El gobierno de Cambiemos aspira a fortalecerse en las elecciones para aplicar una nueva etapa de su ajuste. Con el título de “reformas” se vienen la laboral (flexibilización), la fiscal (ajuste del Estado), la previsional (suba de la edad jubilatoria) y la educativa (la famosa “secundaria del futuro”).

Escribe José Castillo Candidato a diputado nacional Izquierda Socialista Frente de Izquierda Ciudad de Buenos Aires

En este año y medio Macri nos ajustó ferozmente. Los salarios, las jubilaciones y los planes sociales quedaron pulverizados frente a los tarifazos y la suba inflacionaria de los productos de la canasta familiar. La educación y la salud pública siguieron el camino de deterioro que ya venía dándose desde los doce años kirchneristas. Hubo reformas “fiscales” bajo el formato de menos impuestos para los ricos, como la eliminación de las retenciones a los monopolios exportadores agrícolas y a las megamineras. El endeudamiento creció exponencialmente, así como el pago de intereses de esa deuda, que ya al 2017 llegó a ser dos veces el presupuesto de educación y tres el de salud.
Pero, como dice el dicho, “todavía falta lo mejor”. Efectivamente, el gobierno de Cambiemos ha “guardado” una nueva etapa, superior, de ajuste para después de las elecciones. Anticipemos lo que se viene: ya está programado un nuevo tarifazo en el gas. Las boletas llegarán con un nuevo aumento el mes inmediato posterior a las elecciones. Pero ahí no se termina: el presupuesto 2018 propone reducir los subsidios a las privatizadas y “compensarlas” con nuevos aumentos. Serán otra vez en la luz y el gas, pero se le agregará el transporte de corta y media distancia de Capital y Gran Buenos Aires. Los valores proyectados de los aumentos van entre 30 y 50 %, un verdadero mazazo al bolsillo. Así, el macrismo apuesta a su “reforma fiscal”, reduciendo el gasto además en partidas como educación, salud o ciencia y tecnología. Claro que esta reforma fiscal tiene a la vez la contrapartida de querer modificar los impuestos para hacerlos aún más regresivos: o sea que los ricos pagarán menos aún por sus superganancias, mientras que los trabajadores y demás sectores populares verán generalizar el IVA en el 21% para los pocos productos hoy exentos o que pagan tasas menores (como el pan, la leche o los libros).
Pero ahí no se terminan las “reformas” macristas. También se viene la tan mentada “reforma laboral” (ver nota en esta misma página) aunque ahora el ministro de Trabajo Jorge Triaca haya acordado con los burócratas de la CGT que ya no se usará más ese nombre. Pero lo que no podrán esconder es su contenido: una profunda flexibilización laboral y la pérdida de conquistas históricas de la clase trabajadora.
Otra “reforma” que se viene preparando en silencio es la previsional. Es un secreto a voces que el gobierno se está lanzado a tratar de aumentar la edad jubilatoria, quitar los incrementos automáticos de marzo y septiembre y avanzar en algún tipo de “reprivatización” del sistema.
Por último, los estudiantes secundarios de la Ciudad de Buenos Aires, con sus tomas de escuelas y movilizaciones, hicieron salir a la luz el proyecto de la mal llamada “secundaria del futuro”. Como explicamos en detalle en otra parte de este periódico (ver páginas 8 y 9) se trata de generar mano de obra gratuita y flexibilizada a partir de “pasantías” que termine reemplazando a un sector de los actuales trabajadores. Como siempre, la Ciudad de Buenos Aires es el globo de ensayo de algo que luego intentarán extender a todo el país.
Este es el plan de Macri para después de las elecciones, propuesto y aplaudido por las grandes centrales empresarias, los economistas del establishment y los organismos financieros internacionales. El voto al Frente de Izquierda es el único que te garantiza una oposición frontal a todo esto que se viene, junto con el apoyo absoluto a todos y cada uno de los que salgan a pelear para frenarlo.