¿Lo peor de la crisis ya pasó?
Escribe Gabriel Massa
Un tercio de los argentinos están hundidos en la pobreza. Siguen los tarifazos y este invierno el gas costará casi el doble que el año pasado, con una inflación que continúa creciendo. Mientras, los salarios, las jubilaciones y el empleo siguen cayendo en picada. Parece una locura que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, diga que “lo peor de la crisis ya pasó”.
“Esta mañana lo escuché a Peña [el jefe de gabinete de Macri] en la radio y decía que está todo fantástico, maravilloso, y no es cierto, no es verdad, tienen que admitir y poner los puntos sobre las cosas que no funcionaron”. Lo dijo Mirta Legrand. A la diva, autodefinida como de Cambiemos y amiga de Macri, nadie puede acusarla de opositora. Pero ella, igual que millones que votaron por Macri, no puede dejar de reconocer el desastre que sigue produciendo su política de entrega al FMI y los buitres.
Nada menos que un 75% de la población está en contra de esa política según una encuesta publicada por La Nación.
La primera razón de que son tan pocos los que creen que “lo peor de la crisis ya pasó” es que la caída de la economía y del empleo y la incesante subida de los precios y los tarifazos golpean a esa amplia mayoría, compuesta por trabajadores ocupados y desocupados, amas de casa, jubilados, cuentapropistas y pequeños comerciantes.
El capitalismo de los saqueadores está hundiendo a la Argentina
Pero detrás de esa realidad que sufrimos la mayoría de la población hay dos cuestiones de fondo: el saqueo de los banqueros, los fondos buitres y las multinacionales avanza como nunca y ramas enteras que han sido centrales en la economía capitalista se están hundiendo.
Del saqueo que promueve y facilita el gobierno de Cambiemos hay datos evidentes, como que en 2018 hubo fuga de capitales por 30.000 millones de dólares y en los próximos tres años hay 150.000 millones de dólares de vencimientos de la deuda externa. Mientras las concesionarias de los servicios públicos como Edenor y Edesur siguen ganando a manos llenas con los tarifazos (reafirmando su política, Macri nombró en febrero en la Secretaría de Recursos Renovables y Mercado eléctrico a su amigo Juan Garade, ex CEO de Edenor), las petroleras como Shell y Exxon reciben inmensos subsidios. Al mismo tiempo las multinacionales mineras como Barrick Gold se llevan el oro y el litio prácticamente sin pagar un centavo de impuestos, y los fondos de inversión con sus pools de siembra se han apoderado del principal negocio del país, la exportación de soja.
Del derrumbe de ramas claves de la economía hay un dato catastrófico: entre febrero de 2018 y febrero de 2019 la producción industrial cayó 8,5 por ciento. Dentro de esta caída general se destaca la producción automotriz, que ha bajado a menos de la mitad. De las doce empresas que están en el país solo cuatro tienen un nivel de producción que les permite mantenerse. A esto hay que agregar una caída de 49% de la producción de televisores y electrónica, 50% en siderurgia, 59,5% en maquinaria agrícola y 69,4% en la fabricación de motocicletas.Y por supuesto que los patrones y el gobierno descargan la crisis sobre los trabajadores con cierres, despidos, suspensiones, recortes y baja salarial.
Aspirina o solucionesde fondo
Como bien dijo en el Congreso nuestra diputada Mónica Schlotthauer, frente a este desastre del capitalismo la propuesta de Kicillof, Lavagna y otros dirigentes peronistas, de “renegociar con el FMI” o retrotraer las tarifas sin tocar a las concesionarias de servicios y las grandes empresas, es como querer curar un cáncer con una aspirina.
Lo que esta situación requiere son medidas de fondo, como venimos proponiendo desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, empezando por la ruptura con el FMI y el no pago de la fraudulenta deuda externa contraída por todos los corruptos gobiernos capitalistas. Junto con ello es fundamental la reestatización de todos los servicios privatizados y la estatización de la banca, las finanzas y el comercio exterior y los recursos naturales bajo control de los trabajadores. Con todos esos recursos, lanzar un gran plan de obras públicas que garantice trabajo para todos, con salarios que cubran la canasta y el 82% móvil para los jubilados. Y para aplicar ese plan, que gobiernen los que nunca gobernaron, los trabajadores y la izquierda.
Con un gobierno como el de Cambiemos o del peronismo, y sin medidas de fondo como las que propone la izquierda, “lo peor de la crisis” que Dujovne dice que ya pasó seguirá estando por delante. Con la política que propone la izquierda podemos evitar esta catástrofe.