Jul 16, 2024 Last Updated 9:12 PM, Jul 15, 2024

El pasado 28 de agosto se realizó la señalización de la entrada de la empresa Siderar (ex Propulsora) del Grupo Techint en Ensenada. Esta fábrica proveía de láminas de acero a otras ramas de la industria. Pero su importancia estuvo en la tradición de lucha de sus obreros. Por haber protagonizado grandes peleas, sus trabajadores fueron castigados por la represión de Isabel Perón y la dictadura.

En el acto donde se homenajeó a los trabajadores asesinados y desaparecidos estuvo presente la Comisión por la Masacre de La Plata, exigiendo justicia por los compañeros del PST, en particular, por Carlos Scafide, obrero de la fábrica y militante del PST asesinado en enero de 1976. Tras el homenaje, Jorge Ávila y José Rusconi, quienes fueron delegados combativos en la fábrica en dos periodos, comentaron:

- Jorge: Entré en la fábrica en 1969. Fui elegido varias veces como delegado de administración por la lista Blanca, opuesta a la Azul de la burocracia de la UOM. En esos años ingresé al PST. En 1974, pese al Pacto Social, los trabajadores de Propulsora fuimos a la huelga. Primero, con varios días de toma de fábrica hasta que fuimos desalojados. Luego seguimos con movilizaciones. En definitiva, tras una larga lucha le arrancamos a la empresa un 40% de aumento. ¡Algo inédito! Pero vinieron las represalias. Sufrimos el secuestro de Carlitos, un compañero del PST que, junto a otro activista, fueron asesinados y sus cuerpos dinamitados. Pero recién con el golpe se produjo el desbande del activismo. Días antes, sectores de la empresa avisaron a varios trabajadores que venía el golpe. Esto demuestra la complicidad de la patronal (la familia Rocca) con los militares. Por eso hoy soy testigo de una causa que investiga esa complicidad.

- Pepe: Yo entré a la planta en 1979, bajo la dictadura, y ya era militante del PST. Con Jorge y Carlitos había compartido actividades siendo parte de la JS. Con la apertura democrática en 1983 fui parte de una camada de activistas que desplazamos nuevamente a los delegados impuestos por la burocracia, que volvimos a practicar la democracia sindical. Fui despedido en 1987. Pero esa fue nuestra escuela de militancia trotskista morenista, que sigo reivindicando hoy en día.

Los días 4 y 5 de septiembre de 1975 ocho compañeros del PST de La Plata, partido antecesor de Izquierda Socialista, fueron secuestrados y asesinados por bandas fascistas que actuaban al amparo del gobierno peronista de Isabel Perón. Fue la antesala del golpe de marzo de 1976. José Rusconi, quien por entonces era un joven militante del PST, recuerda así los hechos.

Escribe José “Pepe” Rusconi

El 5 de septiembre era un día más en La Plata. Al mediodía, con Patricia Claverie volvíamos de realizar una actividad militante. Éramos dos estudiantes veinteañeros entusiasmados con nuestra militancia. Ella había llegado a estudiar desde Bahía Blanca y yo desde Lobos. Ambos pertenecíamos a la Juventud Socialista del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Me despedí de Patricia en las puertas del Banco Nación, donde yo había comenzado a trabajar. Ella siguió camino hacia nuestro local de la calle 54 entre 8 y 9. Esa sería nuestra despedida definitiva y aquel día dejaría de ser uno más.

Esa misma tarde me llegó la noticia de que cinco compañeros no aparecían desde la noche anterior. Ellos eran: Roberto “Laucha” Loscertales, que había sido dirigente estudiantil en la Facultad de Ingeniería (UNLP) y trabajaba en Propulsora Siderúrgica (hoy Siderar); Adriana Zaldúa, estudiante de Arquitectura y trabajadora del Ministerio de Obras Públicas; Hugo Frigerio, trabajador y delegado gremial del mismo ministerio; Ana María Guzner Lorenzo, trabajadora no docente de la UNLP y Lidia Agostini, joven odontóloga recién recibida. La noche anterior, los cinco se habían dirigido a la fábrica Petroquímica Sudamericana de Olmos (hoy Mafissa) para llevar dinero que se había recolectado para aportar al fondo de huelga de los trabajadores.

Cuando salí del trabajo, me dirigí rápidamente al local. Al ingresar, detrás de mí, cerraron las puertas. ¿La razón? Un ratito antes, cuatro compañeros habían salido con destino al Ministerio de Obras Públicas con volantes que denunciaban el hecho. Pero justo a la vuelta del local, sobre la calle 8, una de las compañeras, que se había agachado para atarse los cordones, vio cómo los otros tres compañeros eran obligados a ingresar a dos autos por personas armadas con fusiles. Los compañeros secuestrados eran Oscar Lucatti, trabajador del Ministerio de Obras Públicas; Carlos “Diki” Povedano, trabajador de una repartición pública de la época llamada Previsión Social; y la misma Patricia Claverie, con la que habíamos compartido la actividad unas horas antes.

Bandas fascistas amparadas por Isabel Perón

Nos quedamos en el local toda la noche. Nadie salía porque no sabíamos qué nos podía pasar. En la madrugada comenzaron a llegar noticias. Supimos que los compañeros habían sido “levantados” por un grupo fascista que actuaba en la ciudad. Era la época de las bandas de extrema derecha como la Triple A, la CNU (Concentración Nacionalista Universitaria) y CDO (Comando de Organización), que habían comenzado a actuar al amparo del gobierno de Perón, organizadas por su ministro López Rega.

Perón había regresado al país en 1973 con el objetivo de derrotar el ascenso obrero y popular inaugurado por el “Cordobazo” de 1969. Con su “Pacto Social” había intentado contener la lucha de los trabajadores, congelando los salarios y suspendiendo las negociaciones colectivas de trabajo. Pero los trabajadores salieron a reclamar contra la creciente inflación. Por eso Perón y, tras su muerte su vicepresidenta Isabel, respondieron con una brutal represión. Las bandas fascistas contaron con zonas liberadas para actuar. En junio de 1975, la movilización obrera conocida como “Rodrigazo” se llevó puesto al ministro de Economía, Celestino Rodrigo, a López Rega y dio por tierra con el plan de ajuste. La burguesía comenzaría entonces a preparar el golpe.

Su ejemplo y su lucha por el socialismo continúan

Los cuerpos de los primeros compañeros fueron hallados sin vida en La Balandra (Berisso), donde habían sido acribillados a balazos. Posteriormente se encontraron el resto de los cuerpos. El partido organizó el velorio a cajón cerrado debido al estado en que la tortura y el fusilamiento los había dejado. Al velatorio se acercaron delegaciones de obreros de diferentes fábricas y comisiones internas de la región, muchas de las cuales habían recibido la solidaridad de nuestros compañeros y el partido en sus luchas.

Aquel no fue el primer golpe que sufrió el PST, ni sería el último. Ya habíamos sufrido la masacre de Pacheco, tras lo cual habíamos promovido la unidad de acción antifascista, organizar la autodefensa obrera y nos había obligado a tomar medidas de semiclandestinidad. Nuestro partido, que se había instalado con mucha fuerza en la realidad de la lucha del movimiento obrero y era una referencia dentro de la izquierda y los luchadores, pagó con algunos de sus mejores militantes enfrentar al gobierno capitalista y el golpe. Para nuestra regional de La Plata fue un hecho terrible. La Masacre de La Plata quedará grabada en nuestra memoria.

Pero no fue en vano. Nuestra lucha y la de nuestros compañeros y compañeras del PST no son sólo un simple recuerdo para homenajear en estas fechas, sino un ejemplo de lucha coherente por el socialismo, sin claudicar a los cantos de sirenas de quienes dicen ser salida para los trabajadores y terminan siendo la tabla de salvación del sistema explotador y opresor capitalista. Nuestro partido, Izquierda Socialista, que continúa exigiendo justicia por nuestros compañeros y compañeras del PST, es orgulloso continuador de su política obrera y socialista. Por eso seguimos levantando como el primer día nuestros puños bien en alto y decimos: ¡compañeros y compañeras asesinados y detenidos-desaparecidos del PST! ¡Hasta el socialismo, siempre!

El triunfo de la revolución en 1979 tuvo un gran impacto y abrió grandes expectativas. Luego de 45 días de huelga general y con la lucha armada del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), fue derrotada la Guardia Nacional y el feroz dictador huyó. 40 años después quien encabezó esa revolución, Daniel Ortega, es un sanguinario dictador repudiado por su pueblo.

Escribe Miguel Sorans, Dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT-CI

Esa revolución triunfante fue llevada a la derrota por la conducción del sandinismo. Es muy importante sacar las conclusiones de cómo se llegó a que 40 años después el ex comandante Daniel Ortega, usando las banderas del FSLN, gobierne para los ricos y contra el pueblo trabajador y oprimido. Algunos ex sandinistas como el escritor Sergio Ramírez (fue vicepresidente de Ortega desde 1985 a 1990) argumentan, contra Ortega, que todo se debió a “que queríamos un partido hegemónico” y que se dejó de lado el carácter “democrático” de la revolución. Para los socialistas revolucionarios el balance es otro. Si bien es real el avance antidemocrático de Ortega, el problema de fondo es que el FSLN no rompió con la burguesía y el imperialismo. Y por ese camino terminaron hambreando y reprimiendo al pueblo nica.

La revolución fue inmensa. La familia Somoza dominaba Nicaragua desde 1936, con una dictadura totalmente proyanqui. En 1979 prácticamente todo el pueblo nica se fue levantando. Para mediados de año, en intensos combates entre el FSLN y la Guardia Nacional, la zona norte (Matagalpa y León) quedó en manos de “los muchachos” (la denominación popular de los sandinistas). Desesperado, en la capital, Managua, el sanguinario Somoza hizo bombardear las barriadas obreras. La pelea fue calle a calle. En el frente sur (fronterizo con Costa Rica), la batalla final se concentró en la toma de la ciudad de Rivas, último baluarte de la dictadura. El 19 de julio, Managua quedó en manos de los rebeldes. En un país con dos millones y medio de habitantes, hubo aproximadamente 50.000 caídos.

En su lucha, y con los sandinistas a la cabeza, las masas nicaragüenses liquidaron el Estado burgués, aniquilaron su ejército, se armaron parcialmente y comenzaron a ocupar tierras y fábricas, a fundar sindicatos y a ejercer embrionaria y parcialmente un poder político directo. Se abría una enorme oportunidad para avanzar en las expropiaciones a la gran burguesía y el imperialismo, desconocer la deuda externa de la dictadura, comenzar una planificación de la economía para satisfacer en primer lugar las urgentes necesidades del castigado pueblo nica. O sea iniciar el camino del socialismo.

La política de la conducción del FSLN fue opuesta. Formaron el Gobierno de Reconstrucción Nacional (GRN), con los principales representantes de la minúscula burguesía antisomocista, Violeta Chamorro del Partido Conservador, y el empresario Alfonso Robelo.
Los sandinistas emprendieron este camino de la mano de un consejero muy importante: Fidel Castro. En un discurso en la ciudad cubana de Holguín, con la presencia de Robelo y varios comandantes sandinistas, Castro dijo que “Nicaragua no debía ser otra Cuba” (Juventud Rebelde, 29/7/79*). Les aconsejó a los sandinistas que hicieran lo opuesto a la experiencia de Cuba en 1959-61, cuando Fidel y el Che Guevara encabezaron la ruptura con el imperialismo y la burguesía cubana, las expropiaciones y la planificación económica.

Nuestra corriente, encabezada por Nahuel Moreno, planteó una política alternativa a la de Ortega y Castro. Intervenimos en la revolución de 1979 con la Brigada de combatientes Simón Bolívar (ver nota). La política de la dirección de la brigada era impulsar la movilización y el poder obrero y campesino independiente, vía los nuevos sindicatos y las milicias populares. Proponía un gobierno sandinista sin capitalistas para avanzar en la expropiación de los terratenientes y la burguesía y apoyar el proceso revolucionario de El Salvador. La política de Ortega y la dirección del FSLN era otra. Y por eso finalmente el Ortega expulsó a la brigada. Los brigadistas fueron detenidos y enviados a una cárcel de Panamá.

Ortega y el FSLN gobernaron con la burguesía y reconstruyendo la economía y las instituciones políticas y militares del capitalismo. El pueblo nica fue el que sufrió las consecuencias de esta política con más pobreza y represión.
* Discurso completo en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1979/esp/f260779e.html


Ahora hay que terminar con la dictadura de Ortega

En 1990 el FSLN perdió las elecciones a manos de la derechista pro yanky Violeta Chamorro. En el 2006 Daniel Ortega volvió al poder, antes había firmado un pacto con el somocista Partido Liberal Constitucionalista del corrupto Arnoldo Alemán. Se alió a los sectores más derechistas en el Congreso para aprobar, por ejemplo, una ley que prohibe el derecho al aborto, que se había logrado con la revolución. Pactó con la Iglesia Católica y con los grandes empresarios de Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Finalmente en abril de 2018 estalló una rebelión popular. El detonante fue el intento de Ortega de imponer una reforma previsional aconsejada por el FMI. Miles salieron a la calle en todo el país. Se levantaron otra vez barricadas. Ortega tuvo que retroceder con la reforma. Pero el odio a la dictadura llevó a que la movilización no se detuviera y pasara a exigir: Que se vaya Daniel! La Iglesia, el imperialismo, la OEA y los grandes empresarios, temerosos de que la dictadura cayera por una nueva revolución, como las del Norte de Africa, convocaron al “dialogo” y a la negociación. Mientras Ortega seguía reprimiendo y encarcelando a los luchadores. Hasta hoy se sabe de unos 350 muertos. Por esas dos vías lograron que, por ahora y pese a las movilizaciones, el régimen subsista.

La movilización fue mostrando formas de autoorganización de los estudiantes, del movimiento de mujeres y de los campesinos (el “Movimiento contra el Canal”, entre ellos). Pero el déficit de la rebelión popular nicaragüense ha sido la ausencia de una dirección revolucionaria. Este vacío fue aprovechado para que la oposición al régimen se canalice por la Alianza Cívica que está hegemonizado por sectores empresarios de la Cosep y Mario Arana presidente de la Cámara de Comercio Americana, entre otros. Desde marzo se instaló una mesa de negociación con el gobierno. Pero muchos sectores son críticos a ese dialogo. Entre ellos los dirigentes del movimiento estudiantil, organizaciones de mujeres en lucha o ex comandantes sandinistas como Luis Carrión y Dora Téllez, que rompieron con Ortega. Fruto de esas negociaciones salió una ley de Amnistía que liberó a una parte importante de los dirigentes presos, como el dirigente campesino Medardo Mairena, el dirigente estudiantil Yubrank Suazo o los periodistas Miguel Mora y Lucia Pineda. Pero la ley ha sido repudiada porque tiene la trampa que permite la liberación y la “amnistía” de los policías y paramilitares genocidas del régimen. Mientras siguen presos otros luchadores.

Contra este dialogo tramposo la única salida es continuar con la movilización popular hasta derribar a la dictadura de Ortega. Y ese camino ir buscando de dar pasos para formar un reagrupamiento revolucionario alternativo. En la perspectiva de luchar por un gobierno de los de abajo, de las organizaciones auto convocadas, de trabajadores, estudiantiles, de las mujeres y los campesinos. La tarea que quedó pendiente luego de la revolución de 1979.


La Brigada Simón Bolívar*

Fue impulsada desde Bogotá, adonde estaba exiliado Nahuel Moreno, con el PST (Partido Socialista de los Trabajadores) de Colombia, que encabezaba una campaña sistemática de apoyo a la lucha contra la dictadura de Somoza.

En junio de 1979 comenzó el reclutamiento y entrenamiento en Bogotá. Más de mil voluntarios se anotaron en pocos días. Se financió con colectas de sindicatos, otras organizaciones y mucha gente que contribuía en las alcancías.

Muchos fueron incorporados individualmente a las filas del ejército sandinista en el Frente Sur y  participaron en los sangrientos enfrentamientos que se dieron contra los últimos focos de resistencia de la Guardia Nacional somocista. Tres miembros de la brigada cayeron en combate (Mario Cruz Morales, Pedro Ochoa García y Max Senqui) y hubo numerosos heridos. Sobre la Costa Atlántica, en la ciudad de Bluefields, la derrota de los somocistas y la toma de la ciudad estuvieron directamente en manos de una columna de combatientes de la brigada.

Derrocada la dictadura, la brigada se dedicó a apoyar la formación de nuevos sindicatos, 110 organizaciones en Managua y Bluefields, junto al apoyo a las milicias barriales armadas. El 16 de agosto de 1979 fueron detenidos y expulsados del país.

*Ver el libro La Brigada Simón Bolívar. Ediciones El Socialista

El 4 de junio de 1989 la dictadura burocrática del PC chino reprimió brutalmente una movilización obrero-estudiantil de masas. Miles murieron y la noticia conmovió al mundo. Desde ese momento se consolidó la restauración capitalista
en China.

Escribe Diego Martínez

La movilización en la plaza Tiananmen fue el punto máximo de rebelión ante las consecuencias de un proceso de deterioro de las conquistas de la gran revolución de 1949 que había empezado hacía tiempo. Desde la década del ‘70 Mao Tse Tung inició contactos con el imperialismo yanqui. A partir de 1978, bajo la conducción del sucesor de Mao, Deng Xiao Ping, esas relaciones se profundizaron y la burocracia aceleró cada vez más el proceso de restauración del capitalismo y penetración imperialista. El pueblo chino empezó a luchar contra sus consecuencias.

El inicio de la resistencia

El descontento ante las medidas procapitalistas comenzó a expresarse en 1985 entre los estudiantes. Luego se extendió a los campesinos y al movimiento obrero. En las ciudades, la liberación de precios deterioraba notablemente los salarios de los trabajadores. Para fines de 1986 se dieron importantes luchas estudiantiles en varios puntos del país. En enero de 1987 fue destituido de su puesto como secretario general del PC Hu Yaobang, impotente frente a la rebelión.

El malestar contra el gobierno, sus reformas capitalistas y la corrupción siguió creciendo. La inflación era de 20%, comenzó el desempleo y la migración a las ciudades de los campesinos desplazados.

Se ponía en marcha una revolución contra la dictadura del régimen estalinista burgués y los avances del proceso de restauración capitalista. Los estudiantes no se movilizaban a favor del capitalismo. Por el contrario, en las marchas sonaba la Internacional y flameaba la bandera roja, insignia del comunismo. Muy pocos creían en el lema “hacerse rico es grandioso”, consigna de cabecera de la burocracia china desde 1978. Se defendían las conquistas sociales obtenidas con la revolución de 1949 pero se repudiaba a la dictadura del PC.

Se pone en marcha la revolución

El 15 de abril de 1989 murió Hu Yao Bang. El día siguiente salieron a la calle masivamente los estudiantes. Pedían por libertad de prensa y democracia. Se formó en Pekín el Sindicato de Estudiantes Autónomo. El sábado 22 de abril, con el funeral de Hu, la movilización se volvió nacional y masiva. El 25 de abril se declararon ilegales a los comités de estudiantes. Pero el 27 se sumaron también miles de trabajadores a las movilizaciones en Pekín, que llegaron a reunir 200.000 personas. Los trabajadores dialogaban con los soldados para que no repriman. Se conocieron datos de enfrentamientos entre los distintos sectores de la burocracia y de disposición de sectores de la tropa a no reprimir. El 9 de mayo, mil periodistas de los órganos oficiales publicaron un petitorio por la libertad de prensa. El 13 de mayo, mil estudiantes comenzaron una huelga de hambre en la plaza de Tiananmen, centro de Pekín. Se fueron sumando de a cientos. Así llegó a que el 17 de mayo, donde se manifestaron en Pekín un millón de personas. En otras veintiun ciudades también hubo movilizaciones. El 18 y 19 de mayo volvió a juntarse otro millón de personas, y se hicieron notar cada vez más las columnas obreras. Marcharon también soldados. Algunos de ellos se negaban abiertamente a reprimir. Así se llega a que, entre el 24 y el 25 prácticamente habían desaparecido las tropas de las calles. Solo quedaban las masas.

La masacre

Para fin de mes la burocracia logró reunificar al ejército y se preparaba para reprimir mientras comenzaba a decaer la movilización. El 2 de Junio, 300.000 personas rodearon de solidaridad a los ocupantes de Tiananmen participando en un festival. En la noche del 3 al 4 la burocracia desató una feroz represión. Por medio de una auténtica masacre lograron desalojarla. Además de los asesinados, mil manifestantes fueron apresados y otros tantos fueron enviados a campos de tortura para ser “reeducados” luego de ser tildados de “contrarrevolucionarios”. Aunque nunca se supo la cifra exacta de muertos en Tiananmen debido a que la burocracia mantuvo ese dato en secreto, cifras extraoficiales hablan de entre 3.000 y 10.000.

La masacre de Tiananmen fue una derrota del movimiento de masas, un golpe contrarrevolucionario que fue utilizado por la burocracia del PC para acelerar a pasos agigantados el retorno del capitalismo en China. En los años posteriores se acabó por completo con la planificación económica estatal, se liquidó el monopolio del comercio exterior, se legalizó la propiedad privada, se privatizó la banca y se creó una nueva burguesía china, con lo cual se consumó la transformación de China en un país y un estado capitalista.

Se despierta un gigante dormido

La contrapartida a esta restauración capitalista fueron las condiciones de superexplotación a que fue sometida la clase trabajadora. Esto fue generando cada vez más bronca, a lo que se sumó la persecución y la censura que subsisten (el uso de internet tiene fuertes restricciones en el acceso a varios portales y redes sociales de uso común en el resto del mundo). Una dictadura estalinista gobierna al servicio del capitalismo más brutal. Es por eso que vienen creciendo las protestas entre los trabajadores contra esta dictadura estalinista que gobierna al servicio del capitalismo más brutal. En 2018 hubo 1.702 huelgas (datos China Labour Bulletin). Después de años de descrédito en el socialismo una nueva generación, todavía minoritaria, vuelve a izar las banderas del marxismo en las universidades.
Los trabajadores y el pueblo chino comienzan lentamente a levantar cabeza después de aquella derrota histórica de hace treinta años. La clase obrera china se convirtió en este lapso en la más numerosa del mundo. Es un gigante dormido que si despierta puede conmocionar al planeta.


China: ¿“socialismo” de mercado?

 

El imperialismo y los grandes empresarios dicen que China hoy es un gran ejemplo de progreso. Hasta sectores de la izquierda mundial ligados al chavismo hablaron hace algunos años del gran país oriental como ejemplo de “socialismo” del siglo XXI.

Nada más alejado de la realidad. En China existe una dictadura sangrienta del Partido Comunista que la transformó en un Estado y un país capitalista en el cual se explota a millones de obreros y campesinos. En el país asiático operan 63.000 empresas transnacionales que convierten a China en el mayor exportador del mundo. Si bien este año su crecimiento económico será sensiblemente menor que el de años anteriores (6,2%) desde el año 2000 China vino creciendo sostenidamente hasta convertirse en el segundo país que produce mayor riqueza en el mundo después de Estados Unidos. Sin embargo cuando dividimos esa riqueza por la cantidad de habitantes (PBI per cápita) encontramos que China se encuentra en el puesto número 74 detrás de República Dominicana (datos FMI 2018). La enorme cantidad de riqueza que producen los trabajadores chinos es apropiada por las transnacionales y por una minoría de multimillonarios chinos. Según la revista Forbes, en 2019 hay 324 chinos que tienen una fortuna que supera los 1.000 millones de dólares. El ranking está liderado por Jack Ma, con 39.000 millones de dólares.

La contracara de estos datos son los 82 millones que viven debajo de la línea de pobreza (datos Banco Mundial 2018), los centenares de millones que no tienen empleo, los que sufren la baja en el nivel de asistencia a la salud y la educación y, fundamentalmente, los centenares de millones de chinos que cobran salarios de hambre.

La apertura salvaje hacia el mercado operada en los años ‘90 permitió la instalación de decenas de miles de trasnacionales industriales que encuentran en China salarios más bajos que en la mayor parte del mundo y con condiciones de superexplotación. Así es que 600.000 trabajadores mueren al año por exceso de trabajo. (www.abc.es, 4/7/2014). Esas multinacionales industriales se nutren del proceso de migración interna. En las últimas décadas centenares de millones de chinos se dirigieron del campo a las ciudades, expulsados por la pobreza, ocasionando que por primera vez en la historia de China desde 2011 la población urbana supere a la población rural. Esos cientos de millones no son trabajadores libres. El gobierno dictatorial del Partido Comunista les impide radicarse con sus familias en las ciudades. No pueden contraer matrimonio allí. Son extranjeros en su propio país. Es por eso que cada “año nuevo lunar” vuelven al campo a ver a sus familias. Mientras tanto duermen en los dormitorios de las grandes fábricas en las que trabajan casi como esclavos, prácticamente sin ningún derecho laboral.

Perón y el IAPI

Escribe José Castillo

El 26 de mayo de 1946 se creó el Instituto Argentino de la Promoción del Intercambio (IAPI), que pasó a funcionar dentro de la órbita del también recientemente nacionalizado Banco Central de la República Argentina. Así, durante las dos primeras presidencias de Perón (1946-1955) existió este organismo que ofició el rol de ente de nacionalización del comercio exterior.

Durante diez años el IAPI compró a los terratenientes latifundistas su producción a precios internos un 50% promedio menores que los internacionales. Y después la colocaba en el exterior, cobrando en dólares o libras esterlinas. Las grandes empresas agroexportadoras, como Cargill o Dreyfuss, perdieron también así el control que tenían sobre el comercio de granos y el privilegio de apropiarse de las superganancias que garantizaba la renta de los productos de la Pampa húmeda. Esos recursos pasaron a utilizarse para el financiamiento de diversas iniciativas, como por ejemplo la compra de bienes de capital para Ferrocarriles Argentinos, de aviones, o la financiación de la construcción del gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires. También se dedicaron sumas importantes para otorgar créditos y subsidios para la industrialización. Por supuesto que algunos de ellos, utilizados por empresas privadas amigas del gobierno, dieron lugar a más de un caso de corrupción.

Es que, si bien el gobierno de Perón mantuvo una relativa independencia con respecto al ascendente imperialismo yanqui, no dejó de ser patronal. Y por eso no todas las acciones del IAPI son reivindicables. Cabe criticarle el denominado convenio Andes, donde se utilizaron saldos a favor del comercio con Gran Bretaña para comprar los ferrocarriles ingleses a un precio muy superior al que correspondía. O las donaciones de trigo que se realizaron a la dictadura de la España franquista al final de la Segunda Guerra Mundial, transformando a la Argentina en prácticamente el único país del mundo que sostenía ese régimen ultraderechista.

Sin embargo, y a pesar de esto, el IAPI garantizaba a la Argentina una independencia en el manejo del comercio exterior que el imperialismo y los monopolios agroexportadores no estaban dispuestos a tolerar. Su disolución, el 4 de noviembre de 1955, fue una de las primeras medidas que tomó la dictadura de la autodenominada “Revolución Libertadora” (que luego pasaría a la historia como revolución fusiladora). Otra medida fue el ingreso al FMI, destinado a transformar a la economía argentina para convertir al país en una semicolonia yanqui. Desde entonces a la fecha ningún otro gobierno peronista ha vuelto a la nacionalización del comercio exterior, medida elemental para recuperar la independencia económica perdida. No lo hicieron Cámpora, Perón e Isabel entre 1973 y 1976. Obviamente, Menem ni lo planteó entre 1989 y 1999. Pero tampoco el kirchnerismo durante sus doce años de gobierno (2003-2015) y mucho menos lo plantea ahora, que incluso sostiene que no hay que siquiera romper el acuerdo con el Fondo, sino apenas renegociarlo.

(Leer nota principal)
https://bit.ly/30RPz6d

 

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