Las negociaciones con el FMI
Escribe José Castillo
El gobierno de Macri le ofrenda al FMI un ajuste mayor aún al acordado en junio, a cambio de un adelantamiento de los fondos del préstamo pactados para 2020 y 2021. Mientras Trump felicita a Macri y los especuladores financieros aplauden, el que paga es el pueblo trabajador con más hambre y miseria.
El ministro Dujovne y su equipo se pasaron la mayor parte de la semana pasada en Washington negociando con el FMI. Le llevaban un nuevo plan de ajuste, más duro aún que el acordado hace apenas dos meses: bajar el déficit fiscal a cero para el año que viene, lo que traducido quiere decir “achicar” 550.000 millones de pesos en vez del ya salvaje ajuste anteriormente pactado de 400.000. En concreto: más recesión, más despidos, más pérdida de poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, menos plata para obra pública, salud y educación. Todo al servicio de crear la “confianza” de que el gobierno podrá pagar los próximos vencimientos de deuda externa. Como recompensa por semejante entrega, Macri logró un premio: 15 minutos de conversación con Trump, que lo felicitó por tanto “coraje”.
Banqueros, especuladores de la Bolsa y economistas del establishment también aplaudieron el mayor ajuste ofrecido al FMI y le ofrendaron un “pequeño regalo” al gobierno: una tregua en la suba del dólar, ya que la devaluación, que pulverizó salarios y jubilaciones y les permitió hacer inmensas ganancias (ver nota en esta misma página), les “desordenó” a la vez un poco sus negocios y necesitan reacomodarse.
Dujovne, por su parte, volvió a la Argentina con “tarea para el hogar”: que el peronismo le apruebe el presupuesto 2019, donde estará el conjunto de las medidas de ajuste. Cosa que los gobernadores del PJ se apuran a garantizarle a Macri (ver nota en página 5).
¿Pagar lo impagable?
Hace apenas 20 días el gobierno afirmaba que “ya estaban asegurados todos los fondos para cumplir con los vencimientos de deuda hasta diciembre de 2019”. Nosotros sosteníamos lo contrario. Posteriormente, una vez desatada la nueva corrida del dólar, anunció que, efectivamente, el dinero no alcanzaba, pero que ya estaba arreglado con el FMI para que este adelantara las cuotas de 2020 y 2021 del préstamo pactado en junio pasado y que “ahora sí”, estarían garantizados los pagos de deuda hasta el fin el mandato de Macri. Era mentira, no estaba nada “arreglado”, como se encargó de desmentir la mismísima titular del FMI, Christine Lagarde. Por eso el gobierno tuvo que ofrecer un ajuste más duro, para que el Fondo se avenga a analizar un adelanto de los fondos. Nosotros volvimos a denunciar que, aún adelantando todas las cuotas del FMI para el año que viene, tampoco alcanzaría para cubrir los pagos de 2019. Finalmente el gobierno también tuvo que reconocer esto último, y empezó a plantear que el Fondo podría “aumentar el total del préstamo” (o sea superar los 50.000 millones de dólares) o incluso, que existiría la posibilidad de que hubiera otro, directamente político, desde el gobierno de los Estados Unidos.
Estas idas y vueltas alrededor, de una deuda impagable que se trata de financiar con más deuda, que a su vez genera más intereses y más vencimientos, y que exige cada vez mayor ajuste, es la bola de nieve que venimos denunciando desde la izquierda. Nos dicen que “dejar de pagarla” es utópico. Nosotros respondemos: lo utópico es pagarla. Nos lleva a un callejón sin salida de hambre y miseria para el pueblo y entrega total de nuestras riquezas. En cambio, si suspendemos inmediatamente los pagos, tendremos dinero para volcar a trabajo, mejores salarios, educación, salud y vivienda.
¿Quiénes son los ganadores?
Mientras los salarios, las jubilaciones, las partidas para planes sociales y los montos dedicados a obras de infraestructura y universidades son los grandes perdedores de 2018, del otro lado los banqueros, los acreedores de la deuda externa, los monopolios agroexportadores y todos aquellos a lo que se les garantiza ganancias dolarizadas, como las petroleras y gasíferas, resultan grandes ganadores.
Los banqueros, que ya venían haciendo enormes negocios con la bicicleta financiera de las lebacs,donde obtuvieron ganancias de hasta el 60%, ahora lo hacen especulando con el dólar. Con una ayuda de sus “amigos” del Banco Central. Durante la devaluación acelerada se produjo una verdadera estafa a costa de las reservas del país. Mientras el dólar subía y tocaba techos de hasta 42 pesos, el Banco Central “licitaba” dólares de a 200, 300 y hasta 500 millones ofreciéndolos a precio de remate (37 pesos) con la única condición de que el comprador adquiriera por lo menos un millón de dólares. ¡En minutos los banqueros amigos se repartían unos cientos de millones de dólares más baratos que en el mercado!
Otros que hicieron enormes diferencias fueron los monopolios exportadores, que solo tuvieron que “sentarse” a ver como se devaluaba la moneda para que sus exportaciones les reportaran el doble en pesos que hace un par de meses. Con el agravante de que eran ellos los que guardaban y no liquidaban sus exportaciones de soja, trigo y maíz, generando así la falta de dólares y provocando la devaluación, de la que después se beneficiaron. Ahora se les puso retenciones a 4 pesos por dólar, que se irán licuando (o sea que cada vez significarán menos), a medida que la devaluación retome su alza.
Las petroleras y gasíferas son otro sector que ha hecho grandes diferencias a favor con la corrida cambiaria. De hecho, desde que el ex ministro Aranguren en octubre pasado “liberó” el mercado de combustibles permitiendo que cada empresa subiera la nafta y el gasoil como quisiera, prácticamente se vienen dando dos aumentos por mes siguiendo paso a paso la devaluación. Como las tarifas de servicios públicos están dolarizadas, esto también arrastra las subas de boletas de gas, que volverán a aumentar en octubre. Mientras que los trabajadores con cada devaluación se nos achica el bolsillo, del otro lado están los que festejan. J.C..