Jul 21, 2024 Last Updated 5:23 PM, Jul 20, 2024

Escribe Diego Martínez

Hubo tres actos. El más importante fue convocado por la CGT. Contó con la presencia de gobernadores, intendentes del conurbano y dirigentes sindicales de la CGT y la CTA, donde Alberto Fernández fue el único orador. La gran ausente fue Cristina. Hasta último momento se especuló sobre su presencia pero finalmente no fue de la partida, aunque sí estuvo Máximo Kirchner. Moyano, por su parte, no quiso quedar pegado a la desgastada conducción cegetista que viene dejando pasar el ajuste y realizó un evento propio en el que, sin embargo, se deshizo en elogios hacia Fernández y Cristina y llamó a los trabajadores a apoyar al gobierno. En otro plano, Barrionuevo y Acuña se juntaron con Guillermo Moreno y Duhalde, quien dijo que “el peronismo no tiene futuro”. Lejos de seguir la vieja máxima peronista de “unidos y organizados”, el 17 de octubre mostró un peronismo fraccionado, división que se expresó incluso entre los convocantes al acto “oficial”. La cúpula de la CGT le pasó factura a La Cámpora, encargada de la organización virtual del evento, por el fracaso del sistema informático mediante el cual, supuestamente, millones de personas podrían haber participado del acto. Moyano, por su parte, echó leña al fuego con sus declaraciones: “Hubiera sido importantísima la presencia de Cristina, a lo mejor tiene algún motivo” (Clarín, 19/10).

Tampoco se expresó un entusiasmo desbordante entre los trabajadores y los sectores populares. El peronismo convocó a este acto buscando el “relanzamiento” de su gestión y generar una “inyección de apoyo” hacia su gobierno. Pero no fue así, fundamentalmente por el descontento que existe en muchos sectores ante el crecimiento de las dos pandemias, la del Covid-19 y la social, por la cual millones de argentinos caen en la pobreza. 

¿Es el peronismo una solución a los problemas de los trabajadores?

Dijo Fernández, parafraseando al gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto: “Dios debe ser peronista, porque menos mal que el peronismo está gobernando la Argentina en este momento” (Página/12, 18/10). En el discurso del presidente abundaron las referencias a la crisis existente, él mismo afirmó que será recordado como “el presidente de la pandemia”.  

Sabemos que amplios sectores del pueblo trabajador siguen teniendo expectativas en el gobierno, sobre todo porque lo comparan con Macri, pero también porque creen que el gobierno no pudo llevar adelante su verdadera política por la pandemia. No compartimos estas posiciones.

En una situación como esta es cuando más quedan claras las prioridades de un gobierno. Si prioriza a los de arriba o a los de abajo. En su discurso, Alberto, citando al papa Francisco, sostuvo que para él y su gobierno están “primero los últimos”. A juzgar por lo que vimos estos meses tenemos que decir que, más allá de su doble discurso, en la realidad concreta para Fernández “primero están los primeros”. Durante la cuarentena acordó con las patronales y la CGT recortes salariales y dejó pasar suspensiones, cierres y despidos, les otorgó subsidios a las patronales para que mantengan sus ganancias, negoció con los bonistas y le pagó 4.500 millones de dólares al FMI. Mientras los empresarios reciben todo tipo de beneficios para mantener sus ganancias, o al menos aminorar sus pérdidas, la situación de los trabajadores es cada vez más angustiante y el gobierno no toma medidas para revertirla. Con este gobierno peronista se llegó a 13,8% de desocupación, aumentó la pobreza a 40,8% y se calcula que a fin de año van a haber 750.000 pobres más (datos Unicef), millones se quedaron sin trabajo y otros vieron reducir drásticamente sus ingresos.

En el discurso del sábado hubo muchas referencias al viejo peronismo, pero lejos está el gobierno de Alberto de llevar adelante las tres banderas justicialistas: soberanía política, independencia económica y justicia social.

Por una verdadera alternativa política de los trabajadores

Alberto Fernández abundó con las referencias a las conquistas obtenidas por los trabajadores y el pueblo. El gobierno utiliza el recuerdo del primer peronismo, que quedó grabado en “las retinas” de millones y se transmitió de generación en generación, para buscar el apoyo de los trabajadores. Pero lo cierto es que no existe más el peronismo de las conquistas obreras y populares. Hace décadas que gobierna al servicio de las patronales y garantiza el saqueo imperialista. 

El peronismo siempre inculcó la concepción de que hay que apostar a la unidad entre trabajadores y patrones. Esto lo sostuvo Alberto Fernández en su discurso cuando dijo que hay que apostar a la “reconstrucción” de la Argentina sobre la base de la unidad con los patrones. Sin embargo, confiar en esta unidad, como marca la experiencia histórica, produjo que desde hace décadas vayamos perdiendo conquista tras conquista.

Por eso decimos que no es salida para los trabajadores. Hoy es la izquierda la que defiende las históricas conquistas que obtuvimos los trabajadores a lo largo de las décadas frente a los ataques de los gobiernos patronales. Por eso, acompañamos e impulsamos todas las luchas por salario, jubilación, defensa de la salud, de la educación y el derecho a la vivienda, entre otras reivindicaciones. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad planteamos que hay que romper con el imperialismo y el FMI, dejar de pagar la deuda, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las empresas privatizadas.

Llamamos a aquellos compañeros que se reivindican peronistas pero sufren las consecuencias de las políticas implementadas por este ajuste a enfrentarlo juntos en las calles, los lugares de trabajo y los barrios. Invitamos a los compañeros a debatir sobre estas conclusiones. Nosotros, por nuestra parte, seguimos construyendo Izquierda Socialista, convencidos que la salida es la lucha por un gobierno de los trabajadores y el socialismo, única solución definitiva a los problemas de nuestro pueblo.

 

 

Escribe José Castillo

El gobierno peronista del Frente de Todos estuvo presente en el Coloquio de IDEA. El presidente Alberto Fernández asistió a la apertura y el ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvo en el panel del último día. Recordemos que se trata de la reunión anual de lo más granado del empresariado concentrado nacional y extranjero, un auténtico “foro” donde el establishment económico da a conocer sus posiciones y exigencias frente a los gobiernos. Como dato de color, Néstor y Cristina Kirchner nunca asistieron. Más aún, la “excusa” que usó Néstor Kirchner para echar en 2005 a su entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, fue por su participación en este coloquio.

Alberto Fernández ya venía reuniéndose sistemáticamente con los principales patrones de la Argentina. Su presencia en IDEA “coronó” esta serie de actividades. Su discurso fue toda una serie de elogios y promesas al empresariado. Periodistas del diario Perfil descubrieron una perlita: sus palabras parecen casi calcadas del discurso que dio ante el mismo coloquio el entonces presidente Macri en 2016.

Sin embargo, todas las “señales amigables” que da el gobierno del Frente de Todos no parece alcanzarles a las principales patronales argentinas. Siguen exigiendo más. “Un plan”, dicen, que traducido es “más ajuste aún”. O medidas más claras para que vuelva la “confianza”. Nuevamente, traducido, más concesiones a las empresas, los bancos y el establishment económico. Sus economistas y periodistas insisten: la “dirección” de las medidas está bien, pero se necesitan “más”. Y, por supuesto, coronan todo esto con un dólar que sigue subiendo y brechas entre el oficial, el blue, los “contados con liqui” y MEP (dólares que usan los grandes especuladores para fugar).

¿Cómo viene respondiendo el gobierno a todo esto? Como en toda la cuarentena. No es cierto lo que sostienen algunos periodistas amigos del oficialismo de que Alberto Fernández está “resistiendo”. Al contrario.

La realidad es que se sigue profundizando el ajuste contra el pueblo trabajador. Las paritarias siguen congeladas, o acordadas con sumas fijas totalmente por debajo de la inflación. Las jubilaciones recibieron tres aumentos por decreto, donde el 100% de los trabajadores, incluyendo los de la mínima, terminaron recibiendo menos que lo que les habría correspondido si se hubiera aplicado la cláusula de reajuste suspendida por el Frente de Todos apenas asumió en diciembre. Ahora se está por aprobar una nueva fórmula de reajuste jubilatorio a aplicar a partir de 2021, se hará según la variación de los salarios y no de la inflación. O sea, con los datos de este año los jubilados volverán a perder más aún el año próximo. 

A esto sumémosle que se perdieron 3.750.000 puestos de trabajo, con sus consecuencias en términos de crecimiento astronómico del desempleo y la pobreza.

Y del otro lado hay una ya larga serie de medidas, que se profundizan día a día, de concesiones a las grandes empresas. A las que ya se vienen tomando desde que comenzó la pandemia (rebajas de salarios de 25%, ATP con el gobierno pagándole a las patronales hasta 50% de los salarios de montones de empresas, despidos, suspensiones y cierres de empresas dejados pasar sin sanciones) se suman las medidas del último mes. Veamos.

Se rebajaron las retenciones a los monopolios exportadores del agro y la megaminería. Ahora se sumaron subsidios a las petroleras y las gasíferas. Se anunció que, a partir del año próximo, se descongelan las tarifas de gas y electricidad. Se le brindaron nuevas concesiones a las grandes patronales de la llamada “economía del conocimiento”. Se anunció que el Estado se va a hacer cargo de pagar salarios de empresas que deban reestructurar sus deudas. Finalmente, en el propio Coloquio de IDEA, el ministro Guzmán dio a conocer toda una batería de medidas que benefician directamente a los especuladores financieros. Les rebajará los impuestos a las ganancias y bienes personales. Se eliminarán incluso las escasas medidas que existían para que les resultara menos fácil fugar vía el “contado con liqui”: se reducen los días que llevaba la operación, con el riesgo consiguiente, y se vuelve a permitir operar en ese mercado especulativo incluso a los fondos de inversión extranjeros. Hasta los diarios más cercanos al oficialismo dicen que esta medida tiene por objeto facilitar que puedan salir (léase “fugar”) fondos usureros internacionales como Templeton y Pimco, a los que hasta se les pondrá a disposición 750 millones de dólares de las casi inexistentes reservas del Banco Central.

Todo esto es para transitar el tiempo que lleva alcanzar el “premio mayor”, acordar el ajuste con el Fondo Monetario Internacional.

Así, sin dudas, no hay salida para el pueblo trabajador. El camino es exactamente el opuesto. Por eso insistimos en que es necesario otro plan económico, obrero y popular, que comience con dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI y, en vez de cederle todos los días algo nuevo a las grandes patronales, cobrarles un impuesto de verdad a las grandes riquezas. Para así, con todo ese dinero, volcarlo a resolver las más urgentes necesidades populares generadas por las dos pandemias, la sanitaria y la social. 

Escribe Guido Poletti

La batería de medidas económicas lanzadas por el gobierno de Fernández esta semana tiene ganadores concretos, las grandes patronales. Repasemos.

El anuncio de subsidios a la producción de gas, aceptando pagarle a los pulpos del gas y el petróleo un precio por millón de BTU (medida universal) muy superior no solo al costo de extracción, sino también al valor internacional, es un negocio redondo para Tecpetrol (Grupo Techint), la Total francesa y Panamerican Energy (Grupo Bulgheroni), en el que también se beneficiarán todas las otras empresas que participan en Vaca Muerta (Chevron, Petronas, etcétera).

El aumento de las tarifas, además de beneficiar a las gasíferas (las arriba mencionadas), también significará millones de dólares para las privatizadas eléctricas. Ahí juegan fuerte Marcelo Mindlin, en Edenor, y la italiana ENEL, en Edesur.

También se informaron beneficios para las empresas que integran lo que se denomina la “economía del conocimiento”. Los principales agraciados serán Marcos Galperín (Mercado Libre), Martín Migoya (Globant) y Roberto Souviron (Despegar), entre otros.

Finalmente, tenemos las medidas que benefician directamente a los especuladores financieros al liberarlos de ciertas restricciones que les permitirán acelerar la fuga de divisas. Los favorecidos serán los fondos especulativos internacionales Templeton y Pimco.

Escribe Adolfo Santos

En medio de una miseria creciente, con millones de desocupados y subocupados y una inflación por las nubes, se acaba de anunciar un ajuste para el salario mínimo que es una vergüenza. En la Comisión Técnica del Salario Mínimo Vital y Móvil los miembros de la CGT y de la CTA, con la presencia de la CTEP, aunque sin voto, acordaron con las cámaras patronales, y bajo la supervisión del gobierno, un reajuste de 28% para el ingreso mínimo. Un índice muy distante del 40% de inflación calculada para este año.

Pero como lo que es malo puede quedar peor, los burócratas sindicales pactaron que ese reajuste insuficiente sea pagado en cuotas. En octubre será de 12%, en diciembre, 10%, y en marzo de 2021, 6 por ciento. Un reajuste a la baja. Los actuales 16.875 pesos alcanzarán los 21.600 recién el año próximo. Cínicamente, tanto Yasky como Daer criticaron a Macri durante el encuentro señalando que el dirigente de PRO había bajado el costo laboral porque el salario había perdido con la inflación. Con el gobierno peronista de Alberto Fernández pasa exactamente lo mismo, la diferencia es que ahora lo hace con el apoyo de los dirigentes sindicales.

No es casual que el gobierno haya salido feliz de la reunión, creía que iba a ser trabajosa, ya que las centrales sindicales habían expresado la necesidad de elevar el mínimo al costo de la canasta básica familiar, de 46.000 pesos, lo que implicaba un aumento de más de 200%, pero como otras veces solo se trataba del doble discurso peronista. El 28% se acordó sin ningún trauma. Los empresarios ofrecieron 23%, la CGT de Daer y la CTA de Yasky, sin ninguna consulta a las bases, solicitaron 30% y, en nombre del gobierno, el ministro de Trabajo Claudio Moroni bajó el martillo cerrando en 28%… en tres veces.

Contra el acuerdo social y por la independencia de las direcciones

Este acuerdo del mínimo, que rechazamos, contrario a los intereses de los trabajadores y los jubilados, es parte del acuerdo social entre el gobierno, la burocracia sindical y los sectores patronales. Los convenios salariales por debajo de la inflación que vienen cerrando algunos gremios, incluso con sumas fijas, así como este mínimo miserable que no cubre la canasta básica, son parte del ajuste que le están haciendo pagar a la clase trabajadora. Por eso nos oponemos al pacto social, cuyo objetivo es disciplinar a los trabajadores tras un proyecto patronal peronista que se arrodilla ante el FMI y los usureros de la deuda externa.

Denunciamos esta nueva traición de la burocracia sindical que va a contribuir con el aumento de la miseria. Es inadmisible que en medio de esta situación de emergencia los dirigentes de la CGT y la CTA centren sus actividades en apoyar al gobierno patronal de Alberto Fernández, como hicieron con el acto virtual del 17 de octubre, o aceptando mansamente firmar este acuerdo rebajado sobre el salario mínimo. Con esa política, los burócratas tienen como objetivos mantener sus privilegios para perpetuarse en sus cargos, recibir jugosas partidas de las obras sociales y continuar haciendo negocios con las patronales.

Rechazamos este sindicalismo. Necesitamos construir una alternativa democrática, de lucha y autónoma de la patronal y los gobiernos, como propone el Plenario del Sindicalismo Combativo. El crecimiento de la pobreza, la indigencia, el desempleo, los bajos salarios y las medidas de flexibilización laboral colocan en el orden del día organizar la lucha para impedir que continúen aplicando los planes de ajuste sobre las espaldas de los trabajadores y los sectores populares. Además, tenemos que debatir cuáles son las medidas para poder elevar el salario mínimo al nivel de la canasta familiar. Desde Izquierda Socialista en el FIT-Unidad proponemos romper con el FMI y los usureros de la deuda, suspender los pagos e instrumentar un impuesto a las grandes riquezas para que la crisis la paguen los ricos, no los trabajadores.

Escribe Adolfo Santos

El caradurismo del secretario general de la CTA, Hugo Yasky, no tiene límites. Durante los días previos a la reunión para definir el salario mínimo se la pasó amenazando con que iba a dar la pelea por un buen aumento. “El salario mínimo vital y móvil es de 16.875 pesos. Llevarlo a la canasta básica alimentaria implicaría un aumento de 200%, por lo cual los sindicalistas trataremos de acercarnos a esa cifra todo lo posible”, dijo en declaraciones radiales. Y agregó: “Vamos a tratar de acercarnos a la canasta básica, que es de 46.000 pesos. Queremos recuperar la pérdida del salario”.

Y no paró ahí. Criticó hasta una posible oferta del sector privado: “En la negociación, los empresarios van a plantear cifras por debajo de 35 por ciento”. Por eso alertó: “Es muy probable que no haya acuerdo, sino un laudo por parte del Ministerio de Trabajo”. Sin embargo, el día de la reunión, tanto el “combativo” Yasky como los burócratas de la CGT se comportaron como corderitos y, sin dar pelea, aceptaron el vergonzoso 28 por ciento. No solo quedaron a años luz de la promesa de acercarse a la canasta básica familiar, sino que propusieron un ajuste de 30%, ¡menos de lo que suponían que iban a ofrecer las patronales!

Estos dirigentes son una vergüenza. Simples funcionarios de un gobierno patronal al que apoyan incondicionalmente. En diálogo con C5N, Yasky aseguró: “Los salarios no bajaron en estos siete meses de cuarentena, sino que solo lo hicieron durante la presidencia de Mauricio Macri”. Nadie duda que Macri atacó duramente a los trabajadores, pero negar que este gobierno hace lo mismo es pura hipocresía. Solo con la inflación las pérdidas han sido inmensas, pero además la dirigencia sindical, la UIA y el gobierno acordaron una rebaja de 25% para millones de trabajadores y las paritarias siguen congeladas.

Después de firmar ese ajuste de hambre, Yasky declaró: “Se logró un paso importante” […] “Se llegó a un arreglo porque, del otro lado, no se encuentra un gobierno que quiere que el salario caiga” […] “Y se reincorporaron los empresarios pymes que Macri había echado. Los empresarios de las pequeñas y medianas empresas apoyaron nuestra propuesta porque saben que el trabajador les comprará, ellos se enfocan en el mercado interno”. Y cerró: “Se logró recuperar algo”. Repudiamos el papel nefasto de estos dirigentes burocráticos que traicionan los intereses de los trabajadores. Llamamos a continuar luchando por una nueva dirección sindical combativa, democrática y autónoma de los gobiernos patronales.

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