Jul 20, 2024 Last Updated 12:59 AM, Jul 20, 2024

1.      Triplicación del presupuesto en salud en todo el país

2.      Recomposición salarial de todo el personal a partir de un sueldo inicial igual a la canasta familiar fijada por el personal del Indec. Rechazo a los bonos temporarios por la duración de la pandemia

3.    Reposición de todas los vacantes existentes en el sistema público, que solo en la provincia de Buenos Aires alcanzan a 2500 profesionales. Incorporación automática a la planta permanente hospitalaria de la última promoción de residentes en todas las especialidades de salud. Rechazo a los contratos temporarios por la duración de la pandemia

4.      Provisión en calidad y cantidad de los insumos médicos necesarios para atender a la población en la actual pandemia

5.      Cumplimiento estricto de los protocolos de bioseguridad. Especial cuidado del personal de salud que dispondrá en todo momento de los elementos protectores correspondientes.

6.      Cumplimiento estricto del licenciamiento de los mayores de 60 años, embarazadas y portadores de patologías de riesgo.

7.      Incorporar la infección por COVID 19 a la lista de enfermedades profesionales y su cubrimiento estricto por parte de las ART.

8.      Creación de comités de crisis en cada establecimiento con participación de los trabajadores que entienda en los problemas de gestión de la emergencia, monitoree las necesidades y distribución de recursos y elabore protocolos donde no los hubiera.

9.      Nacionalización de clínicas, sanatorios y laboratorios privados bajo gestión estatal y control de sus trabajadores

10.  Nacionalización de la producción y distribución de insumos médicos, medicamentos, sueros y vacunas para enfrentar la epidemia. Suspensión de la vigencia de patentes internacionales que cubren insumos necesarios para enfrentar la epidemia.

Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

El gobierno de la República de Irlanda anunció el 24 de marzo pasado la nacionalización transitoria de los sanatorios privados mientras dure la pandemia. Los empresarios privados aceptaron la medida que pone bajo gestión estatal 2.000 camas, 9 laboratorios y varios miles de trabajadores de salud. En este país de casi cinco millones de habitantes, los contagiados por el COVID 19 habían sobrepasado la barrera de los 1.000 casos entre los cuales se encontraba el 25% de los trabajadores de la salud.

La drástica medida tomada por el gobierno irlandés pone en primer plano un tema crucial: la escasez de recursos para enfrentar la pandemia. Por ejemplo, en Italia a fines de marzo había 26.000 internados de los cuales 3.800 estaban en terapia intensiva. Mandar a los más ancianos a morir en su casa es la triste solución implementada ante el ajuste económico que en diez años sustrajo a la salud 37.000 millones de euros.

Nuestro país después de años de desinversión y ajuste no escapa a esta degradación del sistema público. Mientras la OMS aconseja 8 camas cada 1.000 habitantes, la Argentina posee 4,5 que se distribuyen muy desigualmente. Mientras la Ciudad de Buenos Aires cuenta con 7,1, la provincia tiene 5,5 pero, La Matanza solo 1 cama cada 1.000 habitantes.

Esta falta de camas debe solucionarse como en Irlanda. El gobierno debe nacionalizar la totalidad de las instalaciones privadas, sanatorios y laboratorios. Este enorme aflujo de recursos materiales y humanos gestionado por el Estado permitiría encarar acciones que hoy parecen imposibles como la extensión del testeo y la internación y aislamiento de infectados.

El Hospital Italiano niega la cuarentena a sus trabajadores, de los cuales ya hay 10 infectados; el Sanatorio Güemes obliga a trabajar sin protección a sus empleados. En plena pandemia, la Confederación que los agrupa pide subsidios al gobierno para “afrontar los gastos”, silenciando que en conjunto deben 10.000 millones de pesos a la AFIP, sin contar los intereses. Nacionalizarlos bajo control de sus trabajadores será un gran beneficio.

Asistimos, por otra parte, a un encarecimiento de insumos en todo el mundo, incluida la Argentina. En Inglaterra una empresa fabricante de kits para test rápido de COVID 19 aumentó en días el precio en un 70%. Cepheid, la principal productora mundial, vende el test a 19,80 dólares cuando su costo es de 3 dólares.

Entre nosotros los precios de insumos médicos en general subieron en el primer trimestre 22%, pero los insumos para coronavirus lo hicieron en un 83% en promedio; en el podio del aumento especulativo se ubican los barbijos con un incremento del 255%. En cuanto al alcohol en gel, que subió un 34%, se supo hace dos semanas de una maniobra de acaparamiento y especulación por parte de la cadena Farmacity que desabasteció sus locales de venta del producto y los ocultó en un galpón de acceso cerrado a las autoridades.

Frente a estas maniobras patronales el gobierno debe nacionalizar la producción y distribución de insumos médicos y, además, suspender la vigencia de las patentes nacionales e internacionales que lo impidan, de todas los tests, vacunas, medicamentos e insumos necesarios para enfrentar la pandemia.

 

1- Plata para salud: aumento de todas las partidas presupuestarias para dar respuesta a la pandemia. Más puestos de trabajo, mejores salarios, más insumos y más infraestructura. Nacionalización de clínicas y laboratorios privados.

2- ¡No a las presiones de las patronales! Que todo trabajador no esencial se quede en su casa. Entrega a aquellos que deben concurrir a su trabajo de todos los elementos de seguridad e higiene ante la pandemia.

3- No a ningún tipo de rebaja salarial. Que a todo trabajador se le garantice el 100% de su salario.

4- ¡No a la inflación ni al desabastecimiento! Efectivo control de precios para los productos de la canasta familiar e insumos necesarios para protegerse del coronavirus, con aplicación de la ley de abastecimiento a quien lo viole.

5- Impuesto especial a las grandes fortunas y ganancias. No pago de la deuda externa. De ahí deben salir los recursos para que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores

Escribe Guillermo Sánchez Porta

El presidente participó en la reunión del G-20. Allí vertió algunos conceptos que generan simpatía en diferentes sectores e instala la esperanza en que, luego de la pandemia del coronavirus, el mundo capitalista cambiará para mejor. ¿Es posible un capitalismo “humanizado”?

Delante de los jefes de Estado de las principales potencias imperialistas, Fernández dijo que “no hay lugar para demagogias ni improvisaciones”. “Debemos desafiar este presente con el mismo coraje que tuvo este G-20 cuando asumió el daño causado por los paraísos fiscales”.  También propuso la creación de “un fondo mundial de emergencia humanitaria que sirva para enfrentar, mejor equipados de insumos, el contexto que vivimos”.

 

¿Qué hay de realidad en estos dichos? 

 

Sin dudas la pandemia pone a los ojos de todo el mundo la tremenda decadencia global del sistema capitalista. No solo la miseria y la marginalidad de centenares de millones de personas, la falta de controles sanitarios que generan este tipo de epidemias (comenzando por el pueblo chino bajo la feroz dictadura capitalista del Partido Comunista), sino también la destrucción de la salud pública. No es una característica sólo del Tercer Mundo, sino que está presente en países imperialistas como Italia (que era reconocido por su “estado de bienestar”), España o los Estados Unidos. Las camas, los respiradores, las unidades de terapia intensiva, médicos, enfermeros, técnicos, insumos e infraestructura hospitalaria son escasos, producto de los recortes presupuestarios millonarios. ¡Los médicos deben decidir quiénes reciben atención y quiénes no!

Las medidas de “protección” que impulsan los gobiernos para evitar contagios, como estar a más de dos metros de otra persona, lavar la comida, la ropa, usar alcohol en gel, lavandina, lavarse las manos, etcétera, son directamente imposibles para millones. Según la ONU, más de 2.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable ni a saneamientos básicos, 350 millones viven en la calle y más de 3.000 millones viven hacinados. Esta es la realidad del capitalismo.

 

¿El FMI, el Banco Mundial y el capitalismo se volverán “sensibles”?

 

El discurso de Fernández genera confusión cuando dice que celebra que “el FMI y el Banco Mundial reconozcan lo insostenible de las deudas que soportamos los países más postergados” y “el deseo de que la humanidad superará esta pandemia. Pero lo que además logrará es acabar con el vicio de la exclusión social, la depredación ambiental y la codicia de la especulación”.

Lamentablemente, los dichos de Alberto no son más que una expresión de deseos. Es falso que exista un “capitalismo salvaje, neoliberal” y otro capitalismo “humanizado” que podría resurgir luego de esta pandemia. Hace décadas que el capitalismo de todos los colores solo genera “exclusión social, depredación ambiental y codicia”. Y así seguirá. La realidad argentina desmiente a Fernández: en plena pandemia los empresarios responden con especulación, faltantes, aumentos y despidos.  Techint, en medio del llamado presidencial a la “solidaridad social” y ante la amenaza de que “se terminó la Argentina de los vivos”, intentó despedir a 1.450 trabajadores.

En 2020 el gobierno ha puesto más plata para subsidiar y reducir impuestos a las multinacionales petroleras y mineras y en pagar la fraudulenta deuda externa que en los salarios de los trabajadores, los jubilados, los desposeídos, o en los presupuestos para salud, vivienda o educación. ¿Después de la pandemia los capitalistas dejarán de priorizar sus ganancias para cuidar a la humanidad, el bienestar y el planeta? Eso es un cuento de hadas.

 

Que el “fondo de emergencia humanitaria” comience por casa

 

En la crisis de 2008 el “coraje del G-20”, a través del Banco Mundial, el FMI y la Unión Europea, hicieron poner a todos los países el 2% del PBI mundial (varios billones de dólares) para ayudar “humanitariamente” a multinacionales y banqueros. Ese será el destino de cualquier “fondo de emergencia” que el imperialismo conforme. Y tratarán de que seamos los trabajadores y el pueblo quienes paguemos, una vez más, la cuenta de la crisis capitalista con mayores ajustes, despidos, salarios de hambre y superexplotación laboral.

El gobierno de Fernández debería dar el ejemplo luego de sus palabras en el G-20 y podría comenzar a hacer ya un “fondo de emergencia humanitaria” en la Argentina para encarar la crisis de la pandemia. Que les embargue a Roca, Bagó, Pérez Companc, Coto y demás multimillonarios un 20% de sus riquezas, para así conseguir miles de millones de dólares necesarios para salud, insumos y todas las necesidades de la emergencia. Que no se pague más un peso de la fraudulenta deuda externa a banqueros y bonistas.

Pero los únicos que “tendríamos el coraje” para tomar todas las medidas necesarias para atacar la pandemia, cuidar la salud del pueblo, terminar con la depredación ambiental y que la crisis la paguen los ricos y las multinacionales somos los propios trabajadores. No lo hará ningún gobierno de capitalistas, se llamen “neoliberales” o “populares”. Para planificar la economía en función de las necesidades de las mayorías, cuidando la naturaleza, es necesario que gobernemos los trabajadores. Dando inicio así a la construcción del socialismo, el único sistema que puede dar respuesta a la crisis de la humanidad y del planeta.

Escribe: Diego Martínez, dirigente Izquierda Socialista.

En el día de ayer se dio a conocer la noticia de que en el medio de la crisis mundial por el coronavirus, Techint despidió a 1450 trabajadores. Estos despidos suman a las 191 cesantías que realizó la empresa en el mes de enero en su planta de Campana, donde trabajan unos cuatro mil empleados, la mitad de ellos en forma precarizada.

 

¿Quién es el grupo Techint?

 

Tenaris/Techint es, por lejos, el grupo empresarial de más poderoso del país, teniendo sedes en 100 países e intereses millonarios en Vaca Muerta. Su dueño y principal accionista, Paolo Rocca, cuenta con una fortuna personal que asciende a los 9800 millones de dólares.

El grupo liderado por la familia Rocca construyó su fortuna en base a su amistad con los sucesivos gobiernos. Siendo en sus orígenes el estado argentino su principal contratista. Los Rocca mantuvieron excelentes relaciones, primero con el gobierno militar y luego con el alfonsinismo y con Menem, quién le entregó en bandeja la privatización de SOMISA a un precio irrisorio dejando como resultado más de 8.000 trabajadores en la calle. Sus negocios continuaron bajo el kirchnerismo, periodo en el cual llegaron a amasar su mayor fortuna.

Techint recibe, además, a través de su empresa Tecpetrol que opera en Vaca Muerta, millonarios subsidios de parte del Estado. En 2019 esa cifra ascendió a 700 millones de dólares (Diario el Cronista, 13/5/2019). Alberto Fernández, quien se pronunció hace un par de días en la TV pública a favor de un sistema más igualitario y criticó a quienes “con avaricia buscan una ganancia desmedida” (Telam, 26/3/2020); no ha movido un dedo para anular estos subsidios otorgados por el macrismo a la empresa más rica del país, dueña del monopolio del acero.

Como si esto fuera poco, el grupo Techint tiene sede legal en Luxemburgo, paraíso fiscal donde sus ganancias están exentas de cualquier impuesto y Paolo Rocca está implicado en “la causa de los cuadernos”. A Rocca se lo involucra en el pago de coimas a funcionario kirchneristas para que estos intercedan ante Hugo Chávez para lograr que Venezuela pagara una indemnización por la nacionalización de Sidor, una filial de Techint que opera en ese país por la suma de 1900 millones de dólares. Paolo ya acumulaba en su haber la citación de la justicia italiana por el pago de coima en Brasil por USD 9 millones para quedarse con obras de Petrobras en dicho país. Hasta el momento no ha sido detenido por ninguna de estas causas.

 

¡Reincorporación ya de los 1450 despedidos!

 

Techint es la empresa más importante de la Argentina. En un contexto de profunda crisis social y económica, que afecta profundamente a los trabajadores desde hace tiempo incrementó en el primer semestre 2019 sus ganancias un 20% con respecto a 2018 (Diario El Cronista, 1/8/2019). Lejos está de tratarse de una empresa en crisis. Lo que pretenden hacer Rocca y compañía es una “avivada” aprovechando la crisis por el coronavirus para reducir personal y seguir así incrementando sus ganancias. Alberto Fernández, quien dijo que iba a perseguir a los “vivos” que intenten lucrar con la crisis que vive el país, debería decretar de forma inmediata la reincorporación de todos los despedidos y si la empresa no cumple reestatizarla bajo control de sus trabajadores. ¡Que la crisis la paguen los patrones, no los trabajadores!

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