Dec 22, 2024 Last Updated 2:47 PM, Dec 20, 2024

Escribe Martín Fú

Fue una enorme pueblada lo que provocó la detención de los policías y la plana mayor de la comisaría, tirando por la borda los intentos de encubrimiento que se cobraron la cabeza del secretario de Seguridad del municipio, Claudio Martínez, detenido por manipular las cámaras de seguridad y borrar pruebas.

Cuatro jóvenes murieron y una pelea por su vida, otra vez por la “maldita policía”. De la manera más cruel, perseguidos, recibiendo disparos por la espalda para luego impactar y destrozar el auto donde viajaban contra un camión. Aníbal Suárez, de 22 años, Gonzalo Domínguez, de 14, Danilo Sansone y Camila López, de 13, fueron víctimas de una nueva masacre a la infancia. El intento de encubrir la masacre y hacer pasar el hecho como una respuesta policial a un llamado al 911(que nunca existió) confirma que se trató de otro caso de gatillo fácil amparado por el poder político. Esto es así y se repite porque es la misma policía que luego de matar por la espalda es recibida por el gobierno, como fue el caso de Chocobar, que fue recibido primero por la ministra Bullrich y luego por el presidente Macri, quién le dijo “estoy orgulloso que exista un policía como vos” (Perfil, 20 de octubre de 2018).

La doctrina Chocobar, responsable de que sucedan masacres como esta, es parte de una política del gobierno de represión a la juventud y a los sectores populares. La movilización popular, producto del repudio y la bronca, nos muestra el camino para derrotarla y que crímenes como el de San Miguel del Monte no queden impunes y los culpables sean castigados.

La medida convocada por la CGT fue masiva. Quedó flotando en millones de trabajadores la pregunta de cómo la seguimos. El sindicalismo combativo y la izquierda tienen una respuesta clarísima: otro paro, ahora de 36 horas con movilización, y un plan de lucha para derrotar el ajuste.

Escribe Edgardo Reynoso Cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento

Otra vez la clase trabajadora dio una señal contundente de su bronca y ganas de pelear. Se trató de un auténtico parazo. Se le propinó un fuerte golpe al gobierno y su ajuste. Es que sobraban motivos para parar: salarios y jubilaciones pulverizados por la inflación, 200.000 puestos de trabajo perdidos, una pobreza que crece a pasos agigantados, los tarifazos y un largo etcétera.

El gobierno de Cambiemos intentó responder con argumentos ridículos. Patricia Bullrich dijo que “estamos hartos de los paros”. Le respondemos a la ministra de todo lo que nosotros estamos hartos: de las subas de artículos de primera necesidad dos veces por mes, de las bicicletas financieras al servicio de las superganancias de los bancos. Difícilmente algún trabajador se solidarice con el hartazgo de la Bullrich.

Muchos periodistas de medios afines al gobierno lanzaron la pregunta de si el paro “sirve para algo”. Acá somos contundentes, por supuesto que sí. Es la principal herramienta que tenemos los trabajadores para enfrentar el ajuste. Es lo que permite mostrar la fuerza de conjunto de la clase trabajadora, uniendo y dándole una cierta coordinación a las muchas luchas que, de otra forma, se terminan dando en forma aislada. La contundencia de cada uno de los paros generales demuestra que, incluso más allá de las direcciones convocantes, se puede derrotar el ajuste. Si los cuatro paros generales anteriores no lograron torcer el ritmo y la dirección del ajuste del gobierno de Macri, no se debió al método de lucha, sino al rol traidor de las direcciones, en particular de la cúpula de la CGT. Fueron ellos los que, durante los tres años y medio que lleva el gobierno de Cambiemos, le fueron dando tregua tras tregua. Ellos, junto con la oposición patronal peronista que, por medio de sus diputados y senadores, les garantizaron al gobierno con su voto las leyes que necesitaba para hacer pasar el ajuste, tal el caso del pago a los fondos buitres, la rebaja jubilatoria votada a fines de 2017, o el presupuesto hecho a medida del FMI en octubre de 2018. La propia burocracia sindical y las distintas variantes del peronismo son los culpables, entonces, de que Macri haya llegado hasta acá con el conjunto del ajuste.

Este paro, llamado a regañadientes por la dirección de la CGT, después de una larguísima tregua desde septiembre pasado, que incluyó frases del tipo “no vemos motivos para realizar un paro”, una vez convocado fue acatado masivamente por los trabajadores. Millones pararon“a pesar” de sus directivas burocráticas y sin ninguna confianza en ellas. Lo que primó fueron la bronca y las ganas de golpear al gobierno y mostrar la oposición al ajuste. Lamentablemente, en las conferencias de prensa de balance del paro, Daer y Acuña no hicieron el más mínimo comentario de cómo hay que seguir la lucha contra el ajuste. Moyano y la Corriente Federal, por su parte, le dieron a la suya un tono electoral con la presencia en la mesa del intendente de Merlo Gustavo Menéndez. Nada de plantear algún tipo de continuidad en la lucha contra el ajuste. Todo enfocado para votar al peronismo contra Macri en octubre. Es que cada uno de los distintos burócratas apunta ahora a ver cómo se acomoda dentro de las distintas variantes del peronismo de cara a las elecciones.

Tal como dijimos en los paros generales anteriores, desde el sindicalismo combativo y la izquierda afirmamos que el paro sirvió para pegarle al gobierno, para mostrar las ganas de pelear, para reafirmar la bronca. Pero es necesario que se le de continuidad para lograr romper la tregua que, una y otra vez, vuelven a imponer las distintas conducciones burocráticas. Tenemos que realizar asambleas ahí donde sea posible y sacar pronunciamientos de los cuerpos de delegados. Para arrancarle a la conducción de la CGT y de las CTA que hay que seguir la pelea con otro paro, ahora de 36 horas y con movilización, y lanzar un plan de lucha para derrotar el ajuste. Porque para pelear contra el ajuste no podemos depositar expectativas en estos dirigentes sindicales y en sus partidos patronales. Al programa del ajuste los trabajadores le tienen que oponer su propio programa, obrero y popular, ese es el que propone la izquierda.

Escribe Edgardo Reynoso Cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento

El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne agitó un supuesto “estudio”, según el cual con la jornada de paro el país habría perdido 45.400 millones de pesos. El mismo dato resultó repetido durante toda la jornada por el ministro de Industria Dante Sica.

La afirmación es absolutamente falsa, mentirosa y tendenciosa. Porque lo único que hace es sumar la supuesta “facturación” de diferentes sectores económicos en un día y calcular que el día del paro no se vendió nada. ¡Como si todo eso fuera “riqueza” que fuera a manos del pueblo trabajador! En todo caso se trata de cuánto perdieron las patronales. Nada de ese monto va al bolsillo de los trabajadores, ni mucho menos se invierte en salud o educación.

Pero el dato también es tendencioso porque el gobierno derrama lágrimas de cocodrilo por la supuesta “riqueza que se pierde”, pero no se preocupa en lo más mínimo por lo que se pierde de verdad todos los días cuando una máquina de cada dos está paralizada, ocasionando miles de despidos, o por los 2.500 millones de dólares que se van por mes en fuga de capitales, o el millón de pesos por minuto que el gobierno regala a los pulpos acreedores en concepto de pago de intereses de deuda externa.

 

En medio de una brutal crisis económica con cierres de ingenios, textiles, alimentarias y comercios, la pyme electoral de los partidos patronales está trabajando a full: para 1.200.000 electores hay 1.958 boletas de listas y acoples (colectoras y lemas), con más de 18.000 candidatos para 347 cargos. La campaña electoral gira alrededor del más burdo clientelismo. Frente al ajuste de Macri y el FMI, Manzur, Alperovich, Bussi y Elías no son opción, la salida es el Frente de Izquierda (FIT).

Escribe Daniel Báez

Los llamados “acoples” son una estafa al votante. La Justicia electoral habilitó a 77 partidos sobre 100 provinciales, así como a candidatos excluidos por violencia de género, como el caso de Romero, en Alberdi, candidato a concejal por el Frente Solidario Laborista, acople de Manzur, el favorito en las encuestas, seguido por Bussi.

Tucumán tiene experiencia con la trampa de los acoples electorales. En 2015 la elección tucumana tuvo 25.000 candidatos, resultado de los acoples que contienen a punteros y a las divisiones del aparato clientelar y corrupto del PJ. Tan grosero fue el robo que terminó con balacera, quema de urnas y represión.

Todos estuvieron con todos: Manzur fue vice de Alperovich y ministro de Salud de Cristina. Jaldo salió diputado de Alperovich para irse de vice de Manzur. El vice de Elías (candidata por un acople a PRO) fue ministro de Alperovich. Germán Alfaro asumió de intendente capitalino por Alperovich para irse después a Cambiemos. Los acoples electorales son una trampa antidemocrática para torcer la decisión del votante y consolidar al PJ en el poder.

En la campaña vemos largas colas para obtener planes de 3.000 pesos por tres meses, entrega de bolsones y otras prebendas. Todo filmado por la televisión. Esa es la política patronal para que nada cambie y sigan ganando los de siempre. Ninguno de estos candidatos va a fondo para terminar con la crisis y mejorar la vida de los trabajadores y los sectores populares tucumanos.

La salida es la izquierda

Solo el FIT puede demostrar coherencia y compromiso con los trabajadores. Proponemos una salida diferente de los candidatos del ajuste basada en las necesidades de los trabajadores y los sectores populares.

Así somos los únicos que planteamos la reestatización de las empresas de energía eléctrica de Tucumán (EDET), Gas del Norte (Gasnor) y de la Sociedad Aguas de Tucumán (SAT), bajo control de trabajadores y usuarios para terminar con los tarifazos. También la reapertura de los ingenios y fábricas cerrados y la reactivación del ferrocarril y sus talleres.

Exigimos educación pública, laica, científica y de calidad, diciendo fuera la religión de las escuelas públicas en Tucumán. Por una ESI para todos los estudiantes de la provincia en todos los niveles educativos. Nos pronunciamos claramente contra la CUS, reclamando salud pública, gratuita y de calidad para todos.

Y a la vez somos los que reclamamos que se acabe la persecución a los que luchan, exigiendo la restitución a sus funciones y lugar de trabajo del compañero Cristian Luna y por el fin de la criminalización de la protesta social.

Estas son las propuestas del Frente de Izquierda que llevaremos adelante con nuestras candidaturas de luchadores, con Ariel Osatinsky (PO) a gobernador, Alejandra Arreguez (PTS) a intendenta de la capital y nuestro compañero de Izquierda Socialista Cristian Luna a legislador, entre otros. Así, en Tucumán levantaremos bien fuerte la bandera del Frente de Izquierda y de sus diez puntos contra Macri y las distintas variantes del PJ, empezando por romper con el FMI y no pagar la deuda externa. El 9 de junio rompamos la trampa y votemos a los candidatos de los trabajadores, los sectores populares, las mujeres y la juventud.

“Ya estuvimos en el laberinto y ya sabemos cómo salir”, dijo Alberto Fernández junto a Cristina Kirchner en el acto del pasado 25 de mayo en Merlo. El acto sirvió como lanzamiento de la fórmula presidencial kirchnerista. ¿Cómo vamos a salir de la crisis? ¿Con la receta del peronismo kirchnerista o con la que levanta el Frente de Izquierda?

Escribe Juan Carlos Giordano Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT

Alberto Fernández habló del gobierno anterior y de lo que hará un futuro gobierno kirchnerista. Dijo que Néstor y Cristina Kirchner nos sacaron de la crisis de 2001 y que en caso de ganar en octubre van a hacer lo mismo con los males que nos está dejando Macri.
Se presentan como salvadores de la patria un 25 de mayo, ligándolo al de 1810, la gesta que nos liberó del rey de España, y a otro 25 de mayo, el de 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner.

Vayamos por parte. Alberto Fernández quiere mostrar que en los doce años de gobierno kirchnerista se combatieron los males sociales y se sacó a millones de la miseria. Lo que no dice es que Néstor Kirchner asumió después de un feroz ajuste a través de la devaluación de 300% que había aplicado Eduardo Duhalde y que fue el Argentinazo el que impuso el no pago de la deuda, lo que permitió otorgar más de dos millones de planes sociales. Esto, sumado a que la Argentina se benefició con una coyuntura mundial favorable por el aumento de las materias primas (con precios elevadísimos de la soja, por ejemplo), fue lo que permitió empezar a salir del pozo de 2001. Pero inmediatamente el kirchnerismo reanudó los pagos de la deuda externa, priorizando a los usureros internacionales, en vez de volcar esos fondos para erradicar de raíz los males sociales.
Decir como lo hizo Alberto Fernández “pudimos salir de la deuda sin hacer padecer a ningún argentino” es una gran mentira. Porque precisamente, por pagar de contado la deuda al FMI (10.000 millones de dólares) y la friolera de 200.000 millones al resto de los usureros, el gobierno anterior nos dejó casi un 30% de pobres y un 40% de trabajadores en negro, mientras la inflación se seguía comiendo los ingresos populares, y por ello terminó siendo repudiado en las calles y en las urnas en 2015.

No hay salida con el FMI

El kirchnerismo vuelve a enarbolar la misma receta: “Hay que crecer para pagar la deuda”. Néstor Kirchner apelaba a la frase “los muertos no pagan”. Con eso les pedía a los organismos financieros que le aflojen un poco la soga para que laArgentina crezca y pueda pagar.
El kirchnerismo está reconociendo que no va a desconocer el endeudamiento contraído por Macri ni el pacto con el FMI. No es cierto entonces que va a sacar a millones de la pobreza, dar trabajo o fomentar el consumo interno como promete. Ningún país del mundo lo hizo de la mano del Fondo Monetario. Alberto y Cristina cambiaron el discurso y ya no promueven actos contra el FMI, como lo hicieron tiempo atrás, ni hablan de la deuda externa más que para decir que la van a pagar.

Alberto y Cristina hablan ahora de “sacrificio”, que “todos juntos” hagamos frente a “la herencia” que va a dejar Macri. Ese sentido tiene la frase de Cristina diciendo “no esperen que dos dirigentes puedan hacer todo”. El famoso “contrato social” que promueven entre “sectores políticos, económicos, empresarios, dirigentes sindicales y medios de comunicación” es para decirles a los trabajadores que se arremanguen porque se viene la hora de seguir con el ajuste para pagar la deuda.

Los trabajadores nunca ganaron con los “pactos sociales”, los que ganaron fueron los grandes empresarios, los bancos, las multinacionales y el imperialismo.

Comprendemos a muchos trabajadores que viendo el desastre que está dejando Macri puedan creer que con Alberto y Cristina habrá solución. Les decimos fraternalmente que no se dejen engañar. Desde el Frente de Izquierda llamamos a emprender otro camino. Hay que sacarse de encima a Macri, pero también al FMI. Y dejar de pagar la deuda externa, destinando esos fondos a aumentar los salarios y generar trabajo como parte de un plan económico alternativo al servicio del pueblo trabajador, que contemple otras medidas de fondo. Solo así se podrán combatir los males sociales, no con la trampa que vuelve a proponer el peronismo kirchnerista.

 

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