El ajuste en curso y el que viene

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El ajuste en curso y el que vieneEscribe José Castillo

Los tarifazos y la carestía desatada por la devaluación de las últimas semanas ya han profundizado el ajuste. Pero Macri va por más, como firmará en las próximas semanas
con el FMI.

Una imagen lo dice todo. El aumento desaforado de la harina llevó a todos los productos que usan ese insumo a precios increíbles: el pan, el alimento básico de los argentinos, ya no se consigue por menos de 60 pesos el kilo. Las facturas se transformaron en un lujo. Y algún comentarista llegó a decir que hoy ya es un lujo algo tan básico como un plato de pastas. Ni qué hablar de una pizza.


Los trabajadores argentinos ya hace tiempo que dejamos para situaciones excepcionales la carne. Ahora también tendremos que hacer lo mismo con las pastas. Si a esto le agregamos los aumentos en las frutas y verduras, tenemos el panorama completo: la Argentina, el país que produce alimentos para treinta veces su población, tiene alimentos inaccesibles para los sectores populares.
Lo que viene sucediendo se puede resumir en una palabra: ajuste. Hay un ajuste en curso desde el mismo comienzo del gobierno de Macri. Se expresó en los miles de despidos tanto de estatales como de trabajadores privados en estos años. En una inflación que sistemáticamente le ganó a los salarios. En un asalto a mano armada contra los jubilados con la ley votada en diciembre pasado.
Este año Macri se jugó a profundizar el ajuste con los nuevos tarifazos en el gas, la luz, el agua y los transportes, que ya se transforman en impagables. Fijó un techo salarial de 15% en cuotas y sin cláusula gatillo para las paritarias. Y con la devaluación de diciembre-enero, que había llevado el dólar de 17 a 20 pesos generó una aceleración de la inflación. Por eso, ya a mediados de abril se veía cómo los salarios perdían frente a la suba de los precios.
Pero todavía faltaba el “zarpazo” de las últimas semanas. La crisis, que terminó con un dólar a 25 y tasas de interés de 40% permitieron superganancias a los especuladores, pero dejaron un tendal inflacionario que pulverizó sueldos y jubilaciones. Y se expresó con mucha fuerza en los alimentos, como relatábamos al comienzo de este artículo.
Y sin embargo falta lo peor: el megaajuste que va a surgir del pacto Macri-FMI. Lo veremos en concreto en las próximas semanas, pero ya podemos adelantar que significará menos plata para salud, educación, salarios de docentes o trabajadores de la salud, un nuevo ataque a los jubilados y otro intento de imponer la reforma laboral flexibilizadora. Todo al servicio de seguir garantizando (y “generando confianza”, como le gusta decir a los funcionarios de Macri) de que el país podrá seguir endeudándose al infinito y a la vez pagando esa deuda que crece cual bola de nieve.
Lo venimos diciendo obsesivamente desde Izquierda Socialista y el FIT: no hay salida mientras sigamos dejando que nuestras riquezas se vayan por el barril sin fondo de la deuda externa. El pacto Macri-FMI desnuda que el único objetivo de la política de Macri es ajustar a los trabajadores y el pueblo para que paguemos sobre la base del hambre y la miseria a los acreedores. Tenemos que salir a pelear contra todo esto, rompiendo los techos salariales como acaban de hacer ejemplarmente los docentes neuquinos, exigiendo la reapertura de paritarias allí donde ya se haya firmado, y apoyando todas las luchas, a la vez que exigimos el paro nacional y un plan de lucha contra el ajuste de Macri y el FMI. En eso se juega nuestro futuro.