Jul 19, 2024 Last Updated 5:27 PM, Jul 19, 2024

Los resultados de las elecciones de medio término en las PASO confirmaron una rotunda derrota del gobierno peronista del Frente de Todos. La otra novedad fue la gran elección del Frente de Izquierda Unidad, que superó el millón de votos y con su lista unitaria 1A a la cabeza fue tercera fuerza nacional. Con la unidad de la izquierda estaríamos logrando tres bancas al Congreso Nacional, peleando otra en Jujuy y conquistando varios legisladores en CABA y Buenos Aires. Un resultado que fortalece la pelea por una alternativa política de los trabajadores contra los políticos tradicionales que vienen gobernando para los de arriba.


Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional provincia de Buenos Aires - Izquierda Socialista/FIT Unidad
 
La perla del domingo parecía que iba a ser el votante con cara de carpincho en Nordelta, hasta que se conocieron los primeros resultados. Todo cambió abruptamente, contradiciendo las encuestas y el boca de urna. El tembladeral fue cuando se supo que el Frente de Todos en la estratégica provincia de Buenos Aires, que venía de ganar por casi el 50% en 2019 y se decía iba a sobresalir ahora por 4 o 5 puntos, perdió rotundamente, dilapidando el 16% de su caudal electoral (2 millones y medio de votos). De ahí para abajo, todo fue derrota.

El gobierno encabezado por Alberto Fernández y Cristina perdió en 16 provincias de las 24 cuando venía de ganar en 19 hace apenas dos años, solo reteniendo 6 en esta oportunidad, las menos pobladas del país. El presidente había dicho que esta elección iba a plebiscitar su gestión, y el 70% le votó en contra. Se dio un enorme voto castigo. El gobierno recibió un “cross de derecha”, como dijo un periodista oficialista que impactó directamente en las figuras del presidente, Cristina Fernández, Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner y la burocracia sindical que apoyó al gobierno.

Todo el peronismo perdió, ninguno se salvó. Con el dato categórico de la derrota en la Santa Cruz de Alicia Kirchner y en provincias gobernadas por el peronismo como Entre Ríos, Chaco, La Pampa y Chubut. Massa perdió en Tigre y también en la mencionada Chubut gobernada por su amigo Arcioni. Perdieron intendencias bajo el riñón de La Cámpora como en Quilmes y también en provincias de todos los colores del peronismo como en San Luis con los Saá o la Córdoba con Schiaretti. Hasta Randazzo quedó atrás del FIT Unidad, igual que Guillermo Moreno que ni pasó las PASO.

Se pasó de un peronismo unido que le permitió ganar las elecciones en 2019 a una derrota en tan solo dos años, mostrando su crisis y a una base obrera y popular que en gran parte le dio la espalda. “Soy peronista pero el gobierno me defraudó. Por eso voté a Del Caño”, dijo un trabajador consultado por C5N en Constitución al otro día de la elección.

¿Qué pasó? Hubo un enorme voto castigo contra el gobierno y otras expresiones de repudio y hartazgo como los 2 millones y medio que no fueron a votar (casi el 10% más que en las PASO 2019) o el millón y medio que votó en blanco o anuló el voto. “El gran problema fue el voto al peronismo. Es evidente que hubo una masa de votantes del FDT que no fue a votar. Y no lo hizo por bronca, por descontento, porque no recibió ninguna de las asistencias que hubo frente al Covid-19, porque perdió su trabajo a changa”, señaló Roberto Bacman, encuestadora CEOP (Página12, 14/09). A esto hay que agregar otra masa de votantes que antes lo hizo por el peronismo y ahora lo abandonó de una u otra forma. Casi cinco millones que habían votado al Frente de Todos en 2019 lo dejaron de hacer en esta oportunidad. Se derrumbó el voto al gobierno.

El Frente de Todos le vino echando la culpa de sus males a Macri y a la pandemia, pero usó ese discurso para aplicar el ajuste a los jubilados, sacó el IFE, mantuvo la inflación anual en el 51% que devora los salarios y se dedicó a pagar puntualmente la deuda externa mientras crece el hambre y la pobreza, agravando los males sociales. A eso hay que sumar la indignación popular ante la foto de Olivos o el Vacunatorio VIP, entre otras postales que parecían de la era macrista. Un descontento no solo de capas medias, sino que se verificó en las barriadas obreras y populares, donde muchos de ellos terminaron votando al FIT Unidad.
 
El voto a Juntos no es un “cheque en blanco”

No se dio una gran polarización en esta elección, lo que permitió que surgieran otras opciones y que, en ese marco, se fortaleciera el Frente de Izquierda Unidad. Parte de la ruptura y descontento con el Frente de Todos lo capitaliza electoralmente la oposición patronal de Juntos por el Cambio, creciendo en alrededor de un millón de votos en esta oportunidad, aunque visto en porcentaje mantienen el 40% de votos de las dos elecciones pasadas.

En sus listas se expresaron las peleas internas que vienen desde la derrota electoral de 2019 y sus reposicionamientos hacia la presidencial de 2023. El PRO marginó a Macri de casi toda la campaña, que ni siquiera habló en el acto donde se anunciaron los resultados. Hubo varias listas en Córdoba y en Santa Fe y tres en CABA. La UCR se jugó a diferenciarse para tratar de fortalecerse y tener más protagonismo en la alianza y tuvo un resultado desigual. El angelocista Mario Negri, por ejemplo, apoyado por Macri, perdió con Luis Juez en Córdoba, este último apoyado por Patricia Bullrich y Losteau, expresando la crisis en sus posturas. Los radicales se jugaron a una “cara nueva” en Buenos Aires con Manes, como un adelanto de que quieren pelear la fórmula presidencial para el 2023 con el macrismo. A eso se postulan también Gerardo Morales y Alfredo Cornejo. Pero, por ahora, salió fortalecido el “nuevo equipo” de PRO con Larreta, Santilli y Vidal, si bien tuvieron que mover su discurso aún más a la derecha en el último tramo de la campaña, presionados, tanto por Patricia Bullrich y López Murphy desde dentro de su propia fuerza, como también por Milei desde fuera.

El voto a Juntos por el Cambio, en definitiva, no significa un cheque en blanco, ni una esperanza de que si vuelven al poder (el famoso “vamos a volver” de color amarillo que pregonaron el domingo a la noche en su búnker) sea una salida para el pueblo trabajador, como lo demostraron los cuatro años donde gobernaron con tarifazos y un endeudamiento serial. Comprendemos entonces la bronca que hay contra el gobierno actual, pero seguimos insistiendo a los trabajadores y jóvenes que para enfrentar al peronismo kirchnerista no va el macrismo y sus aliados que gobernaron con ajuste y pobreza, sino que hay otra alternativa, la izquierda que se une, que nunca gobernó y enfrentó de manera consecuente a todos los gobiernos del ajuste.
 
El “fenómeno” Milei

Tan desastre han sido los políticos capitalistas tradicionales que ante el hartazgo contra sus gobiernos generan el caldo de cultivo para que aparecen personajes neofascistas como Javier Milei, que obtuvo el 13% en CABA. Milei queda como el representante de la ultraderecha, ya que Biondini, Gómez Centurión y Cynthia Hotton ni pasaron las PASO. Milei recuerda lo que pasó con Bolsonaro en Brasil ante la decepción con el PT de Lula o la derecha de Vox en Madrid tras los desastres del Partido Socialista y Podemos. Su lista La Libertad Avanza recoge el voto de sectores de derecha (quienes culpan a Macri de ser tibio en la aplicación del ajuste); un sector juvenil de derecha contra el “comunismo” (Milei tilda de tal al peronismo y hasta a Larreta, algo desopilante) y otro sector confundido que se hace eco de su discurso antisistema, contra la “casta política”. Habrá que ver si este personaje crece o se va desinflando al ritmo de que se siga conociendo su verdadero rostro, que no es más que el de un mayor ajuste, atacando las libertades democráticas, cercenando los derechos de las mujeres o negando el cambio climático. Su aval al gobierno peronista de Menem y Cavallo que destruyó al país muestra que su “libertad” es para que la clase capitalista siga con el robo salarial, barran las leyes laborales y el país se siga postrando aún más ante el imperialismo.
 
La unidad de la izquierda fue premiada con una gran elección en todo el país

La otra novedad y sorpresa electoral (que los medios no pudieron ocultar) fue la gran elección del Frente de Izquierda Unidad con la Lista 1A (PTS, PO e Izquierda Socialista) encabezada por Nicolás Del Caño en provincia de Buenos Aires y Myriam Bregman en la Ciudad de Buenos Aires. El FIT Unidad hizo la mejor elección desde su conformación desde hace diez años, allá por 2011. En esa oportunidad logró medio millón de votos, ahora superó el millón (1.040.380 sufragios). Fue tercera fuerza nacional y en la estratégica provincia de Buenos Aires superó al derechista Espert y a Randazzo.

El FIT Unidad logró votaciones extraordinarias. 23,31% en Jujuy; 9,41% en Chubut; 7,85% en Santa Cruz; 7,90% en Neuquén; 6,89% en San Juan; 6,2% en CABA; 5,2% en Provincia de Buenos Aires; 5,08% en La Rioja; 4,3% en Córdoba, entre otros muy buenos resultados. En San Juan, por ejemplo, pasó del 1,52% en 2019 al exitoso 6,89% actual. En González Catán, La Matanza, a concejales obtuvo el 8,47% y el 8,78 en Merlo. Esto muestra que el voto al FIT se nutrió de la ruptura de amplios sectores obreros y populares con el peronismo.

El FIT Unidad estaría logrando tres bancas al Congreso Nacional (dos por Buenos Aires y una por CABA), está peleando otra en Jujuy y conquistó varias legisladoras y legisladores en CABA y en la tercera Sección electoral de la provincia de Buenos Aires. Bancas que se van a rotar entre los tres partidos fundadores del Frente de Izquierda (PTS, PO e Izquierda Socialista). Diputadas y diputados que seguirán siendo la voz de los trabajadores, las mujeres y la juventud postulando el programa de fondo del Frente de Izquierda.

El FIT Unidad es la expresión electoral del crecimiento de los luchadores y la izquierda en el movimiento obrero, el movimiento de mujeres, las disidencias, la juventud explotada, vecinos y sectores populares contra el hambre, la pobreza o el saqueo y la contaminación como la megaminería (como se expresó en provincias donde se han dado reclamos muy importantes sobre el tema). Crecimiento electoral que se dio a pesar de que hay una izquierda que sigue dividiendo, como Luis Zamora en CABA. O Castañeira del Nuevo MAS y Política Obrera con Ramal y Altamira, que no pasaron a las generales por no superar el 1,5% proscriptivo de las PASO.

Una mención aparte merece resaltar que el FIT Unidad, a su interior, tuvo que enfrentar el hecho de que el MST de Bodart y Celeste Fierro dividieron, compitiendo con su propia lista, creando una división equivocada que llevó confusión. Aparecieron en los canales de televisión, conferencias de prensa y actos de campaña embistiendo contra el FIT Unidad por su supuesto “sectarismo”, cuando se trata de la mayor unidad de la izquierda que se ha logrado (ver páginas centrales). Pasadas las PASO, el FIT Unidad saldrá unido a dar la pelea para hacer una nueva y gran elección en noviembre.  
 
Las perspectivas

El resultado electoral de repudio al gobierno es una expresión de lo que también se viene dando en Latinoamérica. Los gobiernos vienen siendo repudiados en las urnas y en las calles por aplicar los ajustes capitalistas, sean de centroderecha, neofascistas como Bolsonaro o de los denominados “nacionales y populares” como el peronismo. El peronismo en Argentina, que eligió seguir por el camino del ajuste para pagar una deuda usurera, ha tenido ahora este repudio electoral.

El gobierno intentará reacomodarse haciendo anuncios electoralistas para procurar revertir un resultado adverso para noviembre. Pero no es seguro que lo logre, incluso puede seguir perdiendo más votos. Sus promesas de trabajo o salario serán pulverizadas porque se apresta con el aval del macrismo y hasta de Milei y Espert a pactar con el FMI. El espejo es Ecuador, que acaba de firmar un acuerdo con ese organismo a cambio de un mayor ajuste. El propio gobierno ya sabe que los males van a seguir, una prueba de ello es que el Presupuesto 2022 enviado al Congreso prevé una inflación del 34% para el año que viene, la que seguramente va a ser mucho mayor, con su consiguiente pérdida salarial y jubilatoria.

El voto bronca contra el gobierno y el hecho de la gran elección del Frente de Izquierda Unidad son un aliciente para que en el país pueda surgir con más fuerza una alternativa política de los trabajadores, las mujeres y la juventud y de la unidad de la izquierda, para pelear por una salida de fondo, en camino a lograr un gobierno de los que nunca gobernaron, de las y de los trabajadores y de la unidad de la izquierda.

Saludamos desde estas páginas a quienes fueron parte de esta gran votación del FIT Unidad y los convocamos a sumarse a Izquierda Socialista, para hacer más fuerte la unidad de la izquierda y enfrentar más organizados los desafíos venideros.



 

La muletilla

La candidata del Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, se encargó de recordar la frase de Néstor Kirchner diciendo que “a la izquierda del kirchnerismo está la pared”. Y reiteró la famosa muletilla “los troskos son funcionales a la derecha”. Intentó con esta falsedad frenar la pérdida de votos por izquierda. No lo logró.

Le contestamos que sí de funcional a la derecha se trata, digamos que el gobierno peronista le está haciendo pagar la herencia macrista al pueblo trabajador con un mayor ajuste y ha reconocido la mayor estafa de Macri como lo es el pacto con el FMI. Y a no olvidar la foto de Scioli prendiéndole la velita de cumpleaños a Bolsonaro.


Escribe Mercedes de Mendieta, legisladora porteña y candidata a Diputada Nacional por Izquierda Socialista/FIT Unidad

La debacle del Frente de Todos, dejó a Juntos por el Cambio como primera fuerza en la provincia de Buenos Aires. El repudio electoral al gobierno de Alberto Fernández “pintó de amarillo” el mapa. Sin embargo, los votos de Juntos por el Cambio no se incrementaron sustancialmente con respecto a hace dos años atrás.

La imagen del domingo por la noche en el búnker de Juntos por el Cambio, con el festejo de Vidal, Santilli, Rodríguez Larreta y Macri dejó flotando un debate: ¿cómo es posible que, apenas dos años después del final del desastre macrista, se vuelva a elegir mayoritariamente a esa opción política patronal? Los periodistas de los medios masivos cercanos a ese espacio amplificaron más aún esa sensación, con algunos que ya empiezan a discutir acerca de cómo se posicionan las distintas figuras de PRO o del radicalismo de cara a eventuales candidaturas presidenciales.

El caudal electoral de Juntos por el Cambio no aumentó

El primer dato, puramente numérico, es que no es cierto que las listas de Juntos por el Cambio hayan sumado millones de votos nuevos con respecto a las elecciones anteriores. De hecho, prácticamente repitieron el porcentaje de votación de hace dos años y tuvieron menos votos que en las elecciones triunfantes de Cambiemos de 2015 y 2017. La debacle del Frente de Todos se dio mayoritariamente por trabajadores y sectores populares que no fueron a votarlo, que lo hizo por la izquierda, por otros sectores patronales o que votó en blanco.

Hubo voto castigo, no giro a la derecha

Esto no quita que, sin duda, al igual que en elecciones pasadas, hubo sectores del pueblo trabajador que votaron en contra del gobierno, haciéndolo por la principal fuerza patronal opositora. Lo hicieron, repetimos, votando “contra” el gobierno del Frente de Todos, más que a favor de Juntos por el Cambio. Es lo que se denomina comúnmente como “voto castigo”. No expresa necesariamente confianza, ni simpatía, ni mucho menos acuerdo con las posiciones reaccionarias de esa alianza política. No es que los votan porque estén de acuerdo, por ejemplo, con la flexibilización laboral que propuso Juntos por el Cambio en la última semana de campaña. Ni porque acuerdan con las políticas de ajuste que se llevaron adelante durante el gobierno macrista. Por eso decimos que no puede caracterizarse ese voto como “giro a la derecha”.

Después de aclarado este punto, sí queremos debatir con las compañeras y compañeros de trabajo, estudio, vecinos o familiares de lo equivocado de ese voto. El optar por un candidato patronal para repudiar a un gobierno ajustador ha demostrado siempre que no es ninguna salida para los problemas del pueblo trabajador. Es lo que sucedió cuando se votó a Menem contra el ajuste de Alfonsín. Y después a la Alianza para sacarse de encima al menemismo. O, ya en el siglo XXI, a Macri para repudiar al kirchnerismo, o hace dos años a Alberto Fernández para que pierda Macri. Esto es una trampa, por eso insistimos: hay que dejar de votar a los partidos patronales y hacerlo por la izquierda, la única fuerza que tiene un programa de ruptura, distinto, que prioriza las más urgentes necesidades populares, y que plantea que gobiernen los trabajadores. En ese marco, la excelente elección del Frente de Izquierda Unidad, y el hecho de que una franja importante haya repudiado al gobierno con la boleta del FIT Unidad, es un hecho sumamente importante que tenemos que reforzar de cara a las elecciones de noviembre. Tenemos que debatir en los lugares de trabajo, estudio y en barrios, con cada persona que repudió al gobierno votando a Juntos por el Cambio, explicándole que todos los partidos patronales ya gobernaron y nos hundieron, que todos están por el acuerdo con el FMI, y que hay que votar en defensa propia, del pueblo trabajador, haciéndolo por el Frente de Izquierda Unidad en la definitiva elección del 14 de noviembre.


Escribe Mercedes Trimarchi, candidata a legisladora porteña por Izquierda Socialista/FIT Unidad

Los resultados electorales, abrieron un importante debate en el gobierno del Frente de Todos: ¿el problema es Alberto Fernández? ¿La salida es que haya “más kirchnerismo”? O, a la inversa, ¿el problema es el kirchnerismo? Nuestra respuesta es contundente: el peronismo no es salida para el pueblo trabajador.

Se trata de una discusión importante que fraternalmente queremos  llevar adelante con miles de compañeras y compañeros que hasta no hace mucho tenían expectativas en el gobierno del Frente de Todos. Hace dos años lo votaron para “terminar con el ajuste de Macri” y ahora, con bronca y frustración lo castigaron en las PASO. Lo hicieron de distintas maneras: no yendo a votar, votando al Frente de Izquierda, o algunos incluso, equivocadamente, dándole su voto a opciones patronales como Juntos por el Cambio, Milei o Espert.

Nuestra opinión es que el problema no es exclusivamente Alberto Fernández, o sus ministros “que no funcionan” (por tomar la expresión de la vicepresidenta Cristina). El responsable, y la debacle, es el peronismo de conjunto. Acá perdió Alberto Fernández, pero también el kirchnerismo (Cristina, Máximo, Kicillof). Retrocedieron en millones de votos en lo que consideraban su propio bastión, el conurbano bonaerense. Tampoco se salvó la tercera pata del Frente de Todos, Sergio Massa; perdió estrepitosamente en Tigre, y lo mismo le pasó al gobernador de su espacio, Mariano Arcioni, el “campeón” de la megaminería en Chubut. También salieron derrotados la mayoría de los gobernadores, desde Alicia Kirchner en Santa Cruz, hasta aquellos que buscaron colocarse más “alejados” del gobierno nacional, como Schiaretti en Córdoba o Perotti en Santa Fe. Hasta Florencio Randazzo, que intentó armar una opción peronista “por fuera” en la provincia de Buenos Aires, hizo una muy mala elección, quedando por debajo del Frente de Izquierda Unidad y de Espert.

Es que, más allá de las internas, del forcejeo por ministerios o secretarías, o incluso de las peleas por el armado de las listas, todo el peronismo acordó en lo que fue el eje principal del gobierno del Frente de Todos: priorizar el acuerdo con los pulpos acreedores de la deuda externa y el FMI. En plena pandemia, ya llevarán pagados hasta fin de año casi 12.000 millones de dólares, más que todo el dinero que se puso para atender la emergencia sanitaria y social. El peronismo de conjunto está apoyando las negociaciones con el Fondo y votará el acuerdo que se haga, que, sin ninguna duda, traerá más ajuste, miseria y saqueo de nuestras riquezas. Fue la propia Cristina la que dijo, en el lanzamiento de campaña, que el dinero que el FMI había enviado supuestamente para atender la pandemia se utilice para pagar los vencimientos al propio Fondo. Todo el peronismo está alineado en promover la megaminería contaminante, el acuerdo porcino y el saqueo del gas y el petróleo al estilo Vaca Muerta. Alberto Fernández defiende a Martín Guzmán, su gran “negociador” con el FMI; Cristina dice una y mil veces que es “pagadora serial” y que nunca dejará de abonar las deudas (como por otra parte sucedió durante los doce años de kirchnerismo, que asumió con 190.000 millones de deuda externa, pagó en efectivo 200.000 y terminó con una deuda mayor de 240.000 millones); Sergio Massa se ofrece como “mediador” con sus amigos del establishment norteamericano. ¡Todo esto está infinitamente lejos, en las antípodas de las históricas “tres banderas” del peronismo! Así seguro que no habrá nunca ni justicia social, ni independencia económica ni soberanía política.

Por eso el peronismo no va más. No van más los gobernadores, que ajustan en sus provincias, mientras las regalan a las multinacionales para el saqueo de las riquezas agrícolas, mineras o petroleras. No van más los intendentes del conurbano, donde en muchos lugares el PJ viene gobernando ininterrumpidamente desde 1983 y los barrios siguen sumidos en la miseria, sin salud, transporte, cloacas ni los servicios más elementales. No van más los burócratas sindicales peronistas cómplices del ajuste contra los trabajadores. El peronismo nos gobernó la mayor parte de los últimos 38 años. Siempre pagando deuda externa, implementado ajustes, y en definitiva, aumentando la pobreza y el saqueo. Pasó con Menem, con Duhalde, con Néstor y Cristina Kirchner y ahora con Alberto Fernández. Es hora de animarse a dar el salto y apoyar a los que hoy defienden los reclamos obreros y populares, los únicos que decimos que hay que priorizar al pueblo trabajador y no al FMI: el Frente de Izquierda Unidad. Los que peleamos de verdad por una Segunda Independencia, rompiendo los lazos políticos y económicos que nos atan al Fondo y a los buitres acreedores y los que de verdad postulamos un programa alternativo, obrero y popular, para que haya trabajo, salarios y jubilaciones dignas, viviendas populares, salud y educación pública de calidad y para todas y todos.  

Desorientados por el golpe electoral al gobierno, los periodistas de C5N fueron el lunes, después de las elecciones, a Constitución para preguntar por quién habían votado y por qué. Consultado un trabajador les dijo: “Voté a Del Caño porque el gobierno me defraudó”. Explicó que “las medidas de la pandemia eran necesarias, pero dejaron a muchas personas sin ingresos y sin trabajo. La gente fue a votar de muy mal humor, muy disconforme”. “Juntos por el Cambio no va a modificar nada. Yo siempre fui peronista, sigo siendo peronista, pero no estoy conforme y voté a la izquierda. No le iba a dar a Macri ni a esa gente mi voto. No puedo llegar a fin de mes, no me alcanza la plata. Por eso voté a Del Caño”.


Escribe José Castillo, candidato a diputado nacional CABA por Izquierda Socialista/FIT Unidad

Javier Milei, con su lista La Libertad Avanza, acaba de obtener el 13% de los votos en la Ciudad de Buenos Aires. Si eso se mantiene en noviembre, ingresará como diputado al Congreso Nacional, al igual que la segunda de su lista, la defensora de genocidas Victoria Villarruel.

En su votación se mezcla la clásica derecha reaccionaria liberal porteña, que en otros tiempos le dio importantes votaciones a Alvaro Alsogaray y a la Ucede y que en los últimos años se había decantado casi totalmente por PRO, pero también una importante cantidad de nuevos votantes juveniles. Algunos de ellos, en general de clase alta o media alta, han sido ganados para su discurso reaccionario, “anticomunista” y “libertario” (así se definen), fuertemente misógino, antiderechos de las mujeres y homofóbico. Pero también el voto a Milei incluye a otros jóvenes que lo apoyan confundidos por su discurso “antisistema”, contra “la casta política”, simpatizando con que se opone tanto al Frente de Todos como a Juntos por el Cambio.

Javier Milei, en sus discursos, tiene siempre un insulto en la punta de los labios: “zurdos”, “comunistas”, “socialistas”. Está tan a la derecha que lo utiliza para etiquetar a todos, desde la propia izquierda, pasando por el Frente de Todos hasta, insólitamente, el propio Rodríguez Larreta.

El candidato de La Libertad Avanza crea un “frankenstein”, metiendo dentro de él todo lo que popularmente es repudiable, y a eso lo llama “socialismo”. Ahí va la corrupción, la burocracia, la defensa de regímenes dictatoriales como el de Maduro, las mentiras y el doble discurso kirchnerista, los crímenes de Stalin, todo en una mezcla absurda, al estilo “la biblia y el calefón”, junto con cualquier cosa que no sea “privada”.

Por eso tenemos que seguir insistiendo: el socialismo no tiene nada que ver con eso a lo que se refiere Milei. Ni Cristina es “socialista”, ni tienen nada de “socialistas” o “comunistas” dictaduras plenamente capitalistas como las de Maduro, o la Cuba actual. Todos gobiernos que, más allá de sus discursos, gobiernan en pleno acuerdo con las transnacionales. Las mismas que, por otra parte, defiende Milei.
Nuestro socialismo, el verdadero, el único, es el gobierno de los trabajadores, con democracia, donde, a partir de resolver y garantizar las necesidades más urgentes, se abra el camino para el libre desarrollo de cada persona. Un socialismo sin explotación, feminista, sin opresión para las mujeres ni para nadie. El único régimen que garantiza la auténtica libertad.

Porque Milei pregona la defensa de la libertad, lo que cae simpático, junto con su estilo de melena no peinada y campera negra. Pero no hay que confundirse: la única “libertad” que defiende Milei es la de los empresarios para despedir sin pagar indemnización y la de seguir con sus negocios sin pagar impuestos. Por algo, cuando se le pregunta por quién es su referente, suele citar a Carlos Menem (“el mejor gobierno de la historia”) y a Domingo Cavallo.

Milei lleva en sus listas a militantes “celestes”, opuestos al derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo (ahí se acabó el “liberalismo” de La Libertad Avanza), a carapintadas del partido de Gómez Centurión y hasta a candidatas a legisladoras como Delfina Ezeiza, que llegó a tuitear “Videla volvé”. Hasta niega la existencia del cambio climático.

Javier Milei cierra sus discursos con el slogan “No vengo a criar corderos, vengo a despertar leones”, que solía repetir el dirigente fascista Benito Mussolini. De hecho Milei incorporó al “león” como su símbolo partidario y lo utiliza en su campaña. A confesión de partes, relevo de pruebas: La Libertad Avanza es una expresión de ultraderecha, neofascista, admirador de Bolsonaro y Trump y asesorado por Vox, los admiradores españoles de Francisco Franco. A los jóvenes que lo votaron les decimos, fraternalmente, que es un voto equivocado. La rebeldía, el repudio al sistema, la verdadera oposición a todos los que ya gobernaron, no se expresa con los libertarios. Milei va a votar con el Frente de Todos y Juntos por el Cambio el acuerdo con el FMI. El verdadero cambio, la política distinta, la auténtica salida para la juventud y el pueblo trabajador viene de la mano del Frente de Izquierda Unidad.

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