Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Malena Zetkin

El pasado 11 de marzo, el juez de la Corte Suprema de Nueva York James Burke condenó al poderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein a 23 años de prisión por los casos de violación y abuso sexual de  Miriam Haley, una ex asistente de producción de televisión que aseguró que Weinstein la forzó a tener sexo oral en su departamento de Nueva York en 2006; y de Jessica Mann, una ex actriz a quien violó en una habitación de hotel del centro de Manhattan en 2013.

Sin embargo, son más de 100 las mujeres que denuncian haber sido acosadas, abusadas y hasta violadas por el productor, como Asia Argento, Ashly Judd, Rose Mc Gowan y muchas otras mujeres que en 2017 se animaron por primera vez a hacer pública la denuncia por violencia sexual, dando origen al movimiento #MeToo que puso al descubierto no solo en Hollywood, sino en todo el mundo, las modalidades de violencia sexual impuestas a las mujeres para mantenerse en el trabajo. Aun Weinstein tendrá dos juicios más que enfrentar. Pero lo más importante es que se ha demostrado con el #MeToo, que organizarse y terminar con el silencio es clave para acabar con la impunidad de estas prácticas que no son solo de Weinstein, sino que hacen a la violencia sexual laboral, estrategia fundamental del capitalismo patriarcal para superexplotarnos.                    

El coronavirus ya llegó a la Argentina. Se suma al dengue para poner al desnudo la crisis sanitaria provocada por años de ajustes llevados adelante por todos los gobiernos. Ante la emergencia, se impone la medida más importante: dejar de pagar inmediatamente la deuda externa

Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo por Izquierda Socialista/FIT Unidad

El coronavirus se suma a los males del pueblo trabajador como la inflación, los despidos y los salarios de pobreza. El gobierno de Alberto Fernández pasó de minimizar la pandemia a improvisar medidas de emergencia. Pese a que hace meses el virus está causando muertes en el mundo, el ministro de salud Ginés González García dijo que “no esperaba que llegara tan rápido”.
El gobierno cerró las fronteras, canceló eventos públicos y ahora suspendió por quince días las clases. Lo hizo por presión de los docentes, ya que en muchos establecimientos escolares no hay lavandina, alcohol en gel, jabón, ni toallas, los baños son deplorables y los pastos están sin cortar.

Se esperan otras medidas, pero millones siguen siendo obligados a ir a trabajar viajando en transporte público y exponiendose al contagio. Y hay preocupación en que no se respeten los puestos de trabajo y los salarios de quienes tengan que someterse a una cuarentena. En enero ya hubo 40.000 nuevos despidos y siguen las suspensiones.
El presidente dice que “es mejor tomar decisiones extremas a arrepentirse después”. Pero solo destinó 20 millones de dólares para la emergencia mientras Kicillof pagó de contado 250 millones de dólares por una deuda usurera. ¡Es mentira que este gobierno prioriza a los más vulnerables! Fernández ya le había sacado impuestos a las petroleras, mineras y a los bancos mientras les recortó 100.000 millones de pesos a los jubilados. Y se dispone a renegociar una deuda millonaria contraída por Macri y el FMI. Desde el Frente de Izquierda peleamos por lo opuesto: para que se deje de pagar ya esa deuda usurera y fraudulenta y se destinen todos esos millones a combatir el coronavirus, el dengue y la tremenda crisis sanitaria, escolar y social.

Que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores

La situación es muy grave. Si hoy los hospitales públicos ya están colapsados antes del coronavirus, es por culpa de los ajustes de los sucesivos gobiernos. Imaginémonos lo que va a pasar si el coronavirus se extiende. La salud pública lleva años de recortes para favorecer la salud privada y sin dar abasto para atender a los pacientes. Por eso las y los trabajadores y profesionales vienen reclamando desde hace décadas por más presupuesto y mejores salarios.
¡Hacen falta medidas de fondo! Hay que invertir todo lo necesario para prevenir la epidemia y revertir el colapso del sistema sanitario y educativo. Hay que comprar todos los insumos y garantizar camas (incluyendo la de las clínicas privadas), aparatología, nombrar a todos los médicos, enfermeros y auxiliares necesarios. Hay que aumentarles los salarios y pagar las horas extras. Que los laboratorios garanticen medicamentos e insumos gratuitos para todos los hospitales y que todos los estudios se hagan gratuitamente en los hospitales o el sistema privado de salud.

Que se utilicen estos días de receso escolar para que el gobierno garantice los insumos y solucione los problemas de infraestructura en las escuelas. Si no cumple, que no se retomen las clases. Que el gobierno garantice la comida para todos los chicos y las licencias pagas por parte de las patronales para los padres que deben cuidar a sus hijos en las casas.
Hay que exigir protección laboral. Y donde no se garantice, suspender la actividad sin sanciones a los trabajadores. ¡Ningún despido ni rebaja salarial por esta crisis!
Para todo esto la plata debe salir del no pago de la deuda externa ya que no se puede priorizar a los usureros y banqueros por sobre la salud y la vida del pueblo trabajador. Y que se apliquen impuestos especiales a las multinacionales, bancos y grandes terratenientes para que sean ellos y no los trabajadores quienes paguen la crisis. Llamamos a luchar por estas medidas.
 


Las medidas “extraordinarias” del gobierno

Escribe Guido Poletti

Se ha anunciado un paquete de medidas económicas ante la emergencia. Lamentablemente no se ha asignado un peso más a los hospitales, la infraestructura o los salarios de los trabajadores de la salud. En lo que respecta a las medidas en sí mismo desde lo económico, tal vez a algunos compañeros les parezcan correctas o progresivas. Queremos reflexionar al respecto.
Se ha anunciado un bono por única vez de 3.000 pesos para los jubilados de la mínima, junto con idéntico monto para la AUH. Nuevamente, los jubilados que cobran más de los 20.000 pesos (muy por debajo de la canasta de pobreza) no recibirán un peso. En definitiva, se trata de una redistribución para un sector de la disminución de la masa de dinero (100.000 millones de pesos) que le tocaba a los jubilados y que se les redujo para destinarla a los pagos de deuda con el cambio de movilidad jubilatoria.

Los trabajadores otra vez son postergados. Ni un peso de aumento o “bono” alguno. Más aún, las patronales ya están planteando con el guiño del gobierno que “ante la emergencia” se deben suspender las paritarias. Mientras tanto, todos vemos como los precios siguen para arriba, pulverizando los salarios. Los artículos de limpieza y farmacia, estratégicos frente a la pandemia, son los que más suben. Todas las “advertencias” del gobierno no tienen como contrapartida ninguna medida concreta: no hay castigo a las grandes cadenas de supermercados formadoras de precios, que siguen haciendo superganancias con la desesperación de la gente.
El gobierno ha anunciado también que subsidiará a las empresas que no pueden pagar sus sueldos, “para evitar los despidos”. Las que se van a aprovechar de esto, como ya sucedió otras veces, son las grandes multinacionales: recordemos que en 2008 se le llegó a otorgar con esta excusa un crédito a la mismísima General Motors ¡Lo que hay que hacer es prohibir por ley las suspensiones y despidos, no darle a las patronales la plata que se necesita para la emergencia sanitaria!

A todo esto se lo ha llamado “medidas extraordinarias”. Pero no hubo ningún anuncio obligando a las grandes empresas, los bancos, o los pulpos especuladores a que entreguen algo de sus superganancias. ¡Hasta sigue vigente la reducción de retenciones a petroleras y mineras! Y lo más importante de todo es que sigue vigente la decisión central del gobierno: pagarle a los usureros de la deuda externa y al FMI. Ahí, exactamente, está el dinero para las verdaderas medidas extraordinarias que requiere la crisis.

Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

El dengue, una virosis tropical transmitida por el mosquito Aedes Egiptii, entró en nuestro país para quedarse. El cambio climático y, sobre todo, la inexistencia de prevención, le abrieron la puerta.
Desde el 1 de enero hasta el 29 de febrero de este año hubo en la Ciudad Autónoma de Buenos 364 casos, de los cuales 170 eran importados y 194 autóctonos. En la provincia de Buenos Aires el brote de dengue llegó a 17 municipios. En CABA, a 8 de las 15 comunas. Murieron tres personas. El virus quedó instalado en 11 provincias de las 17 donde hubo casos.

El sarampión, que había sido prácticamente erradicado, volvió en la primavera. En las 24 semanas transcurridas, se registraron 144 casos de los cuales 118 correspondieron a la provincia de Buenos Aires. Cabe destacar que el 80% de los casos son niños no vacunados. La distribución geográfica de ambas epidemias es la misma: afecta a quienes viven en los barrios obreros de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires y de los partidos del llamado Tercer cordón del Conurbano. La miseria y la enfermedad castigan juntas a los trabajadores.                        

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Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

Lombardía es la región más desarrollada de Italia. Sin embargo, hoy es la zona más castigada por la pandemia del coronavirus, que ha invadido a toda la península. El sistema de salud naufraga golpeado por la epidemia, a tal punto que se llegó al extremo de dejar a los más ancianos y con más graves afecciones, librados a su suerte. El sistema de salud de los países europeos, conquista histórica de la clase trabajadora, entró en crisis a partir de los años ´70.  El secreto de esa decadencia es visible y se puede cuantificar. En los últimos diez años fueron sustraídos más de 37.000 millones de euros al Sistema Sanitario Nacional por reiterados anuncios de ahorros de los gobiernos que se sucedieron. Se han perdido 42.800 trabajadores del sistema de todas las categorías laborales. El nivel de camas ha bajado de 3,9 al 3,2 por 1000 habitantes.

No es Italia el único caso. Sucede en toda Europa, en Estados Unidos y en la Argentina. Los resultados saltan brutalmente a la vista en crisis sanitarias como la actual. Es una necesidad para la supervivencia de los trabajadores defender los sistemas de salud gratuitos, a cargo del Estado y controlados por los trabajadores.                                                                                                    

Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

El sistema público de salud no está preparado para enfrentar la pandemia y no se ve en las medidas que propone el gobierno una posibilidad de mejoría. En primer lugar, el sistema no está pudiendo responder con eficacia a la actual epidemia de dengue. Ni en las medidas preventivas, que quedan totalmente en manos de la población, sin apoyo sanitario, ni en la atención de los enfermos. En este último sentido hay severos problemas de infraestructura: no hay lugar para aislamiento. Los mosquiteros fijos deben ser renovados en casi todos los hospitales y, aunque parezca insólito, no hay mosquiteros de tul individuales para cada cama. El paciente de dengue requiere un seguimiento minucioso para el que no da abasto el recurso humano ni los insumos.

Es necesaria una partida presupuestaria de emergencia que permita dar respuesta a la escasez creada por años del vaciamiento hospitalario ejecutado por los distintos gobiernos. Por ejemplo, la provincia de Buenos Aires tiene este año el presupuesto de salud más bajo de su historia. Con esta partida hay que dotar los recursos humanos necesarios. Solo en esa Provincia, se requieren 2.500 cargos de profesionales; obviamente, con salarios dignos y no con los actuales que ofrece el gobierno. Se requieren también insumos para la atención a los pacientes y, además, y muy importante, para la protección del personal de salud. En la memoria de los profesionales de enfermería está fresco el recuerdo de la epidemia de A1H1 que en el año 2009 se llevó la vida de ocho enfermeras a nivel nacional, todas ellas mujeres.

Las propuestas del gobierno nacional, de la Ciudad y provincia de Buenos Aires son generalidades que enmascaran en realidad la falta de voluntad del gobierno y sus aliados patronales para resolver el problema. De sus decretos, lo más concreto son las disposiciones que ponen al personal de salud en disponibilidad, pre anunciando la sobrecarga de trabajo y la intención de combatir la pandemia a costa de la salud de los trabajadores de salud sin distinción de categorías. ¿Qué lógica mueve al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a convocar enfermeros jubilados, que son parte del sector más vulnerable? ¿No es suficiente alerta la muerte de un médico italiano de 67 años atendiendo a los infectados? Es necesario que los trabajadores controlen el esfuerzo y los recursos para garantizar la eficacia y, al mismo tiempo, poder preservar su propia salud. Por eso es necesario crear comités de crisis en los establecimientos como ya pasó en muchos hospitales en el 2009.

 

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