Masacre de Once: ¡Cárcel a los verdaderos responsables!
Este martes comenzó el juicio por la masacre de Once que costó la vida de 52 personas y casi 800 heridos. Son 29 los procesados, entre empresarios, funcionarios de gobierno y el maquinista de la formación. Exigimos cárcel a los verdaderos responsables.
Por Federico Molinari
Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi -ex secretarios de transporte- junto a Eduardo Sícaro y Pedro Ochoa Romero -CNRT- y Antonio Luna -subsecretario de transporte ferroviario- encabezan las nómina de los acusados por la masacre. La lista se completa con los nombres de los hermanos Sergio y Mario Cirigliano -dueños de TBA, ex concesionaria del Sarmiento- y el maquinista Marcos Córdoba, que conducía el tren chapa 16.
¿Hubo culpa o desidia para llevar a la muerte?
Los imputados están acusados de delitos culposos. Esto quiere decir que la justicia considera que el gobierno y la patronal de TBA no tuvieron intención de que se produzca el hecho. ¡Como si se tratara de un accidente de tránsito! Pero esto no es lo que realmente ocurrió. ¿O acaso no tuvieron los funcionarios de gobierno y empresarios suficientes advertencias?
Los ferroviarios del Sarmiento, junto con el Cuerpo de Delegados al frente y la Comisión de Reclamos -con el “Pollo” Sobrero y Edgardo Reynoso a la cabeza- hicieron múltiples denuncias sobre el estado del servicio ferroviario. El desguace del tren, que viene de la privatización menemista y continuó durante toda la “década ganada”, estaba a la vista para todo aquel que lo quisiera ver. Formaciones en pésimo estado, pasajeros que viajan como ganado, sistemas de señalamiento y rieles de principios de siglo XX, completan la escena tétrica de lo que fue la masacre ferroviaria. Y todo esto, siendo denunciado en repetidas oportunidades no solo por los trabajadores ferroviarios sino también por los usuarios y hasta la Auditoría General de la Nación ¿Se puede decir entonces que empresarios y funcionarios “no pudieron evitar la masacre”?. La pregunta se responde por sí sola: Fue una masacre evitable.
Un comentario aparte merece el maquinista Córdoba. Con el argumento de que hubo una “falla humana”, la justicia patronal se juega a que el motorman sea el único condenado, buscando sentar un precedente terrible de hacerle pagar las culpas a los trabajadores por los negociados ajenos. ¡Cuando el propio fiscal de la causa señaló la complicidad entre gobierno y TBA y la calificó de “complicidad criminal”! Los verdaderos responsables son el triángulo entre empresarios, funcionarios y sindicalistas corruptos. Como se cantó en la columna de los ferroviarios la última marcha “no es falla humana del conductor, es Cirigliano y la maldita corrupción”.
¡Justicia para las víctimas!
La semana pasada se conoció una segunda pericia sobre el sistema de frenos, la cuál concluyó que estos funcionaban “normalmente” y que, por ende, toda la responsabilidad recae en la mentada “falla humana”. Pero, nuevamente, esto no resiste el menor análisis. La propia defensa del motorman señaló que esta pericia -a diferencia de la primera que no dejaba duda del pésimo estado de los frenos- fue realizada con el sistema de frenos de un tren... ¡en perfecto estado de mantenimiento y de la Línea Mitre! Vale aclarar que Juan Alfredo Brito, uno de los peritos de la UBA, recibía 140 mil pesos como consultor de la UGOFE, empresa que integraba la misma TBA, lo que no es otra cosa, que el lobo “defendiendo” a las ovejas.
A dos años de la masacre los responsables están todos libres. El gobierno se muestra confiado en conseguir la absolución de sus funcionarios. Como lo hicimos en la movilización del 22 de febrero último, ahora, con la solidaridad en el inicio del juicio del “Pollo” Sobrero, Edgardo Reynoso y “Café” Ruiz Díaz del Cuerpo de Delegados del Sarmiento, acompañamos a los familiares y víctimas de la masacre exigiendo cárcel para los funcionarios del gobierno, empresarios y burócratas sindicales cómplices, los verdaderos responsables. En el camino de luchar por la reestatización de los ferrocarriles bajo control de trabajadores y usuarios, única garantía de que no ocurran nuevas masacres.