Polémica con la CGT ¿“Válvula de escape” o programa alternativo?
La CGT ha dicho que es un paro “para que el gobierno escuche y reflexione”. ¡Pero Macri solo “escucha” a los millonarios! Gobierna para los empresarios y las multinacionales. El paro general debe formar parte de un plan de lucha contra el ajuste e imponer medidas de emergencia para los trabajadores y los sectores populares.
Escribe José Castillo
Carlos Acuña, uno de los miembros del triunvirato de la CGT, volvió a repetir la misma frase que se escuchó en la marcha del 29 de Abril de 2016, hace casi un año. Ese día, en medio de una multitudinaria convocatoria, sostuvieron que esa marcha “no era contra el gobierno, no era contra nadie”. Ahora, después de casi un año de maniobras y cuando no les quedó otra que ponerle finalmente fecha al paro general del 6 de abril, vuelven con la misma muletilla. Le agregan que “lo único que pedimos es que el programa económico también incluya al movimiento obrero, además de los otros sectores”.
Seamos claros. Si la clase trabajadora ha perdido puestos de trabajo y poder adquisitivo de sus salarios y jubilaciones ha sido justamente porque esa riqueza se le ha transferido a los buitres de la deuda (que cobraron casi 10.000 millones de dólares en efectivo), a los monopolios agroexportadores (que tuvieron el “regalito” de la devaluación más la quita de las retenciones), a los banqueros (que vienen haciendo millonadas con la bicicleta financiera) y al conjunto de las grandes empresas (a las que se les permitió suspender y despedir a gusto). No hay “inclusión” posible con este programa económico de ajuste. Es un plan a medida de un gobierno de y para los ricos.
Pero los burócratas de la CGT no piensan romper su alianza con el gobierno. Avanzan incluso en el día más allá del 6 de Abril. Por eso ya están pactando acuerdos paritarios al 20% en cuotas (como los firmados por Cavalieri para el sindicato de Comercio, que aspiran a que sean repetidos por la UTA, Ferroviarios y el resto de los grandes gremios). A la vez que siguen arreglando con las patronales programas de suspensiones que son despidos encubiertos (como los que acordaron con General Motors en Santa Fe y con Volkswagen en Córdoba). Y firman planes a mediano plazo similares al de Vaca Muerta, con esquemas durísimos de flexibilización laboral (como el de la semana pasada entre el gobierno, las cámaras automotrices y Pignanelli del Smata).
Nos dicen "busquen otros métodos"
El camino es el paro y la movilización
Centenares de miles nos movilizamos el 6, 7, 8, 22 y 24 de marzo. A esto hay que sumarle las incontables marchas locales, de antorchas, e iniciativas de todo tipo. Durante este mes tuvimos el importante paro docente, pero también el de los médicos de la Cicop y el de los judiciales. Los movimientos de desocupados se manifestaron exigiendo que se les pague lo que se les había prometido a fin del año pasado. Hubo asambleas con tomas de planta en General Motors, y siguió la ya heroica lucha de los trabajadores de AGR-Clarín. También se dieron auténticas puebladas ante el cierre de las plantas de Sancor.
El gobierno de Macri busca deslegitimar estas luchas. Primero fue con el planteo que “se trataba todo de un plan kirchnerista para desprestigiar al gobierno”. En el caso del paro docente trató directamente de romperlo con voluntarios-carneros, apelando a que “se ponía a los niños como rehenes”. Frente a las marchas, la consigna fue “violan el derecho al libre tránsito”.
Nada de esto impidió que los paros y movilizaciones, fogoneados por la bronca popular, siguieran creciendo. Por eso tuvieron que apelar a un discurso más defensivo: reconocían que algunos reclamos eran justos (“por supuesto que los salarios docentes son bajos”) pero planteaban que se debía recurrir a “otros métodos”. Nosotros nos preguntamos: ¿cuáles? Cuando los trabajadores de AGR-Clarín fueron despedidos (con el simple expediente de que un día encontraron la planta cerrada y un “papelito” en la puerta) el propio Ministerio de Trabajo se abstuvo de intervenir y ni siquiera Triaca recibió a los trabajadores. En el conflicto docente, el gobierno nacional se negó sistemáticamente a convocar a la paritaria nacional y las provincias lo hicieron con planteos de aumentos irrisorios. Al mismo tiempo, Macri, Vidal, el ministro de Educación Esteban Bullrich y todos los funcionarios macristas se la pasaron provocando a los docentes y mostrando su más absoluto desprecio por la educación pública. Hablan de los “chicos” que pierden clases por el paro, pero no dicen una palabra de los que no tendrán clase nunca porque no hay vacantes o de los días que se pierden porque las escuelas no tienen luz o agua. Los médicos de la provincia de Buenos Aires plantearon todo tipo de negociaciones y medidas para dar a conocer su conflicto, que no es solo salarial, ya que los hospitales públicos se caen a pedazos mientras que faltan insumos y las vacantes están congeladas.
El gobierno está dispuesto a hacer pasar el ajuste cueste lo que cueste. Quiere propinarle una derrota histórica a los docentes en primer lugar, para luego extenderla al conjunto de la clase trabajadora. Por eso el único camino que nos queda es luchar. Por supuesto que hay más métodos. Recurrimos a todos. Pero sabemos que nada lograremos si no le pegamos donde más les duele. Hay que hacerse escuchar. Debemos lograr que los medios adeptos al gobierno, que tratan de silenciar todos los conflictos e invisibilizarlos, no tengan más remedio que reflejarlos. Los trabajadores sabemos, por experiencia histórica, que tenemos una herramienta fundamental: la huelga. A la que se une la manifestación callejera. Eso es lo que les duele al gobierno y a las patronales. Y lo que, más de una vez, los ha hecho retroceder. Es además un derecho democrático, ganado por los trabajadores con mucho sacrificio desde la caída de la dictadura. Los distintos gobiernos han tratado, en aras de hacer pasar sus planes de ajuste, de limitar y regimentar tanto nuestro derecho a parar como a movilizarnos. Poniéndole límites al derecho de huelga, bajo la excusa de que se trata de “servicios esenciales”, o apelando a la conciliación obligatoria al servicio de las patronales, o tratando de crear “códigos de convivencia” o “protocolos” para reducir al mínimo la posibilidad de manifestarse en las calles. En todos los casos, esos intentos fueron derrotados por la clase trabajadora y los sectores populares en lucha. Esta vez sucederá lo mismo.
El triunvirato cegetista se resigna a haber tenido que llamar al paro: “era necesario como válvula de escape a la tensión social”. Nosotros opinamos exactamente lo contrario. Le exigimos a la CGT que rompa su pacto con el gobierno. Necesitamos el paro y un plan de lucha para derrotar el ajuste e imponer medidas de emergencia. Para romper el techo salarial e imponer aumentos de salario que vayan en el camino de que nadie cobre menos que la canasta familiar. Para que ganen los docentes, otorgándoles un aumento que lleve el básico a 15.000 pesos. Para que se prohíban los despidos y las suspensiones. Por un verdadero plan de obras públicas que resuelva el drama de la desocupación. Para que la plata que hoy se destina al pago de la deuda externa vaya efectivamente para resolver las más urgentes necesidades populares de educación, salud, trabajo y vivienda. Para dar marcha atrás con los tarifazos, planteando la reestatización de las empresas de servicios públicos privatizadas y de extracción de gas y petróleo. En definitiva, para imponer un plan económico alternativo al servicio de las grandes mayorías obreras y populares.