Viaje de Cristina: Los pactos con la dictadura China
El viaje de la presidente es para terminar de cerrar acuerdos leoninos terriblemente desventajosos para nuestro país. Todo con la contrapartida que China nos “prestaría” fondos para sostener las alicaídas reservas
Escribe: José Castillo
En diciembre pasado, la Cámara de Senadores refrendó un tratado de “cooperación económica” firmado por el gobierno argentino con su par chino. El acuerdo establece un “plan quinquenal de obras” que es prácticamente una vía libre al saqueo de nuestros recursos. Hay de todo: permisos para “contratación directa” (pasando por arriba cualquier trámite de licitación), exención del pago de cánones, facilidades impositivas y, lo más escandaloso, un ítem llamado “igualdad laboral para China y Argentina”. Acá se le cae la careta definitivamente a todos aquellos que defienden estos acuerdos aduciendo que “esas nuevas obras darán trabajo”. ¡Queda expresamente habilitado el “permiso” para traer personal de China! Lo que implica que sólo tomarán trabajadores locales cuando esté garantizado que “les resulta más barato” (recordemos que “más barata que la mano de obra china” significa menos de 100 dólares al mes con condiciones de trabajo de semi esclavitud).
Entre los acuerdos, se destaca la alianza de YPF con la petrolera estatal china Sinopec. Ambas empresas ya son “socias” en el área La Ventana, en Mendoza, en un acuerdo que le da a Sinopec derechos hasta 2027. Ahora la alianza se amplía, incorporando el corazón del saqueo: el proyecto de Vaca Muerta.
Pero lo más increíble de todo, es que, al lado del tratado de Cooperación Económica que estamos comentando, se firmó otro, para la construcción de... ¡una estación lunar china en Neuquén! Esto es directamente cesión de soberanía: será por 50 años, para dar apoyo desde la Tierra a misiones interplanetarias chinas, sin siquiera especificarse si el personal que lo operará será civil o militar.
Cristina Kirchner quiere mostrar estos acuerdos con China como un gesto de “independencia” frente al “capitalismo de los buitres” acordando con “un país socialista”. Por eso en medio del viaje se deshizo en elogios al “Gran Timonel” (por Mao), que habría construido la “China potencia” actual. ¡Otra mentira más! ¡China hoy no es ningún modelo a seguir! La revolución de 1949, liderada por Mao Tse Tung, logró mejorar la alimentación, la salud, la educación y vivienda de millones de chinos porque esa revolución expulsó al imperialismo y expropió a la burguesía y a los terratenientes. Pero esa realidad ya quedó muy lejos. Fue la misma burocracia del Partido Comunista Chino la que, ya desde hace varias décadas, inició un proceso de restauración capitalista que fue liquidando una a una esas conquistas. Lo que hoy hay en China no tiene nada que ver con el “socialismo”: gobierna una feroz dictadura capitalista que reprime salvajemente las huelgas, impide cualquier expresión opositora y, lo más importante, va sumiendo al país en una desigualdad social astronómica. Ya hace varias décadas que el “crecimiento económico chino” se sustenta en la superexplotación de sus 300 millones de obreros, en la miseria de sus 800 millones de campesinos (el 80% de los cuales, por ejemplo, no tiene cobertura médica), y en un pavoroso déficit habitacional, donde en la propia Pekín a un millón de personas se las llama “la tribu de las ratas”, porque tienen que vivir en habitaciones en refugios atómicos bajo tierra, sin luz solar, ventilación, ni calefacción alguna. En el otro extremo, cada vez hay más multimillonarios chinos en los registros de “los más ricos del mundo”, como el de la revista Forbes.
A esta altura, el lector se preguntará porqué el gobierno de Cristina hace estos acuerdos. La respuesta es relativamente sencilla: la China se ha convertido, objetivamente, en prácticamente el único financista del gobierno argentino. Aunque nuestro país sigue pagando religiosamente su deuda externa, los grandes jugadores de la banca internacional continúan sin prestarnos. Si las reservas del Banco Central no caen más, es gracias al llamado “swap” con China, mecanismo por medio del cual China le va prestando al gobierno paulatinamente dinero en yuanes hasta un monto total de 11.000 millones de dólares. Con dos aclaraciones: no es dinero “fresco”, sino divisas que sólo sirven para pagar importaciones desde la China. Y, además, no es gratis: aumenta en el mismo monto el total de nuestra deuda externa.
En síntesis, los acuerdos con China, viaje de Cristina incluido, no son ni expresión de independencia económica frente al capitalismo global, ni acuerdos económicos “convenientes” para el desarrollo del país. Son un eslabón más del saqueo y la entrega que está en la esencia del “modelo” kirchnerista.