Crece la bronca y la crisis del gobierno
Se profundiza la crisis en el gobierno. El propio Macri tuvo que reconocer que “se hicieron algunas cosas mal” en su discurso en Tucumán por el Día de la Independencia. Claro que ratificando el rumbo del ajuste. A la vez se acentúan las divisiones entre los integrantes de Cambiemos: Carrió se pelea con la UCR (“yo los dirijo”, llegó a decir provocativamente), generando una solicitada en respuesta de los radicales que a la vez se quejaron ante el propio Macri por la “poca participación en las decisiones”. De fondo, lo que todo esto expresa es la preocupación de estos sectores ante la caída en picada de la consideración del gobierno y sus principales figuras.
No es simplemente un problema de imagen, solucionable por algún “Durán Barba”. Es la consecuencia del aumento de la bronca que recorre a todo el pueblo trabajador. Cada vez es más común encontrar compañeros de trabajo o estudio que habiendo votado equivocadamente a Cambiemos, confiesan: “lo voté y me equivoqué”. La bronca tiene un motivo clarísimo: el ajuste y la recesión que recorre todo el país. Y que se percibe que va a ser cada día peor, de la mano del pacto Macri-FMI. La carestía se come salarios y jubilaciones. Ahora llegamos al record de que suba la nafta dos veces en una semana. A la inflación se le suma la cada vez mayor cantidad de despidos, tanto en el sector público como en el privado.
La crisis rebota hasta en las Fuerzas Armadas. A la crisis latente desde la desaparición del submarino ARA San Juan se le suman ahora fuertes reclamos por los ajustes salariales en el sector. El descontento llevó a que se terminara suspendiendo el desfile militar del 9 de julio, que Macri se había jactado de reponer en 2016, intentando desarrollar una política de “reconciliación” con los militares, que escondía avanzando con la impunidad a los genocidas.
También se profundiza la crisis al interior de Cambiemos en relación a la votación en el Senado por la legalización del aborto el próximo 8 de agosto. Hay muy fuerte apriete por parte de la Iglesia Católica, empezando por el propio Papa Francisco, para que se vote en contra. Se dieron declaraciones de los principales obispos, incluso en las misas del 9 de julio delante de los funcionarios oficiales, llegando algunos de ellos a reclamar que, si sale la ley, Macri debe vetarla. La Iglesia está haciendo un esfuerzo para incrementar la movilización de los sectores “celestes”, como se vio en la convocatoria del domingo pasado en Luján. Debido a toda esta presión, el propio Macri tuvo que decir que él “defendía las dos vidas”. Pesos pesados del gobierno salieron a jugar con todo por el rechazo del proyecto, como la vicepresidente Gabriela Michetti, Federico Pinedo o la gobernadora María Eugenia Vidal, que hasta se sacó una foto con el pañuelo celeste. Es evidente que vamos a una pulseada, donde todo se definirá por el poder de una movilización popular fuertísima que, hasta ahora el gobierno no pudo parar, que sigue creciendo día a día y que será la que terminará de definir lo que suceda el 8 de agosto, tal como pasó en su momento en la votación de Diputados.
La contrapartida a la debilidad del gobierno, es el salvavidas en aras de la “gobernabilidad” que le tira la oposición peronista. Tanto los gobernadores como el bloque del peronismo federal y el Frente Renovador en el Congreso están jugados a pactar con el gobierno, negociando las condiciones del ajuste con el FMI. A lo sumo la discusión es que mayor o menor parte del ajuste le toca a cada uno. El propio Pichetto declaró que “estaría mal” dejar sin presupuesto al gobierno, anticipando que, tras la pulseada de negociaciones, la mayoría de los bloques peronistas se aprestan a votar a favor el presupuesto 2019, a la medida del ajuste exigido por el FMI.
La CGT, por su parte, sigue sin dar la más mínima señal de plantear alguna medida a posteriori del parazo del 25 de junio pasado. Le vuelve a dar tregua al gobierno, dejando pasar el ajuste y enfrascándose en la enésima discusión acerca de quién será la nueva conducción. Ahora ya ni siquiera se sabe si se realizará el Comité Central Confederal convocado para el 22 de agosto. En otro nivel, sumidas en las propias crisis de sus proyectos de centroizquierda, las CTA, divididas, están metidas en sus respectivas elecciones, amañadas y con padrones truchos. Todas las burocracias sindicales, como vemos, están muy lejos de las necesidades reales de los trabajadores. Tanto de los que están en conflicto, como los despedidos de Telam, como de los que reclaman la reapertura de las paritarias ante el miserable 15% en cuotas que hoy queda más claro que nunca que ya no alcanza para nada.
El gobierno está en problemas, sin duda. Se le ven las resquebrajaduras por todos lados. Es el momento de salir a pelear todos, coordinando las distintas luchas y poniéndole la fortaleza que se puede lograr cuando interviene la clase trabajadora de conjunto. Necesitamos darle continuidad al paro del 25 de junio, reclamado a la CGT y las CTA otra medida de fuerza, ahora de 36 horas, con movilización a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país. Que sea, a la vez, el primer paso de un plan de lucha que dé pelea de verdad al ajuste de Macri y el FMI. Esta fue la resolución principal que se acordó en el plenario nacional del sindicalismo combativo de Lanús. Para reforzar esta exigencia, este jueves 12 marcharemos del Congreso a Plaza Mayo (ver nota abajo). Todo como parte de la pelea por una nueva dirección sindical y política para la clase trabajadora, tarea para la que seguimos fortaleciendo el Frente de Izquierda e impulsando medidas de fondo para que la actual crisis no la paguen los trabajadores, sino quienes la provocaron, los capitalistas y grandes empresarios para los que gobierna Macri.