“Fuera Piñera es el reclamo que une a los que están en las calles”
Nuestra compañera diputada nacional Mónica Schlotthauer, juntamente con la legisladora porteña electa Mercedes De Mendietta, visitaron Chile para solidarizarse con la lucha del pueblo trasandino. Conversamos con Mónica sobre sus impresiones y los debates políticos abiertos.
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Lo que más impacta es que no paran las marchas multitudinarias. Llevan más de dos semanas en la calle, bancando la represión, porque sigue la guerra de Piñera, con “P de Pinochet” como le llaman. Apenas llegadas y mientras nos trasladamos desde el aeropuerto hacia Santiago, un compañero nos identificaba los grupos de jóvenes que peregrinaban entre el tránsito hacia los enfrentamientos, algunos desde los barrios, otros que salían del trabajo. Y a las pocas horas, ni bien terminamos de atender a los medios que llamaron impactados por el proyecto que presenté en el Congreso para que Argentina rompa relaciones con el Gobierno de Piñera, nos enfilamos hacia la concentración.
¡Fuera Piñera! Ese es el reclamo que une a los que están en las calles, pero también se escucha desde las casas, o en los lugares de trabajo. Impacta la potencia y el coraje, la indignación y la alegría de los manifestantes. Cantan “Chile despertó”, se ven a las hinchadas de los clubes de fútbol rivales cantando “el que no salta es un paco”. En cada corrida se alientan cantando “las balas que nos tiraste van a volver” y arremeten de vuelta. El paisaje humano es de puras banderas chilenas y mapuches, pañuelos por el derecho al aborto y muchísimos carteles “made in casa”. Impacta que los más masivos sean por lo mismo que reclamamos en nuestro país: salud, educación, pensiones (jubilación) o contra la carestía. “Este sistema no va más” repiten también. Me impresionó un cartel que decía: “vine por vos mamá, nos llamaron para el turno cuando te estábamos velando” con una foto. “Son mis últimos seis meses de vida sin el primer turno de quimioterapia” decía otro. Hay muchísimos reclamos por falta de atención o medicamentos oncológicos. Me hizo pensar: ¿acaso no crecen también en Argentina las denuncias de abandono de personas por estos tratamientos? Es que “la receta mundial” para la salud de la población fue recortar, segregando a los más necesitados. En Chile ya muere el pueblo trabajador en la puerta de los hospitales. Sigo pensando: para allá vamos si no apoyamos a los profesionales que luchan en nuestro país en defensa de la salud pública. Hoy en Chile, si no conseguís un crédito bancario no hay manera de curarte.
También observé muchos jóvenes con cartones que dicen “condonación del CAE”. Son las deudas de cada estudiante con los bancos privados, porque no hay educación estatal gratuita. Así carga la juventud una mochila que les hipoteca el futuro, o, como les sucede a muchos, terminan abandonando. “Desprivatizar”, leí también en muchas pancartas: es el equivalente a lo que nosotros llamaríamos “reestatización”. Se trata de la solución que reclaman para tener acceso a lo que no debiera ser una mercancía sino un derecho.
Seguí leyendo carteles: “no más AFP”. Se refiere al sistema de jubilaciones privado. ¡Los bancos dividen el capital acumulado por 120 años para calcular el pago mensual! Así todos cobran una miseria. Más pancartas: “no al TPP-11”, el tratado comercial que subordina las riquezas de Chile a empresas extractivistas de Japón y Canadá entre otras potencias imperialistas, imponiendo tribunales extranjeros para los litigios. “No es mega sequía, es mega saqueo”, reclamo directo contra la minería y otras empresas responsables de la contaminación y el cambio climático.
Y muchos, muchísimos que dicen: “abajo la constitución”. Se refieren a la constitución de los ´80, la pinochetista, que está vigente y es la que habilita todos estos abusos y también la violación a los derechos humanos. La que concentra el modelo político y económico que esta rebelión quiere tirar. Constitución que, todos saben, nadie cambió después del final de la dictadura. Ni siquiera los gobiernos liderados por el Partido Socialista de la Concertación.
-¿Cuál es el rol y que plantea la oposición?
Es muy difícil reconocer como “oposición” a las organizaciones más importantes que están nucleadas en la MUS (Mesa de Unidad Social). Allí está la CUT, los referentes del PC y del Frente Amplio, entre otros. No piden lo que reclama el pueblo: no reclaman que se vaya Piñera. Tampoco las desprivatizaciones. Su propuesta central, en cambio, es organizar “cabildos” para organizar una lista de demanda nacional y llevársela al actual presidente. Proponen esto en vez de articular un plan de lucha para tirarlo.
Lo que conmueve es la claridad de los debates y como le responden los vecinos en las asambleas barriales: “dialogar es avalar la impunidad del asesino”, escuché decir. Es que el objetivo central de la MUS es enchalecar la rebelión, articularla con los debates en el Parlamento. Un auténtico callejón sin salida.
Por eso un intenso debate cruza la vida cotidiana y en particular las asambleas de los barrios, que son las nuevas formas de organización que surgen, y ya empiezan a coordinarse. Como aquí en el 2001. Las mujeres de esas mismas asambleas también se autoconvocan para profundizar sus demandas específicas: contra la violencia político-sexual, o en repudio a las violaciones de carabineros. Para que veamos lo lejos que está esta realidad de los planteos de la MUS, basta señalar que en su pliego de peticiones, esta se niega al reclamo de aborto legal.
Lo mismo sucede con los trabajadores. Hay sectores importantes que realizaron paros en estos días, como los portuarios. La MUS convoca formalmente a “paros”, pero no hace nada para garantizarlo. Cuando una huelga general efectiva sería fundamental para aportar a que caiga Piñera.
-¿Cómo intervienen nuestros compañeros del MST de Chile?
Es impresionante. “Harto esfuerzo”, como dicen los chilenos. Empieza por organizar a los compañeros para las marchas cotidianas, las botellitas de bicarbonato y los limones contra los gases de la represión. Sigue por la venta del periódico, que sale “como pan caliente” entre las corridas y los gases. O por el orgullo de llegar con nuestras banderas del MST hasta la propia línea de fuego con los pacos.
Además le ponen todo el esfuerzo para fortalecer las asambleas locales y coordinarlas, como pude ver que lo hacíamos desde la del barrio Yungay. Tuve la oportunidad de participar en varias de estas asambleas. Cuando me volví estaban trabajando para poder juntar esta semana voceros de 35 barrios. Nuestros compañeros batallan junto con los vecinos contra la política de la MUS, que pretende ahogar estas organizaciones autónomas.
También fue emocionante presentar el saludo de nuestro partido en una gran charla que organizaron los compañeros y poder conocer a tantos amigos y camaradas. Ahí convergieron compañeros que durante años enfrentaron a Pinochet, con otros surgidos en las rebeliones estudiantiles, o en las organizaciones feministas. Y también un nuevo grupo que vino a sumarse. “Queremos construir este partido para fortalecer las asambleas y la lucha hasta tirar a Piñera. Reclamamos plan de lucha para lograrlo. Que gobiernan los que luchan es nuestro objetivo”. Ese es el llamado del MST. Para nosotros es clarísimo. Por eso nos volvimos felices de haber aportado nuestro granito de arena y con la responsabilidad de dar a conocer esta lucha tremenda.