Aniversario: La Franja Morada traicionó la lucha: A 20 años de la Ley de Educación Superior
La Ley de Educación Superior (LES), aprobada el 7 de junio de 1995, constituye una piedra fundamental del modelo educativo privatizador de nuestro país. El último Encuentro Nacional de la Juventud de Izquierda Socialista definió impulsar el debate en el movimiento estudiantil para retomar la pelea por su anulación.
Escribe: Nicolás Núñez • Comisión Directiva FUA
El martes 30 de mayo de 1995, casi la totalidad de las facultades del país tenían convocadas asambleas para debatir una posición frente a la inminente aprobación de la LES. Como resultado de ello, 23 de las 27 universidades nacionales registra- ron tomas por parte del movimiento estudiantil que había respondido con vehemencia frente a las ame- nazas privatistas y de pisoteo de la autonomía universitaria que traería la nueva normativa. El miércoles 31 por la mañana, los estudiantes de La Plata tomaron la delantera y trans- formaron la convocatoria a realizar un “abrazo” al Congreso, que había hecho la Federación Universitaria de Buenos Aires en un efectivo bloqueo al ingreso de los diputados.
Los estudiantes dispuestos a luchar
El éxito de la medida de fuerza crispó al presidente peronista Carlos Menem, quien desató una furiosa campaña acusando a los estudiantes de “fascistas” por impedir que sesionara el Congreso. La difamación a la intervención estudiantil fue utilizada como excusa por parte de los dirigentes radicales de la Franja Morada, que conducía la Federación Universitaria Argentina y las principales federaciones, para desviar la movilización. Así, Fernando Moroni, presidente de la FUBA, envío una “Carta Abierta al Presidente” donde decía que “no se justifica” haber bloqueado el Congreso. Y Daniel Nieto, presidente de la FUA, respondía así la pregunta de qué harían ante la próxima sesión: “concentraremos clases públicas, actividades artísticas, y una sentada que no perturbará el ingreso de los legisladores al recinto” (La Nación, 7/6/1995). En la otra vereda, nuestro periódico de ese entonces registraba la respuesta que un estudiante de Sociales de la UBA de nuestro partido dio desde uno de los piquetes a los medios: “lo democrático es respetar lo que votaron las asambleas de Facultades en todo el país y lo que está expresando la mayoría de la población, mantener la educación gratuita universitaria y la autonomía” (Semanario Socialista N° 144).
Las tomas en el interior del país continuaron, con movilizaciones de 8000 en Córdoba, 6000 en Tucumán y 1000 en Jujuy. Y ante la siguiente sesión, fue votado mayoritariamente en las asambleas de La Plata y la UBA desarrollar nuevamente los piquetes a pesar de las cínicas amenazas de Menem que había afirmado: “si seguimos así va a haber muchas más Madres de Plaza de Mayo” (Página 12, 8/7/95). Los bloqueos se pusieron en pie el miércoles 7 desde temprano, superando un inédito operativo policial que cubría 16 cuadras a la redonda. Quedaba claro que el movimiento estudiantil argentino no solo tenía una clara posición de combate a LES, sino que también tenía la fuerza para derrotarla. Pero fue traicionado por su dirección.
A 20 años de una traición
Al mediodía del 7 de junio, la dirección morada de la FULP (Federación Universitaria La Plata) instó a levantar los piquetes, permitieron el ingreso de los diputados, y junto al Frepaso, la FUBA y la FUA realizaron una marcha al Palacio Pizzurno “contra” la ley, que facilitó la votación aprobatoria. Ésta fue encabezada por sus referentes, los traidores Moroni y Nieto, codo a codo con Leopoldo Moreau, Fredy Storani y Pino Solanas, entre otros. La ley se aprobó en diputados, y semanas después ante la votación en el Senado, la propuesta de la FUA será una marcha que va convocar a decenas de miles a... Plaza de Mayo, mientras se votaba en el Congreso.
“La FUA chamuya, los estudiantes luchan”, fue el cántico que se popularizó. Las asambleas interestudiantiles empezaron a crecer, y la Franja Morada comenzó a resquebrajar su hegemonía absoluta en universidades como la UBA, donde ese año perdieran Sociales e Ingeniería. El 8 de julio sesionó en Córdoba el Primer Encuentro Nacional de sectores combativos contra la LES, una coordinación que se expresaría en el XIX Congreso de la FUA de 1996 obteniendo la Secretaria General ante el debilitamiento la Juventud Universitaria Peronista. La masiva resistencia a los posteriores intentos del gobierno de la Alianza de los radicales y el Frepaso de aplicar a fondo la LES a través de aranceles, y el Argentinazo, le propinarán luego un duro golpe a la Franja y abrirán el terreno para el crecimiento de la izquierda y los sectores combativos.
El marco legal de la privatización universitaria
La LES representa una muestra clara de un modelo de país de sometimiento a los dictámenes del capital financiero internacional. Su sostenimiento al día de la fecha es uno de esos elementos de la realidad argentina que ratifican que dicho modelo, más allá del discurso, sigue en pie. Entre 1994 y 1995 el Banco Mundial fijó los criterios para reestructurar los sistemas educativos de los “países en desarrollo” tomando como ejemplo a Chile (cuyos niveles de privatización educativa hoy han sido superados en la Ciudad de Buenos Aires con Macri). En mayo de 1995, en un documento particular sobre el sistema universitario argentino, estableció las condiciones para habilitar un préstamo de 165 millones de dólares. En dos meses el menemismo ordenó filas para ir tras el endeudamiento.
Como antecedente, la “Ley Domingorena” de 1958 había habilitado la creación de universidades a la iniciativa privada. La LES vino a unificar universidades públicas y privadas bajo una misma estructura en pos de desarrollar a fondo los negociados privados, y someter al sistema universitario a los intereses económicos de las grandes empresas y -de paso-, el bolsillo de la casta gobernante de rectores, decanos, y sus amigos.
Recordemos que, como fruto de las políticas privatistas del Banco Mundial y el FMI, las inversiones de grandes empresarios y multinacionales en educación a nivel mundial ascienden a niveles que superan las de los automóviles. La educación para el imperialismo es un negocio rentable, y la LES es su carta de presentación argentina. A partir de sus artículos 58 y 59 quitó la centralidad del financiamiento como responsabilidad del estado y abrió camino para la búsqueda de la generación de los llamados “recursos propios”, vía no solo el cobro de aranceles tanto en la educación de grado como de posgrado, sino también en la firma de convenios. Bajo el kirchnerismo vimos, por ejemplo, como la megaminera contaminante La Alumbrera procuró repartir fondos en las universidades nacionales, para después asegurarse “investigaciones” sobre la pureza de sus extracciones.
El financiamiento en su conjunto debía pasar a regirse por criterios de “eficiencia y equidad” que tendieron hacia la lógica empresarial. La edificación de parámetros provendría de la Comisión Nacional de Acreditación y Evaluación Universitaria (CONEAU), que tendría entre sus miembros predominio del poder político de turno -violando la autonomía-, y además participación de los representantes de las universidades privadas. La CONEAU va a ser la encargada de promover y adecuar los planes de estudio de las carreras a los intereses del mercado y el gobierno, a partir de la extorsión de la “acreditación” necesaria para la validez de los títulos. La resistencia a esta adecuación fue detonante de grandes conflictos, como las tomas de Comahue de 2004 y 2006, y el triunfo contra la acreditación de Exactas en la UBA en 2010.
A su vez, la LES vino a dar marco legal a los regímenes de cogobierno antidemocráticos que le permiten a una casta autorreproducirse en sus sillones al infinito, mientras llenan sus bolsillos con los negociados de la privatización. Así, en 2013 en La Rioja, cuando se logró echar a Tello Roldán, un rector que llevaba décadas, y se abrió un proceso de debate del estatuto, la Franja Morada y el PJ buscaron poner techo a los reclamos de democratización alegando que éstos no podían ir contra lo estipulado por la LES en su artículo 53, rechazando, en particular, el reclamo de mayoría estudiantil en los órganos de co-gobierno.
En definitiva, detrás de cada reclamo por más presupuesto, salario para nuestros docentes, mejores condiciones edilicias, becas, financiamiento a la investigación, o de democratización, se encuentra la LES. El movimiento estudiantil debe desarrollar una crítica siste- mática a este modelo educativo privatizador y desarrollar un programa que se proponga terminar con la universidad de los negociados para construir una universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo.
¿Y el kirchnerismo?
En el marco de la situación pos 2001, más que ataques directos o intentos de arancelamiento, el kirchnerismo desde el 2003 sostuvo centralmente la política nodal que se desprende de la LES: desfinanciar (congelando el presupuesto detrás de la inflación) para privatizar generando “recursos propios”. A su vez, las universidades creadas -tal como durante los años 90- se hicieron estrictamente bajo los lineamientos de la LES. De ahí que nunca le haya preocupado sancionar una nueva ley, por más que discursivamente se la critique. De ahí, que haya tenido como ministro de Educación a uno de sus redactores, Daniel Filmus. También por ello no sorprendió ver recientemente a Daniel Scioli firmando proyectos en común con el rector de la UBA, Alberto Barbieri, en medio de una crisis de casos de corrupción que lo señalan a él y a militantes de la Franja de los 90’ -correligionarios de Moroni y Nieto como José Luis Giusti- como responsables de malversación de fondos surgidos de los negociados que la LES ampara. En este terreno también, el kirchnerismo es continuidad del menemismo.