Estamos próximas a un nuevo 8M y en varias ciudades del mundo ya se están preparando las acciones que una vez más, harán temblar la tierra. Porque somos las más precarizadas, las primeras despedidas, las que cargamos con doble o triple jornada laboral, las que todavía no podemos decidir sobre nuestro cuerpo. Organicemos una gran jornada por nuestros derechos.
Escribe Mercedes Trimarchi, diputada bonaerense de Izquierda Socialista/FIT
Históricamente, el 8M nació como una fecha para unir a las trabajadoras del mundo en su lucha por mejorar las condiciones de vida. Si nos remontamos a su origen, vemos a las obreras textiles de Nueva York que en marzo de 1908 salieron masivamente a las calles a exigir la reducción de la jornada laboral, mejores salarios y el derecho al voto.
Con el correr del tiempo, hubo una resignificación de la fecha y sobre todo a partir de 1977 cuando la ONU elimina la palabra “trabajadora” del nombre con una clara intención de distorsionarla. Así es que pretendieron transformarla en un día para “halagar” a las mujeres con bombones, descuentos en shopping, productos de belleza, entre otros obsequios.
Pero a pesar de estos intentos, las mujeres y disidencias seguimos organizándonos porque estamos dispuestas a enfrentar los planes de ajuste y austeridad que pretenden descargar sobre nuestras espaldas todos los gobiernos del mundo. Por eso, tenemos un enorme desafío por delante este 8M y es el construir una jornada internacional de lucha: antipatriarcal, anticapitalista, anticlerical y antimperialista.
Los debates en la coordinación del 8M
El 3 de junio de 2015 en nuestro país hubo un antes y un después. La pelea contra las violencias machistas y los femicidios se popularizó a través del #NiUnaMenos. La pelea para que no nos maten por el solo hecho de ser mujeres, pasó a ser una lucha colectiva y mucho más potente, que supo marcar que la responsabilidad política de mantener el índice de un femicidio por día es de los gobiernos. Por eso exigimos políticas públicas con presupuesto.
Otro hito importante fue el 2018. La fuerza de la #MareaVerde copó las calles e instaló que el derecho al aborto es un derecho humano y que se tiene que respetar. Que quienes decidimos interrumpir un embarazo, no somos delincuentes como sostienen los sectores conservadores y eclesiásticos. Que tenemos un proyecto de ley (el de la Campaña) que ganó las calles y que plantea que el aborto voluntario debe ser legal, seguro y gratuito.
Ambos reclamos siguen más vigentes que nunca en 2020. Porque a pesar del alto nivel de movilización que hemos logrado, los gobiernos siguen haciendo oídos sordos a nuestros reclamos. Por ejemplo, del presupuesto nacional se destinan solo once pesos por mujer por año para combatir la violencia de género. Es el mismo presupuesto que dejó Macri en 2019 y que Alberto Fernández continúa. Una miseria si lo comparamos con los millones de dólares que se llevan del país los especuladores y buitres en concepto de pago de intereses de la deuda externa.
Otro tanto pasa con los sectores oscurantistas y conservadores como la iglesia católica y las evangélicas que tienen privilegios (no solo económicos) y deciden sobre la política y rumbo del país. Tanto es así, que Fernández se fue a negociar al Vaticano la salud de las mujeres. Por eso, en vez de apoyar el proyecto de la Campaña nacional por el derecho al aborto que tiene estado parlamentario, manda uno propio, negociado con la iglesia, enemiga histórica de las mujeres.
No debemos dejarnos engañar por el doble discurso del gobierno que crea nuevos ministerios cual espejitos de colores pero que sin presupuesto no van a poder hacer mucho. Desde Isadora e Izquierda Socialista-FIT, este 8M decimos que si la deuda es con nosotras, no hay que pagarle ni un centavo al FMI y desconocer toda la deuda externa porque es ilegítima, inmoral e impagable. Insistimos en que todo ese dineral vaya a salud, educación, vivienda, salario y a combatir la violencia de género. ¡Sumate a las actividades de Isadora y marchá con nosotras en todo el país!
Escribe Mercedes de Mendieta, legisladora porteña electa por Izquierda Socialista/FIT
Luz Aimé es una joven trans criminalizada por la justicia patriarcal, por su condición de género, migrante y pobre. El 20 de febrero comienza en el tribunal criminal N°8 de la CABA el juicio en que está procesada en un crimen que no cometió. En ese marco, se está impulsando una campaña por su absolución que desde Isadora, mujeres en lucha estamos acompañando.
Luz llegó a Buenos Aires desde su provincia natal Salta en el año 2017, con expectativas de mejorar su calidad de vida, eso la motivó a comenzar sus estudios en el Mocha Celis, un bachillerato popular. Desde los 13 años es trabajadora sexual, condición que la llevó a sufrir diversos ataques y situaciones de extrema violencia. Como resultado de uno de esos episodios de odio, Luz perdió la visión de un ojo, mientras que el otro le quedó dañado de forma parcial.
En julio de 2018, la joven de 22 años fue involucrada en una causa que no cometió y presa. Luego de ocho meses en el penal y de reiterados pedidos de la defensa, le otorgaron la prisión domiciliaria fundamentada por la discapacidad visual severa que padece, las pésimas condiciones materiales del penal y los incumplimientos sanitarios. Desde ese momento, se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria en el Hotel Gondolin, asociación civil gestionada por mujeres trans y travestis, donde residía previo a su detención.
Luz enfrenta un juicio injusto atravesado por una cadena de violencias que vive el colectivo trans-travesti. La expectativa de vida de una persona trans en el país es de 35 años, sometidos a violencias estructurales como la falta de acceso a la educación, la salud, la vivienda, la estigmatización, la persecución y la represión. En el caso de ser condenada Luz podría recibir cadena perpetua. Por eso, desde las organizaciones feministas tenemos que difundir y acompañar la campaña por la absolución de Luz y el fin de la persecución y criminalización del colectivo trans-travesti.
La diputada Mercedes Trimarchi, junto a compañeras de Isadora (SUR) en el primer día del juicio por el femicidio de Anahí Benitez en Lomas de Zamora
Escribe Mercedes Trimarchi, diputada provincial Izquierda Socialista/FIT por Buenos Aires
El próximo 19F se realizará frente al Congreso Nacional y en varias plazas del país, un pañuelazo federal con el que se exigirá la inmediata aprobación del proyecto de ley presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Se trata de una acción muy importante para el movimiento feminista, ya que será la primera del 2020 por esta demanda. Demostrará que seguimos en las calles, pese a las trabas que los políticos patronales y las iglesias nos quieren imponer.
Apenas una semana antes de finalizar el 2019 una mujer fue víctima de violación grupal. Los medios titularon “Violación en manada”, salimos a decir no son animales, son varones hijos sanos del patriarcado. La primera y, esperemos, sea la última en la provincia. Desde el principio, una vez más, la violencia hacia las mujeres se expresa de la manera más cruda, como un acto disciplinador y aleccionador hacia todas nosotras. En el caso se encuentran vinculados policías y amigos del poder. La víctima, incluso teniendo custodia policial, fue amenazada en su domicilio, lo que demuestra la complicidad.
Desde Isadora junto a amigos y familiares de la víctima salimos a la calle a exigir que la justicia actúe en forma rápida ya que todavía están prófugos los autores materiales.
Mientras el nuevo gobierno de Quintela (PJ) en consonancia con los Fernández se llenan la boca hablando de feminismo y lucha contra la violencia de género, la “progre” Secretaria de la mujer y disidencias brilló por su ausencia.
Por eso exigimos la inmediata declaración de emergencia en violencia de género. Plata para la lucha y erradicación de la violencia de género y no para la deuda externa. Destitución de la cúpula policial y cárcel común y efectiva para los violadores, sus cómplices y encubridores.
Corresponsal