Jul 20, 2024 Last Updated 12:59 AM, Jul 20, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Nicolás Nuñez, referente de Ambiente en Lucha / Izquierda Socialista e independientes

Si bien la sequía puede ser un fenómeno habitual provocado por causas naturales, su prolongación y reiteración también puede ser resultado del accionar del sistema capitalista. ¿Calentamiento global? Sí, pero no solo se trata de eso.

La noticia se coló en la agenda política porque los grandes empresarios del campo, recientemente beneficiados por el “dólar soja” para sus exportaciones, ahora salieron a golpear la puerta del despacho de Sergio Massa para pedir “ayuda” ante la sequía. El 55% del país se vio afectado en los últimos meses por el fenómeno, que potenció las olas de calor letales para la producción de fines del 2022, reduciendo un 35% los cultivos de trigo, entre otras consecuencias dramáticas para la economía local.

En su discurso, los empresarios agropecuarios hablan de la necesidad de soporte estatal para hacer frente al fenómeno “natural” de “La Niña”, un evento meteorológico estacional que, si bien tiene el efecto global de atemperar la temperatura de los océanos y con ello del planeta, en nuestra región potencia la aridez en la zona centro del país. Efectivamente, “La Niña” existe, y no es habitual que se estire tres años; pero, en primer lugar, hay que decir que la ciencia está avanzando en determinar cómo el proceso de balances entre “El Niño” y “La Niña” está siendo afectado por el calentamiento global impulsado por las lógicas de anarquía y competencia del capitalismo imperialista, de las cuales las patronales del agronegocio son abanderadas en nuestro país.

En segundo lugar, señalar que los efectos de “La Niña” y de las olas de calor, que son cada vez más frecuentes fruto del calentamiento global, no actúan en el vacío sino sobre políticas y procesos de explotación y apropiación de la naturaleza que potencian sus aspectos más dañinos. Algunos de ellos son continentales, como el avance de la destrucción de la Amazonia que desde el Inta (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) vinculan a la extensión de la estación seca en nuestro país. Y otros locales, de los cuales son protagonistas los intereses empresariales de los grandes propietarios del campo: el avance del desmonte; el incendio y destrucción sistemáticos de humedales y el posterior cambio en el uso del suelo; la permanente extensión del monocultivo para la generación de divisas; el uso depredatorio y sin resguardos ambientales del Río Paraná (la “Hidrovía”); entre otras prácticas habituales amparadas y promovidas sea por los gobiernos peronistas o de la oposición patronal de Juntos por el Cambio a pesar de que están prohibidas por leyes vigentes.

“Récord de temperatura”, “récord de duración de sequía”, “récord de bajante del Río Paraná”, el calentamiento global nos depara estos títulos periódicamente. Que Argentina no sea de los principales emisores de gases de efecto invernadero no implica que no sea necesario discutir qué hacer ante esta realidad. Desde Ambiente en Lucha e Izquierda Socialista entendemos que lo primero es terminar con el régimen de saqueo y destrucción ambiental que promueven los gobiernos patronales, el FMI y las multinacionales. Hay que terminar con los históricos privilegios del agronegocio, para redistribuir las tierras productivas en función de los intereses de las mayorías populares; recuperar el control del comercio exterior y del Río Paraná que hoy está en manos de un puñado de multinacionales; imponer una ley de humedales que verdaderamente los proteja, así como también meter presos a los empresarios que incendian sistemáticamente; impulsar prácticas agroecológicas y prohibir el uso de los agrotóxicos, entre ellos los que promueve el nuevo Jefe de Asesores del presidente, Antonio Aracre. Son todas medidas que permitirían combinar la lucha contra el calentamiento global con la pelea por terminar de una vez con tener sumidas en el hambre y la pobreza a decenas de millones de personas en un país que genera alimentos para centenas de millones.

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Escribe Nicolás Nuñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes).

La semana pasada la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata rechazó el recurso extraordinario que había sido presentado por abogados y organizaciones ambientalistas con el objetivo de que la Corte Suprema intervenga ante el aval al avance de la exploración (y luego explotación) mar adentro, otorgado por esta misma justicia local. Este rechazo implica la luz verde para lo que la movilización había logrado evitar hasta ahora: habilita desde hoy a las petroleras como Equinor a realizar bombardeos sísmicos en el Mar Argentino.

La justicia local ha ido siguiendo como sombra los intereses políticos de los partidos gobernantes. Cuando la movilización estalló con el primer “Atlanticazo”, y el intendente macrista, Guillermo Montenegro, presentó un amparo parcial, se emitió una resolución que pausó temporalmente el avance off shore. Meses después, por un lado, Montenegro se dio vuelta, y por otro, el peronismo se unificó detrás de los intereses petroleros, con el gobernador Axel Kicillof hablando del supuesto “boom” que representaría este saqueo depredatorio. Los jueces que firman esta nueva resolución son personajes como Eduardo Jiménez, quien acusó de “fascistas ambientales” a quienes encarnaron el rechazo de este avance extractivista extremo.

Si bien esta resolución deja hoy desprotegida a la biodiversidad y las comunidades frente al avance petrolero, es importante no perder de vista que la pelea contra la instalación de las off shore sigue abierta y está muy lejos de haber sido dicha la última palabra. Si somos conscientes de que en ponerle un freno a estas políticas que nos empujan a la catástrofe ambiental y climática nos va el futuro de las presentes y futuras generaciones, más que nunca tenemos que redoblar esfuerzos en la pelea por un Mar Libre de Petroleras.
       

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Escribe Noelia Agüero, legisladora provincial por Izquierda Socialista/FIT Unidad

En 2022 en Argentina hubo 233 femicidios, de ellos 19 sucedieron en Córdoba. Y comenzamos 2023 con cifras sumamente alarmantes y resonados casos de búsquedas de compañeras que casi siempre culminan en escenarios espantosos e indignantes.

En Córdoba la realidad demuestra que la desinversión es total en cuanto a la atención a las problemáticas que nos afectan a las mujeres y disidencias. Los números son escalofriantes: tres femicidios y transfemicidios en enero, seis en los últimos dos meses: Norma Quiñones, Rocío Lezcano, Sofía Sosa, Valeria Oviedo y Sofía Bravo asesinadas en el interior provincial y Anahí Bulnes, desaparecida desde el 5 de diciembre y cuyo cuerpo aún no ha sido encontrado pero las investigaciones indican que el asesino sería Santiago Campos Matos, quien se encontraba en libertad a pesar de haber sido denunciado por abuso sexual contra niñeces en 2019.

Mientras tanto el gobierno de Schiaretti levanta anuncios rimbombantes en cuanto a políticas de género inexistentes y sin presupuesto y sostiene, además, como bandera de campaña electoral un Ministerio de la Mujer que es un cascarón vacío: con programas completamente desfinanciados, con la precarización laboral de las trabajadoras a través de becas, contratos y monotributo y con la falta de respuesta integral ante las demandas en todo el territorio provincial.

El gobierno de Hacemos por Córdoba no pone un centavo para la lucha contra la violencia de género porque no es prioridad. Así quedó demostrado en el presupuesto 2023: se destinan, por ejemplo, 79 millones de pesos para refaccionar el Museo de la Mujer, en cambio solo se destina un millón de pesos para la creación de los Punto Mujer del interior provincial, donde se profundiza la violencia y crece el número de femicidios y transfemicidios.

Desde Isadora seguimos denunciando que el Ministerio de la Mujer y el gobierno de Schiaretti son responsables de esta terrible situación. Exigimos presupuesto ya para programas, refugios y toda contención necesaria para las víctimas de violencia de género; basta de precarización laboral a las trabajadoras del Polo de la Mujer. Exigimos justicia por las víctimas de femicidio y cárcel para sus asesinos.
Este 8 de febrero junto a la Asamblea Niunamenos Córdoba, a un mes del 8M, volvemos a las calles al grito de ¡Basta de femicidios y transfemicidios! ¡Los gobiernos son responsables!

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Escribe Adolfo Santos

El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler asumió como Canciller de Alemania. En medio de la brutal crisis generada por la posguerra y el crack económico de 1929, la gran burguesía alemana presionó al presidente Paul von Hindenburg a designar al jefe del Partido Nazi para el cargo.  Se iniciaba así el proceso social y político más trágico de la historia contemporánea.

El Tercer Reich o estado nazi, encabezado por Hitler, no surgió de forma espontánea. La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, que impuso al país pesadas sanciones e indemnizaciones a los vencedores, combinada con la crisis provocada por la quiebra de la bolsa de Nueva York en 1929, impidieron la recuperación de la economía alemana. El resultado fue una brutal hiperinflación y una desocupación a gran escala que afectó duramente la vida de la clase trabajadora y sectores de la clase media.

En ese terreno se fortalecieron las posturas más radicalizadas, como las defendidas por el Partido Nazi liderado por Hitler, que prometía reconstruir la “Gran Alemania”, humillada por los tratados de posguerra, a la vez que responsabilizaba a los judíos y comunistas por la crisis económica. Las promesas del nazismo ejercían una creciente atracción entre la clase media y las masas empobrecidas.
En 1932 el partido de Hitler duplicó su votación, alcanzando el 37%. Sin embargo, existía una gran desconfianza de la mayoría de los alemanes, y una oposición militante en la clase trabajadora, por lo que podría haberse evitado su llegada al poder, si no fuera por los acuerdos y concesiones hechos por los partidos burgueses, la socialdemocracia y el papel nefasto del estalinismo.

Comienza una larga noche

En enero de 1933, temerosa del fortalecimiento de los comunistas, la gran burguesía incita al presidente von Hindenburg a entregar el gobierno a Hitler. Un mes después disuelve el Parlamento y llama a elecciones, obteniendo una mayoría absoluta. Era el inicio de una larga noche. En marzo, Hitler obtiene poderes absolutos para implantar leyes, organizar las fuerzas armadas y proclamar la ley marcial. En julio disolvió los partidos políticos y declaró ilegales los sindicatos y las huelgas. Creó campos de concentración para recluir opositores políticos, sobre todo de izquierda, judíos, gitanos y homosexuales.

En 1935 promulgó las leyes de Nüremberg, medidas de carácter racista y antisemita en las que se establece que los judíos no podían tener los mismos derechos que los arios. Esas medidas fueron el comienzo de un proceso atroz que llevaría a la muerte a más de seis millones de judíos. En 1936 Alemania e Italia acordaron intervenir en la guerra civil española en favor de Franco y sumaron a Japón en un pacto de combate al comunismo. En 1938, Alemania invadió Austria. El 9 de noviembre de ese mismo año el gobierno de Hitler alentó la llamada “Noche de los Cristales Rotos” en Alemania y Austria, destruyendo comercios y entidades religiosas y culturales judaicas, lo que constituyó el mayor pogrom de la historia.

En 1939 Alemania avanzó sobre territorio checoeslovaco primero (con la escandalosa aceptación de Gran Bretaña) y en septiembre invadió Polonia. Recién ahí Gran Bretaña y Francia le dan un ultimátum, no respondido, dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. En 1940 Alemania había sometido a Noruega, Dinamarca, Bélgica, Holanda y Francia y en 1941 Hitler ignoró el pacto de no agresión firmado con Stalin en 1939 y lanzó la Operación Barbarroja para invadir la URSS.

Una resistencia encarnizada derrota al nazismo

Apoyada en el despiadado servicio de inteligencia de la SS y la terrible policía política Gestapo, la expansión alemana fue acompañada de una política de eliminación sistemática de judíos en campos de concentración.  Pero además, más de un millón de activistas de izquierda y personas de otros grupos étnicos también fueron exterminados. Fue necesaria una encarnizada resistencia en varios frentes de batalla para derrotar el proyecto de barbarie nazi encabezado por Hitler.

La invasión a la URSS resultó un verdadero infierno para las tropas nazis. Contrariamente a lo que preveía Hitler, los soldados soviéticos resistieron con un heroísmo sorprendente. Al mismo tiempo, en las zonas ocupadas de la Unión Soviética, así como en los países invadidos, aumentaba la resistencia de los partisanos, heroicos combatientes que se terminaron convirtiendo en un verdadero martirio para los nazis.

Alemania llegó a las puertas de Leningrado y Moscú, pero fueron derrotados cuando más de cien mil obreros se movilizaron en la capital soviética para sumarse a la defensa de la ciudad. Leningrado fue sitiado, pero se presentó una resistencia heroica. Hitler nunca logró tomar ninguna de las dos capitales soviéticas. Finalmente, en febrero de 1943, tras largos meses de combates sangrientos, las tropas nazis fueron derrotadas en Stalingrado, comenzando el camino a su derrota definitiva en la guerra. El Ejército Rojo comenzó a avanzar y ya no se detendría hasta la toma de Berlín en mayo de 1945. En el frente occidental, En junio de 1944 en la batalla de Normandía, conocida como el “Día D”, soldados de los ejércitos aliados cruzaron el canal de la Mancha rumbo a Francia y consiguieron la liberación de los territorios de Europa Occidental. El 9 de mayo de 1945 las tropas soviéticas entraron triunfantes en Berlín. Era el fin del proyecto genocida, colonial y esclavizante encarnado por el nazismo. Terminaba la larga noche, dejando tras de sí más de 60 millones de muertos. La clase trabajadora y los pueblos sometidos del planeta derrotaban a la bestia nazi y comenzaba un nueva etapa en la historia del siglo, que llevaría a nuevas revoluciones en los años siguientes.

Escribe Adolfo Santos

Como dice el texto principal, el advenimiento del nazismo pudo haberse evitado y/o disminuido sus terribles consecuencias. El estalinismo no actuó correctamente en ese sentido. En los primeros años de la década del ‘30, el fascismo crecía exponencialmente, pero también el comunismo se había fortalecido en esa polarización y podría haber cumplido un papel importante.

Se imponía la unidad de acción entre los partidos de la clase trabajadora para enfrentar al nazifascismo, como nos había enseñado Lenin y proponía Trotsky, sobre todo con la socialdemocracia, el mayor partido de la clase obrera alemana. Sin embargo, Stalin y la III Internacional adoptaron la política opuesta y enfrentaban a los socialdemócratas en la misma medida que al nazismo. “Dividía a la clase obrera y debilitaba la influencia de los comunistas entre las masas de trabajadores. En ninguna otra parte fueron tan desastrosos los resultados de esta política como en Alemania, aquí se dieron instrucciones a los comunistas para que atacaran a los trabajadores del SPD (socialdemócratas) acusándoles de “socialfascistas”. Estas tácticas dividieron al poderoso movimiento obrero alemán y lo paralizaron frente a la reacción fascista”. (León Trotsky, La lucha contra el fascismo).

Otra gran traición fue el acuerdo de “no agresión” conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop firmado en 1939 entre Alemania y la URSS. Un giro histórico que le permitió a Hitler despreocuparse de la frontera soviética mientras se expandía por Europa. La firma del siniestro pacto se hizo bajo la atenta mirada de Stalin que al final invitó a un brindis al dirigente nazi Ribbentrop: “Sé lo mucho que el pueblo alemán ama a su Führer. Por eso quiero beber a su salud”. En 1941, la ruptura unilateral de ese pacto por parte de Hitler enviando tres millones de soldados alemanes a invadir la URSS demostró el terrible error de ese acuerdo. La confianza de Stalin en el líder nazi le costaría más de un millón de vidas al ejército soviético.

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