Jul 16, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Escribe José “Pepe” Rusconi

Cuando el 12 mayo de 1977 me enteré del secuestro, sucedido el día anterior, de tres de mis compañeros del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) era inevitable imaginar el desenlace. Estábamos en tiempos de la dictadura militar que reprimía a sangre y fuego.

Ellos eran Julio Matamoros (el “Bocha” de veintiún años), estudiante de Derecho y luego empleado bancario, Mónica de Olazo (“Moniquita” de dieciocho años), estudiante, y su pareja Alejandro Ford (el “Negro” de veinte años), egresado de la Escuela de Bellas Artes, ex dirigente de la Juventud Peronista (UES) y reciente trabajador de la destilería de YPF de La Plata.

Formábamos parte de una célula del PST, que era el organismo de base de nuestra organización durante la dictadura, donde los militantes hacíamos nuestras discusiones y planificábamos las tareas.

Tras el 11 de mayo, nunca supimos más de ellos hasta que, pasados treinta y seis años del secuestro, el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó en una fosa común del Cementerio de Ezpeleta, enterrados como NN. Nos enteramos que estuvieron en varios Centros Clandestinos de Detención y finalmente fueron fusilados frente a la Comisaría de esa localidad simulando un enfrentamiento. Ellos dieron su vida por la revolución socialista.

Con ese recuerdo, cuando veo a las nuevas camadas de jóvenes compañeros y compañeras que trabajan en la construcción del partido, una herramienta revolucionaria como Izquierda Socialista, los veo a ellos continuando con esa tarea y pienso que su muerte no fue en vano.

Pasaron cuarenta y cinco años y los recuerdo con pesar, pero también con aquella alegría que nos caracterizaba. Alegría propia de los jóvenes y de aquellos que luchan con las tremendas ganas de cambiar esta terrible realidad social capitalista por la de un mundo más justo, un mundo socialista.
Seguimos exigiendo justicia. Mónica, Alejandro y Julio, ¡hasta el socialismo siempre!
 

Escribe Federico Novo Foti
 
En 1889, la Segunda Internacional declaró el Primero de Mayo como jornada de lucha obrera, internacionalista y socialista. En nuestro país los primeros actos del Primero de Mayo, organizados por anarquistas y socialistas, fueron violentamente reprimidos. El peronismo intentó reemplazarlo por la “fiesta del trabajo”, como parte de su política de conciliación de clases. Desde Izquierda Socialista y la UIT-CI continuamos levantando  las banderas del internacionalismo obrero y la lucha por el socialismo.

 El congreso fundacional de la Internacional Socialista (Segunda Internacional), reunido en París en julio de 1889, entre sus resoluciones definió organizar una manifestación internacional en la que trabajadores y trabajadoras exigieran a los gobiernos de sus países reducir a ocho horas la jornada de trabajo y otros reclamos.

La fecha señalada para realizar el “paro universal”, como se lo llamó, sería el 1º de mayo de 1890. La elección de la fecha no fue azarosa, buscaba reivindicar la huelga del 1° de mayo de 1886 en la que habían parado cinco mil fábricas y se habían movilizado cientos de miles de trabajadoras y trabajadores estadounidenses, logrando conquistar la reducción de la jornada laboral. Asimismo, sería un homenaje a los “mártires de Chicago”, obreros anarquistas y socialistas ejecutados en noviembre de 1887, como parte de la violenta reacción de las patronales y el gobierno yanqui contra aquella heroica huelga.

Unos años después, la revolucionaria Rosa Luxemburgo se referiría de la siguiente manera respecto del origen del Primero de Mayo: “Naturalmente, nadie podía predecir el enorme éxito que tendría esa idea ni la rapidez con que sería adoptada por la clase obrera. Sin embargo, fue suficiente celebrar el 1º de mayo tan sólo una vez para que todos comprendieran y sintieran que debía convertirse en una institución anual y permanente”.1 Así, de la mano del socialismo revolucionario nacía la tradición de celebrar el Primero de Mayo como una jornada de lucha obrera, internacionalista y socialista.
 
Origen del Primero de Mayo en Argentina

En nuestro país, el 1° de mayo de 1890  se reunieron tres mil obreros en el Prado Español (barrio de Recoleta). Los oradores socialistas y anarquistas, en su mayoría inmigrantes, tomaron la palabra y reivindicaron el reclamo por la jornada laboral de ocho horas, la prohibición del trabajo infantil, la suspensión del trabajo a destajo, entre otros. La “cuestión femenina”, como la llamaban, fue parte del acto, afirmando que “es obligación reconocer a las obreras como compañeras, con los mismos derechos, haciendo valuar por ellas la divisa: lo mismo por la misma actividad”.2

Por aquellos años la clase obrera argentina estaba dando sus primeros pasos de lucha y organización, atravesada por la crisis y terribles condiciones de trabajo. A la formación de sindicatos, le había seguido la creación de organizaciones anarquistas y socialistas, periódicos obreros y bibliotecas. Pero la respuesta de los gobiernos patronales no se hizo esperar. En 1902, el presidente Julio A. Roca promulgó la “Ley de Residencia”, que autorizaba a expulsar del país a todo “agitador”. Las huelgas y movilizaciones continuaron siendo ferozmente reprimidas y ni siquiera las conmemoraciones del Primero de Mayo se salvaron.  

El 1° de Mayo de 1909, el Jefe de Policía, Ramón Falcón, desató una feroz represión contra el acto anarquista en Plaza Lorea (hoy parte de Plaza Congreso), donde  fueron asesinados once obreros y ochenta más resultaron heridos. Las centrales obreras declararon la “huelga general” para exigir la renuncia del Jefe de Policía. Pero el gobierno declaró el estado de sitio. Cientos de militantes gremiales y políticos, anarquistas y socialistas, fueron encarcelados. El movimiento huelguístico terminaría en pocos días, el 10 de mayo, sin haber logrado la renuncia de Falcón. Pero unos meses después, el 14 de noviembre, el joven obrero anarquista, Simón Radowitzky, haría justicia por mano propia, arrojándo una bomba al carruaje de Falcón, quien moriría en el acto. Radowitzky fue apresado y condenado a cadena perpetua (sería indultado en 1929).

Perón y la “fiesta del trabajo”

En las décadas de 1920 y 1930 el avance de direcciones reformistas en el movimiento obrero, primero los sindicalistas y socialdemócratas (PS), y luego los estalinistas (PC), fueron transformando el Primero de Mayo de una jornada obrera, internacionalista y socialista en un día “democrático”, de apoyo a los gobiernos o sectores patronales “progresistas”.

En 1947, Juan D. Perón en el gobierno oficializó la “Fiesta del Trabajo y la Lealtad”. Un día de festejo, bailes y desfiles que terminaba con la elección de la “Reina del Trabajo”. El programa de los actos tuvo siempre como oradores centrales al Secretario General de la CGT, Evita y al propio Perón. Así el peronismo buscó transformar la histórica jornada de lucha independiente de la clase obrera y sus organizaciones en una fiesta oficial de gobierno y su partido. En su discurso del Primero de Mayo de 1951, Perón afirmó que: “El justicialismo argentino rinde hoy homenaje [a los mártires de Chicago] a su recuerdo habiendo destruido aquí la explotación capitalista e instaurado la justicia social por la que ellos murieron”.3 Con mensajes como este y apelaciones a la “paz social”, Perón inculcaba en la clase obrera su política de conciliación entre patrones y trabajadores. En aquellos años, la fiesta logró el apoyo entusiasta y masivo debido a que una combinación de circunstancias había permitido coyunturalmente conquistar importantes mejoras en el nivel de vida.
 
Levantemos las banderas del internacionalismo obrero y el socialismo

Pero el sueño utópico del peronismo de unirse a los patrones para vivir mejor fracasó. El capitalismo imperialista demuestra año a año que sólo puede ofrecer más explotación, opresión y pobreza para la clase trabajadora y los pueblos del mundo. Por eso los socialistas revolucionarios seguimos conmemorando el Primero de Mayo como una jornada de lucha obrera, internacionalista y socialista. Un día para honrar a nuestros mártires y reivindicar todas las luchas en la perspectiva de lograr gobiernos de trabajadores y trabajadoras y por el socialismo.

Este Primero de Mayo, Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad llamamos a llenar Plaza de Mayo y todas las plazas del país contra el pacto del gobierno y el FMI, contra el ajuste y el pago de la deuda externa. Decimos: ¡Fuera las tropas de Putin de Ucrania! Apoyo a la resistencia del pueblo ucraniano. No a la OTAN. Luchemos por un gobierno de trabajadoras y trabajadores hacia el socialismo.
 
1. Rosa Luxemburgo. “El origen del Primero de Mayo” (Febrero 1894). Espacio Rosa Luxemburgo, 2011.
2. “Manifiesto a todos los trabajadores de la república” (Mayo de 1890). Comité Inernacional Obrero, 1890.
3. “Discurso de Juan D. Perón” (1° de Mayo de 1951). INJDP, 2020.

(Foto de portada: actividades del GOM años más tarde del primero de mayo de la nota)

Escribe Federico Novo Foti

En 1943, bajo la dictadura de Edelmiro Farrell, daba sus primeros pasos el Grupo Obrero Marxista (GOM), organización fundacional de la corriente trotskista morenista. El pequeño grupo inicial, conducido por un joven Nahuel Moreno, sacó la conclusión de que el origen de los males del trotskismo argentino estaba en sus bases sociales. Si se quería construir un partido revolucionario había que empalmar con el movimiento obrero.1 Así el grupo comenzó a acercarse a fábricas textiles de Villa Crespo y La Paternal. El 1° de mayo de 1944 fue la ocasión para realizar la primera actividad pública con carteles firmados por el GOM. Boris, militante del grupo, relataría la pegatina realizada bajo la represión del régimen militar: “Yo iba con Abrahamcito a pegar los afiches a una fábrica metalúrgica que estaba en la calle Querandíes. Llevábamos la goma en los bolsillos y los volantes chiquitos (tamaño carta) firmados como GOM, cuando nos para la policía. […] la policía en esa época te daba ´tanta paliza’ […] Y nos preguntan: ‘¿qué están haciendo ustedes por acá?’. Los volantes estaban recién pegaditos, bien fresquitos. Y bueno, les hicimos la historia de que estábamos esperando a dos chicas y la policía se lo creyó y se fue.”2 Un año después el GOM intervendría en las huelgas de la carne y un grupo, incluido Moreno, se instalaría en el barrio obrero de Villa Pobladora en Avellaneda. El GOM continuaría su desarrollo interviniendo en el proceso de reorganización del movimiento obrero bajo el peronismo e intentaría los primeros contactos internacionales. Comenzaba así a forjarse la corriente trotskista obrera e internacionalista: el morenismo.
 

1. Ver El Partido en “Problemas de Organización”. CEHUS, Buenos Aires, 2017.
2. Ernesto González (coord.) “El trotskismo obrero e internacionalista”. Tomo 1. Editorial Antídoto. Buenos Aires, 1995. Páginas 104 y 105.

Para ver artículos de Nahuel Moreno visite nahuelmoreno.org


Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad

La Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad reveló que hay 1.058 condenados por delitos de lesa humanidad, 542 procesados y 764 detenidos. Un triunfo de la lucha popular. Pero también mostró que 964 milicos fallecieron antes de obtener sentencia (es decir, en la impunidad), 1.532 permanecen en libertad y 573 están imputados pero no han prestado siquiera declaración indagatoria. La semana pasada, por ejemplo, murió en su casa, impune y sin condena, el genocida Villanova, acusado en la Megacausa Campo de Mayo. Por su parte, el ex gerente de Mercedes Benz, Juan Ronaldo Tasselkraut, de 80 años, viene postergando su declaración indagatoria acusado de “indicar al personal militar a los delegados y empleados para que pudieran ser privados de la libertad”. Y Blaquier, con 94 años, dueño del Ingenio Ledesma y emblema de la responsabilidad empresarial en los crímenes de la dictadura en Jujuy, sigue en la impunidad. Vaya si hay motivos para movilizarnos.

Argentina es ejemplo en el mundo por haber mandado a la cárcel a muchos genocidas, pero la impunidad sigue. Algunos dicen que con Néstor Kirchner llegaron los juicios. No. En el gobierno peronista kirchnerista se anularon las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, lo que permitió que se reiniciaran muchos de ellos. Esto fue por la lucha popular. Pero al no invertirse la carga de la prueba (para que todo genocida se presuma culpable y vaya preso), muchos siguen en libertad. Por eso se llegó a este 24M con 20 juicios por delitos de lesa humanidad aunque otros 65 esperan fecha de inicio.

Si a esto le sumamos la impunidad que reina sobre el resto de los cómplices civiles de la dictadura (cúpula de la Iglesia Católica, burócratas sindicales y políticos patronales), con archivos que aún no se abrieron, y que queda por restituir la identidad de 400 jóvenes apropiados, está claro que la lucha continuará bajo todos los gobiernos.

Escribe Federico Novo Foti
 
Se cumplen cuarenta años de la recuperación de Malvinas. En este segundo artículo de la serie iniciada en el número pasado, desarrollamos los sucesos de la guerra y la política que adoptó el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista. Desde el inicio del conflicto, el PST planteó una política para ganar la guerra y, tras la rendición, denunció las causas por las que la dictadura eligió la derrota. Rendimos homenaje a los héroes y mártires de la gesta de Malvinas continuando la lucha antiimperialista.
 
El 30 de marzo de 1982, la CGT convocó a una movilización a Plaza de Mayo ante los despidos y suspensiones en fábricas automotrices. La represión policial caldeó los ánimos pre anunciando el malestar social en medio de la crisis económica. El 2 de abril, la Junta Militar anunció el desembarco y recuperación de las islas Malvinas. La dictadura, comandada por Leopoldo Fortunato Galtieri, niño mimado del imperialismo yanqui, no buscaba hacer una guerra antiimperialista, sino establecer una ocupación breve y una negociación. Un golpe de efecto, utilizando la justa causa de Malvinas, para lograr apoyo social ante el crecimiento de las luchas obreras y la ruptura de sectores de la clase media. (ver número anterior) Pero la maniobra fracasó.

La respuesta del imperialismo no se hizo esperar. El 3 de abril, Gran Bretaña rompió relaciones con Argentina, anunciando sanciones económicas y el envío de Fuerzas de Tareas. La ONU exigió el retiro de las tropas argentinas y la Comunidad Económica Europea respaldó a los ingleses. El presidente estadounidense, Ronald Reagan, designó al General Alexander Haig para interceder en el conflicto, mientras apoyaba con pertrechos y logística a los ingleses. El 25 de abril, comenzó la invasión británica en las islas Georgias del Sur y el 1° de mayo los combates en Puerto Argentino y Puerto Darwin en Malvinas. El 2 de mayo fue hundido, fuera de la zona de exclusión de guerra, el ARA General Belgrano, donde murieron 323 personas.

El inicio del conflicto desencadenó una enorme movilización popular antiimperialista que desbordó a la dictadura. El 10 de abril, 150.000 personas se reunieron en Plaza de Mayo ante la llegada de Haig. Entre la multitud se leían carteles que decían “fuera ingleses y yanquis de Malvinas”. El discurso de Galtieri, desde el balcón de Casa Rosada, fue aplaudido cuando hizo referencia a la soberanía de Malvinas y silbado cuando se refirió a sus gestiones y las de Haig. Con el inicio de los combates la indignación popular y la solidaridad crecieron. El 26 de abril, la CGT realizó una movilización de 10.000 personas, donde se coreó “levadura, levadura, apoyamos las Malvinas, pero no la dictadura”.1 Juntas vecinales organizaron marchas en sus barrios, miles donaron sangre y se inscribieron como voluntarios, se realizaron colectas para el Fondo Patriótico en las fábricas, niños escribían cartas a los soldados y mujeres tejían abrigos. Así nació la gesta de Malvinas. La guerra también despertó la solidaridad de los pueblos latinoamericanos. Ejemplo destacado fue la movilización de 150.000 personas en apoyo a la Argentina realizada en Lima, Perú.  
 
Se podía ganar la guerra

Tras el anuncio de la recuperación de Malvinas, el PST se ubicó por el triunfo argentino y la derrota inglesa, sin depositar ninguna confianza en la dictadura y denunciando sus crímenes. Su posición surgía de la caracterización de la guerra. Detrás de los distintos regímenes y gobiernos de ambos países, la guerra enfrentaba a un país imperialista, que buscaba retener sus últimas colonias, contra un país oprimido, semicolonial, sometido al imperialismo por el saqueo de multinacionales y la sangría de la deuda externa, que reclamaba la soberanía sobre su propio territorio. (ver número anterior)

 En las marchas, en las barriadas populares y los lugares de trabajo y estudio, el PST desarrolló una fuerte crítica a la conducción de la guerra por la Junta Militar. Denunció que la dictadura no hacía la guerra en todos los terrenos. En contrapartida, el PST exigía una política a fondo para combatir al imperialismo. Demandó plenas libertades para que el pueblo resolviera democráticamente todos los problemas de la guerra. Reclamó que el esfuerzo de guerra lo pagaran los asesinos imperialistas, suspendiendo los pagos de la deuda externa, la incautación de las empresas inglesas y estadounidenses (Banco de Londres, Shell, Ford, etcétera) y que el gobierno aceptara la ayuda externa ofrecida por los gobiernos de Perú, Venezuela, Cuba, Libia o la URSS. Para coordinar la fenomenal corriente de solidaridad obrera y popular, el PST exigió a la CGT que se pusiera al frente y unificara todas las acciones antiimperialistas que recorrían el país.

De regreso al frente de batalla, el 21 de mayo, los ingleses lograron establecer una cabecera de playa en Puerto San Carlos en Malvinas y los combates aeronavales recrudecieron. El 25 de mayo, aviadores argentinos hundieron tres fragatas misilísticas, el “Atlantic Conveyor” de transporte pesado y el destructor “Coventry”. Para entonces, los ingleses asumían que, sometidos a enormes dificultades logísticas, Argentina podía ganar la guerra. Así lo reconoció el brigadier inglés Julian Thompson, quien dirigió la operación terrestre en Malvinas: “podríamos haber perdido la guerra”. (Clarín 27/3/2022)

Sin embargo, la Junta Militar no asumió ninguna de las medidas para ganar. La intervención de la Fuerza Aérea, relegada dentro de la Junta Militar, no fue coordinada con el resto de las fuerzas. Mientras los soldados y aviadores argentinos heroicamente daban la vida, muchos de sus jefes los torturaban y se robaban las donaciones. El genocida Alfredo Astiz se rendía en las islas Georgias del Sur sin disparar un solo tiro. La dictadura siguió pagando la deuda externa, que era usada para financiar a las Fuerzas de Tareas británicas, y no tocó los intereses de las empresas inglesas y estadounidenses en el país. Tampoco aceptó la ayuda externa ofrecida por varios gobiernos.

El PST denunció que la Junta Militar, incapaz de tomar medidas de fondo para lograr la victoria y aterrada por la irrupción de la movilización antiimperialista, terminó eligiendo la derrota. La UCR y el PJ acompañaron la política derrotista. Carlos Contín, presidente de la UCR declaró: “es la hora de los grandes silencios”. La oportunidad de imponer la rendición en las calles la dio la llegada del Papa, Juan Pablo II, quien vino a predicar la “paz”, pero reconociendo la posesión inglesa de Malvinas. La UCR, el PJ y la CGT se sumaron a las misas masivas del 11 y 12 de junio. El PST en soledad llamó a no ir a los actos papales, denunciando que planteaban, en medio de la guerra, “nuestra rendición disfrazada tras la palabra paz”.2
 
Lecciones de la gesta de Malvinas

El 14 de junio cayó Puerto Argentino. Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de las islas, acordó el alto al fuego y la rendición argentina. El 15 de junio, la indignación popular alimentó la movilización a Plaza de Mayo, donde Galtieri prometió hablar. El cordón policial que recibió a los manifestantes fue rechazado al grito de “se va a acabar la dictadura militar”, comenzaron la represión y los enfrentamientos callejeros. Era el fin de la dictadura.

Días después, el PST denunciaba que la desastrosa conducción de la guerra por la Junta Militar había sido el fiel reflejo de la clase social que ella representaba: la patronal argentina, cobarde, entregada al imperialismo por mil lazos más fuertes que las necesidades que imponía la guerra y temerosa de la movilización obrera y popular. Esa era una de las grandes lecciones que había dejado la gesta de Malvinas.

Hoy, a cuarenta años, Izquierda Socialista/FIT Unidad rinde homenaje a los héroes y mártires de Malvinas diciendo, ¡fuera ingleses de Malvinas, fuera yanquis de América Latina! Continuamos la lucha antiimperialista rechazando el pacto del gobierno con el FMI, contra el pago de la deuda externa y llamamos a conformar un frente de países deudores. Por la ruptura de todos los lazos que nos unen al imperialismo y por la segunda y definitiva independencia. Para recuperar nuestras islas Malvinas y luchar consecuentemente contra el imperialismo es necesario luchar por un gobierno obrero y popular, porque las y los trabajadores no tenemos compromisos ni lazos con el imperialismo, sino que es nuestro enemigo mortal.    
 
1. En “Malvinas. Prueba de fuego”. Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2007.
2. Op. Cit. Página 83.

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