Destituyen a Dilma ¡Fuera Temer!

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 Michel Temer, quien fuera vicepresidente de Dilma, asume ahora la presidencia por los años que restan de mandato.Pocos centenares de manifestantes, en el gigantesco país, salieron a defender a Dilma Rousseff en su último día. El Senado votó su destitución definitiva (estaba “suspendida”) el 31 de agosto, por 61 a 20 votos. Michel Temer, quien fuera vicepresidente de Dilma, asume ahora la presidencia por los años que restan de mandato. Repudiamos la maniobra del impeachment, mecanismo parlamentario patronal. Nada de esto le sirve al pueblo

Escribe: Miguel Lamas

Michel Temer es aún más impopular que Rousseff. Hace un mes, ya en ejercicio de la presidencia interina, “empataba” con Dilma. Sólo el 13% de la población apoyaba a cada uno de ellos.

Dilma Rousseff fue destituida, acusada de engañar sobre las cuentas estatales, pero insólitamente el Senado decidió no inhabilitarla (como dice la Constitución que corresponde al destituir a un presidente), por lo que conserva todos sus derechos políticos y podría, por ejemplo, presentarse de vuelta como candidata en las próximas elecciones para presidente o cualquier cargo.

El gobierno de Dilma y el PT (Partido de los Trabajadores) llegan a su final, pese a haber servido a las multinacionales, banqueros y grandes empresarios en los 6 años de mandato de Dilma, y 10 años del PT cogobernando con el PMDB (Partido Movimiento Democrático Brasileño), el partido de su sucesor y ex vicepresidente Temer. En su segundo mandato, al revés de lo que prometió en campaña, eligió como ministro de Economía a un banquero neoliberal y como ministro de Agricultura a una dirigente de los terratenientes agroindustriales. Poco antes de irse, Rousseff intentó hacer el ajuste que exigían los grandes empresarios, entre ellos la reforma para aumentar la edad jubilatoria.

El problema es que el PT perdió el control del movimiento de masas. Se demostró ya en las grandes movilizaciones populares de junio de 2013, con centenares de miles en las calles denunciando los negociados con las obras del Mundial de Futbol y exigiendo educación y salud para el pueblo. Desde entonces la situación se siguió deteriorando y complicando con los escándalos de corrupción, que expresaron la pelea entre diferentes sectores patronales por adueñarse de los contratos del estado. Decenas de diputados, senadores y dirigentes del PT, comenzando por Lula; de su aliado PMDB y del supuesto opositor PSDB, cayeron bajo diferentes procesos judiciales por lavado de dinero y enormes coimas por obras públicas. La crisis económica, con caída de exportaciones y centenares de miles de despidos, y la enorme deuda estatal que devora la mitad del presupuesto, cayeron sobre las espaldas del pueblo.

Banqueros, grandes empresarios y contratistas del estado que por muchos años apoyaron a los gobiernos del PT y dejaron miles de dólares en las cuentas de sus líderes, pasaron a apoyar el impeachment. Ante la gravedad de la crisis política y el desgate de Dilma, la gran patronal alentó un recambio de gobierno para tratar de evitar el agravamiento de la situación y su caída por la movilización de las masas. La coalición del gobierno se dividió y se unió a la oposición patronal conservadora para hacer ese recambio patronal.

El PT, la cúpula burocrática de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) y también algunos sectores de izquierda hablan de “golpe de estado”. Por esa vía defendieron la continuidad de Dilma. Pero no hubo ningún golpe de estado. Hubo una maniobra parlamentaria que repudiamos sin apoyar ni a Dilma ni a Temer. Ellos aplicaron juntos el ajuste, y ahora Temer le dará continuidad.

Temer fue el vicepresidente designado por Lula desde el 2010 para acompañar a Dilma, electo junto a ella. Ambos fueron repudiados después por el pueblo. El PT no sólo convivió con Temer en el gobierno y sostuvo su alianza en el Parlamento hasta hace muy poco, sino que ahora en las próximas elecciones municipales se presenta en 1400 municipios aliado al PMDB, el partido de Temer.

Temer prepara un brutal ajuste

Temer en el gobierno se prepara para un brutal ajuste: profundizará las privatizaciones en usinas eléctricas, campos petrolíferos, empresas de agua; aumentarán los ataques a los derechos laborales; aplicará la reforma de jubilaciones para aumentar la edad para poder jubilarse; aumentará los costos de salud y educación, y quiere congelar los salarios de los trabajadores estatales federales por 20 años.

En un país con más de 11,4 millones de desocupados (12%), con una brutal desigualdad entre ricos y pobres, además de una crisis social sin límites, con inflación y servicios de salud, educación, transportes, de pésima calidad, si ese plan de ajuste se impone, significará un sufrimiento sin límites para las familias pobres y trabajadoras brasileñas.

Este plan tiene el apoyo de los tres principales partidos: el PMDB, el PSDB y el PT; aunque tengan conflictos entre ellos. Ya están aplicando medidas antipopulares donde gobiernan, en estados o municipios.

Para enfrentar esta situación no sirve sumarse a la campaña “antigolpista” junto al PT. La clase trabajadora no está dispuesta a luchar por que vuelva Rousseff.

En octubre hay elecciones municipales y en ellas hay que denunciar con fuerza desde el PSOL, el partido de izquierda opositor, a los tres partidos del ajuste. La necesidad urgente es derrotar el plan de ajuste y para eso, como lo sostiene la CST/PSOL (UIT-CI), hay que apoyar y unificar las múltiples luchas de los trabajadores y exigir a la CUT y demás centrales obreras que en vez de campaña “contra el golpe”, organicen una huelga general por ¡Fuera Temer!

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