May 06, 2024 Last Updated 3:08 PM, May 3, 2024

Escriben Rubén “Pollo” Sobrero y Edgardo Reynoso, comisión de reclamos, ferroviarios del Sarmiento

El viernes 6 de noviembre recibimos una noticia que nos entristeció. Murió Pino Solanas. Afectado por el coronavirus, estaba internado en París, Francia. Con Pino tuvimos muchas discusiones políticas. Pocas veces coincidimos, pero era uno de esos tipos con los que nos daba gusto charlar.

Lo conocimos entre 2006 y 2007 en Castelar. Fue así, de repente, cayó en una asamblea ferroviaria y ahí nomás comenzó a filmar. Terminada nuestra asamblea, y todavía un poco sorprendidos, nos reunimos en la sala de guardas y nos comenzó a contar su proyecto, la película que se iba a llamar La próxima estación. Nos dijo que le interesaba nuestra propuesta de reestatización y nuestra reivindicación de Scalabrini Ortiz en cuanto a los ferrocarriles. Le llamaba la atención que hiciéramos estos planteos desde adentro, desde nuestro lugar como delegados. Ahí lo sorprendimos nosotros, porque él siempre había creído que el tema ferroviario se debatía lejos de las vías, que no había quedado nadie que cuestionara la privatización y el desmonte desde adentro del ferrocarril.

Posiblemente, esa conversación hizo que él siempre nos haya respetado mucho. Más allá de la película seguimos manteniendo siempre un contacto afectuoso y nos visitó muchas veces en la seccional Haedo acercándonos sus textos. Escuchaba nuestro planteo de control obrero y de usuarios del ferrocarril y, aunque no lo compartía, no cambió su actitud hacia nosotros ni polemizó por ello.

La película nos hizo bastante visibles y ayudó mucho para poner en discusión el tema de los ferrocarriles y la salida, que es volver a reestatizarlos. No hay que olvidar el contexto, fue durante el gobierno peronista de Néstor Kirchner quien se negó a sacarles los trenes a las empresas privadas y les prorrogó indefinidamente las concesiones a ladrones y corruptos como Cirigliano, Romero, Urquía o Fortabat y tenía de funcionarios a Jaime, De Vido y Luna.

Él siempre decía que el argumento por el cual se había privatizado el ferrocarril era la pérdida económica, y enseguida se preguntaba ¿los servicios públicos están para dar ganancia? ¿Deben ser rentables las escuelas y los hospitales?

El día del estreno de la película tuvimos un problema en Castelar. Un tren se quedó parado y bloqueó el servicio, lo que provocó la ira de los pasajeros que apedrearon el edificio del ferrocarril y se produjeron destrozos. Esto era algo habitual por el pésimo estado de las formaciones y las vías –que desembocó en la masacre de Once–, pero como se dio justo en ese momento, al impresentable Aníbal Fernández, funcionario del gobierno peronista kirchnerista, no se le ocurrió mejor idea que decir que era una acción combinada entre Pino y nosotros, los ferroviarios del Sarmiento, para promocionar la película. ¡Un absurdo!

Un absurdo que marca una contradicción de Pino, entre otras, que tuvo en su vida política, como el de haber terminado sus días siendo embajador de un gobierno peronista que él tanto criticaba en relación con los ferrocarriles. 

Pero, como decía Marx, “nada de lo humano nos es ajeno”. Hoy ante su muerte, más allá de las diferencias políticas que tuvimos, preferimos recordarlo por esa relación de camaradería que conseguimos construir gracias a su proyecto cinematográfico y a las denuncias contra la privatización del ferrocarril. Y que está muy bien pintada en una anécdota. Durante la filmación hacía algunas tomas individuales donde le hacía preguntas a los compañeros. Cuando me toca a mí (Edgardo), la hace dentro de un coche comedor fuera de servicio. De repente, desde atrás de la cámara me pregunta quién había influido en mi formación y yo, naturalmente, le respondo Nahuel Moreno, y el entonces grita “corten” y, muerto de risa, dice a los gritos: “¡Quién me manda a meterme con los trotskistas! No te pregunté de tu vida política, te pregunté en el ferrocarril”. De esta forma, despedimos a Pino Solanas.

El gobierno peronista de Alberto Fernández trata de hacernos creer, esta semana, que estamos rodeados de “buenas noticias”. Así fue anunciada la compra de 25 millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V, que llegaría al país antes de fin de año. Al mismo tiempo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se muestra sonriente y triunfante, afirmando que se logró “domesticar” al dólar porque en estos días se achicó la brecha entre el blue y el oficial. 

¿Pero cuál es la realidad que vive el pueblo trabajador? Que los números de la pandemia siguen siendo de terror. Todas las semanas pasamos un nuevo récord, ahora superamos a Gran Bretaña en número de fallecidos por habitante. Y seguimos con hospitales colapsados, en particular en el interior del país. En distritos como CABA, mientras se demuestra que ya no hay confiabilidad en los números de contagiados ni en el seguimiento (repitiendo lo que ya se había visto en la provincia de Buenos Aires de Kicillof), el gobierno de Cambiemos de Larreta también juega al “hagamos como que está todo bien” con la reapertura trucha de las escuelas, fuertemente repudiada por los docentes de Ademys.  

Visto desde el bolsillo del pueblo trabajador, con respecto a la economía tampoco hay nada para festejar. A los datos ya conocidos, de la pobreza récord, del desempleo en alza, de salarios y jubilaciones pulverizados, se suman en estos días los sostenidos aumentos en los precios de los productos de la canasta familiar. La inflación, que nunca se detuvo, se apresta a pegar un nuevo zarpazo. 

En las últimas semanas, el gobierno de Fernández y Cristina sigue profundizando lo que ya venía haciendo desde el comienzo de su mandato, una política de beneficios para los ricos y nada para los de abajo. Ahora avanzó más en esa dirección hasta transformarse en “palos” para los de abajo. El Frente de Todos gobierna contra los más vulnerables. Pero repasemos los últimos hechos.

La semana pasada se inició con Cristina Fernández llamando a un gran acuerdo que incluyera a los empresarios, la burocracia sindical, los grandes medios y la oposición de Juntos por el Cambio. ¿En qué consistía dicho pacto? No era, como tal vez pensara alguno, un primer paso para lanzar “medidas de reactivación económica y social” tras la pandemia. Por el contrario, lo que se buscaba era el “compromiso” de todos para compartir el mayor ajuste que se viene de la mano de la firma del nuevo acuerdo con el FMI.

El contenido concreto de ese acuerdo o pacto social propuesto por la vicepresidenta se fue completando en la semana. El miércoles a la noche se aprobó en la Cámara de Diputados el presupuesto nacional 2021, a la medida del ajuste exigido por el Fondo. Esa misma madrugada se dio el feroz desalojo con represión en Guernica. En los días siguientes se sucedieron reuniones con los más importantes empresarios de la Argentina, de las que las patronales salieron con beneficios concretos a su favor. 

Un dato destacado fue el anuncio de un nuevo “festival de bonos” (léase más endeudamiento externo) para dejar contentos a los especuladores financieros y, en particular, a usureros internacionales como Pimco y Templeton. Además, el ministro Guzmán declaró que el presupuesto tendrá un carácter “plurianual”, anunciando el ajuste permanente para garantizar el pago de la deuda y los compromisos con el Fondo. El final de esta saga, hasta ahora, el martes por la mañana, fue un nuevo desalojo por la fuerza y quema de viviendas realizado por el gobierno de Kicillof, esta vez en Escobar. Toda una señal al establishment de cómo se “defiende la propiedad privada”.

En síntesis, el gobierno del Frente de Todos está recorriendo el camino del “pacto social” pedido por Cristina, no importa si alguna vez se reunirá o no una “mesa” formal. Dependerá de las conveniencias políticas, de si le interesa a Juntos por el Cambio o no formalizarlo. Lo que sí es claro es que Cambiemos obviamente comparte lo central de la orientación del gobierno. El Frente de Todos, con su doble discurso, y agitando el fantasma “contra la derecha”. Cambiemos tratando de capitalizar el descontento general y sosteniendo a su base electoral. Pero ambos acordando en lo fundamental, a favor del FMI, de los pulpos acreedores y de las grandes patronales. Y que para esto hay que ajustar a los más vulnerables y al pueblo trabajador. Es evidente que por este camino no habrá “redistribución de la riqueza” ni vivienda para los que la necesitan, ni salarios o jubilaciones que cubran la canasta familiar, ni trabajo para los que hoy no lo tienen.

Tenemos, entonces, que luchar contra el ajuste. El que se está dando ahora y el que se profundizará en los próximos meses. Por eso, desde Izquierda Socialista, nos hicimos presentes con toda nuestra solidaridad apoyando a los vecinos de Guernica, repudiamos la represión, las mentiras del Larroque y Berni y seguimos exigiendo solución para esas familias. Así como continuamos acompañando a los despedidos de Latam, a las y los trabajadores de la salud, a los docentes que se niegan a volver a clases presenciales en medio de la pandemia y a todas y cada una de las luchas que se están dando. Y fortaleciendo al Plenario del Sindicalismo Combativo que sigue enfrentando el pacto para dejar pasar el ajuste de las burocracias de la CGT y las CTA.

Pero además de dar todas estas peleas tenemos que oponer, al ajuste permanente y a los privilegios para los ricos, los pagos de deuda y el FMI, otro plan económico, obrero y popular, que ponga como prioridad atender las más urgentes necesidades populares. Un aumento de salarios y jubilaciones hasta alcanzar el valor de la canasta familiar (73.470 pesos, según ATE-Indec). La reapertura de las paritarias. Un ingreso de emergencia de 40.000 pesos mensuales para todo el que lo necesite. Plata para atender el coronavirus, con más personal de salud, con salarios dignos, más infraestructura, testeos y un sistema de salud centralizado. Terminar con los desalojos y poner en marcha un plan de viviendas populares para resolver el déficit habitacional. Todas medidas que solo se pueden llevar adelante si dejamos de pagar la deuda externa, rompemos con el FMI, nacionalizamos la banca y el comercio exterior para terminar con la especulación y la fuga de divisas, e imponemos un verdadero impuesto a las grandes riquezas.

El programa alternativo que postulamos va de la mano con la necesidad de avanzar en la construcción de una alternativa política distinta, para la clase trabajadora, como lo venimos haciendo con el Frente de Izquierda Unidad. Desde Izquierda Socialista nos comprometemos a seguir trabajando en esta dirección.


Entrevistamos a nuestro diputado nacional y dirigente de Izquierda Socialista, Juan Carlos Giordano, sobre lo ocurrido en Guernica. El “Gringo”, junto con nuestras diputadas Schlotthauer y Trimarchi y toda nuestra militancia, estuvo desde el comienzo solidarizándose y también el día del desalojo. Nos atendió al término de la conferencia de prensa que se hizo este lunes para repudiar los dichos de Berni, que culpó a la izquierda de tirar gases, convocada por dirigentes del FIT Unidad junto con organizaciones sociales de la ocupación y organismos de derechos humanos, el apoyo de Nora Cortiñas, el CELS, el Serpaj y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. “Hay que sacar conclusiones para compartir con los luchadores que votaron al gobierno”, nos dice, entusiasmado, Giordano.

ES–¿Cómo viviste el desalojo? 

JCG–Cuando llegué, de madrugada, ya habían arrasado y quemado gran cantidad de casillas. Digo casillas, pero para los ocupantes era lo único que tenían. “Era mi casita que compartía con mis hijos”, dijo una madre. Se ensañaron. Incendiaron hasta el merendero y la escuelita. Arremetieron contra mujeres, ancianos y niños, las nuevas generaciones víctimas del hambre, la pobreza, la desocupación. Por eso cayeron muy mal entre los votantes peronistas, los periodistas, las mujeres del feminismo ligado al gobierno y su base progresista las imágenes de las topadoras. Esto hace crecer la bronca y la decepción con el gobierno. Porque, de última, coincidió con lo que pedían Juntos por el Cambio y la justicia patronal.

ES–¿Berni culpó a la izquierda?

JCG–¿Puede ser tan siniestro? Cuatro mil efectivos, topadoras, excavadoras, helicópteros, balas de goma, cuatriciclos, gases y detenciones arbitrarias. Y encima Berni dice que la izquierda tiró los gases y “tenía un arsenal”. Sacó un spot diciendo que defiende “la vida, la libertad y la propiedad privada”. ¿De quién? De los vecinos seguro que no. La vida, la libertad y la propiedad privada de la empresa El Bellaco S.A, que no tiene títulos, ni posesión. Berni defiende la propiedad del negocio inmobiliario. En vez de hacer viviendas ahora van a hacer ahí canchas de golf o más barrios privados y countries.

ES–¿Qué dijo Kicillof?

JCG–Que en Guernica inauguró una “respuesta integral, novedosa y que no hubo represión”. O sea, hubo un desalojo “progre” que había respetado los derechos humanos y todas las garantías habidas y por haber. ¡Mirá las imágenes y respondete vos mismo la pregunta!

ES–¿El gobierno miente?

JCG–El peronismo es puro doble discurso. Quiere simular algo en los dichos, opuesto a lo que hace en los hechos. Dice que con el anterior gobierno la Gendarmería y el aparato represivo eran malos porque los dirigía Patricia Bullrich, pero ahora es bueno porque lo dirige un gobierno “nacional y popular”. Pero es la misma bonaerense que hizo desaparecer a Facundo Castro, que fue beneficiada con un aumento de sueldos, pertrechada con 30.000 millones de pesos, con más patrulleros, armas y equipos represivos y es socia de cuanto accionar corrupto y delictivo hay. Como se dice hoy, “el gobierno amaga con la izquierda y aplica con la derecha”.

ES–¿Quiénes son los dueños de las tierras de Guernica?

JCG–Nadie. No hay dueños. Ese predio estaba abandonado desde hace cincuenta años. Es una aberración que, sin título ni posesión y en un predio abandonado, se llevara a cabo un desalojo contra familias despojadas de un pedazo de tierra. La inmobiliaria y fondo de inversión El Bellaco S.A se presentó con un plano trucho. Sus orígenes se remontan a la última dictadura militar, en la que sus ejecutivos estaban ligados a los militares. Lo reveló la revista Crisis. El Bellaco tiene un mero boleto de compraventa, sin certificación, y mucho menos escritura. Encima debe impuestos desde 1983. En Guernica busca ampliar el barrio privado San Cirano, un emprendimiento destinado a viviendas de lujo y un club exclusivo. Kicillof se la pasa hablando de los countries que no tienen papeles y no pagan impuestos. ¡Acá hay uno, Kicillof! ¡Pero las topadoras las mandaste a Guernica! 

ES–¿Y cuando el gobierno responsabiliza a la justicia?

JCG–Es una excusa. Dice que la bonaerense es una “auxiliar de la Justicia” y que sí o sí tenía que actuar. Sorprende que mientras el gobierno hace campaña contra la justicia para quedarse con el manejo de los jueces para salvar a Cristina no haya hecho nada para evitar el desalojo violento. ¿Por qué no desobedeció negándose a poner a su disposición a la bonaerense? ¿Por qué no declaró de utilidad pública esas tierras y construyó allí las viviendas? Quería mostrar mano dura contra las ocupaciones y la izquierda. Quedó claro.

ES–¿Dicen que la izquierda rechazó todas las propuestas?

JCG–El Cuervo Larroque miente de manera escandalosa. Hace campaña de que fue al lugar, ofreció plata, materiales de construcción, refugios, pidió prórrogas al desalojo, actuó con varios ministerios, etcétera. Pero la pregunta fatal que no puede responder es por qué no les dio solución a las 1.400 familias que reveló el último censo, donde participó gente de su ministerio, organismos de derechos humanos y delegados de la ocupación. El gobierno desconoció la cifra y solo les ofreció palos. Dijo mentirosamente que le había solucionado el problema al 85% de la gente y que el 15% restante era violento, intransigente, una minoría ligada a la izquierda. Falso. El gobierno quiso comprar a las familias con 30.000 pesos y un bolsón, promesas falsas y actas con ayudas que nunca llegaron. El gobierno quería sacarse el problema de encima. Hizo una promesa de reubicar a parte de la gente a seis meses, pero cuando le fueron a pedir garantías rompió la mesa de diálogo y avaló el desalojo. Ya tenía la decisión tomada.

ES–¿Quiénes más avalaron el desalojo?

JCG–Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Desde la noche anterior al desalojo el presidente se comunicó con Kicillof para darle el apoyo. Lo mismo hizo Cristina. Berni es uno de los “funcionarios que funciona” para ella.

Remarco, para cerrar el cuadro, que el Cuervo Larroque es el presidente de La Cámpora, creada por Máximo Kirchner; Kicillof, ex ministro de Cristina, y Berni el privilegiado de la actual vicepresidenta. O sea, estamos hablando de que actuaron los más conspicuos políticos del kirchnerismo en Guernica.

ES–¿Ese día se votó el presupuesto 2021?

JCG–Justo cuando desalojaron Guernica el Congreso aprobó la denominada “ley de leyes” a pedido del FMI, por supuesto con el voto en contra de los diputados del Frente de Izquierda. Ahí se fija un brutal ajuste, se saca el IFE el año que viene y se disponen cuatro veces más para la deuda externa que para vivienda. Si a esto le sumás que el gobierno viene beneficiando a la UIA, el agronegocio, a las petroleras, las mineras y les bajaron las retenciones a los agroexportadores, es fácil darse cuenta para quién gobierna.

ES–El gobierno está en contra de las tomas y defiende la propiedad privada. ¿Y las viviendas?

JCG–Y las viviendas no aparecen. Hay 1.800 asentamientos en Buenos Aires reconocidos por Kicillof, pero dice que hay que esperar. El faltante nacional es de cuatro millones de viviendas. El peronismo hace décadas que gobierna la provincia de Buenos Aires y el país, y la falta de viviendas crece. Cuando dice que está en contra de las tomas, es que está en contra de solucionar el problema habitacional. Cuando gobernó el peronismo la obra pública era para los negociados de Lázaro Báez, no para quienes la necesitan.

No solo la derecha de Macri defiende la propiedad privada, también el peronismo. La propiedad de Vicentin, de los oligarcas, de los ricos de Puerto Madero, de los usureros de la deuda y el FMI. Porque de la propiedad privada de los vecinos, de los trabajadores y los jubilados a quienes les esquilman sus ingresos, nadie habla, ni la defiende, salvo la izquierda.

ES–¿Querés darnos una reflexión final?

JCG–Sí. Para compartir con los trabajadores, mujeres y jóvenes que votaron al Frente de Todos para terminar con el desastre de Macri. La pregunta que nos debemos hacer es ¿para quién gobierna el Frente de Todos? ¿Para los de arriba o para los más vulnerables? Los más vulnerables estaban en Guernica y fueron expulsados a palos. Los de arriba y el FMI son recibidos con alfombra roja y ni siquiera se les ha aplicado el impuesto a la riqueza. Esto no es casualidad. Muchos empiezan a decir “para esto no lo voté”. No es cierto que el gobierno empezó por los vulnerables, como dice. La postal de Guernica lo desmiente. Desde la izquierda estuvimos con las familias porque es una lucha justa, piden tierra para vivir. Luchamos por un plan de viviendas populares para dar techo y trabajo genuino como parte de una salida de fondo. Por eso les ofrecemos a los desencantados con este gobierno un puesto de lucha desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad para pelear por ello de ahora en más.

Este lunes 2 de noviembre se realizó una conferencia de prensa en las puertas de la Legislatura porteña convocada por el FIT-Unidad donde, junto con organizaciones de derechos humanos y vecinos de la ocupación, se rechazó el desalojo de las familias de Guernica y se repudiaron las acusaciones que los gobiernos peronistas de Kicillof y Fernández hicieron contra la izquierda.

Envió un saludo Nora Cortiñas y estuvieron presentes Nicolás del Caño (PTS), Néstor Pitrola (PO), Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista), Celeste Fierro (MST), Mónica Schlotthauer (Izquierda Socialista), Myriam Bregman (PTS), Alejandro Bodart (MST), Mercedes Trimarchi (Izquierda Socialista), Laura Marrone (Izquierda Socialista), Mercedes De Mendieta (Izquierda Socialista), miembros del Serpaj y de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos Cachito Fukman, entre otros.

El repudio al operativo de desalojo en Guernica no se hizo esperar. Organizaciones sociales, organismos de derechos humanos y partidos de izquierda, realizamos el viernes una imponente marcha desde el Obelisco hacia Plaza de Mayo en solidaridad con quienes fueron desalojados y reprimidos durante la mañana del jueves 29 de octubre. Izquierda Socialista estuvo presente en esta y otras acciones.

Fue el segundo día consecutivo de marchas, cortes y piquetes por parte de organizaciones sociales y partidos de izquierda. El mismo jueves del desalojo y la represión hubo cerca de quince bloqueos en la Ciudad y sus ingresos, a partir de las 7, en el puente Pueyrredón, puente Saavedra, Acceso Oeste, Panamericana, Autopista Buenos Aires-La Plata, avenida 9 de Julio, avenida Independencia y Avenida de Mayo.

También hubo movilizaciones en La Plata, Rosario, Córdoba, Tucumán, Río Negro y Neuquén, entre otras. El repudio al desalojo y la solidaridad con los vecinos de Guernica atravesó al país.

 

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