Se aprobó la denominada “ley de emergencia”. Alberto Fernández la presentó diciendo que beneficia a los que menos tienen, frena el desastre de Macri y le pone plata al bolsillo de la gente. ¿Esto es verdad?
En diciembre, Mónica Schlotthauer dejó su banca como diputada nacional por Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad. Tuvo una masiva difusión y repercusión el hecho de que haya vuelto a su lugar de trabajo como operaria de limpieza en la estación de Once del ferrocarril Sarmiento luego de su paso por el Congreso de la Nación.
Mónica es parte del cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento que encabeza Rubén “Pollo” Sobrero y también forma parte de la agrupación Mujer Bonita es la que lucha, y de la Casa que Abraza, que construyó junto a sus compañeras. La vuelta de Mónica a su trabajo fue muy bien recibida y fue vista como un ejemplo de coherencia y honestidad. El Socialista entrevistó a la compañera Schlotthauer.
- ¿Cómo fue volver a tus tareas cotidianas?
Estuve de licencia por las tareas políticas que realicé primero en la Legislatura provincial de Buenos Aires y en el último año en el Congreso Nacional. Me reincorporé el sábado pasado y el año que viene vuelvo al Congreso junto a Juan Carlos Giordano donde volveremos a ocupar por Izquierda Socialista la rotación que se hace en el Frente de Izquierda. Fue bueno volver a compartir charlas con compañeros de trabajo, pasajeros y vendedores que uno no veía cotidianamente.son los que te llenan de vitaminas para volver con más fuerza el año que viene al Congreso a defender nuestros intereses. Y te dan energías para encarar todas las peleas que tenemos que dar ahora en el ferrocarril, por el recorte salarial y en defensa de nuestros derechos.
- ¿Cómo te recibieron tus compañeras de trabajo?
Me recibieron muy bien, contentas y sorprendidas. Ya empezamos a trabajar juntas y organizamos la primera visita al Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad para llevar los reclamos de las ferroviarias. Además, empezamos a elaborar un protocolo de seguridad para trabajos en altura con otros compañeros. Aquí se respira compañerismo y se repudian las injusticias, todo lo contrario de lo que pasa en el Congreso donde no escuchan a nadie. Cuando uno habla, los otros están jugando con el celular o gritan desde sus bancas para tapar tu voz. Por eso prefiero llegar acá donde me reciben con mates y sonrisas.
- ¿Por qué pensás que se difundió tanto la noticia en las redes sociales y en los medios?
Porque se refleja la bronca de los trabajadores y sectores populares contra los políticos patronales. Desde el FIT-Unidad a diferencia de los legisladores del PJ, PRO y la UCR, que se pasan décadas atornillados a las bancas del Congreso, nosotros rotamos y regresamos a nuestros lugares de trabajo. Ejercer un cargo de diputada u ocupar un puesto de trabajo en el ferrocarril es parte de mi militancia en defensa de los trabajadores y por el socialismo.
- ¿Qué balance hacés de tu paso por el Congreso?
Como experiencia hay una parte linda, porque aprendí un montón y llevé las propuestas de Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad ante cada tema. Votamos siempre en contra de los achicamientos presupuestarios, contra el pago de la deuda externa y explicando por qué hay que romper con el FMI. Siempre presentando una salida de fondo para los trabajadores y sectores populares. Presentamos varios proyectos, entre otros, para prohibir por ley los despidos y las suspensiones, la nacionalización del sistema educativo, contra la megaminería, además de estar presentes en la luchas. Mostramos que el FIT-Unidad da respuesta a los problemas del pueblo trabajador. Lo malo es que después no se llegan ni siquiera a discutir porque son propuestas contra los poderosos que dominan el Congreso. Sin embargo, es lindo poder estudiar para elaborar esas soluciones. Claro, después éramos Nicolás del Caño, Romina del Plá y yo, solo tres bancas de la izquierda contra cientos que votaban todo contra los trabajadores.
- ¿Cómo te trataron el resto de los diputados?
Cuando jurás todos te saludan, aplauden y felicitan. Hasta que ven lo que decimos, cómo denunciamos los chanchullos y acuerdos que tienen entre los partidos patronales. Cuando te escuchan hablar, se acabó, ahí dejan de saludarte y ni suben en el mismo ascensor con vos, entre otras varias cosas indignantes. Se termina la diplomacia, pero tampoco vamos a esperar que nos besen las manos. El Congreso es una cueva de ladrones y vamos a denunciar ese rol de ajustadores que cumplen allí.
- ¿Cómo es la política del Frente de Izquierda respecto de las dietas parlamentarias?
Nosotros mantenemos nuestro sueldo de trabajador medio, que es por lo que luchamos y creemos que cada legislador debería cobrar. Es una tradición de la corriente morenista a la que pertenezco (ver nota en estas páginas). Yo mantuve el salario que cobraba en el ferrocarril estando en la Cámara, el resto lo donaba a las luchas en curso y a la construcción de mi partido. Somos un partido de trabajadores y lo que decimos en las campañas lo cumplimos. No nos financian los bancos, ni multinacionales, ni empresas. Tampoco el dinero del narcotráfico y la corrupción. Eso hace que seamos totalmente independientes, que podamos denunciar y decir con autoridad quiénes son los responsables de la crisis que atraviesa el país.
- ¿Cómo una trabajadora de limpieza llegó a ser diputada?
Hay un discurso un poco gorila, pro patronal, que se pregunta “¿cómo una barrendera llegó a ser diputada?”. No entienden que la verdadera política consiste en la defensa de intereses de un determinado sector. Como militante socialista y luchadora en defensa de mis compañeros tengo definiciones importantes sobre lo que debemos hacer para mejorar nuestra vida. Por eso no importa si soy barrendera, soldadora, albañil, docente o trabajadora de la industria textil, cualquier compañero, independiente de su profesión, si es un luchador de su clase, puede ocupar una banca en el parlamento. Y tengan la certeza que para nuestra clase, ese parlamentario será mucho mejor que los doctores o licenciados que están al servicio de los patrones. Tenemos que esforzarnos para que los trabajadores actúen en política. En el caso de nuestro partido, tenemos un equipo de compañeros que nos ayuda en la defensa de una política al servicio de los intereses de la clase trabajadora. Es más, los trabajadores tenemos que tener el objetivo de gobernar, solo así será posible salir de la profunda crisis que padecemos.
- ¿Cuáles son los desafíos que se vienen?
Ahora hay que pelear contra el congelamiento salarial y los ajustes del nuevo gobierno peronista de Fernández. Contra el pago de la deuda externa y romper con el FMI. Es la única salida de fondo para los males que vive hoy el país. Además, hay un sistema ferroviario que se achicó en el país y que el año pasado tuvo un índice histórico de 200 descarrilamientos. En el Sarmiento achicaron los servicios a Lobos y a Mercedes. Seguiremos peleando por un tren al servicio de los trabajadores y no para las ganancias de las multinacionales. Por eso reclamamos la reestatización del conjunto del sistema ferroviario, donde la carga pueda subsidiar al de pasajeros. Con estas reivindicaciones queremos avanzar en la coordinación y fortalecer al sindicalismo combativo. Mi objetivo fue y será trasladar la lucha y los reclamos que tiene el pueblo trabajador para conquistar nuestros derechos: sea desde una banca en el Congreso o desde mi lugar de trabajo, pero siempre en la misma vereda.
Escribe Gastón Godoy
Mónica Schlotthauer tiene 56 años y comenzó su militancia en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST, partido antecesor de Izquierda Socialista). Nació en Isidro Casanova, un “barrio peronista” de La Matanza, como definió. Pero entendió que “el peronismo no era la herramienta”, por su rol durante la dictadura y después con el gobierno de Menem, que “entregó todo”.
Luego fue delegada general en el Sanatorio Antártida durante diez años, donde se destacó en las primeras luchas que se dieron contra las listas únicas de West Ocampo y las patronales. “Nos echaron durante la primera lucha contra los procedimientos preventivos de crisis de la reforma laboral de Menem”, afirmó. Durante un tiempo vivió en Venezuela (entre el 2005/06). “Aquí era difícil conseguir trabajo y en Venezuela empezaba la lucha y organización de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), una nueva central sindical. Fui en busca de trabajo y a aprender de todo ese proceso. Nosotros peleamos por el socialismo acá y en todos los países”, explicó. Trabajó en el sindicato de la empresa Sidor peleando por la renacionalización. En Venezuela militó en el partido hermano de Izquierda Socialista, siendo parte de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores- Cuarta Internacional (UIT- CI).
En 2007 retornó a la Argentina, trabajó algunos meses en una empresa textil hasta que entró en el ferrocarril. “Empecé en el Mitre y después me pasaron al Sarmiento”, recordó. Allí retomó la actividad gremial, como delegada en el cuerpo de delegados que encabeza Rubén “Pollo” Sobrero y es parte de la Bordó y de la agrupación Mujer Bonita es la que lucha, desde la cual, junto a sus compañeras, impulsan proyectos para reparar la desigualdad de género en su espacio laboral. “Cuando yo entré, las mujeres apenas podían trabajar en el sector de limpieza. Nos juntamos, nos organizamos y empezamos a pelear para ser guardas, mecánicas, por el cupo femenino en todas las especialidades y para ser maquinistas”, explicó.
Su trayectoria es la historia de una trabajadora que, como muchas, sufrió despidos y flexibilización laboral. La coherencia de Schlotthauer, de estar siempre del lado de los trabajadores y el pueblo, también se dio mientras cumplía su mandato. En la sesión donde se votó la mal llamada “Emergencia Alimentaria” a fines de 2019, fue la única diputada que se abstuvo, mientras peronistas y macristas votaron a favor por unanimidad. Y afirmó contundente: “La única manera de parar el hambre es cambiar el modelo”. No es solamente que haya vuelto a su trabajo después de su paso por el Congreso lo que la diferencia del resto de los políticos patronales, sino la firmeza en la denuncia de las leyes que tanto macristas como peronistas presentaron como “solución” a los problemas del pueblo pero que no son más que una farsa.
Pero “el estar organizada siempre en un partido revolucionario, la corriente morenista, hoy Izquierda Socialista, me orientó en una perspectiva socialista, de salidas de fondo para los problemas que sufrimos las mujeres y la clase trabajadora”. Es lo que le permite tener una trayectoria de coherencia y lucha en los distintos ámbitos en los que participó. Ahora, de vuelta en el Sarmiento, se ríe y dice que sus jefes están “muy molestos” con su retorno, porque saben que va a ir “a reclamar y a pelearla todas”.
Escribe Luis Covas
El fin del mandato y la vuelta al trabajo de nuestra compañera Mónica Schlotthauer, obrera ferroviaria, ha causado un gran impacto en la clase trabajadora, la juventud y en los sectores populares. Los medios le dieron un gran destaque. Lógico, no es un caso común en un parlamento compuesto en absoluta mayoría por legisladores de partidos patronales (justicialistas en sus distintas variantes, radicales, del PRO, Coalición Cívica, entre otros) al servicio de los grandes empresarios y de los planes de ajuste. Y que cobran sueldos fabulosos, entre otros privilegios.
Por eso también llamó la atención, en amplios sectores de masas y se la puso de ejemplo, de que durante su mandato cobrara lo mismo que en su trabajo y que el resto lo donara en apoyo de las luchas y para la construcción de su partido: Izquierda Socialista.
Schlotthauer cumplió con lo que el FIT Unidad reivindica en su programa y lo cumple en la práctica: que los legisladores deben cobrar un salario de una maestra promedio.
Izquierda Socialista y el FIT Unidad han dado continuidad a ese criterio obrero y socialista impulsado, desde los años 70, por nuestra corriente revolucionaria fundada por Nahuel Moreno, fallecido en enero de 1987. Fue justamente en Perú, en 1978 cuando por primera vez en Latinoamérica surgieron diputados trotskistas para una Asamblea Constituyente, que Moreno propone que nuestros diputados ganaran un poco más que el salario obrero medio1. Entre ellos estaba el dirigente obrero Enrique Fernández Chacón, hoy miembro de la UIT-CI, que, más de 40 años después, vuelve a ser candidato a diputado nacional en las elecciones del 26 de enero. Con el MAS, también fundado por Moreno, seguimos esa misma tradición. Cuando Luis Zamora fue elegido diputado nacional por el MAS en 1989, convirtiéndose en el primer diputado trotskista de Argentina, también entonces propusimos que los diputados ganaran lo mismo que una maestra de doble turno y que se abolieran las jubilaciones de privilegio.
Todas las compañeras y compañeros de Izquierda Socialista, del PTS y del PO, que ocuparon bancas han cumplido con este criterio y volvieron a sus puestos de lucha y de trabajo.
Esta postura no es una pose demagógica para diferenciarnos de los parlamentarios de los partidos patronales tradicionales. Sino que es parte de la denuncia de que el Parlamento es una institución al servicio de hacer leyes en beneficio de los de arriba, de las multinacionales, los empresarios y del FMI. Por eso siempre votan leyes de ajuste al pueblo trabajador.
Esto es lo que Mónica Schlotthauer ha denunciado en los medios. Porque también puede haber sectores que quieran crear la confusión, tomando el desprestigio de los políticos tradicionales y los casos de corrupción, que rebajando los sueldos de los legisladores, de los ministros o de los gobernadores va a haber dinero para el salario, la educación o la salud. Ocultando que el problema de fondo es el modelo económico capitalista de ajuste y de entrega a los grandes empresarios, terratenientes o banqueros nacionales y extranjeros y al FMI.
Por eso todas las bancas obreras y socialistas de Izquierda Socialista y del FIT Unidad, están al servicio de las luchas obreras, populares, de la mujer y de la juventud. No sembramos ninguna ilusión en que del Congreso puedan salir leyes a favor de la clase obrera y el pueblo. Vamos al parlamento patronal para denunciar a los gobiernos de turno, sus compromisos con el FMI y la gran patronal, sus pactos con la burocracia sindical y propagandizando que la única salida de fondo pasa por lograr un gobierno de los trabajadores.
1. Ver Conversaciones con Nahuel Moreno, página 126.
www.nahuelmoreno.org
Escribe Adolfo Santos
Los trabajadores franceses están protagonizando una de las mayores luchas de su historia. Con más de 40 días, el paro de los transportes ferroviarios, uno de los principales sectores donde se apoya el enfrentamiento a las políticas de ajuste del gobierno, es el más largo desde la creación de la empresa de ferrocarriles, SNCF, en 1938. Pero no son solo los ferroviarios, decenas de miles de trabajadores de diferentes sectores, organizados en las principales centrales sindicales, como CGT y CFDT, han obligado a sus direcciones burocráticas a sumarse a la lucha.
Ni las festividades de Navidad y Año Nuevo consiguieron frenar las movilizaciones, huelgas y manifestaciones contra el proyecto del gobierno de reforma previsional. Una lucha justa, ya que la propuesta de Macron apuesta a quitar derechos con la intención de ajustar a jubilados y pensionados. Es inaceptable la medida de unificar los 42 regímenes existentes de pensión, que expresan las particularidades de los diferentes tipos de trabajo en un régimen único para reducir gastos, mientras Macron suprime el impuesto a las grandes fortunas. Un verdadero ajuste que la clase trabajadora francesa no está dispuesta a aceptar.
Acorralado por la fuerza de la movilización y el desgaste que le impone un amplio apoyo popular a la lucha de los trabajadores, el gobierno comenzó a hacer pequeñas concesiones, como permitir que personal policial y militar, así como los pilotos y controladores aéreos continúen jubilándose de forma anticipada. El pasado sábado 11 en medio de grandes protestas y movilizaciones, se vio obligado a retirar, aunque de forma provisoria, el aumento de la edad mínima de 64 años, manteniendo el de 62. Este avance parcial lo intenta usar el gobierno con el objetivo de dividir al movimiento, como expresan los voceros de Macron para que se levante el paro, ya que “no hay razón para que este conflicto continue”.
Justamente, Laurent Berger, secretario general de la burocrática Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), que sólo entró en la lucha, por presión de los trabajadores después que el gobierno incluyó en el proyecto de reforma el aumento de la edad mínima, ahora estaría dispuesto a sentarse a negociar. Para eso tendrá que convencer a su base, fundamentalmente a los cheminots (ferroviarios) organizados en la CFDT, que se sumaron al movimiento de huelga mucho antes que su propia Confederación lo decidiera y ven a Berger, que no participa de las movilizaciones, como muy complaciente con el gobierno de Macron.
En ese sentido jugarán un papel importante los trabajadores organizados en la CGT, que tras el anuncio de reducción de la edad por parte del primer ministro Edouard Philippe, advirtieron que seguirían “más resueltos que nunca” batallando para lograr la retirada total del proyecto del gobierno. Es evidente que la retirada de la edad mínima, de forma provisoria, es una maniobra, ya que mantiene el eje central del proyecto, que es la fusión de los 42 regímenes de pensiones actuales en uno solo, con el objetivo de igualar para abajo a partir de reducir derechos. O sea, un proyecto que apunta a sacrificar a los trabajadores para resolver los problemas financieros creados por los gobiernos capitalistas.
En Francia hay una lucha abierta que todavía no se ha definido. De un lado Macron y su gobierno de los ricos, apostando al desgaste del conflicto, tratando de mostrar a la opinión pública, donde los huelguistas cuentan con amplia simpatía, que el gobierno tiene buena voluntad y que los trabajadores no quieren negociar. Por el otro los trabajadores dispuestos a resistir hasta que se retire totalmente el proyecto, como lo consiguieron en 1995, cuando obligaron al entonces primer ministro Alain Juppé, a deponer su propuesta de reforma.
Las protestas de 2019/20 ya han superado las de 1995, por tanto hay condiciones de derrotar al gobierno. Las bases vienen demostrando una inmensa capacidad de lucha y si no han avanzado más es por la actitud conciliadora de las direcciones burocráticas, esencialmente la CFDT, la mayor central, que se niegan a ir a fondo contra el plan de ajuste del gobierno y acaba aceptando negociar que sean los trabajadores los que paguen por los “desequilibrios financieros” producidos por los gobiernos patronales. Por su parte, el mismo sábado 11, la CGT y otros sindicatos opositores volvieron a convocar una nueva manifestación para el próximo jueves 16 de enero. Será la sexta manifestación desde el inicio del conflicto, el 5 de diciembre, donde existen condiciones para que sea una gran jornada.
Desde Izquierda Socialista/FIT-Unidad y la UIT-CI, apoyamos esa nueva convocatoria y continuaremos difundiendo y llevando solidaridad a esta importante lucha para que consiga vencer.