Jul 20, 2024 Last Updated 5:23 PM, Jul 20, 2024

La compañera Mónica Méndez, secretaria de Organización y Finanzas de Cicop y candidata en la lista unitaria para las elecciones de este importante sindicato de los profesionales de la salud de la provincia de Buenos Aires que se llevarán a cabo los días 3, 4 y 5 de marzo, nos dijo: “Desde Cicop exigimos la mayor transparencia y equidad en relación con el desarrollo de los programas de vacunación en las diferentes jurisdicciones. No puede ser que mientras el gobierno destina vacunas para sus amigos, hasta hoy no han sido vacunados todos los trabajadores de la salud, tanto pública como privada”, más de 800.000 en total, siendo 450.000 de los hospitales públicos.

Mónica también destacó la situación del hospital Posadas ya que, según sus propios trabajadores, por ese vacunatorio pasan unas treinta personas por día que llegan con recomendación directa del gobierno nacional. “Lo trágico de este caso es que la dirección del hospital todavía no ha vacunado a todo su personal, que asciende a 5.200 profesionales y trabajadores, reconocido por su interventor, Alberto Maceira”, señaló.

Lamentablemente, este importante centro de salud que es el Posadas vuelve a ser mala noticia por responsabilidad de sus dirigentes. “Durante la dictadura militar fue convertido en centro clandestino de detención, en los cuatro años de Macri se vivió un brutal ajuste y represión. Y ahora pasa esto bajo la intervención del gobierno nacional designada por el gobierno del Frente de Todos”, indicó Mónica. Y finalizó: “A pesar de que Cicop pidió ser parte de la organización de la vacunación en provincia de Buenos Aires, el gobernador Kicillof nunca nos convocó. Es evidente que había cosas que ocultar”.

Escribe Adolfo Santos

Las y los trabajadores del CELS, Centro de Estudios Legales y Sociales, expresaron su repudio ante el accionar del periodista peronista Horacio Verbitsky, presidente de esa entidad. “Recibimos la noticia de que el presidente de nuestra organización fue vacunado por fuera del sistema establecido a través de una cadena de favores y a título personal, mientras estábamos intentando, como todo el mundo, conseguir un turno para las personas mayores de nuestras familias” […] “Como organización comprometida con los derechos humanos y con las urgencias de la situación social actual, consideramos que las únicas salidas a la pandemia son la responsabilidad colectiva y el compromiso con las etapas del sistema de vacunación a nivel federal” […] “Nada de lo ocurrido representa el trabajo y el pensamiento de quienes integramos y hacemos a la organización en su día a día”, añadieron.

Es evidente que el periodista peronista kirchnerista Horacio Verbitsky no representa los valores por los que se creó el CELS, ni “representa” ninguna lucha por los derechos humanos.

Escribe Adolfo Santos

Que la inflación en nuestro país es altísima todo el mundo lo sabe. Esto es más grave cuando los aumentos de los medicamentos han sido siderales en 2020, ¡en plena pandemia!

Un informe del Observatorio de Costos de la Salud, reproducido por Página/12 el 17 de febrero pasado, señala que los medicamentos de uso hospitalario aumentaron un promedio de 278%, superando ampliamente los índices de inflación. Productos como el propofol (de uso en pacientes graves con Covid-19) tuvieron aumentos anuales de 335 por ciento. Incluso, el acenocumarol -anticoagulante para evitar accidentes cerebrovasculares (ACV) en personas que padecen arritmias- incrementó su precio de venta al público 1.397 por ciento. Por su parte, los fármacos para el tratamiento de VIH, hepatitis, ITS y tuberculosis aumentaron 84% en promedio, aunque algunos llegaron a subir 1.300 por ciento. En este escenario, el gobierno “nacional y popular” permite tranquilamente que los laboratorios y grandes grupos farmacéuticos aumentan sin control y se lleven sus ganancias “en pala”.

Escribe José Castillo

La muerte de Carlos Saúl Menem, ex presidente de la Nación desde 1989 a 1999, y actual senador oficialista, dio lugar a innumerables interpretaciones históricas. El presidente Alberto Fernández tuiteó: “Menem fue un hombre elegido en democracia y encarcelado por la dictadura”. ¿Qué es lo que centralmente define a Menem, su época y qué elementos aún continúan? Eso es lo que queremos discutir, ya que los elogios al ex presidente por parte de todo el arco político patronal (peronistas, radicales, PRO) pueden llevar confusión a las nuevas generaciones que no vivieron los años menemistas.

Menem llegó al gobierno como el candidato peronista que prometía “salariazo y revolución productiva” frente al desastre del ajuste y la hiperinflación alfonsinista. Pero cuando asumió, el caudillo riojano hizo todo lo contrario. “Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”, llegó a afirmar cínicamente.

Así, le entregó el Ministerio de Economía al grupo monopólico Bunge y Born, convocó a figuras emblemáticas del gorilismo como Alvaro Alsogaray y su hija María Julia, y anunció la privatización de todas las empresas públicas del país. Un poco más adelante, el encargado del Ministerio de Economía fue Domingo Cavallo que, por varios años, con su plan de convertibilidad llevó adelante el programa privatizador y agravó aún más el saqueo de la deuda externa. 

En tiempo récord, y con la complicidad de la burocracia sindical, se remataron el conjunto de las empresas del Estado a precio de regalo. Todo pasó a manos de empresas transnacionales que aumentaron y dolarizaron las tarifas, mientras brindaban servicios paupérrimos a la población. Centenares de miles de trabajadores de esas empresas quedaron en la calle. Ciudades y pueblos casi desaparecieron, con el cierre de  ramales ferroviarios o de actividades de YPF. Menem privatizó hasta las jubilaciones, creando el gigantesco negocio de las AFJP a la medida de los bancos, mientras sometía al hambre más absoluto a los jubilados.

Para las patronales era una fiesta: la desocupación crecía, el gobierno habilitaba cada día más medidas flexibilizadoras (se inventaron las “pasantías”, se legalizó el pago de parte de los sueldos con tickets). Millones perdieron sus trabajos en blanco y nunca volvieron a tener uno. Para los jóvenes conseguir un primer empleo era una quimera, significaba leer todos los avisos en los diarios para después encontrarse con filas de varias cuadras de postulantes. Obviamente, “el que quedaba contratado” lo hacía con un salario de hambre y ultra flexibilizado. 

Mientras tanto, con la inauguración del primer canje de deuda externa, esta creció al doble. El gobierno argentino condecoró a Nicholas Brady, el secretario de Estado yanqui que creó la estafa de los bonos de deuda. Menem, incluso, fue invitado estrella en la reunión del FMI de 1998, donde se lo presentó como “el mejor alumno del Fondo”.

Y además…

Menem se ufanó de transformarse en felpudo del imperialismo yanqui. Se decía que teníamos “relaciones carnales con los Estados Unidos”. En ese marco, el menemismo llegó a enviar tropas al Golfo Pérsico para apoyar la invasión yanqui a Irak en 1991.

Fue también Menem quién indultó a los militares genocidas de la dictadura militar, lo que generó multitudinarias manifestaciones de protesta.

El menemismo traspasó la educación pública de la Nación a las provincias donde, desfinanciamiento y Ley Federal de Educación mediante, las escuelas y los docentes sufrieron uno de los más feroces ajustes de la historia.

La corrupción, al igual que en otros gobiernos, anteriores y posteriores, fue una marca registrada de la época. Por nombrar un solo caso, el ex presidente terminó imputado por tráfico ilegal de armas a Ecuador y su política criminal para taparlo fue la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero, que dejó decenas de muertos. Pero la inmunidad parlamentaria lograda como senador en las listas del kirchnerismo le permitió vivir en la impunidad hasta sus últimos días.

Menem pudo llevar adelante todo esto porque tuvo el apoyo de su partido, el peronista, y de la mayoría de la burocracia sindical. Pero además logró imponer su reelección a través del acuerdo con el radicalismo, ya que firmó el  llamado “Pacto de Olivos” con su líder Raúl Alfonsín.

Menemismo y peronismo

El menemismo y su gobierno fueron la expresión más clara de que aquel primer gobierno peronista de 1945-55, recordado por los trabajadores,ya no existía más. En realidad, la transformación del peronismo ya había tenido capítulos anteriores, como había sucedido con Isabel, López Rega y el Rodrigazo en los años ´70. Pero en la década menemista se profundizaron la dependencia, el ajuste, los pagos de la deuda y la entrega al imperialismo.

Lamentablemente, todo esto no se revirtió durante los años kirchneristas y tampoco ahora, con el gobierno del Frente de Todos. Más allá del doble discurso, el kirchnerismo mantuvo en sus rasgos centrales lo central de la herencia menemista. Siguieron las privatizadas, el endeudamiento externo, la desocupación, los bajos salarios, la tercerización, los puestos en negro. 

Menem fue el presidente peronista de los 90,como luego lo serían los Kirchner y ahora Alberto Fernández. La expresión de un movimiento que ya no tiene nada que ver con aquel de la década del ´40 del siglo pasado.

Hoy, para retomar el camino de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, el camino no es el peronismo. La única alternativa es dejar de pagar la deuda y romper con el FMI, reestatizar las privatizadas y nacionalizar la banca y el comercio exterior, como lo plantea el Frente de Izquierda Unidad, peleando por las transformaciones de fondo que se necesitan y luchando por un gobierno de los trabajadores.

Escribe Guido Poletti

El Argentinazo de 2001 fue la expresión más masiva del repudio a las políticas de la década menemista, continuadas y llevadas al desastre por el gobierno de la Alianza, con De la Rúa, que lo sucedió.

Ahí ya apareció un “relato” que decía que el menemismo no había sido peronismo, sino “neoliberalismo”.

Todo esto no se sostiene. El menemismo fue la continuidad y profundización del derrotero de un peronismo que ya hacía décadas que no tenía nada que ver con aquel movimiento de 1945. Y que, tanto con Menem como con los presidentes peronistas posteriores (Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner y ahora Alberto Fernández) siguieron garantizando el saqueo de nuestros recursos con las privatizadas y la estafa de la deuda externa mientras el pueblo trabajador se hunde en la pobreza.

Pero además el kirchnerismo inventó otra mentira histórica, la de que ellos se habían opuesto al “neoliberalismo menemista”. Nada más alejado de la realidad. Hay innumerables registros, tanto de Néstor Kirchner cuando era gobernador de Santa Cruz como de la entonces senadora Cristina Fernández elogiando a Menem y sus políticas y, en particular, a Domingo Cavallo y la convertibilidad.

Durante la privatización de YPF fue Néstor Kirchner quien puso a disposición del gobierno nacional el avión de la gobernación de Santa Cruz para recolectar los parlamentarios que hacían falta y así poder aprobar la ley. El miembro informante por el oficialismo menemista en la Cámara de Diputados cuando se aprobó la privatización fue el hoy ultrakirchnerista Oscar Parrilli.

En la convención constituyente de 1994 que habilitó la reelección de Menem, la entonces constituyente por Santa Cruz Cristina Fernández jugó un papel destacadísimo en la bancada menemista. Ahí se aprobó, entre otras cosas, la provincialización de los recursos del subsuelo, que, por el posterior Código de Minería, habilitaría la entrada de las multinacionales del sector, dando lugar  a lo que luego fue una de las políticas centrales del kirchnerismo, la megaminería contaminante.

Néstor y Cristina solo comenzaron a despegarse, muy parcialmente, del gobierno de Menem, cuando en los últimos dos años de su gobierno, el duhaldismo se opuso a la rerreelección, sumándose así al sector peronista de quien sería el candidato en las elecciones de 1999. Pero, al igual que el conjunto del peronismo, los Kirchner fueron plenamente solidarios y parte de la década menemista. Cualquier otra interpretación puede ser fácilmente contrastada por la historia. 

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