Lo que dejan las elecciones
Hay un nuevo gobierno. Ganó el peronismo encabezado por Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Macri y Juntos por el Cambio salieron derrotados a pesar de remontar 2,3 millones de votos. No les alcanzó. Se plasmó en las urnas el repudio obrero y popular contra Macri en un claro hartazgo contra el ajuste, los despidos, los cierres de las fuentes de trabajo y la miseria salarial y jubilatoria.Un voto castigo canalizado por el Frente de Todos. La tremenda polarización hizo que la izquierda retrocediera, aunque cosechó más de medio millón de votos (561.214) a presidente y 723.000 a diputados nacionales. Se abre un nuevo período donde las expectativas en el gobierno se irán despejando ante el nuevo ajuste que se viene, los pagos de la deuda y el marco latinoamericano con los ejemplos de Chile y Ecuador.
Vuelve el peronismo al poder después de cuatro años de gobierno macrista. El Frente de Todos sacó el 48% de los votos, logrando 267.000 más que en las PASO. Hizo la diferencia centralmente en el conurbano bonaerense, el distrito madre, logrando allí 1,3 millones de votos de diferencia, donde Kicillof triunfó con el 52% frente a Vidal. El peronismo ganó aunque no arrasó, como decían las encuestas.
El Frente de Todos tuvo que hacer algunos cambios para poder ganar. Desde la derrota que sufrió en 2015 tendió un armado que le permitió sortear las divisiones internas y dejar de estar centrado en el kirchnerismo duro para superar el techo electoral de Cristina. El hecho de postular a Alberto Fernández (quien venía de haber votado en blanco en el balotaje de 2015, hacer fuertes críticas a Cristina y haber apoyado a Sergio Massa cuando el Frente Renovador le votaba todas las leyes a Macri) fue el gesto para ganarse a los gobernadores, a todas las líneas internas de la CGT, las CTA, a los movimientos sociales conciliadores ligados a la Iglesia, a la centroizquierda siempre funcional a los partidos patronales (Solanas, Donda, Lozano) y sellar la “unidad” de los pañuelos verdes y celestes llevando a muchos anti derechos en sus listas.
Desde que el PJ vio que con la rebelión de 2017 contra el robo jubilatorio empezó la caída irreversible en la popularidad de Macri (de la que nunca se recuperó), llamó a no hacer olas y a encarrilar todo vía las elecciones con su consigna “Hay 2019”, la cual le dio resultado. A tal punto fue el desastre económico del gobierno de Macri, que al Frente de Todos le bastó con denunciar el “caos” para ganar, sin hacer prácticamente propuestas claras, de fondo, limitándose a vagas promesas de “buenas intenciones”. De esta forma triunfó el 27 de octubre y no habrá balotaje.
Macri perdió a pesar de que creció en relación a las PASO
Esto pone fin a un gobierno ajustador, aliado del FMI, hijo mimado de Donald Trump, Bolsonaro y los grandes capitales internacionales y nacionales. El verso de la “pobreza cero”, que iba a combatir la inflación o “privilegiar” a los jubilados mientras aplicaba un ajuste brutal, dio paso a la bicicleta financiera y a un endeudamiento feroz que terminaron sellando su fin. A pesar de ello logró 2.300.000 votos más que en las PASO, pasando del 32% al 40%, lo que ha sido un dato sorprendente de la elección.
Larreta ganó en CABA con el 55% de los votos. En provincias donde, en elecciones adelantadas, ya habían ganado gobernadores del peronismo como en Córdoba y Santa Fe, ahora se impuso la fórmula Macri-Pichetto, con un 61% en la provincia mediterránea, revirtiendo también los resultados que se habían dado en Entre Ríos, San Luis y en Mendoza.
En el Congreso Nacional, Juntos por el Cambio queda como primera minoría en Diputados, un fuerte bloque en Senadores y con la posibilidad de postularse como alternativa de recambio. ¿Cómo puede ser que ante semejante crisis económica haya sacado 10 millones de votos? Es que el gobierno pasó a la ofensiva bajo el llamado a “revertir” los resultados de las PASO. Hizo importantes actos callejeros, polarizó el discurso embistiendo contra la corrupción kirchnerista (“se van a liberar a los corruptos”) y llamó a votar al sector que no lo hizo en las PASO. También radicalizó el discurso con el famoso “hay que volar las villas” de Pichetto, tratando de consolidar a parte de su base reaccionaria y sacarle votos a Espert y Centurión.
De esa forma logró capitalizar un dos por ciento de los votantes de Lavagna, lo que perdieron los derechistas Espert y Centurión, y a su vez ganó a un millón más de votantes nuevos. Es decir, Macri capitaliza el voto de la tradicional clase media anti peronista, una clase media alta acomodada tradicional y también de sectores populares que, confundidos y en forma equivocada, se dejan llevar por su discurso “anti corrupción” (como si en el macrismo no la hubiera) o vieron que “se hacen obras”, sin reparar que fueron fruto del negocio inmobiliario o que llevaron al desastre de que haya un muerto y varios heridos como ocurrió con el derrumbe de Ezeiza. Lamentablemente el repudio a la experiencia con el gobierno peronista kirchnerista anterior lleva a sectores populares a optar por variantes de centro derecha como el macrismo. Esta confusión, es la que, en parte, explica los resultados de Córdoba y Santa Fe, por ejemplo. Son las razones centrales del repunte del voto a Macri, no un “giro a la derecha” electoral, la cual fue encarnada por los Centurión y Espert, variantes ultra reaccionarias superadas por el Frente de Izquierda Unidad.
La polarización perjudicó a la izquierda
Fruto de la extrema polarización la cual no se había dado en las PASO (entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se llevaron el 88% de los sufragios), el Frente de Izquierda Unidad perdió 160.000 votos a presidente y 47.000 a diputados nacionales comparado con agosto. Esto nos impidió obtener un diputado nacional por provincia de Buenos Aires (a pesar de los 331.000 votos obtenidos) y una banca por Ciudad de Buenos Aires (aunque se estuvo cerca con el 6,12%). Sí logró un legislador en CABA e hizo buenas votaciones en Chubut, Neuquén (donde anteriormente se logró una concejala) y otros distritos.
Millones consideraron que había que sacarlo sí o sí a Macri votando por quien estuviera en condiciones de lograrlo, en este caso la fórmula de los Fernández. Esta situación se acrecentó ante el miedo de que Macri pudiera remontar y forzar un balotaje. Eso hizo que muchos de quienes habían votado al FIT-Unidad en las PASO no volvieran a hacerlo en octubre.
Si bien el Frente de Izquierda repudió a Macri desde que asumió, encabezó todas las marchas, paros y movilizaciones e hizo varias marchas junto al sindicalismo combativo entre las PASO y octubre exigiendo un plan de lucha, el voto castigo fue para el Frente de Todos. Se volvió a dar lo que pasó a lo largo de muchas décadas, castigar a los gobiernos de turno apelando a otra variante patronal (votándola como “mal menor”), en detrimento de optar por una salida de fondo como levanta la izquierda. Esto vuelve a reflejar que los trabajadores en Argentina protagonizan grandes luchas pero a lo largo de los años se vuelve a manifestar una conciencia política atrasada, de creer que los gobiernos patronales pueden ser una salida. Una expresión de ello es el caso de Chubut, donde se está de plan de lucha desde hace varias semanas y el Frente de Todos al que responde el gobernador Arcioni sacó más votos que en las PASO, seguramente con la falsa expectativa de que Fernández le pasará los fondos necesarios para pagar los salarios, que Macri le negó.
Millones de trabajadores, mujeres y jóvenes, con importantes expectativas, optaron por el Frente de Todos, aunque reconocen que la izquierda siempre está en las luchas o coincidan en muchas de sus propuestas. Fue tal la desesperación y en muchos casos la bronca, que primó la voluntad de asegurarse que este gobierno se vaya de una vez. No obstante ello, hay una franja que no se dejó llevar por la polarización y los falsos discursos, que repudió a Macri confiando su voto a quienes lo enfrentamos desde el principio (y no fuimos cómplices como los dirigentes del PJ y de la CGT). Dijimos no al FMI y al no pago de la deuda, somos 100% verdes por el aborto legal, para que nuestras bancas sigan estando en los reclamos obreros y populares y fuimos fervorosamente solidarios con los pueblos de Chile y Ecuador. Más de medio millón de votos a presidente y los 723.000 a diputados apostaron por fortalecer una alternativa política de los trabajadores y la unidad de la izquierda contra todas las variantes patronales y por la independencia de clase, lo cual es muy importante.
¿“Colaborar” o enfrentar al ajuste del FMI?
La foto posterior a las elecciones fue la de Macri y Alberto Fernández dándose la mano. Vamos a “colaborar” en la transición, dijo el presidente electo. Muchos trabajadores podrán ver bien que Alberto se reúna con Macri y pida que se dedique a gobernar. Otros dicen “si aguantamos cuatro años con Macri como no le vamos a dar un tiempo al Alberto”. Son parte de las expectativas de que algo va a cambiar con el nuevo gobierno. Pero mientras Macri y Fernández llaman a una “transición ordenada”, siguen ganando los de arriba y perdiendo los trabajadores.
El gobierno acaba de agudizar el cepo, dice que los dólares sólo alcanzan hasta diciembre, reapareció el dolar paralelo, los grandes empresarios remarcaron brutalmente los precios y en semanas se termina el congelamiento en los combustibles.
La definición de Alberto Fernández de no retrotraer los tarifazos de Macri y, en especial, de seguir con el pacto político y económico que nos ata al FMI y los pagos de la deuda, impedirá cumplir con la “esperanza” de la heladera llena o de que se va a reactivar la economía, como promete. Los ejemplos de Uruguay, Ecuador, Portugal y Grecia, entre otros, muestran que de la mano del FMI o renegociando la deuda, solo habrá hambre, miseria y dependencia. Es imposible pagar la deuda y a su vez reactivar la economía como dice el Frente de Todos.
A su vez, el pacto social que está impulsando Fernández con la UIA y la CGT, tiene como objetivo encorsetar a los trabajadores para que pongan el hombro (un esfuerzo “entre todos”, dicen), mientras las ganancias capitalistas siguen.
Habrá que ver cómo se dirime la luna de miel de millones con Fernández, a quien lo votaron para que haya un cambio, precisamente cuando empiece a aplicar el ajuste y continuen los graves problemas sociales.
Llamamos desde ahora a los trabajadores y demás sectores populares a reclamar por lo nuestro. Por un inmediato aumento de emergencia, salarial y jubilatorio, para equiparar a la canasta familiar. Y para que la plata vaya a solucionar los graves problemas sociales, no para la deuda. Denunciamos la tregua de la CGT, que volvió a decir que va a acompañar al nuevo gobierno, mientras sigue el ajuste.
Hoy la bronca popular ha sido canalizada electoralmente por el Frente de Todos, pero la lucha no se hará esperar. Latinoamérica está convulsionada. Los heroicos pueblos de Chile y Ecuador se han levantado contra los planes de ajuste de los gobiernos capitalistas y el FMI. Ajuste que también se aplicaron con los gobiernos anteriores, supuestamente progresistas, no solo con la “derecha neoliberal”.
El mérito del Frente de Izquierda Unidad fue postular en las elecciones un camino de lucha y una salida de fondo, para hoy y lo que vendrá, dialogando con los millones que harán la experiencia con el nuevo gobierno, participando de los reclamos obreros y populares y de los próximos desafíos. Ese es el compromiso de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad.