31/3/1964: militares imponían una feroz dictadura. Hace medio siglo caía Joao Goulart en Brasil
A comienzos de los años sesenta se vivió en Brasil un formidable ascenso obrero. Confluyeron los campesinos, obreros, estudiantes y la suboficialidad y tropa del ejército y la marina. Con el apoyo de los yanquis, la cúpula militar brasileña derrocó al gobierno e impuso una brutal y sangrienta dictadura que duró 21 años.
Escribe: Mercedes Petit
Brasil es un país-continente, de lejos el más grande de América Latina. Desde 1930, a través de un golpe militar sustentado en la alianza de la burguesía ganadera del sur y la incipiente burguesía industrial, asumió la presidencia Getulio Vargas. Aunque el país se mantuvo como semicolonia del imperialismo yanqui, el varguismo fue parte de los distintos movimientos burgueses nacionalistas y populistas latinoamericanos (como Cárdenas en México, Paz Estensoro en Bolivia o Perón en Argentina).
En la posguerra, por primera vez la industria se transformó en el centro de la economía, superando a la producción agraria. A comienzos de los cincuenta se fundó la petrolera estatal Petrobrás y se fortaleció el sector estatal de la economía, con crecimiento en rubros muy importantes como la siderurgia. Bajo la presidencia de Juscelino Kubitschek (1955-61) se vivió un importante crecimiento económico, con un papel importante de las automotrices imperialistas que comenzaron a instalarse en el país. La clase obrera fue obteniendo conquistas importantes y buenos salarios.
El gobierno de Joao Goulart
Goulart pertenecía a una rica familia de terratenientes del sur del país, con miles de hectáreas también en Argentina y Uruguay. En 1950 fue diputado federal por el PTB (Partido Trabalhista Brasileiro) y entre 1953 y 54 fue ministro de Trabajo de Vargas. Acompañó como vicepresidente a Kubitschek, y luego a Janio Quadros, que asumió en 1961. Pocos meses después, en agosto de 1961, Quadros renunció. Goulart asumió la presidencia muy cuestionado por parte de las cúpulas de las fuerzas armadas.
El ascenso de masas en América Latina se profundizaba al calor de la Revolución Cubana. En el nordeste del país crecían las movilizaciones de los campesinos hambrientos. En febrero de 1961 miles de ellos, descalzos y armados con rifles y machetes, se manifestaron en Recife, capital del estado de Pernambuco, exigiendo tierras. Los encabezaba Francisco Juliao, hijo de un rico terrateniente que venía organizando sindicatos rurales llamados ligas campesinas. Goulart asumió la presidencia en medio de importantes movilizaciones rurales y urbanas. En relación a la revolución cubana, Brasil mantenía una posición amistosa hacia el nuevo gobierno, sin romper con los yanquis. Pocos días antes de renunciar, Janio Quadros había recibido y condecorado en Brasilia al Che Guevara, quien retornaba a Cuba luego de participar en la Conferencia de Punta del Este, donde había denunciado las agresiones económicas y militares de los yanquis.
En enero de 1962 el representante brasileño votó en contra de la expulsión de Cuba de la OEA. Pero en octubre del mismo año, durante la crisis de los misiles, acompañó la primera parte de la resolución presentada por los yanquis que imponía un bloqueo naval para investigar el traslado de armamentos. Goulart también mantenía buenas relaciones con la URSS, los estados obreros burocráticos del este europeo y la China de Mao. En su gabinete había destacados intelectuales desarrollistas como Celso Furtado y Darcy Ribeiro. Sin formar parte del gobierno, el Partido Comunista Brasileiro le daba su apoyo.
En 1963, preocupados por la radicalización de las masas brasileñas y ciertas posiciones de “no alineado” del gobierno, los yanquis comenzaron a impulsar cada vez más a la oposición de derecha y sectores de las cúpulas militares comenzaron a conspirar. La situación del país iba teniendo muchos aspectos similares al año 1955 en la Argentina o posteriormente al 72 en Chile de Allende.
El golpe vino y triunfó
El 13 de marzo de 1964, Goulart firmó públicamente, en medio de una manifestación multitudinaria en Río de Janeiro, los decretos de expropiación de varias refinerías de petróleo de propiedad particular y vastas extensiones de tierras no cultivadas. Las llamadas “reformas de base” buscaban elevar los salarios de los trabajadores, impulsar la reforma agraria, la obra pública y mejorar la salud y la educación populares, así como la nacionalización de empresas extranjeras y el control de sus remesas a las casas matrices. El año anterior se habían equiparado los derechos de los trabajadores rurales a los urbanos.
En las bases de las fuerzas armadas, se habían formado comités de apoyo entre la tropa y suboficiales, especialmente en la marina. La ruptura definitiva entre la cúpula militar y el gobierno se produjo el 25 de marzo, cuando se realizó en Río de Janeiro una asamblea de dos mil marineros que exigieron aumentos de salarios, en presencia del diputado Leonel Brizola, cuñado de Goulart.
La policía naval, enviada por el ministro de Marina del gobierno para encarcelar a los amotinados, se unió a ellos. Al día siguiente hubo un acuerdo, pero el ministro los procesó por insubordinación. Goulart los amnistió y luego hizo un discurso ante sargentos, pidiendo a los militares que apoyaran al gobierno.
Al día siguiente, 31 de marzo, se puso en marcha el levantamiento. Goulart hizo un tardío intento de apoyarse en algunas unidades militares del sur, pero su suerte ya estaba echada. Gracias a su pasividad, similar a la de la CGT, el Partido Comunista y Juliao, en pocos días se impuso una dictadura semifascista proyanqui. El 15 de abril asumió la presidencia de facto el mariscal Humberto Castello Branco. Gran parte del empresariado, de los terratenientes rurales, de los políticos y sectores de la clase media, tambiéndiarios como O Globo y el Jornal do Brasil, apoyaron el golpe. El gobierno de Lyndon Johnson respiró aliviado.
Una submetrópoli del imperialismo yanqui
Hubo miles de presos, torturados y asesinados. Se prohibieron los sindicatos y todas las libertades. La tremenda derrota de los trabajadores, estudiantes, campesinos y la suboficialidad brasileños abrió una etapa de relativo retroceso en América Latina. La pasividad y traición directa “de las direcciones nacionalistas burguesas y reformistas del movimiento de masas, Goulart y Brizola, Juliao y el Partido Comunista de Prestes”*, que paralizaron y dejaron sin respuesta al movimiento de masas, permitió el triunfo golpista.
Basados en la represión y la superexplotación de los trabajadores, la dictadura impulsó un importante crecimiento industrial, fundamentalmente en la industria automotriz, petroquímica, laboratorios farmacéuticos, hidroeléctricas y armas. Las grandes multinacionales y su socia menor, una burguesía cada vez más corrupta, ubicaron a Brasil como la gran submetrópoli de los yanquis para toda la región. La desigualdad en el reparto de la riqueza alcanzó los primeros lugares del ranking mundial.
A fines de los setenta, el nuevo y poderoso movimiento obrero comenzó a recuperarse. Con centro en el Gran San Pablo, las huelgas de las grandes automotrices y metalúrgicas fueron debilitando a la dictadura. En 1979 se fundó el PT y en 1983 la CUT. En medio de multitudinarias movilizaciones en Río y San Pablo, la dictadura militar cayó en 1985.
* Editorial de Estrategia Nº 2, septiembre 1964
Polémica con el castrismo en 1964
En su texto de polémica con Guevara*, Moreno señalaba que había sido un crimen político de la conducción cubana no haber llamado a la movilización para impedir el golpe reaccionario desde las ciudades, con los sindicatos de obreros y suboficiales. “Lo concreto es qué se le aconsejaba a un castrista en Brasil: preparar la guerrilla o defender a Goulart desarrollando la movilización del movimiento de masas con las organizaciones que se habían dado (sindicatos de suboficiales, campesinos y obreros. [...] Brasil es un alerta trágico y nos exige que digamos de una vez por todas: ¡Basta de recetas y generalidades! ¡Basta de consejos técnicos! ¡Empecemos a estudiar la realidad latinoamericana y de cada uno de nuestros países en especial para darnos una política concreta y correcta y así encontrar el método de lucha armada ajustado a esa política!”.
* “Dos métodos frente a la revolución latinoamericana”, en Guevara, héroe y mártir, La Montaña, 1997. Publicado por primera vez en Estrategia Nº 2, ya citado.