Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

"Sin Cambiemos en el gobierno esta tormenta hubiese terminado como el 2001”. Lo acaba de decir Macri. Quiere dar señales de que es un buen “piloto de tormentas” y que no habrá más crisis. “Espero que sea la última”, dijo semanas atrás en el famoso video grabado. Pero se pisa solo, porque a renglón seguido señaló que todo se va a solucionar si se vota el Presupuesto 2019 y si se aprueba el nuevo acuerdo que está gestionando con el Fondo Monetario. O sea, un “salvavidas de plomo” que traerá un ajuste perpetuo y más confrontaciones sociales.

Macri aprovechó para decir también que “esto va a dar estabilidad para empezar de vuelta un camino de crecimiento”. Es el mismo discurso que se escucha desde que asumió, cuando en medio de los globos amarillos justificó el ajuste diciendo que así iban a venir los capitales salvadores. Pero estamos en recesión, caída de la actividad económica y del consumo, con un dólar a 40 pesos. Y una inflación que no tiene techo y todos dicen superará el 42%. No “hay calma” cuando la devaluación está haciendo estragos en el salario y el nivel de vida del conjunto del pueblo trabajador. Lo que hay es más ajuste y entrega vía el pacto con el FMI. En el Boletín Oficial salió que el gobierno destinó más partidas para la Policía y la Gendarmería (represión), en perjuicio de la Educación y Ciencia y Tecnología. Una aberración completa que muestra al Macri explícito. Por eso crece la pobreza y la desigualdad social. Nuevos capítulos de la crisis económica y política se avecinan.

Macri apuesta a que su debilidad se traduzca en “fortaleza” fruto del acuerdo que está pactando con el “peronismo racional” para aprobar el presupuesto del ajuste, que incluye a la propia Alicia Kirchner (ver página 5). Es la señal de la que también hablaba Pichetto. Por eso la preocupación en común entre oficialismo y oposición patronal pasa por la famosa foto que se sacaron para enviarle al FMI donde todos se comprometen a ajustar aún más para salvar a las multinacionales y a los bancos. Pero las fotos no dan fortaleza. Recordemos cuando el año pasado tras su triunfo en las legislativas y el pacto con el PJ y la CGT, el gobierno hizo votar la ley que le robó 100 mil millones a los jubilados. Esto provocó una rebelión popular con decenas de miles en las calles. Se le volvió en contra. Desde allí hubo un antes y un después que nunca paró. El posterior pacto con el FMI redobló el ajuste y el endeudamiento.

El gran cambio es el salto en la conciencia de aquellos sectores populares que habían votado a Macri y ahora dicen masivamente que se está ante un “gobierno para los ricos”. Esta ruptura y las luchas crecientes, ahora con epicentro en docentes, estatales y el movimiento estudiantil, es lo que ha obligado a que la CGT llame a otro paro para el 25 de septiembre.

Este nuevo capítulo de más crisis política y económica no se va a frenar más allá de las frases de Macri. El objetivo del gobierno es avanzar con el ajuste y ver si puede llegar a las elecciones, precisamente lo que se ha puesto en dudas. No lo dice sólo la izquierda, sino también analistas patronales. El acuerdo con los gobernadores es para garantizar “institucionalmente” la gobernabilidad de Macri y preparar al peronismo como recambio para el 2019. El gobierno ahuyenta cualquier imagen que lo asocie al 2001. Pero comparar la actual crisis económica con la que ocurrió 17 años atrás es puro palabrerío. Porque el gran temor, tanto del gobierno como de todos los políticos de la oposición patronal, es que millones transformen el actual hartazgo en un repudio generalizado en las calles, que ponga en jaque el mayor ajuste y a sus responsables, los empresarios, banqueros, el FMI y al propio gobierno de Macri que lo está aplicando.

Nuestro partido viene sosteniendo que para que la crisis no la pague el pueblo trabajador hay que luchar por una salida de fondo. Macri y los gobiernos anteriores, más allá de su signo (sean de centro derecha o “nacionales y populares”) nos vienen hundiendo. Solo un gobierno de los trabajadores y la izquierda podrá terminar con esto y poner la economía al servicio de combatir los graves males sociales. Por eso estamos construyendo una alternativa política distinta que nada tiene que ver con Cambiemos ni con el peronismo en cualquiera de sus variantes, sino obrera y socialista, como lo es el Frente de Izquierda.

Ante esta situación y en los días que restan para el paro, llamamos a la más amplia unidad para impulsarlo, fomentarlo y garantizarlo. El paro tiene que ser otro duro revés que el movimiento obrero y popular le da al ajuste del gobierno y sus cómplices. Por eso convocamos a marchar el 24 junto a las CTA, exigiendo que la CGT se sume a esa movilización y llame a que el paro del 25 comience el día anterior. De esa forma estaríamos logrando un parazo de 36 horas con movilización, llenando Plaza de Mayo, para que unificadamente podamos dar los primeros pasos de un plan de lucha nacional para derrotar el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores.

Desde el sindicalismo combativo y la izquierda también planteamos que el paro debe ser para imponer un aumento salarial de emergencia, la suba del 100% de las jubilaciones y la inmediata reapertura de las paritarias, como se reclamará en los plenarios del 15 en la Ciudad de Buenos Aires y el próximo 22 en Córdoba (ver páginas centrales). Y fundamentalmente para que Argentina deje de pagar la deuda externa como primer medida de un plan alternativo al servicio del pueblo trabajador. Llamamos a los trabajadores, a los luchadores, a las mujeres y a los estudiantes a postular estas propuestas.

Facundo Jones Huala, el lonko mapuche, fue extraditado a Chile por una decisión de la Corte Suprema ratificada por Macri. Este fallo fue a pesar de un reciente pedido en contrario del Comité de Derechos Humanos de la ONU al gobierno argentino por violar “derechos civiles y políticos” del dirigente.


Chile requiere a Huala para procesarlo por un incendio ocurrido en 2013, donde todos los acusados fueron absueltos por falta de pruebas. Este ataque contra Jones Huala es contra todo el pueblo mapuche que lucha por sus tierras ancestrales, igual que el resto de los pueblos originarios. Y es un fallo en defensa de los terratenientes como Benetton, las mineras y petroleras. 
Repudiamos la extradición, exigimos la libertad de Jones Huala y seguiremos luchando por la expropiación de los terratenientes para que sus tierras vuelvan a sus legítimos poseedores, los pueblos originarios.

Martín Fú

Ricardo Lorenzetti dejará su cargo después de 11 años como presidente de la Corte Suprema de Justicia. Lo reemplazará en octubre Carlos Rosenkrantz. Inmediatamente Carrió tuiteó: “Terminó la corrupción en la Corte Suprema. ¡Qué maravilla!”.


El gobierno quiere hacer creer que está limpiando la justicia. Lo mismo intenta con el caso de los cuadernos, diciendo que de esta forma se está terminando con la corrupción. Nada más falso. 
Esta Corte, como toda la justicia patronal, está al servicio de salvar a los grandes empresarios y en contra del pueblo trabajador. Es la misma Corte del 2x1 a favor de los genocidas, con jueces millonarios, cargos vitalicios y puestos por el poder de turno. Lorenzetti fue designado por Néstor Kirchner y el reemplazante Rosenkrantz por Mauricio Macri al comenzar su gestión. 
El designado Rosenkrantz es quien sostenía cuando era docente que “derechos económicos y sociales como salud, vivienda, educación no son exigibles ante los tribunales”. Todo un prontuario de juez patronal.
Izquierda Socialista propone que todos los jueces sean electos por el voto popular, ganen como un trabajador y que se implemente el juicio por jurado para terminar con esta justicia elitista y al servicio de unos pocos.
Atilio Salusso

Escribe José Castillo

El gobierno de Macri le ofrenda al FMI un ajuste mayor aún al acordado en junio, a cambio de un adelantamiento de los fondos del préstamo pactados para 2020 y 2021. Mientras Trump felicita a Macri y los especuladores financieros aplauden, el que paga es el pueblo trabajador con más hambre y miseria.

El ministro Dujovne y su equipo se pasaron la mayor parte de la semana pasada en Washington negociando con el FMI. Le llevaban un nuevo plan de ajuste, más duro aún que el acordado hace apenas dos meses: bajar el déficit fiscal a cero para el año que viene, lo que traducido quiere decir “achicar” 550.000 millones de pesos en vez del ya salvaje ajuste anteriormente pactado de 400.000. En concreto: más recesión, más despidos, más pérdida de poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, menos plata para obra pública, salud y educación. Todo al servicio de crear la “confianza” de que el gobierno podrá pagar los próximos vencimientos de deuda externa. Como recompensa por semejante entrega, Macri logró un premio: 15 minutos de conversación con Trump, que lo felicitó por tanto “coraje”.


Banqueros, especuladores de la Bolsa y economistas del establishment también aplaudieron el mayor ajuste ofrecido al FMI y le ofrendaron un “pequeño regalo” al gobierno: una tregua en la suba del dólar, ya que la devaluación, que pulverizó salarios y jubilaciones y les permitió hacer inmensas ganancias (ver nota en esta misma página), les “desordenó” a la vez un poco sus negocios y necesitan reacomodarse. 
Dujovne, por su parte, volvió a la Argentina con “tarea para el hogar”: que el peronismo le apruebe el presupuesto 2019, donde estará el conjunto de las medidas de ajuste. Cosa que los gobernadores del PJ se apuran a garantizarle a Macri (ver nota en página 5).
¿Pagar lo impagable?
Hace apenas 20 días el gobierno afirmaba que “ya estaban asegurados todos los fondos para cumplir con los vencimientos de deuda hasta diciembre de 2019”. Nosotros sosteníamos lo contrario. Posteriormente, una vez desatada la nueva corrida del dólar, anunció que, efectivamente, el dinero no alcanzaba, pero que ya estaba arreglado con el FMI para que este adelantara las cuotas de 2020 y 2021 del préstamo pactado en junio pasado y que “ahora sí”, estarían garantizados los pagos de deuda hasta el fin el mandato de Macri. Era mentira, no estaba nada “arreglado”, como se encargó de desmentir la mismísima titular del FMI, Christine Lagarde. Por eso el gobierno tuvo que ofrecer un ajuste más duro, para que el Fondo se avenga a analizar un adelanto de los fondos. Nosotros volvimos a denunciar que, aún adelantando todas las cuotas del FMI para el año que viene, tampoco alcanzaría para cubrir los pagos de 2019. Finalmente el gobierno también tuvo que reconocer esto último, y empezó a plantear que el Fondo podría “aumentar el total del préstamo” (o sea superar los 50.000 millones de dólares) o incluso, que existiría la posibilidad de que hubiera otro, directamente político, desde el gobierno de los Estados Unidos. 
Estas idas y vueltas alrededor, de una deuda impagable que se trata de financiar con más deuda, que a su vez genera más intereses y más vencimientos, y que exige cada vez mayor ajuste, es la bola de nieve que venimos denunciando desde la izquierda. Nos dicen que “dejar de pagarla” es utópico. Nosotros respondemos: lo utópico es pagarla. Nos lleva a un callejón sin salida de hambre y miseria para el pueblo y entrega total de nuestras riquezas. En cambio, si suspendemos inmediatamente los pagos, tendremos dinero para volcar a trabajo, mejores salarios, educación, salud y vivienda.


¿Quiénes son los ganadores?

Mientras los salarios, las jubilaciones, las partidas para planes sociales y los montos dedicados a obras de infraestructura y universidades son los grandes perdedores de 2018, del otro lado los banqueros, los acreedores de la deuda externa, los monopolios agroexportadores y todos aquellos a lo que se les garantiza ganancias dolarizadas, como las petroleras y gasíferas, resultan grandes ganadores.
Los banqueros, que ya venían haciendo enormes negocios con la bicicleta financiera de las lebacs,donde obtuvieron ganancias de hasta el 60%, ahora lo hacen especulando con el dólar. Con una ayuda de sus “amigos” del Banco Central. Durante la devaluación acelerada se produjo una verdadera estafa a costa de las reservas del país. Mientras el dólar subía y tocaba techos de hasta 42 pesos, el Banco Central “licitaba” dólares de a 200, 300 y hasta 500 millones ofreciéndolos a precio de remate (37 pesos) con la única condición de que el comprador adquiriera por lo menos un millón de dólares. ¡En minutos los banqueros amigos se repartían unos cientos de millones de dólares más baratos que en el mercado!
Otros que hicieron enormes diferencias fueron los monopolios exportadores, que solo tuvieron que “sentarse” a ver como se devaluaba la moneda para que sus exportaciones les reportaran el doble en pesos que hace un par de meses. Con el agravante de que eran ellos los que guardaban y no liquidaban sus exportaciones de soja, trigo y maíz, generando así la falta de dólares y provocando la devaluación, de la que después se beneficiaron. Ahora se les puso retenciones a 4 pesos por dólar, que se irán licuando (o sea que cada vez significarán menos), a medida que la devaluación retome su alza.
Las petroleras y gasíferas son otro sector que ha hecho grandes diferencias a favor con la corrida cambiaria. De hecho, desde que el ex ministro Aranguren en octubre pasado “liberó” el mercado de combustibles permitiendo que cada empresa subiera la nafta y el gasoil como quisiera, prácticamente se vienen dando dos aumentos por mes siguiendo paso a paso la devaluación. Como las tarifas de servicios públicos están dolarizadas, esto también arrastra las subas de boletas de gas, que volverán a aumentar en octubre. Mientras que los trabajadores con cada devaluación se nos achica el bolsillo, del otro lado están los que festejan. J.C..

Que la deuda externa es el talón de Aquiles de la economía argentina y que no se puede pagar siempre fue nuestro reclamo. Pero ahora, después de años sosteniendo lo contrario, son los propios economistas del establishment los que empiezan a reconocer que la deuda es el problema central del gobierno de Macri y que todo el programa de ajuste pactado con el FMI se reduce a recaudar dólares para pagar los próximos vencimientos. 
El primero fue Daniel Marx, que en un informe de su consultora (Quatum Finanzas) planteó “el problema” de que la deuda sumada de Nación, provincias y el Banco Central ya estaría en el orden del 70% del PBI, un indicador que prendería luces “anaranjadas” en cuanto a la posibilidad de su pago. A esto le siguió Jorge Neyro (Consultora ACM) que sostuvo que a fin de año, y con un dólar supuesto a 42 pesos, el peso de la deuda sobre el PBI será mayor aún: 77,5%. Y el dato más catastrófico provino del Estudio Broda, que dio a conocer un cálculo donde sostiene que si el dólar se va a 45 pesos a fin de año, el peso de la deuda subiría al 92% del PBI. ¡Casi lo mismo que tenía De la Rua cuando se produjo el default a fines de 2001!


Desde el exterior, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, en declaraciones a la BBC, fue aún más a fondo. Directamente dijo que la Argentina no está en condiciones de pagar los próximos vencimientos de deuda y que se debe proceder a una “reestructuración” y hasta mencionó una “quita”. O sea que si los acreedores no acceden a estirar los plazos de vencimientos y canjear bonos (otro megacanje, como el de Cavallo en 2001, o los del kirchnerismo en 2005 y 2010), se corre el serio riesgo de que Argentina entre en cesación de pagos.
Todos estos analistas plantean estos problemas con el objetivo de que los acreedores sigan finalmente cobrando y no sufran pérdidas. Nosotros sostenemos que, efectivamente, el gobierno no sabe cómo pagar los próximos vencimientos de deuda y que todo el ajuste es para garantizar los pagos. Para nosotros la salida es la opuesta: no pagar y poner ese dinero al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

J.C.

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