Sin embargo, volviendo al mismo enero de 1959, este abrió un nuevo horizonte, fue el momento del triunfo de la revolución cubana. El triunfo de “los barbudos” Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos provocó una auténtica revolución ideológica en las cabezas de miles de jóvenes que se sumaron en los años siguientes a la lucha por la revolución socialista. Todo terminó confluyendo cuando se dio una nueva alza obrera, con el Cordobazo de 1969. Pero esa es otra historia que contaremos en el próximo número. 

 

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