Jul 19, 2024 Last Updated 10:06 PM, Jul 19, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Guido Poletti

No es la primera vez que sucede. Pero lamentablemente el negacionismo del genocidio vuelve a levantar cabeza.

A lo largo de los años tuvo distintas manifestaciones. Tenemos la llamada “teoría de los dos demonios”, que planteó que lo que sucedió en la época de la dictadura fue “una guerra” con “dos bandos”. Dentro de ese planteo, estuvieron los defensores de genocidas, que directamente decía que frente a lo que llamaban “la subversión marxista”, los militares genocidas eran en realidad próceres que defendían a la patria.

Siempre existieron y existen estos personajes. Incluso han ganado algún espacio, como la diputada nacional Victoria Villarroel, del partido del liber-facho Javier Milei. Que, a su vez, no duda en unirse a otros reivindicadores del genocidio, como la Fuerza Republicana, el partido de Bussi en Tucumán.

En los últimos tiempos, ante la imposibilidad de negar los crímenes de la dictadura, con evidencia abrumadora en los juicios, muchos han optado por “minimizar” el genocidio. Su argumento es que “no fueron 30.000”. Recurren para esto a tomar en cuenta sólo las listas de denuncia de la Conadep de 1983 (8.961), o las presentadas a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en 1979 (5.580 denuncias). Cuando fueron miles los que en esos momentos no pudieron presentar denuncia alguna. Con los años se siguen descubriendo crímenes, niñas y niños apropiados que ahora descubren quienes fueron sus padres, cuerpos que son identificados ahora que existe el ADN (cosa que no sucedía en los años inmediatos posteriores a la dictadura).

Los genocidas y sus defensores siempre mantuvieron el pacto de silencio, nunca dieron información, niegan el número de desaparecidos, pero ellos y los negacionistas nunca aportaron dato alguno.
Por el contrario, es un hecho que, en el año 1978, a apenas dos años de comenzada la dictadura, el informe secreto del agente del servicio chileno Arancibia Clavel, que contaba con un acceso privilegiado a las altas esferas militares argentinas, ya afirmaba que había 22.000 desaparecidos. La mismísima embajada de los Estados Unidos, en 1979, sumaba 20.000. Los operativos, las desapariciones continuaron en los años siguientes.

Hoy, que a los militares genocidas y abogados defensores, se le suman figuras nefastas como Milei, Espert y Gómez Centurión, en un nuevo aniversario del golpe genocida, queremos que resuene más fuerte que nunca: ¡Cómo a los nazis les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar!

Cada 24 de Marzo también marchamos para recordar y rendir homenaje a los más de cien asesinados y desaparecidos del glorioso PST (Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista).

El PST se había ganado un lugar en la vanguardia obrera y popular luchando contra el pacto social del gobierno peronista de 1973. Era un baluarte en la oposición a la burocracia sindical de entonces.
Por eso ya había sufrido la represión durante el mismo gobierno peronista. Bandas de ultraderecha habían asesinado a varias compañeras y compañeros, en diversos sucesos, siendo los más conocidos los ataques a los locales partidarios de Pacheco (1974) y La Plata (1975).

Comenzada la dictadura, y en la más estricta clandestinidad, las y los militantes del PST siguieron resistiendo y dando pelea. Participando en las luchas sindicales de entonces, en la reorganización del movimiento obrero, del movimiento estudiantil y en la resistencia junto a los organismos de derechos humanos. A lo largo de toda la dictadura, en durísimas condiciones, el PST siguió sacando su periódico.
Toda esta actividad le costó más de un centenar de compañeras y compañeros detenido-desaparecidos. En cada 24 de Marzo, sus fotos encabezan nuestras columnas. Por ellas y ellos también marchamos, por su memoria. Por eso decimos que es una cita de honor.

Escribe Guido Poletti

El peronismo kirchnerista se reivindica como haber sido “el gobierno de los derechos humanos” y coloca a Néstor Kirchner y Cristina Fernández en esa categoría. Lamentablemente, un conjunto de organismos de Derechos Humanos históricos aceptan esa idea y han sido cooptados para su política.

La realidad es bien diferente. Empecemos por la realidad histórica, ni Néstor ni Cristina fueron “luchadores” contra la dictadura. En esos años, vivieron en Santa Cruz, haciendo su fortuna como abogados que liquidaban propiedades de las víctimas de una de las estafas de esos años: la circular 1050. No se conoce una sola acción de ninguno de los dos, ni siquiera una mínima presentación de habeas corpus, a favor de algún desaparecido, preso político o torturado.

En los años siguientes, ya posteriores a 1983 y siendo ambos dirigentes del peronismo santacruceño, ni Néstor ni Cristina participaron jamás de las gigantescas manifestaciones del movimiento de derechos humanos en las décadas del ‘80 y ‘90. No hay declaraciones de ninguno de los dos oponiéndose a los indultos, llevado adelante por Menem, gobierno del cual eran parte.

El kirchnerismo empieza a tener un discurso “pro-derechos humanos” cuando están en el gobierno, y en particular cuando Néstor manda descolgar el cuadro de Videla en el Colegio Militar. Otro hito fue su discurso en la ex Esma, el 24 de marzo de 2004. Pero, más allá de lo discursivo, nada de lo que se atribuye le corresponde.

Las leyes de impunidad no fueron anuladas por Néstor Kirchner, sino por un proyecto presentado por la entonces diputada nacional por Izquierda Unida, Patricia Walsh, y aprobada gracias a la presión de una enorme manifestación popular. Después de ello, el autodenominado “gobierno de los derechos humanos” no hizo absolutamente nada para esclarecer la desaparición de Jorge Julio López, jamás avanzó en abrir los archivos de la época de la dictadura, reprimió luchas populares (recordemos Terrabusi, Lear, los Qom de Formosa), tuvo a Berni como su “rambo” y terminó nombrando al genocida Milani como jefe del Ejército. Más de 5.000 luchadores populares fueron procesados durante esos años. Esa es la auténtica realidad, más allá de cualquier doble discurso.

Escribe Adolfo Santos

El empresario azucarero, dueño del grupo Ledesma falleció a los 95 años. Sería una noticia más, si no fuera por lo que representa Blaquier: un cómplice de la sangrienta dictadura instalada en 1976, como señala el informe “Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad”. Además de ayudar a diseñar el plan económico que iba a aplicar el Ministro Martínez de Hoz, fue uno de los responsables de la feroz represión iniciada el 24 de marzo de 1976, con asesinatos y desapariciones en la provincia de Jujuy.

El Ingenio Ledesma, había enfrentado conflictos sindicales protagonizados por una importante vanguardia de luchadores que  dirigían el sindicato azucarero. Después del golpe, Blaquier se convertiría en un emblema de los empresarios comprometidos con los crímenes de la dictadura, señalando a decenas de trabajadores que serían secuestrados.

El hecho más trágico ocurrió en julio de 1976. Las localidades que rodean el ingenio sufrieron un gran apagón. En esas circunstancias, que quedó conocida como la Noche del Apagón, las fuerzas armadas, utilizando vehículos cedidos por la propia empresa, realizaron una verdadera cacería humana, secuestrando alrededor de 400 trabajadores que fueron conducidos a centros de detención, muchos de los cuales continúan desaparecidos hasta hoy.

Las denuncias por los crímenes de Ledesma se iniciaron en la época de la dictadura. Sin embargo fue una dura lucha conseguir que las investigaciones contra Blaquier prosperen. Recién en 2012 fue procesado por los secuestros ocurridos después del golpe y por su responsabilidad en la Noche del Apagón. Sin embargo, las maniobras legales perpetradas por sus abogados en complicidad con la justicia, impidieron que el juicio avanzara.

En 2021, la defensa de Blaquier planteó que el acusado no estaba en condiciones de afrontar un proceso penal. La Cámara de Casación ordenó que se le realicen estudios para verificar la situación. No hubo tiempo, el 13 de marzo el “asesino de Ledesma” terminó muriendo. Mientras Macri, Paolo Roca, Cavallo, Pagani (Arcor), la UIA y la Sociedad Rural le rinden homenaje, junto a organismos de derechos humanos y familiares de las víctimas, nos queda una profunda sensación de impunidad. Carlos Blaquier murió sin ser juzgado y condenado por sus crímenes de lesa humanidad.

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Escribe Mariano Barba

Dos encuentros para un mismo objetivo: que Cristina Kirchner aparezca tomando distancia de su propio gobierno y vaya testeando si se presenta como candidata. Los dichos se repitieron en la Universidad de Rio Negro donde habló la vicepresidenta y en el encuentro de militantes kirchneristas que se realizó en Avellaneda con motivo del 50° aniversario del triunfo del peronismo en 1973. “Luche y vuelve” es el lema de la campaña que los impulsa hacia adelante.

En Rio Negro la vicepresidenta, además de insistir en lo que considera su proscripción, volvió a referirse a su gobierno como si ella no lo integrara. Hizo hincapié en el pacto firmado con el FMI diciendo que “hay que revisar las condiciones en que se firmó […] Si te dieron 45 mil millones los vas a tener que devolver, nadie pretende que no lo devuelvan”. Además, afirmó que “la economía está creciendo y el empleo también pero son de baja calidad y bajos salarios”.  Con sus dichos quiere diferenciarse y evitar que la arrastre el descrédito del gobierno del Frente de Todos, que pegó un salto con la firma del pacto con el Fondo, que sigue empeorando las condiciones económicas para el pueblo trabajador y donde el futuro se vislumbra cada vez más difícil, porque tanto el gobierno peronista del Frente de Todos como la oposición patronal están jugados a cumplir con el FMI. La propia Cristina reconoce que va a seguir pagando, como lo está haciendo, pero se esfuerza en tomar distancia para ver si zafa de ese descrédito. La mejor prueba de que dice una cosa y hace otra, es la designación de Sergio Massa (del que es principal sostén) como superministro de Economía para aplicar el ajuste exigido por el FMI con tarifazos y una altísima inflación que achica mes a mes el poder adquisitivo de los salarios.

Coincidente con la vicepresidenta, dirigentes y militantes peronistas kirchneristas se reunieron el sábado en un plenario en la U.T.N. de Avellaneda, para “romper la proscripción” de Cristina Kirchner y reforzar el operativo clamor por su candidatura presidencial.  Axel Kicillof, gobernador de Buenos, planteó: “La compañera Cristina Fernández de Kirchner es (la candidata) en la que nuestro pueblo confía y la que nuestro pueblo quiere”. Así lanzó la campaña “Luche y vuelve”. La fecha elegida a cincuenta años de la victoria de Héctor Cámpora tras dieciocho años de proscripción del peronismo, es una analogía que el kirchnerismo busca instalar con la situación procesal de la vicepresidenta.  La historia puede parecerse pero nunca repetirse: Cristina no está proscripta en la actualidad y el FMI, a diferencia de 1973, tiene el control de la economía argentina.

El peronismo no va más

Con el “Luche y vuelve”, el kirchnerismo quiere instalar la ilusión de que si Cristina vuelve van a cambiar su proyecto de gobierno.  Por eso cuando Máximo Kirchner en el encuentro dijo: “Muchos se valieron del triunfo de 2019 para acceder al poder y ahora se hacen los distraídos para hacer lo que tienen que hacer”. Le estaba pidiendo al presidente Fernández que baje su precandidatura para las PASO y facilite el camino a Cristina o a quien ella designe con el “dedazo”.  En esta maniobra tienen un problema: Alberto y Cristina son la fórmula que gobierna ahora y aquí. Es más, la mayoría de los ministros fueron designados de común acuerdo. Las medidas de gobierno para garantizar las súper ganancias de los empresarios y multinacionales son de este gobierno, que es el de ambos. Eso sucede con el dólar soja, el dólar automotriz, el dólar turismo, el acuerdo secreto con Chevron, y el actual canje de deuda para los banqueros. Hasta YPF apareció como sponsor en la Expoagro donde se concentra lo más granado de la oligarquía del campo.

A pesar de todas estas políticas proimperialistas y propatronales de su gobierno, el kirchnerismo intenta, con sus slogans, encarar la campaña electoral como si no tuviera nada que ver. Es una maniobra poco creíble. Parece que en cada elección vuelven a empezar.

El peronismo ha gobernado más de dos tercios de todo el tiempo transcurrido en los 40 años del final de la dictadura hasta acá. Y ha sido, con distintos personajes y discursos, garante de los pagos de deuda y los planes de ajuste. Principal responsable de que hoy la pobreza orille el 40%. El kirchnerismo es parte de este balance de los gobiernos peronistas. Como lo dijo la propia Cristina cuando gobernaba: “en mi gobierno se la llevaron con pala”, refiriéndose a los banqueros. O “somos pagadores seriales” reconociendo los 200.000 millones de dólares en efectivo que se le pagaron a los pulpos acreedores durante los doce años kirchneristas. Lo más importante hoy, es que es insostenible que Cristina y el kirchnerismo no tiene “nada que ver” con las políticas de ajuste y saqueo que está llevando adelante el Frente de Todos. El propio ministro Aníbal Fernández (hasta ayer nomás entusiasta kirchnerista y hoy alineado con Alberto Fernández) lo dejó en claro: “Cristina es parte del gobierno”. Tanto lo es, que fue ella quien bendijo la llegada al ministerio de Economía de quién es hoy el principal implementador del ajuste: Sergio Massa. El mismo Massa del que Máximo Kirchner dijo el sábado pasado que lo quería “dentro de su espacio” y ¿por que no? candidato presidencial. Cristina comenta las medidas y las consecuencias del ajuste como si su sector fuera ajeno, mientras conserva miles de puestos importantes en el gobierno y las medidas más importantes (como avanzar en el acuerdo con el FMI) fueron “bendecidas” por ella personalmente. Todo esto indica que no hay un peronismo kirchnerista “progresista” con un programa distinto al que se está llevando a cabo actualmente.

Todo esto debe llevarnos a sacar una conclusión, que es la que queremos compartir y debatir con nuestras compañeras y compañeros de trabajo, estudio o vecinos.  Las banderas históricas del peronismo de soberanía económica, justicia social e independencia política ya no volverán. El peronismo no va más, no es salida para el pueblo trabajador en ninguna de sus variantes. Es necesario algo nuevo, una nueva alternativa política, como la que estamos impulsando desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad. Que gobiernen los que nunca lo han hecho, la izquierda las y los trabajadores.

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