Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Escribe Mariano Barba

Según la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac) ya son 23 las provincias en las que el transporte de cargas registra dificultades para abastecerse de combustible. La única provincia sin problemas de abastecimiento es Tierra del Fuego. En 16 de esas provincias el suministro de combustible es nulo o casi nulo.

Los transportistas autoconvocados, dueños de uno hasta cuatro camiones, son los que se plantaron ante la falta de combustible, exigiendo también otras mejoras sobre el precio de los fletes y el costo de los trámites sobre credenciales para circular. A esto hay que sumarle la semi parálisis que está generando en el agro, donde se está terminado la cosecha gruesa y empezando con la siembra para la próxima cosecha de trigo, avena y cebada.

La protesta la ejercerán en casi todas las rutas del país durante varios días, también realizaron una concentración y acto en el centro de la ciudad de Buenos Aires y amenazan con un paro por tiempo indeterminado permaneciendo en las rutas desde la próxima semana.

La situación actual es de extrema gravedad para la economía, ya que en nuestro país casi el 90 % de la producción se mueve en camión desde el desmantelamiento de los ferrocarriles que provocó Menem. En el mercado negro se paga el litro de gasoil alrededor de los 300 pesos, igual que se paga en Estados Unidos. La responsabilidad de la escasez hay que buscarla en la entrega de Vaca Muerta a las multinacionales desde el 2013 bajo el gobierno de Cristina, a través del acuerdo con Chevron con cláusulas secretas. Las empresas priorizan la exportación y dejan sin combustible al país.
El gobierno busca arreglar el faltante importando gasoil (pagando casi dos dólares el litro) y subiendo la cuota de biodiesel producido a partir del aceite de soja. Desde Izquierda Socialista/FIT Unidad proponemos terminar con el faltante y la carestía de los combustibles con la reestatización de la totalidad de YPF y de toda la industria hidrocarburífera bajo control de los trabajadores y respetando las comunidades originarias.

En medio de la desesperación de millones ante el crecimiento de la inflación, la pobreza y otros males sociales, era de esperar que el gobierno usara la fecha patria del 20 de junio para volver a su doble discurso. Alberto Fernández habló ante 2.000 alumnos en el Centro Cultural Kirchner (CFK) diciendo: “estoy seguro que tenemos por delante un enorme futuro”. Las mismas generaciones a las que se les había prometido que con un gobierno peronista el FMI nunca más iba a pisar suelo argentino. Y volvió al ruedo Cristina. Lo hizo con un largo discurso en un plenario de la CTA, junto a Hugo Yasky, mostrando que dicha organización sindical lejos de defender a las y los trabajadores está al servicio de respaldar al gobierno. Yasky definió a Cristina como “la figura más importante de la política argentina”. Lealtad al gobierno, deslealtad ante los reclamos obreros y populares.

La vicepresidenta habló de todo. Hizo un discurso radicalizado, para terminar nuevamente elogiando al capitalismo. Desde la Casa Rosada leyeron su arenga como positiva, ya que no cuestionó el pacto con el FMI, el aumento de tarifas y hasta elogió a Scioli. “La unidad del Frente de Todos nunca estuvo ni estará en discusión”, reafirmó Cristina, dejando claro que sigue siendo parte de este gobierno que aplica el ajuste pactado con el Fondo Monetario.
 
El discurso de Cristina seguramente cayó bien en la militancia kirchnerista. Incluso ante sectores populares que, asociando el desastre del gobierno a la figura de Alberto Fernández, podrán creer que con Cristina, Máximo y La Cámpora podría haber algo distinto. La frase “ganar las elecciones para no cambiar nada, mejor quedarse en casa”, es parte de ese juego. A quienes tienen esa expectativa queremos demostrarles lo contrario. Si uno desmenuza los dichos de Cristina verá que no hay nada nuevo bajo el sol.

Cristina enumeró una serie de problemas acuciantes y reales, como por ejemplo el rol de los grandes empresarios tipo Techint, la inflación, los que evaden dólares o el endeudamiento externo. Uno se podría preguntar ¿por qué el gobierno no los combate? Se nos puede contestar porque gobierna Alberto y no Cristina. Pero no es así. Estamos ante un gobierno de todos los sectores del peronismo. Hagamos en todo caso la pregunta de otra manera. ¿Acaso el peronismo kirchnerista no gobernó durante doce años desde el 2003 al 2015? ¿Y en esos años fueron combatidos los males que enumeró Cristina? Para nosotros la respuesta es no.

Por ejemplo, Cristina dijo “no es que no haya dólares o nos falten dólares. La economía argentina produce dólares que se evaden. Argentina ocupa el tercer puesto en el ránking de países evasores”. Tiene razón. Es más, en los doce años de gobierno kirchnerista se fugaron 102.159 millones de dólares. ¿Qué hizo Cristina para evitarlo? ¿Derogó la Ley de Entidades Financieras (que viene de la dictadura) para terminar con el secreto bancario, el secreto comercial y fiscal que tanto critica? No. ¿Nacionalizó la banca y el comercio exterior como únicas medidas para evitar la fuga de los más de 400.000 millones de dólares que están en el exterior? Tampoco. Solo criticó el “festival de importaciones”, porque demanda muchos dólares.
 
Cristina dijo también que “el proceso inflacionario que estamos viviendo es producto del endeudamiento criminal del macrismo”. Compartimos que el endeudamiento es criminal, mucho más cuando en Argentina ese endeudamiento se gestó en plena dictadura y fue siempre a la bicicleta financiera y a los grupos concentrados. Pero si el endeudamiento macrista fue criminal, ¿por qué entonces este gobierno lo reconoció y pactó con el FMI para pagarlo a cambio de un mayor ajuste y sometimiento? ¿No había que desconocerlo? El kirchnerismo nunca lo propuso. Es más, Cristina impulsa una ley para recaudar más y pagarle al FMI.

Cristina oculta que el endeudamiento no solo fue del macrismo sino de todos los gobiernos capitalistas. Durante los doce años de gobierno peronista kirchnerista se pagaron de contado 10.000 millones al FMI con la excusa de que nos íbamos a desendeudar, y otros 200.000 millones de deuda externa, quedando un endeudamiento similar cuando el gobierno se fue. La propia ex presidenta reconoció que en su gobierno los empresarios se la llevaban en pala y que éramos “pagadores seriales” de deuda. ¿En qué quedamos entonces?

También mencionó que los males vinieron con el “neoliberalismo” menemista, como si ella como senadora y Néstor Kirchner como gobernador de Santa Cruz no hubieran acompañado a ese gobierno entreguista de los años ’90 que remató todo el patrimonio nacional y nos endeudó al doble.
 
Al final Cristina les contestó a quienes ponen de excusa que no hay una relación de fuerzas favorable para hacer los cambios que se necesitan. “¿Qué pasaría si San Martín hubiera pensado en la correlación de fuerzas? No hubiese cruzado la cordillera. Este país existe porque hubo hombres y mujeres que no pensaron en la correlación de fuerzas e hicieron lo que había que hacer”. Esta frase abona lo que venimos diciendo desde la izquierda, que la relación de fuerzas existe si hay decisión política para ello. Pero Cristina usa la frase para no hacer lo que hay que hacer, es decir, romper con el FMI, dejar de pagar la deuda y combatir los males sociales, sino para que se mantengan los pilares capitalistas, como si de esa forma se pudieran erradicar el hambre y la pobreza. Por eso termina siempre planteando que “el capitalismo es el sistema más eficiente”, cuando está probado que el capitalismo es miseria creciente y destrucción ambiental.
En resumidas cuentas: ¿Cristina propone alguna alternativa? Dijo que tiene “expectativas en que se puedan reencauzar las cosas”. No hay que dejarse engañar. Cristina trata de despegarse para que la bronca creciente con el gobierno no la toque a ella. Nada más.

Cristina defiende el rol del Estado para salvar las ganancias capitalistas; no dijo que hay que romper con el FMI; ratificó que hay que pagar la deuda vía su proyecto de ley y defiende a un supuesto capitalismo “bueno y productivo” que no existe en ningún lado. Resumió así el rol del peronismo en pleno siglo XXI, el cual llamamos a superar por izquierda.

El que levanta una salida de fondo -empezando por romper con el FMI y dar pasos en una segunda y definitiva independencia-, es el Frente de Izquierda Unidad. Por esas consignas llamamos a marchar el próximo 9 de julio a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país, contra el ajuste del gobierno y el FMI, como lo señalamos en las páginas centrales de la presente edición. Sabiendo que la pelea de fondo pasa por conquistar un gobierno de las y los trabajadores y una Argentina Socialista.

El 9 de julio el Frente de Izquierda marchará a Plaza de Mayo y en las principales ciudades del país, planteando el único programa alternativo que puede resolver los más urgentes problemas del pueblo trabajador. Porque no hay salida si seguimos pagando la deuda a los usureros y sometidos a las órdenes del Fondo Monetario Internacional.

El Frente de Todos, en todas sus alas y sectores, coincide en que hay que pagarle a los pulpos acreedores. “Somos pagadores seriales”, ya es una frase histórica, repetida varias veces por la actual vicepresidente Cristina Fernández. El kirchnerismo, que posa de “crítico” frente al acuerdo con el FMI, buscando despegarse de las consecuencias que éste trae en términos de ajuste, ha afirmado también repetidas veces que no es que está en contra de acordar con el Fondo, sino que ellos lo hubieran hecho de otra manera, supuestamente más “progresista” (como si existiera la posibilidad de firmar un pacto con el organismo internacional de estas características). Del resto del Frente de Todos (el presidente Alberto Fernández y sus ministros empezando por el propio Martín Guzmán) no hacen falta muchas aclaraciones: fueron y son los grandes defensores del actual acuerdo con el FMI. Lo mismo se podría decir del sector de Sergio Massa y del conjunto de los gobernadores, más allá de su alineamiento interno.

Del lado de la oposición patronal de Juntos por el Cambio, también hay un acuerdo unánime en priorizar a los acreedores de la deuda y al FMI. Más aún, se preparan para, en caso de ganar la elección presidencial de 2023, renegociar con el propio Fondo, incluyendo explícitamente la incorporación de los llamados ajustes “estructurales” (léase la reforma previsional, fiscal y laboral). O sea más hambre para las jubiladas y jubilados, más impuestos a los sectores populares y menos para los ricos y una total flexibilización laboral. De lado de Milei, Espert y los libertarios mejor ni hablar: su propuesta es todo un programa de guerra contra los trabajadores y demás sectores populares.

Frente a este panorama, se hace más importante que nunca la postulación del FIT Unidad. La necesidad de plantar una bandera por otra alternativa política que llame a pelear por un programa alternativo, obrero y popular, que, partiendo de dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, avance en resolver las más urgentes necesidades populares. Esta es la lucha por recuperar aquello que, ganado hace 206 años, perdimos en manos de los pulpos imperialistas. Por eso hablamos de lograr la segunda y definitiva independencia.

El 9 de julio, en un nuevo aniversario de aquella gesta de 1816, el Frente de Izquierda Unidad llama a colmar nuevamente la Plaza de Mayo y las principales plazas del país en unidad con organizaciones sociales, de derechos humanos, el movimiento de desocupados combativo, el sindicalismo combativo y el resto de la izquierda, para plantear la necesidad de recuperar aquello que perdimos. Postular esta alternativa política señala el camino a recorrer: que gobiernen los que nunca lo han hecho y no tienen ninguna responsabilidad con el desastre actual: las trabajadoras y los trabajadores, junto con la izquierda. Para empezar a recorrer lo único que nos puede sacar adelante: la construcción de una Argentina socialista.


Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
 
El próximo 9 de julio se cumple otro aniversario de la independencia nacional. A diferencia de 206 años atrás, ahora Argentina es un país dominado por el imperialismo, las multinacionales y la banca. Tenemos que volver a liberarnos del dominio imperialista peleando por una segunda y definitiva independencia como parte de una salida de fondo, conquistando una Argentina Socialista donde gobiernen
las y los trabajadores.
 
“Esto no tiene arreglo. Está todo podrido. Hay que cambiarlo de raíz”. Esto comentaba una referente social de La Matanza en una charla sobre la deuda externa que tuvimos semanas atrás. ¿Cómo puede ser que un país que tiene de todo como Argentina (tierras fértiles, alimentos, minerales, mar, ríos, selva, montañas y acuíferos) esté hundida en el hambre y la pobreza? “Se robaron todo”, dijo otro participante, uniendo con su comentario la responsabilidad con todo esto de los distintos gobiernos de turno.

Nuestros héroes patrios hace 206 años se prepararon para dar una lucha continental contra el reino de España logrando en 1816 la primera independencia. Pero Argentina fue perdiendo su soberanía a lo largo de todas estas décadas. Fue escaso el tiempo donde logramos una relativa independencia, que rápidamente se perdió. Hoy somos una semi colonia que tributa sus riquezas a las potencias imperialistas y a un puñado de grandes capitalistas y multinacionales. Si no se termina con ese dominio, seguiremos en la postración. Esto se ha agravado tras el pacto que firmó el gobierno peronista del Frente de Todos con el Fondo Monetario, representando un nuevo salto en el saqueo, el ajuste, la dependencia y el sometimiento. Argentina pasó a ser monitoreada cada tres meses por el FMI. Los destinos del país están en manos de los funcionarios de ese organismo saqueador imperialista y del gobierno de turno, obviamente, como lo estamos viendo, con un mayor ajuste y dependencia. Saqueo que continúa bajo los pagos de una deuda externa como centro, la que tuvo origen en el genocidio de la última dictadura militar.

Alberto Fernández este 20 de junio elogió a Manuel Belgrano diciendo a renglón seguido: “estamos saliendo, vamos por el buen camino y un largo bla, bla”. Cristina también elogió al creador de la bandera mientras mandó un proyecto de ley para recaudar fondos para pagarle al FMI. ¿Pero cómo vamos a ir por buen camino sometidos al FMI y pagando una deuda usurera? El imperialismo y el FMI son los nuevos reyes de España. A tal punto es el sometimiento que Alberto Fernández convocó en la reciente Cumbre de Las Américas a “trabajar unidos” con el jefe del imperialismo norteamericano, Joe Biden. Mayor cipayismo imposible. Estados Unidos es el símbolo de un capitalismo-imperialista en decadencia que sigue sembrando de hambre y miseria al mundo, con más desigualdad social y destrucción ambiental.

Por donde se lo mire, en lo micro o lo macro, “todo está podrido”. Porque los resortes estratégicos del país están en manos de un puñado de multinacionales y grandes empresarios que se llevan todo. El peronismo actual habla “contra la derecha” pero fue el que en los años ´90 remató todas las empresas estatales estratégicas (Ferrocarriles, YPF, teléfonos, las jubilaciones, empresas de agua, electricidad, puertos, marina mercante, hidrovía); nunca tocó a los terratenientes; pactó con el agronegocio y le dio rienda suelta nuevamente a la megaminería, multinacionales del sector que vuelven a tener nuevo impulso para quedarse con nuestro suelo, el oro, la plata y los ríos, mientras crece la escasez de agua para los pueblos. 
 
Siguiendo a nuestros héroes patrios decimos que hay que volver a romper las cadenas que nos atan y someten al imperialismo y al FMI. No hay medias tintas. Solo dejando de pagar una deuda externa usurera y fraudulenta, como primer paso, saldremos adelante. La pretendida deuda es un mecanismo de sometimiento de nuestros pueblos, financiera y políticamente. Y como esa pelea es continental, la tenemos que dar con un Frente de Países Latinoamericanos, como propiciamos desde nuestro partido. También hay que expropiar a las multinacionales y grandes capitalistas que explotan mano de obra Argentina y sacan sus ganancias a sus casas matrices y paraísos fiscales. Lo mismo hay que hacer con la banca y el comercio exterior, nacionalizarlos, para que sea el Estado el que con el debido control y gestión de sus trabajadores, evite la fuga de capitales y de nuestros alimentos. También hay que reestatizar urgentemente las empresas privatizadas, para terminar con el robo y el lucro privado de nuestros servicios esenciales, entre otras medidas de fondo, como la de imponer una verdadera reforma agraria. Medidas que permitirían aplicar un plan económico obrero y popular que combata los males capitalistas.

Ya se probó con todos los gobiernos, de centro derecha o de los denominados nacionales y populares y falsamente “progresistas”. Todos nos llevaron al desastre actual. Hay que dar pasos en pos de una segunda y definitiva independencia que se logrará con un gobierno de las y de los trabajadores y una Argentina Socialista. Con otro sistema que combata al capitalismo, el socialismo tendrá que ser con plena democracia obrera y popular. Un nuevo sistema completamente distinto que bajo una economía planificada por los trabajadores y demás sectores populares erradique el hambre, la pobreza, los bajos salarios, cuide la naturaleza y frene la destrucción ambiental. Una salida obrera y socialista por la cual luchamos desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad, y nuestra organización internacional, la UIT-CI.

La deuda externa, ilegal, inmoral e impagable, fue generada por la dictadura genocida de 1976. Sin embargo, fue reconocida y pagada por todos los gobiernos posteriores a 1983, sin excepción. El actual Frente de Todos, con Alberto Fernández y Cristina, también hicieron su aporte: desde fines de 2019, la deuda total ha crecido en 40.000 millones de dólares.

 

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