¿Por qué nos hundimos de crisis en crisis?

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porque nos hundimos de crisis en crisisEscribe José Castillo

Somos un país decadente, con trabajadores pobres y más de un tercio de la población sumida en la miseria. La contrapartida son empresarios cada vez más ricos y un sometimiento cada vez mayor al imperialismo. La salida es romper con todo esto y avanzar en un gobierno de los trabajadores y el socialismo.

Todos nos emocionamos con la excelente performance de la selección argentina de básquet en el mundial de China. Más aún cuando esta vez se trató de un grupo humilde de jugadores, que no contaban con el hándicap que diez años atrás tenía la llamada “generación dorada”. El contraste entre este equipo brillante y el presente de un país decadente, hundido en la miseria, y con la vergonzosa realidad de que mientras se es capaz de producir alimentos para diez veces la población, millones de argentinos (y entre ellos la mayoría de los niños) pasan hambre, no puede ser más fuerte. Muchos periodistas y analistas políticos salieron a plantear que ello se debía a que “nos falta espíritu de equipo”, o a que se trataría de un problema de “mentalidad”. Nada más alejado de la realidad.

Un país capitalista semicolonial

Acá está la primera y más profunda respuesta de la decadencia de nuestro país y de los males que sufre el pueblo trabajador. Nuestras inmensas riquezas naturales (capaces de producir carne, leche, trigo, maíz, y otros cultivos, gas y petróleo, la inmensa plataforma pesquera del Mar Argentino, el litio, los minerales) y la enorme capacidad de trabajo de nuestro pueblo son saqueadas por un puñado de empresarios nacionales y extranjeros.

Los mecanismos de este robo son diversos y han variado en su importancia a lo largo de los años: desde el reparto de las mejores tierras a un puñado de terratenientes oligarcas tras el genocidio a los pueblos originarios, pasando por las transnacionales que se llevaban al exterior las ganancias que obtenían por la superexplotación del trabajo, o por el liso y llano robo de recursos no renovables, como el gas, el petróleo, la pesca o los minerales. En los últimos cuarenta años, lo que primó fue el saqueo descarado a través del endeudamiento externo y la especulación financiera. Si en otros tiempos fuimos una semicolonia británica, ya hace más de setenta años que pasamos a ser semicolonizados por los yanquis, con los países imperialistas europeos aportando también “su granito” para empobrecernos más.

Capitalistas extranjeros…pero también nacionales

Cargill, Dreyfuss, Cofco, son nombres de algunas de las transnacionales que tienen monopolizado nuestras exportaciones agropecuarias. Ellas son las responsables de que los alimentos muchas veces no lleguen a la mesa de los argentinos. J.P.Morgan, Deutsche Bank, City, Santander, HSBC, Templeton, Black Rock, son nombres de algunos de los pulpos financieros que se llevan miles de millones por medio de los más diversos mecanismos de la especulación financiera. Chevrón, Total, Shell, son algunos de los nombres del saqueo petrolero, así como tenemos a la Barrick Gold para llevarse el oro, mientras deja un tendal de desastre ambiental. Y podríamos seguir, con las transnacionales automotrices que explotan a nuestros trabajadores para aprovecharse de la plataforma exportadora del Mercosur y tantos otros.

Pero no nos confundamos: al lado, e íntimamente vinculados a ellos tenemos a un puñado de grandes patronales argentinas, que se comportan de igual forma. También ellos viven de la superexplotación y el saqueo, fugan sus fortunas al exterior, con el “plus” de que su nacionalidad argentina les otorga cierta prioridad para los negociados de la obra pública. Así crecieron y se fortalecieron los Macri, los Roggio, los Fortabat, los Born, los Pagani y tantos otros. O, más acá en el tiempo, los Madanes, los Coto, los Cabrales, los Constantini o los Eskenazi. Que se enriquecieron con sus lazos con todos los gobiernos, sean militares, peronistas, radicales, centroizquierdistas o macristas. Cada gobierno les da prioridad a unos sobre otros, o agrega algún nuevo nombre a la nómina. Pero ninguno deja de ganar. El listado actual de quienes lideran la “tabla de posiciones” lo ofrecemos en el recuadro.

¿Cuál es la salida?

Todos ellos, los viejos y los nuevos, los nacionales y los extranjeros, se hicieron multimillonarios a costa de sumir al pueblo trabajador en la miseria. Que hoy el 35% de los argentinos sea pobre, que haya un 14,5% que haya pasado por situaciones de hambre, que casi un 40% de la clase trabajadora esté en negro, es la responsabilidad de estos personajes, que luego pontifican desde foros o revista de negocios “exclusivas” o, en muchos casos, directamente desde sus mansiones en el exterior.

Por todo esto, nuestra conclusión es contundente: no habrá salida para nuestro pueblo si no nos liberamos del imperialismo, que hoy en lo concreto pasa por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas. Pero eso está íntimamente ligado a que se terminen los gobiernos patronales que nos hundieron mientras servían al enriquecimiento de quienes generaron las crisis. Y a que gobiernen quiénes nunca lo hicieron, los trabajadores, expropiando a estos grandes capitalistas, planificando la economía y empezando a construir una sociedad distinta: una Argentina socialista.