¿Qué pasa en el peronismo? Muchos candidatos, ninguna solución para los trabajadores

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que le pasa al peronismoEscribe José Castillo

Hay una crisis ya crónica en el peronismo. Donde más se expresa es en la proliferación de candidatos presidenciales: Cristina, Lavagna, Massa, Pichetto, Urtubey, Solá, Scioli… y siguen los nombres. Pero ninguno ofrece una salida que resuelva las necesidades del pueblo.

Hoy resulta imposible, a diferencia de otras épocas, hablar del “PJ”, ya que proliferan diversas siglas como Unidad Ciudadana, Frente para la Victoria, Alternativa Federal o los distintos nombres que cada referente elige en su provincia. Los distintos sectores del PJ pretenden presentarse como alternativa ante la bronca creciente y la ruptura de cada vez más sectores con Cambiemos. Claro que, aun en ese aspecto, no empezó bien el año: las elecciones de Neuquén y Río Negro los tuvieron como un claro derrotado frente a los respectivos partidos provinciales.

Kirchnerismo: de “resistiendo con aguante” a “no se puede romper con el FMI”

El peronismo kirchnerista, con la candidatura de Cristina, aparece como el sector más fortalecido y claramente al que mejor le va en las encuestas presidenciales. El desastre macrista les permite jugar con la consigna “con Cristina estábamos mejor”, pero sería falso decir que en ese momento los trabajadores estábamos bien. Es que cuando ellos gobernaron también había un tercio de los trabajadores en negro, la inflación (aunque disfrazada) se comía los salarios, las privatizadas se llevaban millones en subsidios, los bancos ganaban hasta el extremo de que la propia Cristina llegó a decir “se la llevan con pala” y los acreedores externos cobraron en efectivo 210.000 millones de dólares (todo un récord) durante su mandato.

Pero el kirchnerismo, a lo largo de estos años, no hizo otra cosa que combinar grandes y vociferantes discursos contra el macrismo, con una política de desmovilización en cuanta lucha tuvo injerencia. El “resistiendo con aguante” y el “vamos a volver” de sus consignas, eran combinadas con “hay 2019”, para (con esa excusa) negarse a unificar o potenciar las luchas contra el ajuste de Macri. Y, a su vez, donde les tocó gobernar, y el caso más claro fue Santa Cruz con Alicia Kirchner, llevaron adelante planes de ajuste más duros aún que los de Macri.

En el último período, justamente cuando el gobierno nacional acordó el feroz plan de ajuste con el Fondo, los kirchneristas archivaron toda su prédica anti-FMI ( llegaron hasta a hacer un acto en una fecha patria) para reemplazarla por las expresiones de Axel Kicillof o Agustín Rossi de que “no se puede romper con el Fondo”, “hay que respetar el acuerdo”, “el FMI cambió, ya no es lo de antes y se puede renegociar para tener un programa de redistribución de riqueza”, por citar solo algunos argumentos. Llegaron incluso a reunirse con los peores fondos especuladores acreedores de deuda (el Grupo Templeton) para garantizarles que, si acceden al gobierno, cumplirán a rajatabla con los pagos de cada vencimiento.

Alternativa federal: de votar las leyes de ajuste al intento de crear un discurso opositor

Si algo unifica a este sector (con candidatos como Massa, Pichetto o Urtubey y el claro apoyo del peronismo cordobés de Schiaretti) es que todos ellos arrancaron la gestión macrista como sus grandes aliados. Massa incluso viajó al Foro de Davos con el presidente. Fueron ellos quienes le garantizaron la inmensa mayoría de los votos para que se aprobara el pago a los fondos buitres, la reducción de las jubilaciones o el presupuesto de ajuste de 2019.

Ahora, dándose cuenta de que “el negocio” es captar la bronca anti-Macri, giraron para dar discursos opositores. Por supuesto que garantizándole al establishment local e internacional que ellos son “serios”, que van a cumplir con el FMI y los pagos de deuda y a realizar las “reformas estructurales necesarias”, eufemismo que esconde que están a favor de la flexibilización laboral y el ajuste jubilatorio.

Lavagna y la “unidad nacional” para que siga el ajuste

Sorpresivamente, la propia crisis del peronismo (y también de sectores patronales que hasta ayer nomás jugaban con Macri y ahora tienen miedo de hundirse con el propio gobierno) desempolvó la figura de Roberto Lavagna. El viejo economista se presenta como un peronista que “dialoga” con los radicales, otro día aparece como parte del peronismo federal, pero inmediatamente insiste en que no participará de su interna, sino que él está para “algo más amplio”. Lavagna plantea una “unidad nacional” que quiere sumar a la mayoría del peronismo, a sectores importantes del radicalismo (como Ricardo Alfonsín y Storani) y a la centroizquierda (el PS de Santa Fe y Margarita Stolbizer, por ejemplo). Su pata sindical está encabezada por Luis Barrionuevo y agrupa a un sector de lo más podrido y desprestigiado de la burocracia. Su propuesta, muy similar a la de la Iglesia, es juntar a todos (léase burócratas sindicales, patronales empresarias industriales y del campo y cultos religiosos) en un “gran acuerdo” o pacto. ¿Para qué? Igual que todos: para cumplir con el ajuste del FMI, seguir pagando la deuda y (le agrega explícitamente Lavagna) ver cómo se hacen las “reformas estructurales”, laboral y jubilatoria.

El peronismo no es salida

Como vemos, todos estos sectores no son más que las alas de distintos proyectos patronales. De una forma u otra, con un solo candidato, dos o tres, con o sin Cristina, el peronismo se presentará a las elecciones presidenciales tratando de convencer que es “la alternativa popular” anti-Macri. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda somos tajantes: esa no es una salida que le sirva a los trabajadores. Serán los nuevos “administradores del ajuste”, sometidos a los dictados del FMI y pagadores seriales de la deuda externa. Por eso insistimos: la única salida es el Frente de Izquierda, con su programa claro y contundente: romper con el Fondo y suspender inmediatamente los pagos de deuda, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas, para así tener los recursos para empezar a resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.


Lavagna, a favor de la flexibilización laboral

Se la pasa diciendo que todavía no es “candidato a nada”. Pero, como acuerdan todos los analistas, está lanzado de lleno a reuniones al mejor estilo “campaña electoral”. En ese mundo de indefiniciones va dejando algunas afirmaciones claras: su llamado a una mesa de diálogo con patronales y la Iglesia, su garantía de que no romperá con el Fondo y su oposición a la legalización del aborto.

Ahora salió con una declaración escandalosa, dijo que era fundamental avanzar en la reforma laboral, “modernizando” las relaciones laborales. El mismo eufemismo que usa Macri para referirse a la flexibilización laboral. En concreto, arrasar con los convenios colectivos y las conquistas de la clase trabajadora, hacer más barato despedir y “abaratarle” el costo laboral a las patronales. Una vergüenza.