Jan 09, 2025 Last Updated 9:08 PM, Jan 8, 2025

Por Taylor Rojas, dirigente de Uníos, sección de la UIT-CI en Perú

En la Conferencia Latinoamericana y de los Estados Unidos convocada por el FIT-Unidad de la Argentina se desarrolló un importante debate en torno de la estrategia sobre la construcción de partidos revolucionarios. ¿Podemos construirnos al margen de la realidad de los luchadores y las luchadoras? ¡Para nosotros, no! Así pues, a continuación, respondemos algunos interrogantes extraídos de esta polémica, planteada por el PO de la Argentina, el grupo Vilcapaza y la Corriente Socialista de los y las Trabajadoras, ligados al PTS de la Argentina y la Fracción Trotskista (FT).

Desde Uníos en el Frente Amplio (FA), consideramos que la estrategia a seguir sobre la construcción de partidos revolucionarios no se puede realizar de manera abstracta desde las oficinas de locales o a través de páginas web, sino más bien acompañando los procesos de movilización y reorganización de los trabajadores y del pueblo.

Nuestra participación en el Frente Amplio es consecuencia de la aplicación de una de las tantas tácticas de construcción que Trotsky elaboró, equivalente en Perú a las que el grupo CST/PTS de la FT usa en el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) francés, o la de nuestra participación junto a la CST de la UIT-CI en el PSOL de Brasil, aunque impugnan la aplicada en Perú, y que es fundamental para combatir el sectarismo que aísla a nuestras organizaciones del movimiento de masas, condenándolas a la marginalidad. Como toda táctica, tiene un objetivo que nos sirve para construir el partido revolucionario y la defensa de la independencia de clase, acompañando, codo a codo, la experiencia de quienes se suman a la lucha revolucionaria en la búsqueda de una alternativa.

El Frente Amplio, por su programa y composición, es una organización centrista, en contra del neoliberalismo, no clasista ni socialista revolucionaria. Por el momento, no tiene entre sus integrantes a burgueses en sus organismos, ni forma parte del gobierno (a diferencia del FA de Uruguay y de Chile, donde firmó el acuerdo de paz con Piñera). El Frente Amplio se forjó dentro del marco de las enormes luchas contra la minería y en defensa del medio ambiente. Agrupa a centenares de activistas y honestos luchadores de la vanguardia con quienes buscamos empalmar en la acción para construir el partido.

Esta vanguardia viene realizando una importante experiencia y expresa una importante ruptura con los partidos del régimen, e inclusive con la izquierda tradicional, reformista y burocrática como Patria Roja, PCP-Unidad, Ciudadanos por el Cambio y Fuerza Social, que rompieron en 2014 con el FA e impulsaron la candidatura de la actual procesada por corrupción, Susana Villarán, en Lima, y otras alianzas con sectores de centroderecha.

En la segunda ruptura, en octubre de 2016, Verónica Mendoza se fue del FA buscando recuperar alianzas con la vieja burocracia reformista y burocrática de la primera ruptura, para formar, así, Nuevo Perú. Además es público su alejamiento, a favor de la derecha, con el FA al defender a Kuczynski (PPK) de la vacancia presidencial presentada por el Congreso con el falso argumento del “mal menor”, en alusión a Keiko Fujimori. Esto profundizó sus posiciones oportunistas, que arrastraron también a ex trotskistas, como Tito Prado.

Dentro del FA sostenemos la independencia política y organizativa como un polo obrero y socialista. Desarrollamos una pelea permanente y frontal contra estas tendencias oportunistas, dentro y fuera del FA, tal como pueden ver en las ediciones de nuestro periódico Uníos 22, 23 y 24.

De esta manera, realizamos una importante campaña electoral dentro del FA en 2018 y 2019, que combinó con la trayectoria del compañero Enrique Fernández Chacón quien, mientras sectores de la izquierda corrían para refugiarse en el PSUV de Chávez o el PT de Lula y Dilma, sostiene cuarenta años de experiencia de lucha junto al movimiento obrero y la nueva vanguardia, lo que nos permitió tener un congresista trotskista dentro de la cueva de bandidos del Congreso peruano para rechazar la política del gobierno y el régimen político. Este es un importante paso para sostener la defensa de la independencia de clase en todos los frentes y acompañar las luchas concretas de la clase trabajadora y de los pueblos de Perú.

Desde esta perspectiva, nuestras posiciones se desarrollan con total independencia, buscando construir nuestra organización al calor de las luchas obreras y populares, de las mujeres y de la juventud. La construcción del partido revolucionario no solo es una teoría, es una acción permanente sobre las realidades del movimiento de masas, por lo tanto una ardua pelea contra las presiones del régimen sobre las organizaciones centristas y también una lucha frontal contra el sectarismo reinante en sectores de la izquierda revolucionaria. En ese camino construimos Uníos en el FA, utilizando las tácticas que son legítimas para todos los revolucionarios y no propiedad intelectual de alguna corriente en particular. 

 

Este jueves 27 a las 13.30 se moviliza el Frente de Izquierda Unidad hacia la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina, Viamonte 1133 (esquina Cerrito) CABA, donde realizará un acto en el marco de una jornada internacional de protesta:

 

- Viva la lucha y la rebelión del pueblo de Estados Unidos. Justicia para George Floyd y Jacob Blake.

- Fuera el imperialismo de América Latina. 

- Por el triunfo de la lucha obrera y popular contra el golpe en Bolivia. 

- Ningún acuerdo con el FMI. No al pago de las deudas externas. Que la crisis la paguen los capitalistas.

 

Escribe Miguel Lamas

Con centenares de miles de personas en las calles y una huelga general, el pueblo de Bielorrusia rechaza el escandaloso fraude electoral y exige que se vaya Lukashenko, el dictador que gobierna hace veintiséis años.

El domingo 9 de agosto hubo elecciones en Bielorrusia y, como sucede desde hace veintiséis años, el tribunal electoral proclamó el triunfo de Lukashenko, con 80% de votos, frente a Svetlana Tikhanovskaya, con un supuesto 9 por ciento.

Antes de las elecciones Lukashenko encarceló a dos candidatos opositores acusándolos de ser parte de una “conspiración extranjera”, uno de ellos es el esposo de Svetlana Tikhanovskaya. Otro candidato potencial con posibilidades electorales, miembro del banco Gazprombank de Rusia, huyó después de recibir el aviso de que también iba a ser arrestado.

Durante la campaña, los activistas fueron perseguidos por la KGB (policía política que sigue llamándose igual que en los tiempos de Stalin), los actos opositores fueron reprimidos y cientos de personas terminaron encarceladas. A los observadores independientes, a los partidos opositores y veedores internacionales les impidieron fiscalizar los comicios.

Estallan las protestas  

La mayoría de la población no creyó en el “triunfo” de Lukashenko y se desataron protestas masivas y una huelga general contra el fraude electoral. “Las protestas no tienen precedentes en su escala, ya que la gente en decenas de ciudades y pueblos se ha levantado y pide que la principal figura de la oposición, Svetlana Tikhanovskaya, quien tuvo que huir al exilio, sea reconocida como la ganadora de las elecciones presidenciales del domingo”, señaló la corresponsal de la BBC.

El gobierno respondió con una fuertísima represión policial, con casi 7.000 detenidos, centenares de heridos, torturados y la internet caída por días. Pero sólo logró aumentar el repudio popular.

El domingo 16, las protestas continuaron por octavo día consecutivo. Se estima que más de 250.000 personas participaron en la “marcha de la libertad” en la capital, Minsk. También hubo marchas masivas en Gomel, la segunda ciudad del país.

Según informes de los medios de comunicación bielorrusos, los trabajadores hicieron paros y asambleas espontáneas en más de cien grandes empresas manufactureras, incluidas BelAZ (camiones todoterreno, Zhodino), MAZ (camiones y autobuses, Minsk), MTZ (tractores, Minsk), Keramin (baldosas cerámicas, Minsk), Integral (productos electrónicos, Minsk), Grodno Azot (productos químicos, Grodno) y Belaruskaliy (fertilizantes potásicos, Soligorsk).

Partidarios del presidente Lukashenko se reunieron también el domingo 16 en el centro de Minsk en una contramanifestación que contó con poca asistencia, muchos obligados bajo la amenaza de ser despedidos de sus trabajos.

El régimen de Lukashenko

Bielorrusia está ubicado entre Rusia y Polonia, tiene más de nueve millones de habitantes y fue parte de la antigua Unión Soviética. Como Rusia y otros Estados emergentes de la URSS, en 1991 se independizó en el marco de una huelga general que duró un mes. Aunque cayó el régimen estalinista de partido único, se restauró el capitalismo mediante un régimen de ex burócratas estatales asociados a nuevos capitalistas. Bielorrusia conserva una porción importante de empresas estatales, pero en el marco del libre mercado capitalista con inversiones imperialistas en los sectores claves más modernos (informática) y la banca.

La apertura democrática lograda por los trabajadores movilizados en 1991 fue cada vez más restringida. Y a partir de 1994 se empezó a consolidar el gobierno dictatorial de Aleksander Lukashenko con una fachada de elecciones, siempre fraudulentas. Mantiene además una buena relación con Rusia y Putin, a quien le ha pedido “ayuda”.

La actual crisis del régimen no solo fue causada por el fraude electoral, sino por el hartazgo de la continua represión a las libertades democráticas, incluidas la libertad sindical y  de organización política de los trabajadores, y también por el ataque a los derechos laborales y la crisis social. El año pasado comenzó una fuerte recesión económica, el gobierno dictó leyes facilitando despidos, imponiendo un sistema de contratos temporales, recortando beneficios sociales, aumentando la edad jubilatoria y buscando facilitar la inversión extranjera europea o rusa. También incrementó la deuda externa y se inició la privatización de empresas públicas aumentando la dependencia con la banca internacional.

El coronavirus agravó la situación. Como Trump y Bolsonaro, Lukashenko negó el alcance de la pandemia e intentó ocultar el impacto real en la salud popular. El mandatario, de 65 años, llegó a aconsejar a los bielorrusos que beban vodka y vayan al sauna. Hoy Bielorrusia superó los 70.000 infectados, aunque hay muchos indicios de que el número real es muy superior. El propio Lukashenko tuvo Covid-19.

¡Fuera Lukashenko!

La señora Tikhanovskaya capitalizó la bronca popular a Lukashenko por ser la única alternativa electoral. Incluso Lukashenko reforzó esto con su afirmación de que “una mujer no puede manejar Bielorrusia”, dicho con el que logró que centenares de miles de mujeres estuvieran a la vanguardia de la movilización. 

Tikhanovskaya es una candidata procapitalista también. Tiene el apoyo de sectores imperialistas europeos y de los capitalistas ucranianos. Su programa de gobierno, aunque no habla mucho de eso, debe basarse muy probablemente en avanzar con las privatizaciones y reforzar la dependencia con el capital extranjero.

Pero el otro elemento importantísimo en las protestas bielorrusas es el papel central de los trabajadores industriales y los sindicatos obreros, que convocaron a la huelga general e incluyen entre sus demandas, además de la democracia política, el rechazo a las privatizaciones, la defensa de la estabilidad y los derechos laborales y la plena libertad de organización sindical.

Desde la UIT-CI apoyamos la rebelión obrera y popular democrática del pueblo bielorruso para terminar con la dictadura e imponer elecciones libres y democráticas. Por el desarrollo de la huelga general obrera. Contra cualquier intento represivo o de intervención militar interna o de Putin y Rusia. Consideramos que la construcción de una alternativa política de los trabajadores y trabajadoras es una necesidad para seguir la lucha por los cambios de fondo que necesita el pueblo trabajador bielorruso, que pasa por lograr un gobierno de la clase trabajadora.

En ese camino, llamamos a la solidaridad internacional en apoyo al pueblo y la clase trabajadora de Bielorrusia para sacar a la dictadura de Lukashenko e imponer las demandas democráticas y sociales que reclaman.

 

 

Palestinos protestan contra el acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos e Israel

Miles de palestinos participaron en manifestaciones en toda Cisjordania y la Franja de Gaza para condenar la vergonzosa declaración de los Emiratos Árabes Unidos sobre la normalización de sus relaciones con el sionismo israelí. Los Emiratos Árabes, Estado ubicado al sur de la península arábiga, traicionan así la causa palestina, que tiene la solidaridad de todos los pueblos árabes, aunque no la de sus gobiernos proimperialistas.


Estado español. Nissan: ¿cómo dicen triunfo cuando se firma el cierre?

Se acaba de firmar el acuerdo para el cierre de Nissan. El comité de empresa y todos los sindicatos que lo forman (UGT, CCOO, Sigean-USOC y CGT) lo han presentado como “un gran triunfo de la clase obrera”. Lucha Internacionalista (sección de la UIT-CI  en el Estado español) considera que, al contrario, es una derrota, porque se pacta el cierre de Nissan y el despido de 2.525 trabajadores, cuando el eje de la lucha era contra el cierre y los despidos. Las indemnizaciones son pan para hoy y hambre para mañana. Se abandona además a más de 22.000 trabajadores/as indirectos. Tampoco se levantó en las asambleas que existían alternativas al cierre, con la nacionalización/socialización, aunque como CGT se había presentado un proyecto. Solo la lucha unida y coordinada puede revertir el cierre y los despidos y lograr la reindustrialización (ver nota en luchainternacionalista.org).


Venezuela. Tribunal militar ratifica la condena al dirigente sindical Rubén González

El 11 de agosto, la Corte Marcial (militar) ratificó la condena impuesta al dirigente sindical Rubén González, que fue sentenciado a cinco años y nueve meses de prisión, el pasado 13 de agosto de 2019, por un tribunal militar por supuestos delitos de “ataque y ultraje al centinela”. Rubén González es el secretario general del sindicato de trabajadores de la empresa estatal Ferrominera. Antes con Hugo Chávez, y ahora con Nicolás Maduro, es detenido y condenado por segunda vez por sus labores sindicales en defensa de la clase trabajadora. Está en prisión desde el 30 de noviembre de 2018, cuando la Guardia Nacional lo detuvo en Anzoátegui, después de participar en una marcha de trabajadoras que exigían un salario igual a la canasta básica. El Partido Socialismo y Libertad (UIT-CI) expresó su rechazo y exige la libertad inmediata y plena de Rubén González.


Bolivia. Tras una semana de bloqueos acuerdan elecciones en octubre

Después de una semana con bloqueos de caminos en todo el país por parte de campesinos y pobladores de zonas suburbanas de El Alto, Cochabamba y otras ciudades se aprobó una ley que prevé elecciones para el 18 de octubre. Varios sectores continuaron con los bloqueos pese a la ley, porque exigen que se fuera ya el gobierno de Añez, ante el desastre de la pandemia del Covid-19 y la crisis económica. Pero el MAS y la conducción de la COB, que el MAS dirige, lograron levantar todos los bloqueos sin otra demanda fuera de la electoral. Muchos los acusaron de traidores. Mientras, la ultraderecha, desde los Comités Cívicos, rechaza las elecciones en octubre con el argumento de que tienen que ser después de que se termine la pandemia y exige la ilegalización del MAS.

 

Escribe Miguel Lamas

El primer ministro libanés, Hassan Diab, anunció la renuncia de su gobierno este lunes, seis días después de la explosión que destruyó parte de Beirut, la capital, tras la dimisión de casi todos sus ministros y con centenares de miles de personas en la calle indignadas, ocupando edificios públicos y gritando “revolución” y “que se vayan todos”.

Líbano, pequeño país de siete millones de habitantes de mayoría árabe, fraccionado en opciones religiosas cristianas e islámicas chiitas y sunnitas, se encuentra en una profunda crisis económica, social y política. Ocupa económicamente el rol de centro financiero del Medio Oriente árabe y depende principalmente del imperialismo francés. Además, fue invadido reiteradamente por las fuerzas armadas de su país vecino, Israel. 

En abril se reanudaron las movilizaciones que se iniciaron en octubre del año pasado y que se habían interrumpido por la pandemia. A las consignas contra la clase gobernante motivadas por la crisis económica, las denuncias de corrupción y el sectarismo religioso, se suma ahora la exigencia de una investigación profunda e imparcial de la catastrófica explosión. Los manifestantes se están radicalizando: al grito de “revolución” y “que se vayan todos” corren a miembros del gobierno por las calles y toman ministerios. El gobierno trató de apaciguar convocando a elecciones en dos meses, pero las movilizaciones aumentan día a día.

Por su parte, el presidente, ahora renunciado, Michel Aoun, dijo poco después de la explosión que era “inaceptable” que hubiera 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas de forma insegura. Y luego manifestó por twitter que “una investigación internacional va a ser una pérdida de tiempo”.  

Lo que provocó la reciente catástrofe fue un incendio en un depósito donde estaban almacenadas 2.750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años, sin “medidas de precaución”, según reconoció el primer ministro Hassan Diab. La explosión dejó al menos 160 fallecidos, 6.000 heridos y desaparecidos. Unas 300.000 personas quedaron sin hogar. Toneladas de materiales de bioseguridad que estaban en el puerto destinados para hacer frente a la pandemia también se perdieron y los hospitales, ya colapsados, se llenaron de heridos.

“La revolución del whatsapp”

Este desastre, cuyas causas aún no fueron esclarecidas, profundizó aún más la crisis y radicalizó a los manifestantes que en octubre del año pasado tomaron las calles abriendo un proceso revolucionario que ya provocó, en noviembre pasado, la caída del anterior gobierno de Saab Hariri, de la derecha empresarial y apoyado por el imperialismo.

La crisis política lleva décadas, en octubre se agudizó ante una total catástrofe económica, con la mitad de su población por debajo del umbral de la pobreza, con una deuda de 170% de su PIB (proporcionalmente, una de las más altas del mundo) y el colapso de todos los servicios públicos. A principios de octubre de 2019 la escasez de moneda extranjera llevó a la libra libanesa a una fuerte depreciación frente al dólar que desató la hiperinflación. Los importadores de trigo y combustible exigieron que se les pague en dólares. Los sindicatos convocaron huelgas.

A mediados del mismo mes, el gobierno, aplicando los clásicos planes del FMI, propuso nuevos impuestos sobre el tabaco, la nafta y las llamadas de voz a través de whatsapp para aumentar sus ingresos, pero la reacción violenta de la población, que tomó edificios públicos, obligó a cancelar los planes y en noviembre cayó el gobierno. Se recuerda como “la revolución del whatsapp”.

El gobierno de Hassan Diab

Ante la caída de Hariri en noviembre, Hassan Diab encabezó un gobierno de centroizquierda, integrado por Hezbollah (“partido de Dios”), el Movimiento Amal, partidos apoyados principalmente por la población musulmana chiíta; el Movimiento Marada, cristiano; el Partido Comunista de Líbano, el Partido Social Nacionalista Sirio y el Movimiento Patriótico Libre, apoyado principalmente por la población cristiana.  

Pero este gobierno no logró la estabilidad política ni interrumpir las protestas ya que no tomó ninguna medida económica que aliviara el desastre que vive el pueblo. Por el contrario, mantuvo los pagos de la deuda externa y las altísimas ganancias de los banqueros. Líbano es el centro financiero del Medio Oriente árabe.

Levantamiento imparable

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, visitó Beirut el día después de la explosión, como un bombero que iba a apagar el incendio, con un falso discurso “humanitario”, para “ayudar”, dijo. En realidad, fue a defender los intereses económicos en el país, que fue protectorado de Francia entre 1920 y 1943, para intentar apuntalar al gobierno de Diab. La burguesía francesa mantiene importantes negocios en Líbano.

Ante la profundidad de la crisis y el derrumbe de todos los partidos, sectores empresariales hicieron circular un petitorio para que Francia tome el control del país por diez años.

En las calles, centenares de miles de jóvenes, trabajadores, desocupados y mujeres empobrecidas se unen borrando las líneas divisorias sectario-religiosas para repudiar a todos los partidos patronales de cualquier confesión religiosa. El pueblo trabajador libanés necesita organizar su propio poder para terminar con el desastre, comenzando por imponer el no pago de la deuda externa.

Llamamos a la solidaridad internacional de los trabajadores, las trabajadoras y la juventud con la lucha del pueblo libanés y contra cualquier intervención imperialista francesa o sionista con la excusa de “estabilizar”, porque solo aumentarán el desastre.

 

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