Jul 19, 2024 Last Updated 9:34 PM, Jul 18, 2024

Escribe José Castillo

Esta semana se estará votando en Diputados (y la próxima en Senadores) el acuerdo del gobierno de Alberto Fernández con el FMI. Conocidos los detalles del pacto, se ratifica que se trata de un plan con un ajuste mayor al actual y que nos somete a un monitoreo permanente por parte de este organismo imperialista

Finalmente el gobierno del Frente de Todos dio a conocer en su totalidad el acuerdo con el FMI, al enviar el proyecto al Congreso Nacional. Tal como se conocía desde enero, implicará un enorme ajuste sobre el pueblo trabajador. Para garantizarse estas metas, el FMI procederá a auditorías trimestrales, donde aprobará o no si las políticas que lleva adelante el gobierno van en línea con el ajuste exigido. O sea, la política económica queda absolutamente sometida a la voluntad del FMI, que recién aprobará cada desembolso después de verificar que el ajuste se está cumpliendo.

Todo este sacrificio no traerá como contrapartida ni un peso en fondos frescos, sino apenas correr los vencimientos de los 45.000 millones de dólares que, como el propio gobierno reconoce, tomó ilegalmente el gobierno de Macri y se usó en casi su totalidad para pagar deudas anteriores y fuga de capitales. Lo que vendrá, además, será una montaña de vencimientos a partir de 2026 y hasta 2034, por más de 110.000 millones de dólares.

Los detalles que no se conocían

El acuerdo tiene datos explícitos de un tarifazo muy superior al 20% del que hasta ahora hablaba el gobierno. Contiene además referencias manifiestas a una reforma jubilatoria en camino.
El texto anuncia también que el mes de junio se debe terminar con la doble indemnización por despidos (vigente desde el comienzo de la pandemia). También limita las transferencias a las provincias, generando un ajuste indirecto sobre salud y educación, ya que la mayoría de este gasto está provincializado.

Tal es la hipoteca que deja el acuerdo con el Fondo,que incluso se refiere a que se deberá “seguir acordando con los acreedores que no entraron en los canjes 2005-2010 y con los que no se arregló en 2016”. ¡Otra vez se resucita a los fondos buitres!

Un proyecto “para que se apruebe”

Ratificamos lo que vinimos denunciando sistemáticamente: tanto el oficialismo del Frente de Todos como la oposición patronal de Juntos por el Cambio están absolutamente a favor de acordar con el Fondo. Así lo exigen, explícitamente, todas las patronales: la UIA, la Sociedad Rural, la Cámara Argentina de Comercio y hasta la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.

Las dudas, tanto en peronistas como en cambiemitas,  está en cómo hacen ambos para “dejar que se apruebe” y no quedar pegados a las consecuencias del ajuste.

En otra nota (ver ¿El kirchnerismo realmente se opone al FMI?) nos referimos en detalle al doble discurso del kirchnerismo, y sus maniobras para decir que “no están de acuerdo” y a la vez garantizar que el proyecto se apruebe.  

Con respecto a Juntos por el Cambio, después de varios cabildeos le encontraron la solución (acordada con el gobierno), proponiendo un formato que incluso puede servirle a algunos diputados oficialistas que quieran lavarse la cara. Dividieron el proyecto en dos artículos, uno donde se dice “apruébase el acuerdo de refinanciamiento entre la República Argentina y el FMI”, y otro donde se aprueba el memorándum de política económica y financiera y el memorándum técnico, o sea todas las planillas donde se materializa en concreto el ajuste. Así le dejan la excusa justa a muchos que votarán a favor del acuerdo (artículo 1°), pero dirán que no apoyaron las medidas en concreto (artículo 2°). Al respecto, el periodista Carlos Burgueño desnudó la maniobra en una nota en Ambito Financiero (7/3): al directorio del FMI (empezando por el gobierno de los Estados Unidos, principal accionista) sólo se importa que se apruebe la autorización al acuerdo, o sea el artículo 1°, no interesándole como queda el resto, ni por cuantos votos sale la ley.

Solo el FIT Unidad propone romper con el FMI y enfrentar el ajuste

Mientras se sigue dando un mar de maniobras y discursos para esconder lo inescondible del mayor ajuste que se viene, hay una única voz clara: la del Frente de Izquierda Unidad. Somos los únicos que decimos con todas las letras que hay que oponerse al acuerdo, romper con el FMI, dejar inmediatamente de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. Lo proclamamos con nuestras diputadas y diputados en el Congreso Nacional, pero también llamando a movilizarnos en las calles cuando se trate. Y comprometiéndonos, si se aprueba, a seguir peleando contra todas y cada una de las medidas de ajuste que se tratarán de imponer.

Escribe José Castillo

Si bien ya se sabía que una parte importante del ajuste iba a ser garantizado por medio de tarifazos a los servicios públicos privatizados (en particular en luz y gas), no se conocían los detalles. El gobierno venía insistiendo que se trataba de aumentos que no superarían el 20% anual (de hecho ya se había aplicado ese incremento en el primer bimestre). A lo sumo se llegó a anunciar una segmentación que sólo iba a afectar a sectores de altos ingresos.
En el memorándum con el FMI todo eso se derrumba. Ahí se afirma expresamente que habrá aumentos para todos y en porcentajes mayores a los que se planteaba previamente.

Habrá segmentación, pero todos terminarán pagando por encima del famoso 20%. A los sectores para los que se afirma “garantizar la tarifa social”, el aumento será del 23%. A un indeterminado sector intermedio se le aplicará una suba del 43% y al sector “alto” la tarifa plena, que no queda claro cuanto será, pero muchos afirman que orillará el 150%. En los dos primeros casos se justifica el incremento colocándolos como porcentajes del CVS (Coeficiente de Variación Salarial), señalando que este dio 53% el año pasado. La realidad es que muchísimos trabajadores (la mayoría de los precarizados y monotributistas) tuvieron aumentos muy por debajo de ese monto. Y, por supuesto, se anuncian nuevos aumentos para los años venideros.

Pero eso no es lo peor. Como todo el acuerdo con el FMI, los números podrán ser reajustados si “cambian las condiciones internacionales” (cosa más que probable con la actual invasión rusa a Ucrania). Así un incremento en el precio internacional del gas o del petróleo en cualquier momento puede dar lugar a que el FMI, en una revisión trimestral, exija mayores tarifazos.


Escribe José Castillo

El gobierno insiste en que el acuerdo con el FMI no contiene ningún tipo de reforma jubilatoria. Cuando, hace un par de semanas, se filtró un borrador donde se señalaba que sí lo incluía, la excusa fue que sólo se trataría de las jubilaciones de privilegio de jueces y diplomáticos.

La simple lectura del texto presentado al Congreso dice otra cosa. Habla en concreto de “estudiar los parámetros de sustentabilidad del sistema, en particular de los regímenes especiales”. Se cita al de los jueces, pero apenas como un ejemplo. Seamos claros: los regímenes especiales que pondrán “bajo estudio” serán los de distintas categorías de trabajadores (por ejemplo, docentes, docentes universitarios, Luz y Fuerza, etcétera). ¡Ahí está la masa de dinero que se quieren ahorrar, para aplicarla al pago de la deuda!

Además, el memorándum dice explícitamente que se arbitrarán mecanismos para “incentivar la extensión voluntaria de la vida laboral de las personas”. Lo traducimos: se viene el aumento de la edad para jubilarse, un viejo y siempre presente anhelo del FMI. Los mecanismos “voluntarios” ya los conocemos: el que se jubile a la edad actual lo hará con valores más miserables aún que los actuales.

Ya apenas asumido el gobierno de Alberto Fernández, en lo que hoy parece un lejano diciembre de 2019, la primera señal al FMI y los acreedores internacionales fue cambiar la fórmula previsional, con lo que se ahorraron millones de dólares a costa de nuestras jubiladas y jubilados. Ahora, con el nuevo acuerdo, vienen por más. Se trata de una de las “reformas estructurales” que, según el gobierno de Alberto Fernández, “no existen”, a pesar de que están escritas en el acuerdo con el FMI.



Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
 
Hay una campaña nefasta diciendo que si se desconociera la deuda contraída por Macri y no se pactara con el FMI, Argentina caería en el “abismo” y vendrían todos los males. Quieren esconder que el pacto con el FMI es el mal de los males al cual solo el Frente de Izquierda se opone consecuentemente junto a centenares de organizaciones.  
 
En las charlas surge la duda. Muchos dicen “está bien lo que dicen ustedes, pero qué pasaría si no pagamos? ¿Qué consecuencias traería?”.

Comprendemos esos interrogantes que se hacen trabajadores y jóvenes. Son legítimos. No así la campaña malintencionada del gobierno peronista, el FMI, los yanquis, los grandes empresarios, el macrismo y la CGT, que dicen “no quedaba otra” para justificar la entrega. Son los mismos que vienen aplicando planes de ajuste y de saqueo precisamente para pagar. Lo que no pueden negar es que precisamente por pagar una deuda usurera nuestro país se viene hundiendo, en especial el pueblo trabajador.

El terrorismo mediático dice que dejar de pagar nos traería graves sanciones, no vendrían las inversiones, nos podrían faltar remedios o tecnología. Pero eso es precisamente lo que nos vino pasando por pagar, no por no pagar.
La catástrofe es el FMI. El propio gobierno admitió que el préstamo sideral a Macri en 2018 (que ahora va a reconocer y pagar) “no trajo acceso a los mercados, contrajo la producción, aumentaron la inflación y la pobreza, el empleo cayó, el tipo de cambio se depreció, la deuda subió y la situación se agravó” (fundamentos del proyecto de ley enviado al Congreso). ¿Por qué sería distinto ahora?

Que vamos a lo peor hasta lo reconocen personalidades peronistas críticas del gobierno, como Mempo Giardinelli: “Un acuerdo que es una claudicación, un poner de rodillas a una república desgastada, obligar a casi 50 millones de personas a hipotecar su futuro por todo un siglo, a pagar lo que no compramos ni recibimos” (Página12, 7/3).

¿Cómo estaríamos si hiciéramos lo opuesto? Estaríamos mucho mejor. Por ejemplo, con los 12.000 millones de dólares que el gobierno pagó de deuda externa en estos dos años se podrían haber construido 500.000 viviendas populares y haber dado trabajo genuino a dos millones de desocupados.

Si tomáramos esa decisión ¿nos podrían embargar? Vayamos a un ejemplo que ya se dio, el Argentinazo. Esa rebelión popular contra la tremenda crisis de 2001 a la que nos llevó el FMI obligó a que se dejara de pagar por varios años esa deuda fraudulenta, permitiendo usar esos fondos en la emergencia. ¿Nos embargaron o invadieron? No.

Nuestros males capitalistas son porque se viene pagando, no por liberarnos. Peor que lo que estamos no vamos a estar.

Años atrás nos decían que si no pagamos nos iban a robar los ferrocarriles y todas las empresas del Estado. Resulta que esas empresas se remataron con el peronismo menemista de los años ´90 mientras la deuda externa creció el doble.
Al contrario, si se dejara de pagar, entrarían en crisis el FMI y el sistema financiero mundial. Son ellos los que dejarían de cobrar. Y si intentaran embargarnos, tendríamos el suficiente dinero de contado para adquirir bienes e insumos de cualquier país del mundo. Comercializaríamos con terceros países en igualdad de condiciones, impulsando un mercado común latinoamericano.

En caso de represalias les embargaríamos los bancos, activos, tierras y multinacionales que hay acá. Sería la oportunidad para tomar medidas de fondo, como nacionalizar la banca y el comercio exterior, reestatizar las empresas privatizadas y quitarles las tierras a los Lewis, Benetton y demás terratenientes emprendiendo una reforma agraria.

En algún momento también nos decían que si no pagamos nos podían embargar la Fragata Libertad, las embajadas o los bienes de argentinos en el exterior. Pero los 400.000 millones de dólares que hay en el exterior no son de los trabajadores o jubilados, sino de grandes capitalistas que se llevaron nuestra riqueza a los paraísos fiscales.

El pueblo trabajador tiene todo el derecho soberano a desconocer algo que le fue impuesto en su perjuicio, y encima se lo harán pagar con más ajuste y sufrimientos si no les paramos la mano. Si Argentina tomara una medida de ese tipo sería un ejemplo a imitar por otros pueblos del continente. Ecuador en 2019 derrotó un aumentazo de las gasolinas recomendado por el FMI. El pueblo de Colombia también se sublevó, lo mismo los trabajadores y la juventud chilena. Nosotros proponemos un frente de países latinoamericanos para enfrentar al FMI de conjunto, dando pasos a una Segunda Independencia. Si logramos tirar abajo a la dictadura, hicimos el Argentinazo, logramos el aborto legal con la marea verde y el pueblo de Chubut acaba de derrotar la ley megaminera ¿cómo no vamos a poder liberarnos del FMI?

Claro que no sería “un camino de rosas”. Pero en todo caso, si tuviéramos que soportar algunas privaciones temporarias, sería un costo menor a pagar para liberarnos como hicieron nuestros héroes patrios, no para seguir sometidos.
La catástrofe ya la estamos viviendo por pagar. A eso nos llevaron el peronismo, el radicalismo y PRO. Para emprender un camino opuesto hay que movilizarse y apoyar las propuestas que levantamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad junto a decenas de organizaciones.

Escribe Guido Poletti

Máximo Kirchner renunciando a la presidencia del bloque del Frente de Todos por “no acordar con cómo se llevó adelante la negociación con el FMI. Cristina en silencio. Legisladores que no dicen como van a votar. Videos de Néstor con frases contra el FMI. ¿Cuál es la verdadera postura del peronismo kirchnerista?

Queremos dialogar con muchas compañeras y compañeros que tienen expectativas en lo que hará el kirchnerismo en estos días, supuestamente “oponiéndose al acuerdo con el FMI”.

Empecemos por el principio. El kirchnerismo nunca se opuso al FMI. Circulan en estos días dos viejos videos de Néstor y Máximo Kirchner con discursos encendidos contra el organismo. Lo mismo podríamos decir ahora del actual presidente, ya que el propio Alberto Fernández afirmó hace pocos días que “desprecia al FMI”. Hasta el ministro Guzmán sostuvo que “no le gusta nada del Fondo”. Pero ello no impidió que ahora estén planteando la aprobación de este plan de ajuste con el argumento de que es “esto o el caos”.

Néstor Kirchner promovió en 2003, junto con su ministro de Economía de entonces, Roberto Lavagna, la renegociación del acuerdo vigente con el Fondo. Luego en 2005, cuando el propio FMI le pidió a sus grandes deudores que cancelaran por anticipado sus deudas, y después que lo hicieran Turquía y Brasil, la Argentina gobernada por Néstor Kirchner procedió a hacer lo mismo. Así pagó por adelantado y en efectivo más de 9.000 millones de dólares. Lo disfrazó con el discurso de que “así nos liberamos del Fondo”, escondiendo que era un reclamo del propio organismo. De hecho, a posteriori nuestro país siguió siendo miembro del FMI y pagando sus cuotas. La relación de Argentina con el Fondo durante los doce años kirchneristas se enmarca en una famosa frase de Cristina Fernández: “somos pagadores seriales”. Efectivamente, durante todo ese período se pagaron casi 200.000 millones de dólares en efectivo en concepto de deuda externa, entre ellos los citados 9.000 mil millones. Lo que no impidió que la deuda, que los Kirchner habían recibido en 190.000 millones de dólares, terminara creciendo al fin de 2015 a 240.000.

Alberto y Cristina siempre sostuvieron que no eran “defaulteadores”

El Frente de Todos de conjunto avaló la propuesta de negociar con el FMI. Lo hicieron tanto Alberto Fernández como Cristina. Lo que sí hizo el kirchnerismo durante estos dos años fue levantar falsas expectativas de que se podía lograr un acuerdo “sin ajuste”, “que garantizara la redistribución del ingreso y la equidad”. Por eso Cristina sostuvo que se estaba negociando un acuerdo a veinte años, cuando no era cierto, ya que los acuerdos con el FMI exigen su cumpliento en apenas diez. O que se podía lograr que se bajara la tasa de interés, del 4% al 1%, ahorrando así casi mil millones de dólares por año, cosa que tampoco sucedió. Y, ahora vemos, que mucho menos se podrá obtener un acuerdo “sin ajuste”.
Alguien podría pensar que Cristina se vio sorprendida en su buena fe, y que el malo de la película, el “traidor”, fue el ministro Guzmán. Falso. Cristina Kirchner sostuvo a Guzmán y se reunió periódicamente con él hasta después de la derrota en las elecciones pasadas. Tan cercano en el tiempo como en julio del año pasado, fue la propia Cristina la que informó que los 4.300 millones de dólares que el FMI había enviado como Derechos Especiales de Giro (DEG), supuestamente para atender la pandemia, nuestro país los iba a utilizar en su totalidad para cubrir los vencimientos de capital con el Fondo de septiembre y diciembre del año pasado y de enero de este.

“No vamos a poner palos en la rueda”

Esa fue la frase de Máximo al renunciar a la presidencia del bloque del Frente de Todos. Y es su única verdad en un mar de dobles discursos. El peronismo busca no quedar pegado en lo que sabe es un fortísimo ajuste antipopular. Por eso hace gestos para despegarse. Pero a la vez, le garantiza al gobierno todos los elementos para que el proyecto salga aprobado. Así, a Máximo Kirchner no se lo vio ni en la reunión del bloque del Frente de Todos con el ministro Guzmán, ni en la reunión de la comisión de presupuesto donde se trató el tema. Se llegó a deslizar que se daría “libertad de acción” al grupo de diputados kirchneristas para que voten como quieran. Todas maniobras parlamentarias para que el gobierno logre aprobar la ley. Si hasta aceptarían “en silencio” que tanto Itaí Hagman (de Patria Grande) como Marcos Cleri (kirchnerista “puro”), sean reemplazados como miembros de la comisión de presupuesto por otros diputados que sí votarían a favor, para así lograr un “dictamen de mayoría” a favor del acuerdo.

Por supuesto, si no van a pelear para oponerse realmente a que se apruebe el pacto con el Fondo (en el Congreso y muchísimo menos en la calle) tampoco se puede esperar que mañana lo hagan cuando el pueblo trabajador salga a enfrentar las medidas concretas de ajuste que se pongan en marcha.

Por eso le decimos a las compañeras y compañeros que simpatizan con el peronismo que no se dejen engañar. Si te oponés de verdad a que el FMI hambree al pueblo y venga a dictarnos que tenemos que hacer cada tres meses, sumate a los que vamos a movilizarnos el día que se trate. Porque la única oposición coherente, que sin medias tintas va a votar en contra en el Congreso y estará en las calles enfrentando el acuerdo será el Frente de Izquierda Unidad.  

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