May 07, 2024 Last Updated 5:26 PM, May 7, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Alejandra Aguirre

Presionada por la situación económica y buscando ofrecer un servicio a las mujeres que son acosadas por choferes varones, Solange decidió usar su auto como remis exclusivo para mujeres. Guiada por su amor por los animales y su rol maternal, llamó UBRE a este emprendimiento. Registró el nombre y, al cabo de unos meses, la multinacional Uber le envió una carta documento intimidatoria para que cierre su emprendimiento y fuente de trabajo con la cual mantiene a su hija. Un ataque contra la fuente laboral de una jefa de hogar de parte de una multinacional que precariza a miles de trabajadores y trabajadoras y los explota con el cuento de “ser tu propio jefe”. Desde Isadora, Mujeres en Lucha La Matanza, acompañamos a Solange en su lucha contra Uber para que pueda conservar su fuente de ingreso como mujer luchadora y jefa de familia.
                       


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Escribe Agustín Gigli, candidato a diputado nacional Chubut, por Izquierda Socialista/FIT Unidad

La escasez de agua que hay en Chubut es alarmante. No solo en pueblos aislados como Yala Laubat (a 40 kilómetros del proyecto megaminero Navidad, sin agua desde hace dos meses), también en ciudades como Comodoro Rivadavia la situación es preocupante. Ante esto, el gobierno de Arcioni presenta un proyecto de ley de emergencia hídrica para decir que hace algo, pero en realidad sigue protegiendo los intereses de quienes provocan esta situación. En lugar de quitarle el permiso de uso de agua a las grandes empresas (petroleras, Aluar y Pan American Silver), nos quieren responsabilizar a los trabajadores y la población en general diciendo que todo se solucionará a través de campañas de concientización en las escuelas.

No somos los trabajadores los que dejamos sin agua a la provincia, son las grandes empresas y los terratenientes que hacen un uso indiscriminado de este recurso vital.
La campaña la realizan con el titular del Instituto Provincial del Agua, Nicolás Cittadini, prometiendo obras como el azud del lago Fontana, planificada en 1947. Pero al mismo tiempo dicen que la provincia es muy extensa para controlar el uso del agua. Mientras, continúan impulsando la megaminería como única alternativa a la crisis. Para dar un ejemplo, en el proyecto Navidad se calcula un uso de 8 millones de litros de agua diarios, el equivalente al consumo de 160.000 habitantes. Y desde el gobierno nacional y la Corte Suprema de Justicia avanzan con la habilitación del proyecto Suyai, que demandaría un consumo de agua equivalente al de toda la ciudad de Esquel.
Necesitamos más diputados y diputadas de izquierda que enfrenten estas políticas de saqueo y contaminación. Por eso hay que organizarse y votar al Frente de Izquierda Unidad y la lista 1A Unidad de la Izquierda.

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Escribe Tata Gayone, candidata a concejala en Bahía Blanca por el FIT Unidad Lista 1A

La Unión Ferroviaria pidió a la Justicia el desalojo de 400 familias. Lo rechazamos, a la vez que exigimos planes de vivienda en forma inmediata por parte del estado.
La privatización del Ferrocarril, el Puerto de Ingeniero White, la Junta Nacional de Granos y las empresas de energía generaron en la ciudad una oleada de despidos que nunca fue revertida. La desocupación, la precarización laboral y el empobrecimiento creciente derivaron en la existencia de 32 villas y asentamientos precarios, donde viven 8.444 familias.

El año pasado, en plena cuarentena, familias sin vivienda se instalaron en los terrenos ubicados en la calle Don Bosco al 4100 y comenzaron a construir. Son amenazadas hoy por el desalojo. Se trata de tierras fiscales, pertenecientes al ferrocarril, que fueron otorgadas con un permiso de uso precario a la Unión Ferroviaria (UF), por parte de la Administración de infraestructura ferroviaria en 2010. La Unión Ferroviaria se comprometió a construir un plan de vivienda.

Pasaron diez años. Las tierras siguen ociosas, la UF no cumplió el acuerdo firmado, por lo que consideramos que no existen razones para reclamar el desalojo. Nadie puede ignorar la situación de emergencia laboral y habitacional que se vive en la ciudad y en el país. Llamamos a los sindicatos y organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos a solidarizarse con los vecinos, a la vez de repudiar el pedido de desalojo, como ya lo hicieron el Pollo Sobrero, los ferroviarios del Sarmiento y la CTA local.

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Las dramáticas escenas del aeropuerto de Kabul que recorrieron el mundo, con miles de afganos y afganas tratando de subirse a un avión militar, es la imagen más evidente de la debacle del imperialismo norteamericano.
Los yanquis y sus aliados de la OTAN se escapan de Afganistán y los talibanes tomaron Kabul, su capital, así como las principales ciudades. La retirada yanqui, a casi veinte años de su invasión, deja al país hundido en un desastre.
Es una de las derrotas más graves de los Estados Unidos después de Vietnam. Y se produce en el momento de la más grave crisis mundial de dominación del imperialismo norteamericano. Una crisis política, económica y militar.
El presidente Biden culpa a Trump porque acordó con los talibanes la retirada el año pasado. El secretario de Defensa de Gran Bretaña, el principal aliado de los Estados Unidos en la invasión, tachó de “podrido” el acuerdo entre los Estados Unidos y los talibanes.

En febrero de 2020, el gobierno de Trump llegó a un acuerdo con los talibanes para retirar a sus soldados en mayo de 2021. Biden dijo que la retirada iba a ser en septiembre, pero se vio obligado a adelantarla. El domingo 15 de agosto los talibanes tomaron Kabul.

En el momento de publicar esta declaración 6.000 soldados yanquis y británicos se limitan, en medio del caos, a custodiar el aeropuerto de la capital para permitir escapar a sus colaboradores directos y a los funcionarios del gobierno títere. Ashraf Ghani, el ex presidente afgano, ya huyó del país.

Afganistán comparte fronteras con China, Pakistán, Irán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Hoy, con 38 millones de habitantes, es uno de los países más pobres del mundo. De economía centralmente agraria, dominada en gran parte por los talibanes, con campesinos sometidos y pequeños comerciantes, su principal exportación es el opio, del que es el mayor productor mundial, con 328.000 hectáreas cultivadas de amapolas (para opio y heroína). Precisamente con estos cultivos se financian los talibanes, quienes siguieron exportando a través del contrabando.
 
La invasión yanqui en el 2001 buscaba poner “orden en el mundo”

La invasión comenzó el 7 de octubre de 2001, a menos de un mes de los ataques terroristas en Nueva York, Pensilvania y Washington, que derribaron las Torres Gemelas y dejaron más de 3.000 muertos y heridos.
El supuesto objetivo de la invasión a Afganistán, ordenada por el presidente George Bush, fue “combatir al terrorismo” y capturar a Osama Bin Laden, líder de la organización Al Qaeda, considerado el autor intelectual de los atentados, quien estaba refugiado en Afganistán y protegido por su gobierno. Nunca quedaron del todo claros los objetivos y orígenes de los atentados que derribaron las Torres Gemelas.

Bin Laden, nacido en Arabia Saudita, había sido financiado por la CIA y los yanquis que le dieron armas y entrenamiento para luchar contra la hoy desaparecida Unión Soviética en la década del ’80, que había invadido a Afganistán para defender a un gobierno aliado, y detener el avance de movimientos islámicos, de los cuales surgirían luego los talibanes.

Con la excusa del atentado, Estados Unidos logró apoyo internacional y en la propia población norteamericana para invadir Afganistán, y luego a Irak en el 2003 (país que no tenía nada que ver con Bin Laden o Al Qaeda). Pero el objetivo real era utilizar el repudiable atentado, para apuntalar su debilitado dominio en Asia y aumentar su control del petróleo de Irak y el Medio Oriente.

Bush y los presidentes que le siguieron, erigiéndose en “gendarme mundial”, quisieron poner “orden”. Veinte años después se puso en evidencia que más bien incentivaron “un desorden mundial”, y que el imperialismo no se ha repuesto de su fracaso militar y político de Vietnam.

Para invadir Afganistán, Washington contó con el apoyo militar del Reino Unido, Canadá, Australia, Austria, Italia, Alemania y de otros países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). También contrató ejércitos privados de mercenarios colombianos y de otros países latinoamericanos. Entre todos, llegó a contar con más de 200.000 efectivos con apoyo de su poderosa aviación.

Pero la invasión yanqui, a pesar de los bombardeos y las masacres que produjeron un verdadero genocidio, que causó 200.000 muertos y millones de heridos y refugiados, nunca pudo consolidar su dominio sobre todo el territorio. Los talibanes siguieron controlando, con cierto apoyo popular, parte del sur de Afganistán.

Los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN dicen haber gastado 1 billón de dólares (1 millón de millones) en mantener un enorme ejército de ocupación. Los invasores tuvieron unos 8.000 muertos, entre tropas norteamericanas, de otros países de la OTAN, y mercenarios contratados por ellos. Se calcula que 88.000 millones de dólares fueron gastados en la instrucción de los 300.000 soldados afganos, que ahora se rindieron sin combatir. De nuevo se demuestra que una fuerza invasora no puede consolidar un ejército a su servicio de manera eficiente. Los hechos mostraron que era artificial. El odio a los ocupantes imperialistas fue la base de ese fracaso. No tenían una causa moral. No querían enfrentar a sus propios compatriotas, por más que fueran los talibanes.

Veinte años después, pasados los gobiernos de Bush, Obama, Trump y ahora Biden, las fuerzas imperialistas se retiran derrotadas.
 
Los talibanes, un monstruo creado por el imperialismo

Los talibanes son un movimiento político religioso islámico (de la rama sunnita) pro capitalista, que encabeza una federación de tribus con centro en la etnia pasthún.
Los talibanes, o “estudiantes” en lengua pasthún, surgieron a principios de la década de los ´90 como una fracción de la resistencia afgana a la invasión de la ex URSS de los años ´80. Eran parte de los “mujaidines”, la guerrilla financiada por el Pentágono norteamericano, la CIA y apoyados por Pakistán. Es decir que los talibanes fueron creados por el mismo imperialismo norteamericano. Pero luego estos se les fueron de las manos. Los talibanes aparecen en 1994 enfrentados en una guerra civil con otras alas de la ex guerrilla. En 1996 tomaron el poder en Afganistán y lo gobernaron hasta la invasión yanqui en el 2001. Formaron el Emirato Islámico de Afganistán (una especie de monarquía islámica, encabezada por la autoridad absoluta político religiosa, que quieren reconstruir ahora).

Los talibanes establecieron una dictadura burguesa islámica, basada en su interpretación de la sharía o ley islámica. Ejecutaban públicamente a asesinos y adúlteros, amputando manos y pies a los culpables de robo. Asimismo, los hombres debían dejarse crecer la barba y las mujeres tenían que llevar un burka que les cubría todo el cuerpo, no podían circular sin compañía de algún hombre, ni estudiar después de los diez años. También prohibieron la televisión, la música y el cine.

¿Adónde va Afganistán?

Por sus antecedentes represivos mientras gobernaron, y también por ser predominantemente de la etnia pasthún (40% de la población), los talibanes son resistidos por gran parte del pueblo afgano, en especial en las ciudades, por las mujeres, y por otras etnias que pueblan el país.

El líder religioso Mawlawi Hibatullah Akhundzada fue nombrado comandante supremo de los talibanes el 25 de mayo de 2016. Es muy posible que, como lo han anunciado, restablezcan el emirato dictatorial islámico. Aunque se enfrentaron con Estados Unidos, no tienen un programa antiimperialista y ya iniciaron negociaciones públicas con el imperialismo chino, que ya prometió inversiones en litio y cobre, y le dieron garantías a Rusia.

Nuestro repudio a los crímenes del imperialismo yanqui no significa algún apoyo al gobierno ultra reaccionario de los talibanes. Por ello, desde la UIT-CI, apostamos a que haya una importante resistencia popular al nuevo gobierno. Anticipamos nuestro repudio a toda acción represiva sobre las mujeres y el pueblo afgano en general.

Es el pueblo trabajador afgano quien merece la solidaridad internacional para luchar por su independencia y reconstruir su país sin invasores y sin dictaduras teocráticas o de cualquier signo.
También es necesaria la solidaridad con los millones de refugiados afganos que son discriminados y explotados en Asia y Europa, para que sean aceptados como migrantes de un país destruido por el imperialismo, con todos sus derechos laborales y sociales.

Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
17 de agosto de 2021
 
 
 

Con una importante participación, el viernes 13 de agosto, con la presencia de Miguel Sorans, dirigente de la UIT-CI y de Izquierda Socialista fue lanzado en Brasil, en forma virtual, la versión portuguesa del libro China de la Revolución a la Restauración Capitalista. La obra, compuesta por textos de Nahuel Moreno y otros autores, fue editada por la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST) sección brasilera de la UIT-CI y Ediciones Combate Socialista.
Después de la presentación del compañero Sorans, se desarrolló un importante debate  sobre los rumbos de la revolución china que demostró el interés de los participantes con la actualidad del gigante asiático.

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