A las órdenes del FMI, Macri ratifica los tarifazos
El Senado transformó en ley el proyecto que retrotrae los tarifazos a noviembre pasado y establece que los futuros aumentos no pueden ser mayores que los incrementos salariales. Esta mínima limitación a las subas de tarifas (ya que siguen vigentes los aumentos de casi 1.000% que se hicieron entre 2016 y 2017) será, sin embargo, inmediatamente vetada por el presidente Macri, como ya lo anunció el lunes pasado.
El gobierno de Cambiemos se muestra “duro”, defendiendo a rajatabla los tarifazos y diciendo que cualquier alivio a los usuarios pondría en juego todo el plan económico y sería inviable financiarlo. Todo al servicio de garantizarle a los dueños de las empresas privatizadas, a los Mindlin, los pulpos transnacionales del gas y el petróleo, como los socios de Aranguren, a que sigan con sus superganancias. Ahora trata de “irresponsable” a toda la oposición patronal peronista en bloque, acusándola de “dejarse llevar por las locuras de Cristina Fernández de Kirchner”. Más allá de que Durán Barba le haya aconsejado o no que le convenía polarizar con la figura de Cristina por algún cálculo electoral, lo importante es a quién le está hablando centralmente Macri: se dirige al FMI, a los pulpos financieros, a los acreedores y al establishment internacional para demostrarles que se trata de un gobierno “fuerte”, que está en condiciones de hacer pasar el ajuste que le va a reclamar el Fondo. El veto a la ley que limita los tarifazos será una primera señal en este sentido.
Pero todo esto no le sirve al gobierno para esconder que sigue en su peor momento: su imagen sigue cayendo en todas las encuestas, producto de que la bronca sigue creciendo. Es que no hace falta hacer un estudio estadístico para saberlo. Basta escuchar lo que se comenta en cualquier fábrica, oficina o lugar de estudio. Incluso cada día aparecen más trabajadores y sectores populares que en su momento votaron equivocadamente por Cambiemos y hoy dicen estar arrepentidos.
La oposición patronal peronista en todas sus variantes se reubica discursivamente en el Congreso. Después de votar en estos dos años innumerables leyes que le permitieron al gobierno de Macri llevar adelante el ajuste, ahora hacen acalorados discursos en contra. Hasta Cristina Fernández de Kirchner salió de su “silencio” (todavía no se pronunció sobre el proyecto de ley del aborto y apenas si hizo alguna mención mínima al acuerdo con el FMI) para decir que Macri es un “machirulo”. Claro que todo no es más que un reacomodamiento con miras a las elecciones de 2019. Es que gran parte de los diputados y senadores del peronismo responden a sus gobernadores, los mismos que aplican sus propios ajustes locales. Y todos esos sectores del peronismo no tienen ningún programa alternativo al del macrismo: mantuvieron las ganancias de las privatizadas, otorgándoles millonarios subsidios, durante los doce años de kirchnerismo. Y ahora de hecho se presentan ante empresarios y banqueros como los más “eficientes” y capaces para gobernar y gestionar el ajuste a partir de 2019. Todos los sectores del peronismo apoyan que sigan existiendo las empresas de servicios públicos privatizadas y que se les garantice la continuidad de sus ganancias.
Macri está dispuesto a pagar el costo político de vetar la ley de tarifas porque prioriza su señal hacia el FMI. Algunos dirigentes sindicales, como Hugo Yasky, habían planteado en su momento que si eso sucedía, se ponía “a la orden del día” la realización de un paro nacional. Pablo Moyano sostuvo algo similar. Le decimos a todos los que vienen denunciando el ajuste y el pacto con el FMI, a los Moyano, a la Corriente Federal y a las CTA que es hora de pasar de las palabras a los hechos. Y con medidas contundentes. Para nosotros, ya hace mucho tiempo que la necesidad de un paro nacional está “a la orden del día”. Por mucho, muchísimo más que el veto a esta ley. Por el techo salarial de 15%, por los despidos, por los tarifazos anteriores y, por sobre todo, por el acuerdo que se viene con el FMI, que es abrumadoramente rechazado por los trabajadores y sólo traerá más hambre, miseria y entrega. Por eso denunciamos el rol traidor de la burocracia de la CGT, que sigue en su tregua con el gobierno.
No podemos quedarnos de brazos cruzados. Lo concreto es cómo seguimos peleando contra un ajuste que nos está reventando los salarios y las jubilaciones y que promete ser más duro aun cuando salga el acuerdo con el FMI. Tenemos que organizarnos por abajo para canalizar la bronca creciente. Apoyando todas las luchas en curso. Sacando las conclusiones que cuando se pelea consecuentemente, con democracia sindical y participación de la base en asambleas masivas, se puede ganar, como hicieron los docentes neuquinos que lograron romper el techo salarial tras una huelga heroica. Por eso es muy importante lo que se está haciendo en estos días desde el sindicalismo combativo, que ha protagonizado este miércoles una importante marcha contra el ajuste, donde se denunció el rol traidor de la dirección de la CGT. Y que convocó, desde la Seccional Oeste de la Unión Ferroviaria, el Sutna, los Suteba combativos y Ademys, entre otros, a un encuentro nacional para el sábado 23 de junio, donde se debatirá democráticamente como coordinar genuinamente todas las luchas, a la vez que le damos fuerza a la necesaria exigencia a las centrales sindicales de un paro general y un plan de lucha para derrotar el ajuste de Macri y el FMI.