Jul 03, 2024 Last Updated 6:19 PM, Jul 2, 2024

Izquierda Socialista


Escribe José Castillo

El plan motosierra tiene claros perdedores: el pueblo trabajador, las y los asalariados, las y los jubilados, los que perciben planes sociales, el que vive de changas, en síntesis, la inmensa mayoría empobrecida de nuestro país. Del otro lado unos pocos ganadores: los grandes exportadores, los grupos monopólicos de la alimentación, los laboratorios, las empresas de medicina prepaga, los especuladores inmobiliarios,entre otros. Pero hay un ganador destacado: el FMI. Y, junto a él, los buitres y pulpos especuladores de la deuda.

Durante el mes de diciembre, a costa de la feroz devaluación realizada por el gobierno, que la pagó todo el pueblo trabajador con una inflación cercana al 30%, el Banco Central se hizo de 3.000 millones de dólares de reservas. Pero el total de ese dinero, y más aún (3.200 millones) fueron separados para los inminentes pagos de deuda externa.

En diciembre, mientras se decía que “no había plata”, se pidieron prestados más de 900 millones de dólares a la Corporación Andina de Fomento para pagar un vencimiento al FMI.

Ahora, en enero, hay que pagar 1.900 millones de dólares más al Fondo. Para eso, y para garantizar la continuidad de los pagos futuros, ha venido una delegación de ese organismo a nuestro país. Es que sólo en el primer cuatrimestre del año vencen más de 4.000 millones de dólares sólo con el FMI. A lo que hay que sumarle otros pagos de deuda externa, hasta alcanzar un monto de 17.000 millones de dólares en todo 2024.

El plan motosierra no es “ajustarnos hoy para estar mejor mañana”. Es simplemente, seguir alimentando la estafa infinita de los pagos de una deuda ilegal, inmoral, ilegítima e impagable. La salida es lo opuesto: romper con el FMI y dejar de pagar inmediatamente la deuda externa, para que esos recursos se pongan al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

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Escribe Guido Poletti

Desde el comienzo del gobierno de Milei, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich arrancó con su línea de represión de la protesta social. Así, comenzó planteando la prohibición del corte de calles, pretendiendo que los manifestantes “caminen por las veredas”.

Por supuesto que la ministra tuvo su primera derrota cuando intentó impedir la marcha por el aniversario del 20 de diciembre, que se transformó en una expresión de repudio al gobierno de Milei. Bullrich trató de disimular su derrota haciendo un show en el Departamento Central de Policía, presentándose junto con el presidente Milei para “monitorear” el operativo de la marcha. Pero esa misma noche, Bullrich tuvo su segunda derrota, cuando miles salieron a la calle, a pesar del protocolo, para repudiarlo junto a todo el plan de ajuste.

Posteriormente, la ministra Bullrich volvió a montar una provocación en la desconcentración de la marcha de la CGT a Tribunales, con manifestantes, periodistas e incluso transeúntes ocasionales golpeados y detenidos.

Cuando se conoció la ley ómnibus, se llegó al colmo de la restricción a las libertades democráticas. Se plantea que cualquier manifestación pública de “más de tres personas” debe pedir autorización, que puede ser negada. Y que cualquier acto, protesta o manifestación (que pasaría a ser ilegal) sería responsabilidad de los “organizadores”, teniéndose por tales a cualquiera, incluso aquel que meramente comparta un llamado por una red social. Todo con penas de prisión efectiva y multas civiles y económicas.

Se trata de una violación absoluta a los derechos humanos y las libertades democráticas, inéditas desde 1983. Claramente violatorias de varios artículos de la constitución nacional.

El protocolo represivo de Bullrich y las medidas complementarias planteadas en la ley ómnibus no se encuentran aisladas del plan motosierra de Milei. Una cosa está estrechamente articulada con la otra. Porque el gobierno de La Libertad Avanza sabe perfectamente que el super-ajuste no pasa sin una feroz represión. Y para eso se preparan. Todas estas medidas están al servicio de fortalecer al aparato represivo y dotar de herramientas judiciales para criminalizar la protesta social.

Buscan, además, meter miedo amenazando con que “van a filmar a la gente y sacarle los planes”, o que “los van a ir a buscar a la casa”. El pueblo trabajador argentino ya derrotó a la dictadura militar, y a todos y cada uno de los intentos de impunidad a los genocidas. No dejó pasar, en todos estos años, ninguna de los crímenes cometidos por los distintos gobiernos patronales. Pasó con Teresa Rodríguez, con Carlos Fuentealba, con los caídos del 19 y 20 de diciembre de 2001, con Kosteki y Santillán, o con Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Al protocolo de Bullrich, junto con el ajuste de Milei también lo derrotaremos en las calles.

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Escribe Guido Poletti

La ley ómnibus tiene todo un capítulo referido a  modificaciones de la ley electoral. Entre varios temas, todos discutibles y manipulables en manos de los partidos patronales (boleta única, cambios en la cantidad de diputados por provincias), hay una, sin embargo, de una extrema gravedad: la elección uninominal.

Con este esquema, se divide cada provincia en tantos distritos electorales como diputados se elijan y luego se elige uno solo en cada uno de ellos. Para ser claros: solo serán electos los que ganen (salgan primeros) en cada distrito. Es una forma de votación que elimina totalmente la representación de las minorías. Una fuerza política puede obtener el 10, 20, 30 o 40% de los votos y, aún así, no tener ninguna representación en el Congreso. Milei no es original: así se eligen los Representantes (equivalentes a nuestros diputados nacionales) en el Congreso de los Estados Unidos. Por eso, siempre, el total de los elegidos pertenecen a alguno de los dos grandes partidos patronales (demócratas o republicanos).

¿Quién sale favorecido con esta modificación electoral? Obviamente, los partidos patronales tradicionales (peronistas y radicales), el PRO en algunos lugares y, actualmente, La Libertad Avanza. ¿Quién pierde? El Frente de Izquierda, al que se busca proscribir y silenciar. El motivo es obvio: somos quienes, incondicionalmente, nos opondremos, en el Congreso y en las calles, al plan de ajuste y represión del ultraderechista de Milei.
 

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Escribe Guido Poletti

Cuando Milei ganó las elecciones, el multimillonario Elon Musk le envió un mensaje de saludo. Todo un guiño para empezar sus negocios en la Argentina.

El presidente ultraderechista le respondió nombrándolo personalmente en su discurso cuando anunció el DNU. Ahí mencionó particularmente a Starlink. Traducido: como Arsat figura como empresa a ser privatizada ahí está el negocio redondo para que Musk se quede con el negocio satelital.

A eso se suma, por supuesto, el interés del dueño de Tesla con el negocio del litio, vital para sus automóviles eléctricos. Que el gobierno de Milei se dispone a allanar, pasando por encima de los intereses de las poblaciones locales y de la protección del ambiente.

Una más de los tantos proyectos de saqueo que incluye el plan motosierra del presidente de La Libertad Avanza.


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Escribe Mercedes Trimarchi, legisladora electa (CABA) por Izquierda Socialista/FIT Unidad

El artículo 348 del proyecto de #LeyÓmnibus que el gobierno envió al Congreso plantea la derogación de la Ley 24.515, la misma que en su momento creo el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi). Tal como escribió Flor de la V en su columna del 18/12/23 en el diario  Página 12, “Si bien los recursos del organismo no son suficientes para combatir los diferentes hechos discriminatorios que sufren a diario cientos de personas, es un lugar esencial en la lucha para lograr vivir en una sociedad más igualitaria.”

Las trabajadoras y trabajadores del Inadi acompañan muchas de las denuncias por discriminación que llegan al Instituto (la inmensa mayoría no llega a esta instancia) y le ponen el cuerpo pese a la precarización de sus condiciones laborales y la falta de presupuesto. El especial ataque del ultraderechista Milei, que propone cerrar el Inadi), tiene como objetivo frenar la visibilización del colectivo LGBTQ+. Colectivo que en los últimos años viene obteniendo conquistas con la movilización en el marco de la cuarta ola de lucha feminista. La última marcha del Orgullo en Buenos Aires, que reunió a decenas de miles en noviembre pasado, expresó con carteles y cantos alusivos que la lucha contra la discriminación y la pelea por la implementación del cupo laboral travesti-trans están más vigentes que nunca. Debemos ser miles en las calles el próximo 24E para decirle al homo/trans odiante de Milei que sobre nuestras conquistas, ¡NO pasarán!
 
 

Artículos de Iván Ponce

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