Crisis: la salida de la izquierda
Editorial
La palabra crisis es la más citada en diarios, portales y canales. También es la que más surge en los lugares de trabajo o en cada mesa familiar. Crisis económica, crisis política, crisis social. Se vuelven a recordar viejos nombres que parecían olvidados, como default, riesgo país, cepo… O se inventan nuevos, como “reperfilar”, para graficar la vieja receta para países como el nuestro que se endeudan, pagan hasta desangrarnos y después cuando llega un cuello de botella dicen que hay que renegociar… ¡para seguir pagando! Todo mezclado con nuevas postales, como las largas colas en los bancos ante el miedo a que se repita el corralito, las que se suman a las desoladoras imágenes de empresas cerradas, comedores populares abarrotados o la de los docentes y estatales de Chubut que, en el medio de tanta desolación, con su enorme dignidad paran, ocupan edificios y cortan rutas porque no cobran sus salarios.
A todo esto que los medios describen pero no le ponen nombre, para los socialistas son las terribles consecuencias del ajuste capitalista que aplican Macri y el FMI con la complicidad de los gobernadores.
Macri salió ampliamente derrotado de las PASO, pero sigue el ajuste, el hambre y la pobreza. Mientras desde el gobierno le dicen al pueblo trabajador “está todo controlado, hay que tener paciencia y esperar”, la descarga de la crisis es brutal. A tal punto que anunciaron un salario mínimo de 16.500 pesos a cobrar recién en tres meses, que representa la mitad de la canasta de pobreza. Lo mismo pasa con la mínima para los jubilados de 11.500 pesos que ni llega a cubrir la canasta de indigencia. ¿No hay plata para un aumento digno? Claro que hay. Pero esa plata que generan millones con su trabajo cotidiano se la siguen llevando los bancos, los usureros internacionales y los grandes empresarios.
Este gobierno nos endeudó en más de 150.000 millones de dólares diciendo que nos íbamos a salvar. Pero ya se han patinado gran parte de ello (por ejemplo los 46.000 millones del FMI) y sigue la recesión, se duplicó la inflación, la desocupación y la pobreza. Precisamente porque esa plata se está yendo para cubrir el hueco de la fuga de capitales y pagar vencimientos de una deuda que en una bola de nieve imparable y sin fin. Lo mismo pasa con las reservas del Banco Central, las que se están usando para “controlar el dólar” -es decir para los especuladores, bancos y multinacionales que de la mano de Donald Trump y el FMI trafican con el billete verde-, no para un plan de viviendas que reactive la economía, o para aumentar salarios, jubilaciones o invertir en escuelas y hospitales públicos como decimos desde la izquierda.
Alberto Fernández, por su parte, viajó una semana a España. Y Cristina volvió de su viaje a Cuba tras visitar a su hija. Es tal el desastre nacional que al Frente de Todos le basta poner el “piloto automático” para ni siquiera opinar sobre las medidas del gobierno porque ya cuenta con un seguro triunfo electoral en octubre. Pero lo que corresponde debatir con los votantes de los Fernández es a quién le sirve esa conducta adoptada por su candidato en quien depositan importantes expectativas, precisamente ante un inusitado ataque al nivel de vida contra el movimiento obrero y popular.
Compartimos el deseo de terminar cuanto antes con el ajuste de Macri y sabemos que millones tienen esperanzas en el Frente de Todos. Pero señalamos que fue el propio Fernández quien aconsejó un dólar a sesenta pesos (avalando la devaluación) y reclamó que el gobierno abra una renegociación de la deuda. Lejos está Alberto Fernández de mostrar su programa de gobierno para “terminar con la catástrofe de Macri”, como está diciendo. No habla de aumento de salario ni de jubilaciones, tampoco dice que hay que prohibir los despidos, convalidó los tarifazos de las privatizadas, y jura y perjura que va a seguir bajo las órdenes del FMI pagando una deuda que a todas luces se demostró ilegítima y fraudulenta. A tal punto que el propio Fernández denunció que la plata del FMI fue para financiar la fuga de capitales y a renglón seguido dijo que igual la iba a pagar. Como lo hizo el gobierno anterior, Alberto Fernández sigue los pasos del kirchnerismo, reafirmándose como pagador serial hasta de una deuda que viene de la dictadura. Y por supuesto, no dice que hay que nacionalizar la banca para frenar la fuga de 30.000 millones por año. Si a esto le agregamos el rol cómplice de los dirigentes sindicales que le responden, como Daer o Hugo Moyano, quienes se niegan a fijar una medida nacional de protesta ante todo lo que está sucediendo, el silencio de Fernández es más complicidad que otra cosa.
Si Macri ya fue, y con Alberto Fernández va a seguir el FMI, el Frente de Izquierda Unidad le vuelve a decir a millones de trabajadores, mujeres y a la juventud que la salida viene por izquierda.
Primero, porque junto al sindicalismo combativo ya nos movilizamos dos veces después de las PASO llamando a no “tener paciencia” ante el ajuste como reclama el gobierno, el peronismo, la burocracia sindical y la Iglesia Católica. Es la izquierda la que llama a apoyar a las valientes trabajadoras y trabajadores de Chubut en lucha contra el gobernador Arcioni que responde a Fernández, exigiendo a la CGT y CTA el paro de 36 horas y plan de lucha nacional.
Segundo, desde el Frente de Izquierda Unidad volvemos a insistir en que no hay salida si se sigue bajo los condicionamientos económicos y políticos del FMI y del imperialismo. Renegociar, reperfilar o reprogramar el acuerdo con el Fondo Monetario y seguir con los pagos de la deuda significará más hambre, miseria y entrega. La salida es la que propuso nuestra diputada Mónica Schlotthauer con su proyecto de ley en el Congreso, desconocer el acuerdo con el FMI y suspender en forma inmediata los pagos para volcar esos fondos a combatir los males sociales. Medida que, junto a la nacionalización de la banca y el comercio exterior, un fuerte impuesto a los de arriba y la reestatización de las privatizadas, son indispensables para planificar un plan económico alternativo, obrero y popular, que dé trabajo, salario y reactive la economía.
Para todo esto hay que luchar y votar al Frente de Izquierda Unidad. El FIT Unidad se prepara con la fórmula Del Caño-Del Plá a la pelea electoral que se avecina. Votar al Frente de Izquierda Unidad va a servir para fortalecer una alternativa política de los trabajadores y de la unidad de la izquierda que pelee por esta salida de fondo, por un gobierno de los trabajadores y la izquierda.