Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Escribe Mariano Barba

Multiplicidad de páginas periodísticas tratan de dilucidar el futuro electoral del peronismo. En todas, la protagonista principal es la vicepresidenta Cristina Kirchner. Mientras su silencio genera más incertidumbre en las filas oficialistas, el ministro Sergio Massa sigue aplicando un tremendo ajuste en acuerdo con el FMI. Su principal sostén es justamente Cristina.

Es tan grande la crisis del gobierno que a poco más de un mes del cierre de las listas de candidatos todavía el peronismo no sabe quién será su presidenciable. Todas las miradas se posan en la vicepresidenta, que se reserva el uso de la lapicera. Quizá quiera evitar una lucha en las PASO y designar a su delfín como lo hizo en el 2019 cuando ungió a Alberto. Pero le va tan mal al gobierno que el peronismo no tiene candidatos de peso y hasta incluso piensan cambiarle el nombre de Frente de Todos a la coalición para que no esté emparentado con el ajuste. Por eso Cristina también duda y se reaviva el “operativo clamor”, si se presenta a la máxima candidatura o como Senadora en la provincia de Buenos Aires, todo tipo de especulaciones para tratar de arrastrar votos y no perder las elecciones.

En lo que no duda Cristina es en el apoyo a la gestión de Massa en el Ministerio de Economía. Todas las semanas un nuevo cimbronazo genera más desorden en la economía de amplios sectores populares. Cada cimbronazo y cada índice inflacionario mensual manda a la pobreza a miles y miles de nuevas familias de trabajadores. De esta gravísima situación, que se descarga sobre el pueblo trabajador, ¿por qué Cristina no hace responsable a Massa ni a su propio gobierno? Porque sería reconocer que el peronismo es el culpable de esta catástrofe donde la pobreza supera el 40%. Siempre se pone por fuera de la gestión, aunque cada vez es menos creíble.

Sergio Massa viaja muy seguido a reunirse con autoridades del Fondo Monetario para rendir cuentas como buen alumno de ese organismo. Cristina, mientras respalda totalmente esa gestión de sometimiento al Fondo, señaló en su clase magistral de La Plata, que: “las políticas del FMI no han dado resultado en ninguna parte” y que “ningún argentino de bien puede ignorar el lastre que significa el retorno del Fondo Monetario”. Entonces le preguntamos a Cristina ¿en qué quedamos? Si el Fondo es malo para el país ¿por qué entonces el gobierno peronista del Frente de Todos reconoció el endeudamiento de Macri por 45.000 millones de dólares? No solo lo reconoció sino que lo está pagando con mayor miseria. Si esa plata fue a la bicicleta financiera, desconocerla debería haber sido el primer paso de un gobierno que se autodefine como “nacional y popular”. Al revés, y para que no queden dudas, Cristina vuelve a ratificar lo que ya ha dicho en otras oportunidades aclarando que “no estamos diciendo que no hay que pagar”, sino que propone seguir pagando al FMI, negociar un poco mejor y pagar a los usureros del mundo con el ahorro de los argentinos que diariamente aportan con su trabajo mientras la inflación le pulveriza sus sueldos.

Ni FMI ni dolarización

A esta altura del gobierno del Frente de Todos es indudable que el desmadre económico y el ajuste no pueden ser adjudicados al pasado macrista, que también había profundizado la miseria. Cristina no puede ocultar esa responsabilidad total del peronismo por eso empieza a elegir como opositor a Milei, con el argumento de que no comparte la dolarización. Con esa polémica también oculta que el gobierno peronista seguirá pagando la deuda externa y entregando a las multinacionales las riquezas del gas, el petróleo, el litio y la producción del campo.

Por eso desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad decimos con claridad que no coincidimos con Cristina en que “el único sistema viable es el capitalismo”. Es el capitalismo es el que nos está hundiendo en la pobreza, el responsable de los tarifazos, la miseria y el saqueo de las riquezas del país. El peronismo no va más, y tampoco Juntos por el Cambio o Milei. La salida es el Frente de Izquierda Unidad, donde proponemos que para combatir este desastre total que se abate sobre el pueblo trabajador y sectores populares hay que tomar medidas de fondo. Solo un gobierno de la izquierda y de las y los trabajadores lo podrá garantizar, en el camino de una Argentina socialista.

Escribe Nicolás Núñez

El líder del partido Patria Grande está haciendo un raid mediático lanzando su precandidatura presidencial para competir dentro de unas potenciales primarias del Frente de Todos. Al hacerlo, ha volcado a izquierda su discurso, y hasta llegado a insultar al superministro de Economía, Massa, del gobierno peronista del que es parte. ¿Qué esconde la candidatura del amigo del Papa?

Grabois centra su postulación nacional, y la de “el cadete”, el comediante Pedro Rosemblat como Jefe de Gobierno Porteño, como una reivindicación del “derecho a votar a un Cristinista”, rechazando un consenso que él ve armarse dentro del Frente de Todos para ir detrás de una candidatura de “centro” como la del propio Sergio Massa. Por eso dice que solo se baja si la vicepresidenta se presenta. Esto ha decantado en pasos de comedia cuando en las entrevistas le señalan que la propia Cristina Kirchner está avalando el ajustazo de Massa, e incluso La Cámpora acompañaría la postulación presidencial del líder del Frente Renovador. “Ella no lo va a decir, pero me va a votar a mí”, fabula Grabois (entrevista con Roberto Navarro, 9/5).

En realidad, Grabois y su grupo ven que hay un descontento enorme con el gobierno peronista del Frente de Todos, y buscan un discurso para evitar que sus sectores más interpelados por propuestas de izquierda y las críticas al rumbo del Frente de Todos, se vayan hacia el Frente de Izquierda Unidad. Pero en realidad, lejos está de una ruptura con lo hecho en estos cuatro años. De hecho, su propuesta de una potencial PASO contra un candidato como Massa, solo implicaría ir en agosto a internas, y en tal caso perder contra el aparato del peronismo, y en octubre el propio Grabois y su militancia ir a votar a Massa o quien sea el candidato del peronismo.

En sus intervenciones, Grabois, habla grandilocuentemente de desconocer el acuerdo con el FMI. Pero acto seguido, él se encarga de decir que está dispuesto a pagar la plata que el Fondo le dió a Mauricio Macri, yendo a una renegociación a diferencia del FIT Unidad que plantea romper de una vez con todas con el FMI y sus mandamientos, desconociendo esa deuda ilegítima y fraudulenta.

Grabois se regodea respecto de que su propuesta implica un “novedoso” recambio generacional y de representación al postular diputados provenientes de los sectores populares. Cuando en realidad esto ya viene haciéndolo hace tiempo el Frente de Izquierda con diputadas como nuestra compañera de Izquierda Socialista Mónica Schlotthauer, delegada de limpieza del Ferrocarril Sarmiento, o el barrendero jujeño Alejandro Vilca. La diferencia entre la bancada de Patria Grande y la del Frente de Izquierda, es que incluso les “diputades cartoneros” (tal como se presentan así mismos) y de los barrios humildes de Grabois votaron leyes como el presupuesto de ajuste 2023 pactado con el FMI, mientras que la izquierda lo rechazó dentro y fuera del congreso. Los movimientos sociales referenciados por Grabois y en los que interviene su fuerza política (como el Movimiento de Trabajadores Excluidos) han respetado a rajatabla la desmovilización y ausencia en la calle impulsada por el Frente de Todos.

Llamamos a no dejarse engañar por la venta de humo de una fuerza política que integra el gobierno peronista del Frente de Todos cuyo saldo no ha sido otro que el de profundizar la miseria dejada por el gobierno de Macri. Hay que organizar la ruptura política y el descontento hacia el FIT Unidad, y no a variantes que ahora suben el tono para las elecciones pero estos cuatro años han sido partícipes del ajuste del gobierno.

 

 

 

 

Escribe Guido Poletti

Mientras las internas siguen a todo fragor en Juntos por el Cambio, se reunieron los economistas de todos los sectores y candidatos presidenciales de la coalición y la coincidencia fue absoluta: mayor y más rápido ajuste.

La oposición patronal de Juntos por el Cambio sigue sin poder ordenarse. La pelea por los cargos continúa , por ahora, sin soluciones a la vista. El hecho de que Mauricio Macri se haya bajado primero de la postulación presidencial y que a posteriori también lo haya hecho María Eugenia Vidal, no aclaró para nada el panorama. Continúa la pelea a muerte en el PRO entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, a lo que se le suman los candidatos a presidente radicales, Gerardo Morales y Facundo Manes. Deberíamos agregar que, para generar más confusión, la propia Elisa Carrió también dijo que podría presentarse.

Tampoco hay claridad acerca de cómo se ordenará la interna en CABA, donde Larreta promueve a Quirós, pero del otro lado aparece Jorge Macri también como candidato a jefe de gobierno, encabezando una confusa lista, aún no muy clara de candidatos del PRO a ese cargo (donde hasta sonó la propia María Eugenia Vidal, que dijo que sólo lo será si es “candidata de la unidad”). Enfrentarían del otro lado al radical Martín Lousteau. En provincia de Buenos Aires tampoco está definido cómo se resolverá la interna a gobernador, con Diego Santilli encabezando las posibilidades del PRO, pero donde también aparecen Cristian Ritondo y más atrás Javier Iguacel, Joaquín de la Torre y Néstor Grindetti. Por el radicalismo, por su parte, se postula Maximiliano Abad.

En varias elecciones provinciales Juntos por el Cambio aparece fragmentado (como en Mendoza) o con referentes del PRO o del radicalismo en otras listas (tal el caso de Córdoba). Por si todo esto fuera poco, Juntos por el Cambio acaba de incorporar al liberfacho José Luis Espert, pero los distintos integrantes de la coalición no se terminan de poner de acuerdo en cuál es el lugar donde ubicarlo.

“Unidad” en el programa de ajuste

Sin embargo, e independientemente de cómo se resuelva esta interna, donde hay plena unidad es en la propuesta económica. Ello quedó escenificado el martes pasado, en la reunión cumbre de sus economistas. Estuvieron presentes Eduardo Levy Yeyati (del equipo de Gerardo Morales) Marina Dal Poggetto (del equipo de Facundo Manes por la UCR), Hernán Lacunza (de Larreta y Vidal) y Luciano Laspina (de Bullrich), por el PRO; también Matías Surt (del equipo de Carrió); y Juan Carlos Sánchez Arnau, de Encuentro Republicano, el sector de Miguel Ángel Pichetto. Cada uno de ellos tuvo cinco minutos e hicieron un diagnóstico de la crisis y dieron precisiones sobre los principales puntos del programa económico de la oposición. Todos los referentes acordaron que se trató de una “muy buena reunión” con “muchísimas coincidencias”.

Es que en todos casos el programa es el mismo, ajustar más fuertemente que en la actualidad y hacerlo “más rápido” de lo que realizó el macrismo entre 2015 y 2019. En síntesis, bajar salarios, jubilaciones, liquidar lo más rápido posible los planes sociales, ajustar en salud, educación y vivienda. Y, por sobre todo, avanzar con las llamadas “reformas estructurales”: la flexibilización laboral (reventando toda los derechos laborales ganados por las y los trabajadores durante décadas), la reforma jubilatoria (aumentando la edad para jubilarse y eliminando los regímenes especiales, empezando por el docente) y la reforma fiscal (menos impuestos para los ricos, las grandes empresas y los monopolios agroexportadores).

Es tan descarado y transparente el plan de ajuste que propone Juntos por el Cambio, que llevó a Miguel Ángel Pichetto a plantear que “hay que dejar de ir a la televisión prometiendo ajuste y que no hay futuro”. En síntesis, dejar de anunciar lo que van a hacer, porque eso sería “piantavotos”.
El Frente de Todos sigue generando cada día más decepcionados, con una bronca creciente. Pero Juntos por el Cambio no ofrece alternativa alguna para las y los trabajadores. No sólo porque todavía está fresco el ajuste que realizaron hace cuatro años. Sino también, y por sobre todo, por el que anuncian que van a realizar si ganan. Una vez más, se demuestra que la única opción obrera y popular es el Frente de Izquierda Unidad.

 

Escribe Mariano Barba

El precandidato Rodríguez Larreta, que se prepara para gobernar si gana las elecciones, presentó un proyecto con las condiciones a cumplir por los beneficiarios de los planes sociales. Si no las cumplen se les “caerá el plan”. Esto ya estaría en marcha en la ciudad de Buenos Aires. Afirmó que “los planes sociales tienen que ser directos, temporales y deben tener una contraprestación para quienes lo reciben”. Además deberán cumplir cursos y capacitaciones obligatorias y demostrar que sus hijos van a la escuela.

Lo que no dice es que estas condiciones no están unidas a ofrecer a los desocupados un trabajo genuino. “Esto es lo más importante: ir a las entrevistas y aceptar los trabajos también va a ser obligatorio”, agregó. Ataca los derechos laborales conquistados por décadas de luchas con la profundización de la precarización laboral. Repudiamos el proyecto de Larreta porque no resuelve el problema de fondo de la desocupación y apunta a quitar planes y ajustar el gasto social.

 

 

 

 

 

 

 

 



Mariano Barba

 

 

 

 


Escribe José Castillo

Milei sigue sumando capítulos reaccionarios a su programa de ultraderecha. Ahora se pronunció por la vuelta de las AFJP y volvió con la legalidad para vender órganos.

Hace un par de semanas el diputado liberfacho y candidato presidencial Javier Milei salió con su propuesta de “dolarización”. Como ya hemos explicado en detalle en notas anteriores de El Socialista (ver número 559, “Frente a la inflación ¿cuál es la salida? / La mentira de la dolarización” ) esconde un planteo de pulverización absoluta de los salarios, las jubilaciones, los planes sociales y las partidas de salud, educación y vivienda. Requeriría como primer paso la conversión de todos los pesos y monedas, los depósitos bancarios y las letras y bonos a dólares, lo que sólo se podría realizar a un tipo de cambio cercano a 10.000 pesos por dólar. Provocaría automáticamente una situación de hiperinflación, con salarios y jubilaciones que terminarían siendo de alrededor de 10 dólares.

No se trata de un dato aislado. Toda la política de Milei es una declaración de guerra contra el pueblo trabajador. Promete quitar todos los derechos laborales, reprimir las protestas, privatizar todo. Hasta ha llegado al extremo de plantear que ni siquiera la educación debería ser obligatoria, proponiendo reemplazar la actual escuela pública financiada por el estado por un sistema de vouchers (ver al respecto nota en en la web izquierdasocialista.org.ar).

La vuelta de las AFJP

La semana pasada Milei planteó la privatización del sistema jubilatorio. Concretamente, la vuelta al sistema de las AFJP. Recordemos que ese fue el formato que adquirió la privatización de jubilaciones y pensiones durante el menemismo. En concreto, todos los descuentos jubilatorios de trabajadoras y trabajadores pasaron a una cuenta administrada por una entidad privada, llamadas administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP). Con nombres “de fantasía” (“Máxima”, “Orígenes”), escondieron en realidad la presencia de los grandes bancos, que se apropiaron de los fondos y los usaban para su propia ganancia especulativa. Las AFJP cobraban comisiones astronómicas y, como se vio ya en el siglo XXI, en tiempos cercanos a lo que terminó siendo su estatización, los montos acumulados y “capitalizados” en las cuentas particulares iban camino a significar para cada trabajador o trabajadora que se jubilara un haber mucho más reducido que el de la jubilación estatal. Una auténtica estafa. Mientras tanto, el estado tuvo que hacerse cargo desde 1993, momento de lanzamiento del sistema AFJP, de pagar todas las jubilaciones existentes sin recibir los fondos de los descuentos jubilatorios, con un Anses quebrado. Por supuesto, dichas jubilaciones fueron de absoluta miseria (cuestión que no se revirtió hasta hoy).

El modelo de las AFJP del menemismo no fue un invento argentino: estaba copiado de las AFP chilenas lanzadas en la época de Pinochet, que pagaron sistemáticamente jubilaciones de miseria y que fueron uno de los puntos centrales de repudio en las grandes movilizaciones del pueblo chileno a fines de 2019.

Exactamente esto es lo que está planteando Javier Milei: la vuelta de un sistema que condenaría al Anses a su quiebra y por lo tanto reventaría las jubilaciones actualmente existentes y, para adelante, condenaría a la miseria a las nuevas generaciones. Todo para garantizar superganancias a los pulpos de la especulación financiera.

La venta de órganos

Milei también volvió a la carga con su planteo de legalizar la venta de órganos. Ya lo había planteado en junio del año pasado, y luego se había llamado a silencio con el tema ante la repulsa general que ocasionó. Ahora, envalentonado por su crecimiento en las encuestas, vuelve con lo mismo, poniéndose como promotor de algo tan atroz como el tráfico de órganos.

Esto dibuja al liber-facho como lo que es: cualquier persona tendría derecho a “disponer de su propio cuerpo” para vender sus riñones, pero, al mismo tiempo, Milei se opone al aborto legal, seguro y gratuito. El derecho a vender órganos estaría garantizado, pero el simple derecho de las mujeres a disponer de su propio cuerpo y a ejercer libremente su sexualidad sería penalizado.

El ultraderechismo de Milei no tiene límites. No tiene nada de “novedoso”, son las mismas barbaridades que le escuchamos a Bolsonaro en Brasil, a Trump en los Estados Unidos, o a los otros neofascistas que circulan por la región. Cuando remite al pasado, sus ejemplos son Menem y Cavallo, el gobierno que hambreó al pueblo trabajador en los ‘90, generando centenares de miles de desocupados y un aumento astronómico en la pobreza estructural.

Milei no es “lo nuevo”, ni mucho menos salida alguna para el pueblo trabajador. No te dejes engañar, si estás harto del ajuste del gobierno del Frente de Todos y del que antes realizó el macrismo, la única opción es el Frente de Izquierda Unidad.

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