Lo que mata es el ajuste, no el frío
Escribe Jorge Adaro, Candidato a senador por la Ciudad de Buenos Aires
Hace unos días los noticieros daban cuenta del fallecimiento de un hombre en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires. Una muestra extrema de cómo impacta el ajuste de Macri y Larreta en el distrito más rico del país. Hacer responsable al frío por esta muerte es querer tapar los efectos concretos del ajuste brutal que se viene descargando sobre los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Un estudio conocido a propósito de este hecho indica que son más de siete mil las personas que viven en las calles, cifra que seguirá en aumento constante mientras se continúen ejecutando las políticas del FMI implementadas en todo el país por Macri y los distintos gobernadores que hacen que la pobreza crezca a pasos agigantados como consecuencia de los miles de despidos, el aumento de los productos de consumo popular y la inflación, entre otras medidas. Basta recordar que en la Ciudad de Buenos Aires hay 2,5 millones de nuevos pobres y más de 100.000 indigentes. A esto se le suman otros problemas estructurales que se reflejan en la Ciudad profundizados en estos años de gobierno de Cambiemos, como es la falta de vivienda. Macri y Larreta han hecho de Buenos Aires una ciudad expulsiva, con negociados escandalosos con las tierras fiscales para la construcción de edificios que engrosan el universo habitacional ocioso sumándose a las 350.000 viviendas desocupadas ya existentes y con 400.000 personas habitando en las villas.
No hay posibilidad alguna de acabar con este cuadro de situación si no es con un programa que contemple la obra pública, la construcción de viviendas populares y la generación de empleo como prioridad. Esto no es posible sin romper con el acuerdo con el FMI que solo promete un mayor ajuste sobre los sectores populares y la clase trabajadora para seguir pagando la fraudulenta e ilegítima deuda externa. Solo el Frente de Izquierda-Unidad plantea esta salida. El peronismo en cualquiera de sus variantes no es la alternativa para frenar el ajuste, sino por el contrario se postula como continuidad de la política del FMI.