¿Se viene la derecha en Latinoamérica?: La crisis de los gobiernos “progresistas”
El triunfo de Macri ha llevado a decir a los defensores de los gobiernos supuestamente progresistas que se va a fortalecer “la derecha” latinoamericana. ¿Esto es así? ¿Qué tan “progresistas” o “de izquierda” son esos gobiernos?
El mismo debate que instaló el kirchnerismo en Argentina, ahora recorre el continente. El triunfo de Macri favorecería a la derecha tradicional latinoamericana. Le echan la culpa al tremendo voto castigo que sufrió el kirchnerismo de debilitar al chavismo o al resto de los gobiernos populistas y a fortalecer a la tradicional derecha patronal. Eso no es cierto.
Si en Argentina perdió el kirchnerismo a manos de Macri es culpa de su propia política. Se expresó un hartazgo a 12 años de gobierno pro patronal que no resolvió ninguno de los urgentes problemas sociales. Probablemente puede pasar lo mismo en Venezuela en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Muchas encuestas dan que el chavismo sería derrotado por la oposición patronal de la MUD. Pero si esto sucediera es porque también allí se expresaría un masivo repudio a una política antipopular que el propio Chávez y ahora Maduro encubrieron bajo el falso eslogan de que Venezuela está yendo al Socialismo del Siglo XXI.
¡No hay ningún socialismo en juego! En Venezuela hay un 200% de inflación, desabastecimiento de productos básicos como alimentos, medicamentos, papel higiénico o jabones. El 75% de los trabajadores cobran salarios de 100 dólares (sí, de 1.500 pesos). Mientras el gobierno deja que el petróleo se lo sigan llevando las multinacionales vía una empresa mixta con la estatal PDVSA, es decir, Chevron, Repsol, empresas chinas e iraníes.
En Venezuela, además, hay millones de trabajadores sin convenio colectivo, en especial los estatales y muchos que no se renuevan. Hay persecución y despidos a los que luchan o son opositores al gobierno chavista, que en la mayoría de los casos son acusados de contrarrevolucionarios.
En Brasil, otro de los países donde supuestamente “podría avanzar la derecha”, el gobierno de Dilma y el PT están aplicando un brutal ajuste, recortándo planes sociales. Ganaron su balotaje hace menos de un año, llamando a votar “contra el ajuste de la derecha”, representado en el candidato opositor Aecio, y apenas asumida, Dilma puso de ministro de Economía a Joaquim Levi, el máximo “ajustador”. Ahora nos encontramos con una huelga de trabajadores petroleros contra la privatización de Petrobrás. El gobierno ha delineado la venta de los aeropuertos, puertos y autopistas. Y destina el 47% del presupuesto nacional a pagar la deuda externa y a los banqueros.
En el otro país del eje “bolivariano”, Bolivia, mientras Evo Morales dice que nacionalizó los hidrocarburos, el 80% de los mismos sigue en manos privadas. El jefe de Repsol, Brufau, acaba de decir que Bolivia “es un país magnífico para invertir”. Es que Evo le regaló hace años 44 contratos petroleros en beneficio de esas multinacionales, otorgándole los parques nacionales para la exploración. Solo el 5% de la minería en Bolivia es estatal. Y más de 100 mil “cooperativistas” mineros, la mayoría tercerizaciones de las multinacionales, trabajan jornadas interminables y sin convenio. Lo mismo pasa con el campo: Evo entregó un millón de hectáreas para la soja. Por todo esto hubo una rebelión en Potosí, un departamento lleno de hidrocarburos, donde el 60% vive en la pobreza.
En otros países de la región, como Ecuador y Uruguay, hubo en este año paros generales contra las políticas gubernamentales.
¿Todo esto lo aplicó “la derecha” o los gobiernos supuestamente “nacionales y populares”? Dilma tiene una popularidad del 7% y el chavismo puede perder las elecciones en diciembre debido a sus propias políticas de ajuste. Evo, por su parte, llama a un referéndum por su reelección. En estos casos, los luchadores y la izquierda, ¿tienen que apoyarlos “contra la derecha”? Bajo ningún punto de vista. Solo lo haríamos si hubiera una amenaza de golpe de estado, como fue en Venezuela en el 2002. No es la situación actual.
El discurso de “se viene la derecha” es para encubrir una política antiobrera de ajuste y saqueo. Por eso esos gobiernos están siendo repudiados, con luchas y en las urnas, aunque sectores de masas lo hagan equivocadamente a variantes patronales. La izquierda revolucionaria debe apoyar todas las luchas y postular una salida de fondo, llamando a romper con el imperialismo, ya que no habrá salida para los trabajadores si se convive con multinacionales, banqueros y grandes empresarios.
Izquierda Socialista acompaña las expresiones de izquierda y salidas por la independencia de clase en todos esos lugares que luchen por gobiernos de trabajadores y el pueblo, no apoyando a los gobiernos patronales de los ajustes capitalistas.
J.C.G.