Dec 13, 2025 Last Updated 4:39 PM, Dec 12, 2025

Foto de portada: Presentación del acto. 

Escribe José “Pepe” Rusconi

El viernes 19 de septiembre, en el Pasaje Dardo Rocha de La Plata, se llevó a cabo un emotivo acto para recordar a los ocho militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) asesinados por bandas fascistas los días 4 y 5 de septiembre de 1975, en la antesala del golpe de Estado. La actividad fue organizada por la Comisión por Memoria y Justicia por la Masacre de La Plata, integrada por familiares, amigos, compañeros de militancia y partidos de izquierda, entre ellos Izquierda Socialista.

El lugar estuvo colmado de militantes y activistas de distintas generaciones. Entre los asistentes se encontraban referentes de derechos humanos como Elsa Pavón (Abuelas de Plaza de Mayo-Asociación Anahí), Marta Úngaro (hermana de Horacio Úngaro, desaparecido en la Noche de los Lápices), Carlos Zaidman (AEDD) y María Laura Bretal (Justicia Ya!).

El acto comenzó con las intervenciones de los abogados de derechos humanos Guadalupe Godoy y Eduardo “el Negro” Soares, quienes denunciaron la impunidad que persiste alrededor de estos crímenes y destacaron la importancia de sostener la lucha por justicia, tanto en este caso como en las causas de lesa humanidad ocurridas antes y después de la dictadura militar. Integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria entregaron a los familiares los legajos policiales de algunos de los militantes asesinados, parte del archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense.
Amigos y compañeros compartieron recuerdos cargados de emoción sobre Adriana Zaldúa, Hugo Frigerio, Roberto “Laucha” Loscertales, Ana María Guzner Lorenzo, Lidia Agostini, Carlos “Diki” Povedano, Oscar Lucatti y Patricia Claverie. También se recordó a Susana Zaldúa y Susana Guzner, hermanas de Adriana y Ana María, quienes lucharon hasta el final de sus vidas para lograr justicia.

En el bloque de intervenciones políticas tomó la palabra la diputada provincial electa Mónica Schlotthauer, en representación de Izquierda Socialista. Recordó que los crímenes de la Triple A fueron el prólogo del terrorismo de Estado que luego instauraría la dictadura.

“El reclamo de justicia ha escrito los nombres de los compañeros de la masacre de La Plata junto a los de la masacre de Pacheco, Rodolfo Ortega Peña y otros miles asesinados por la Triple A”, expresó Mónica. “Esto obligó a reconocer una verdad histórica e incómoda: el terrorismo de Estado empezó con el gobierno antiobrero de Isabelita, un gobierno peronista, respaldado por la putrefacta burocracia sindical”.

Mientras evocaba la memoria de los caídos, la dirigente trazó un puente entre aquella etapa y las luchas actuales. Recordó que en los años previos al golpe se organizaron coordinadoras obreras que lograron unir a miles de trabajadores de distintas fábricas y sindicatos en un frente común de lucha.

“La rebeldía de esos años puso de pie a las coordinadoras que unían a la clase obrera, desde Ensenada hasta Tigre”, afirmó. “Ese ejemplo marcó a toda una generación, incluida la nuestra, y por eso seguimos peleando por la unidad de los luchadores para derrotar a la burocracia sindical que sigue entregando nuestras conquistas”.

Schlotthauer reivindicó también el legado político de los militantes homenajeados, enmarcando sus vidas en la construcción de un partido revolucionario para la clase trabajadora.

“Desde el morenismo seguimos insistiendo en la necesidad de partidos obreros que lleven a la clase trabajadora al poder y avancen en la construcción del socialismo”, dijo. “Cada año que pasa le da la razón a la lucha de nuestros compañeros asesinados”.

El acto contó con la presencia de una amplia delegación de Izquierda Socialista, entre ellos la diputada nacional Mercedes de Mendieta, la legisladora porteña, Mercedes Trimarchi; Miguel Sorans y Mercedes Petit, dirigentes del PST de aquel momento, junto a militantes de larga trayectoria en la corriente morenista. 

Desde la Flotilla Global Sumud, camino a Gaza, enviaron sus saludos el diputado nacional Juan Carlos Giordano y Ezequiel Peressini, quienes participan en una misión internacional en apoyo al pueblo palestino.

El momento más emotivo llegó con la lectura del documento unitario por parte de Nora Zaldúa, hermana de Adriana. Entre aplausos y lágrimas, se reafirmó el compromiso de seguir luchando por justicia y por la causa por la que los ocho militantes dieron la vida.

El cierre se dio con todos los presentes de pie, levantando sus puños y entonando La Internacional, himno de la clase trabajadora. Así se selló la promesa de mantener viva la memoria y de continuar la pelea por la que lucharon Adriana, Hugo, Laucha, Ana María, Lidia, Diki, Oscar y Patricia.
“Vamos a seguir reclamando justicia y repetiremos sus nombres el día que logremos el triunfo definitivo: el día en que los trabajadores gobiernen hacia el socialismo”, concluyó Schlotthauer, arrancando una ovación.


Mónica Schlotthauer habló en nombre de Izquierda Socialista

 

 

Escriben José “Pepe” Rusconi y Federico Novo Foti

El 4 y 5 de septiembre de 1975 ocho jóvenes militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista, fueron asesinados en La Plata por bandas fascistas que contaban con la protección del gobierno de Isabel Perón. El hecho fue conocido como la “Masacre de La Plata”. Hoy, Izquierda Socialista junto a la Comisión por la Memoria y Justicia de la Masacre de La Plata seguimos exigiendo justicia para nuestros compañeros y compañeras caídos. También seguimos reivindicando su pelea por la construcción de un partido revolucionario que luche por el socialismo.

En la noche del 4 de septiembre, una delegación de cinco militantes del PST, encabezados por Roberto “Laucha” Loscertales, activista y trabajador despedido del  Astillero Río Santiago, se dirigía en un vehículo hacia la Petroquímica Sudamericana (hoy Mafissa). Llevaban comida y dinero para el fondo de huelga de sus trabajadores, que se encontraban ocupando la fábrica por aumento salarial. Con el “Laucha” estaban: Hugo Frigerio, delegado del Ministerio de Obras Públicas (MOP); Adriana Zaldúa, también delegada del MOP, dirigente de la Juventud Socialista y estudiante de la Facultad de Arquitectura (UNLP); Ana María Guzner, ex delegada del gremio no docente de la universidad (ATULP); y Lidia Agostini, odontóloga que trabajaba en un dispensario municipal. Pero ellos nunca llegaron a la fábrica. En el camino su vehículo fue interceptado y fueron secuestrados. Al día siguiente, sus cuerpos acribillados a balazos fueron encontrados en La Balandra, un descampado en Berisso.

El 5 de septiembre, al confirmarse la noticia de los fusilamientos, el PST comenzó una campaña de denuncia. Los trabajadores del MOP paralizaron las tareas como expresión de protesta, también los no docentes de la UNLP. En Petroquímica colgaron una bandera que acusaba al patrón: “Curi compra matones para matar”. Esa misma tarde, Oscar Lucatti, militante del PST y también trabajador del MOP; Carlos “Dicki” Povedano, miembro de la Comisión Interna de la Delegación de Previsión Social de la Nación; y Patricia Claverie, activista y estudiante de la Facultad de Ciencias Naturales (UNLP), fueron secuestrados por individuos que portaban armas largas y los introdujeron en un auto Fiat 128, cuando salían del local del PST de La Plata para desarrollar las tareas de denuncia y movilización. Sus cadáveres aparecieron recién varias horas después. A pesar de las denuncias y numerosos datos aportados por el PST, sus familiares y amigos, el crimen sigue impune.

De Pacheco a La Plata”

Bajo este título, el periódico del PST, Avanzada Socialista del 13 de septiembre, analizaba las causas de la “Masacre de La Plata” y la situación política que vivía el país. El 29 de mayo de 1974, aún bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, una banda fascista había atacado el local del PST de General Pacheco, secuestrando a varios militantes y acribillando a tres de ellos. En aquel momento, el PST llamó a la más amplia unidad de acción contra los fascistas. Pero el llamado no tuvo eco en la mayoría de las organizaciones (JP, Montoneros, PC), salvo honrosas excepciones, como la del Bloque de Base de Rodolfo Ortega Peña.

Aquellos asesinatos se enmarcaban en el intento del gobierno de Perón, contrario a las expectativas creadas en gran parte del movimiento peronista, de aplastar al movimiento obrero y liquidar las libertades democráticas. El gobierno y las grandes patronales industriales, latifundistas y banqueros, nacionales y extranjeros, se avocaron a superar la crisis económica mediante la represión, para profundizar la superexplotación obrera, acordada con el imperialismo y el FMI.

El 6 de noviembre de 1974, ya fallecido Perón, Isabel implantó el Estado de Sitio con el argumento de combatir a la guerrilla. Una medida apoyada por casi todos los partidos patronales que favoreció el ascenso de bandas fascistas como la “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina). Ese mismo mes fueron asesinados otros cuatro militantes del PST en Capital y el Gran Buenos Aires. Se sucedieron ataques al movimiento obrero mediante el asesinato de activistas y dirigentes obreros, encarcelamientos masivos sin causa, la “misión Ivanissevich” intervino las universidades, el allanamiento y bombas a locales políticos. Para 1975, el PST tenía más de diez presos políticos, entre ellos, Juan Carlos “Pelado Matosas” López Osornio y Miguel Lamas.

Pero con las movilizaciones y la huelga general de junio y julio de 1975 los trabajadores habían impuesto la renuncia del ministro de Bienestar Social, José López Rega, organizador de la Triple A y derrotaron el plan de ajuste de su protegido, el ministro de Economía Celestino Rodrigo, conquistando los acuerdos paritarios que intentaba desconocer. Pero luego del triunfo, la burocracia sindical no continuó el plan de lucha y pactó la desmovilización con el gobierno de Isabel. Esto permitió que los sectores más “gorilas” continuaran su “iniciativa en el camino hacia un régimen contrarrevolucionario”.[i]

La dirección nacional del PST, ante la Masacre de La Plata señaló: esta vez “las armas de los asesinos no atacan en nuestro partido al conjunto de la oposición; atacan al movimiento obrero y a la izquierda”.[ii] Las máximas conducciones del peronismo y el radicalismo callaron. El PST denunció la responsabilidad del gobierno peronista. También, a los falsos “opositores”, del estilo de Ricardo Balbín de la UCR, que dejaban actuar a las bandas fascistas sin denunciarlas.

El PST llamó a vengar la muerte de los asesinados, pero no de forma individual, sino con las más amplia unidad de acción antifascista y continuando la tarea a la que habían dedicado sus vidas los compañeros y compañeras asesinados: la construcción del partido mundial de la revolución socialista. Rechazaba así una salida mediante la conciliación o la guerrilla, llamando a confiar en la movilización unitaria de los trabajadores y trabajadoras.

Exigimos justicia y seguimos luchando por el socialismo

En enero de 1976 fue asesinado otro militante del PST de la región, Carlos Scafide. En marzo, el gobierno de Isabel fue reemplazado por la dictadura militar y el terrorismo de Estado. Pero la lucha de los trabajadores y trabajadoras logró tirar a la dictadura y continúa en la actualidad bajo el gobierno ultraderechista de Milei.

Hoy en día seguimos reclamando justicia junto a la Comisión por la Verdad y Justicia de la Masacre de La Plata y continuamos el ejemplo de nuestros compañeros y compañeras del PST: acompañamos las peleas contra el ajuste del gobierno y el FMI, y en ellas seguimos bregando por la construcción de un partido revolucionario para conquistar un gobierno de trabajadores y trabajadoras y por el socialismo. 

A cincuenta años de la Masacre de La Plata levantamos el puño con la misma fuerza y la misma furia, y como entonces decimos: “Eran nuestros hermanos en la lucha por el socialismo. Los lloramos de cara al agresor, mirándolo de frente, más firmes que nunca en nuestro odio de clase. Ellos fueron golpeados para que nosotros titubeemos. Ya lo sabíamos antes de que ellos u otros cayeran. A este gobierno capitalista de cuyas entrañas salieron las bandas asesinas [...] les decimos: se equivocaron. Ellos cayeron para que nuestro dolor y nuestra rabia y nuestro odio de clase nos hicieran más fuertes.”[iii]

Compañeros y compañeras del PST asesinados: ¡Hasta el socialismo, siempre!

 

[i]       Avanzada Socialista Nº 162, 13/09/1975. Disponible en www.nahuelmoreno.org

[ii]      Idem.

[iii]      Avanzada Socialista Nº 161, 08/09/1975. Disponible en www.nahuelmoreno.org

El sábado 6 de septiembre de 1975 se realizó el acto de despedida con familiares y delegaciones de distintas fábricas. Ernesto González, en nombre de la dirección nacional del PST, señaló a “los responsables” de la masacre.

“Los compañeros, con sus debilidades y grandezas, sólo se pueden apreciar a la luz de la ideología y de la tarea por la cual dieron su vida: el trotskismo y la construcción del Partido Mundial de la Revolución Socialista.

Comprendemos que muchos de los familiares y compañeros busquen una reparación. Pero, ¿quién debe reparar y cómo lograrlo? En primer lugar, el gobierno peronista, que en su momento toleró y encubrió su accionar. Ahora, pese a su llamado al dialoguismo, no hace nada que signifique detener a las bandas fascistas.

También son responsables aquellos sectores que, desde la oposición al lopezreguismo y en nombre de la defensa de la democracia, se han negado a movilizarse contra el fascismo, haciéndole el juego a un nuevo golpismo militar. Detrás de estos sectores están los grandes patrones: industriales, latifundistas y agentes de los monopolios, nacionales y extranjeros.

Como siempre, incluso en esta hora de dolor e indignación, seguiremos fieles al movimiento obrero. Lucharemos contra las direcciones sindicales que lo frenan y lo atan a los planes de la patronal, y también contra la guerrilla elitista, que lo confunde y contribuye a provocar su desmovilización.

Nosotros decimos que vamos a continuar por ese camino. Estamos firmes, total y absolutamente convencidos de la victoria de la clase obrera, que al terminar con todos los explotadores y asesinos brindará la mejor y única reparación posible.*

Laucha, Hugo, Dicki, Adrianita, Patricia, Lidia, Ana María, Oscar: ¡Hasta el socialismo, siempre!”

 

*      Avanzada Socialista Nº 161, 08/09/1975. Disponible en www.nahuelmoreno.org

El viernes 19 de septiembre desde las 17 en el Pasaje Dardo Rocha de La Plata (calle 50 entre 6 y 7) se realizará un acto en homenaje y por justicia para los compañeros y las compañeras asesinados en la Masacre de La Plata

Organiza: Comisión por la Memoria y Justicia de la Masacre de La Plata

 

Escribe Federico Novo Foti
 
Trotsky fue uno de los principales dirigentes revolucionarios del siglo XX. Encabezó la primera revolución socialista triunfante de la historia junto a Lenin en Rusia. Su nombre está asociado a la lucha por el socialismo, la democracia obrera y el internacionalismo. Con su asesinato, Stalin intentó cortar la continuidad histórica de la lucha obrera revolucionaria. Pero su legado sigue vigente.

El 20 de agosto de 1940 León Trotsky recibió en su residencia de la calle Viena 19 en Coyoacán, México a Frank Jackson. El joven, introducido en el entorno de Trotsky como novio de una de sus colaboradoras, se había presentado con la excusa de intercambiar opiniones sobre un artículo. Jackson aprovechó un momento de descuido para atacar por la espalda al viejo líder revolucionario. Al día siguiente, Trotsky falleció por las heridas sufridas. Jackson, quien era un agente del servicio secreto soviético cuyo verdadero nombre era Ramón Mercader, había logrado consumar la sentencia dictada por José Stalin, líder de la URSS: “¡maten a Trotsky!”.

El asesinato del dirigente ruso fue la culminación de un acecho implacable, iniciado en 1927 con su destierro de Rusia, su exilio obligado por “el planeta sin visado” y el asesinato y persecución a sus seguidores, colaboradores y familiares.1

La causa de tal saña se encontraba en que, desde mediados de la década de 1920, Trotsky se había enfrentado a Stalin en su intento de consolidar su poder burocrático en la URSS. Se había opuesto, tras su formulación en 1924, a la concepción no marxista del “socialismo en un solo país” que abandonaba el internacionalismo y, desde 1935, a los “frentes populares” de conciliación con las burguesías en los partidos comunistas y la Tercera Internacional.

Entre 1936 y 1938, Stalin montó los “Juicios de Moscú”: una farsa judicial para exterminar a la vieja guardia dirigente del partido de Vladimir Lenin y a sus opositores. Trotsky fue el principal inculpado porque era el más destacado y consecuente dirigente opositor a la burocracia estalinista y encarnaba la continuidad del programa socialista revolucionario, la democracia obrera y el internacionalismo.

 Una vida dedicada a la revolución socialista

 León Davidovich Bronstein había nacido el 26 de octubre de 1879 en una aldea cerca de Odesa en Ucrania, región sometida por entonces al imperio zarista de Rusia. Siendo muy joven se hizo marxista. El régimen zarista rápidamente le impuso encarcelamientos y la deportación a Siberia. Se unió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso tras su primera fuga de Siberia, sumándose a la organización orientada por Lenin. 

En la revolución de 1905 fue el máximo dirigente del soviet (consejo democrático de obreros) de San Petersburgo, capital del imperio. En su balance, tras la derrota, plasmó por primera vez su “teoría de la revolución permanente”. Afirmaba que la clase obrera de las ciudades, acaudillando al campesinado pobre, era la única clase capaz de encabezar la revolución democrática burguesa en el país y que al tomar el poder podía avanzar hacia el socialismo, transformando las condiciones de vida en el campo y las ciudades.

Trotsky fue también parte de la minoría internacionalista que, con Lenin, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, rechazó la traición de la Segunda Internacional, cuando ésta apoyó la guerra interimperialista en 1914 y pronosticó que los años venideros presenciarían la era de la revolución social.3
 En efecto, en febrero de 1917 estalló la revolución en Rusia. Tras el derrumbe del régimen zarista, asumió el gobierno una coalición de la burguesía liberal y partidos reformistas. Pero, a su lado, resurgieron los soviets desafiando su poder. Trotsky logró retornar de su exilio forzado, fue incorporado en la conducción del soviet de Petrogrado (ex San Petersburgo) e ingresó al Partido Bolchevique de Lenin. 

La revolución permitió una rápida confluencia entre ambos dirigentes. Lenin había logrado que el partido no diera su apoyo al Gobierno Provisional burgués y asumiera la pelea por un gobierno obrero, apoyado en los campesinos, lo que sería el preludio de la revolución socialista internacional. Los bolcheviques, con Lenin y Trotsky, fueron ganando cada vez más peso y lograron la mayoría en los soviets. Finalmente, Trotsky fue designado responsable del Comité Militar Revolucionario del soviet que organizó la toma del poder el 24 de octubre, consumando la primera revolución obrera socialista triunfante de la historia.

En el gobierno de los soviets, Trotsky ocupó distintos cargos y encabezó el Ejército Rojo, que derrotó en la guerra civil al Ejército Blanco, la coalición de ejércitos imperialistas. Tras la muerte de Lenin, en 1924, y con la consolidación del aparato burocrático, encabezó la Oposición de Izquierda contra el abandono del programa socialista revolucionario por el estalinismo.

Ante el ascenso del fascismo y el nazismo en la década de 1920, Trotsky batalló por la unidad del movimiento obrero para enfrentarlos, en abierta oposición a la política divisionista de la socialdemocracia y de la burocracia estalinista.4 Pero la llegada al poder del líder nazi Adolf Hitler, en enero de 1933, llevó a Trotsky a la conclusión de que la Tercera Internacional había muerto y era necesario fundar una nueva organización socialista revolucionaria mundial.
 
Su legado revolucionario sigue vigente 

En 1938, aún bajo terribles condiciones de la persecución estalinista, Trotsky se abocó a uno de los desafíos más importantes de su vida: la fundación de la Cuarta Internacional, el partido de la revolución socialista mundial, para dar continuidad al hilo rojo de la lucha revolucionaria. Su “Programa de Transición” afirma que bajo el capitalismo decadente “la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria”.5 Poco después sería asesinado, asestando un duro golpe al movimiento trotskista, profundizando la crisis de dirección.

A 85 años del asesinato de Trotsky, el capitalismo sigue condenando a millones a la pobreza en todo el mundo, promueve el ascenso de la ultraderecha y el genocidio de Israel contra el pueblo palestino. Frente a la barbarie capitalista las enseñanzas y el legado de Trotsky continúan teniendo enorme actualidad. Sigue planteada la lucha sin concesiones contra las gobiernos burgueses y sus medidas de ajuste contra el pueblo trabajador, la unidad para enfrentar a la ultraderecha y el repudio mundial al genocidio en Gaza. Y para lograr una salida de fondo es necesario unir a los revolucionarios, reconstruir la Cuarta Internacional y partidos revolucionarios para conquistar gobiernos de trabajadoras y trabajadores que luchen por el socialismo mundial. A esa titánica tarea nos dedicamos tenazmente desde Izquierda Socialista.

1. León Trotsky. Mi vida. Ediciones Antídoto, Buenos Aires, 1996. Disponible en www.marxists.org
2. Ver León Trotsky. “La revolución permanente”. Yunque, Buenos Aires, 1974. www.marxists.org
3. Ver León Trotsky. La guerra y la Internacional. Tomos I y II. CEHuS, Buenos Aires, 2014.
4. Ver León Trotsky. La lucha contra el fascismo en Alemania. Tomos I y II, Ediciones Pluma, Buenos Aires, 1974.  www.marxists.org
5. León Trotsky. Programa de Transición. Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2007. www.marxists.org

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