Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

En una decisión escandalosa, la Justicia santafesina -con el apoyo del gobierno de Lifschitz- dictó la prisión preventiva a Guillermo Piccolo, militante social que acompaña a las familias del barrio La Sexta que resisten su desalojo luego de que la Universidad Nacional de Rosario cediera los terrenos para un emprendimiento inmobiliario. Se acusa a Piccolo de participar en un corte de calle. El pasado sábado 17 fue trasladado de manera arbitraria, sin aviso ni fundamentación a la cárcel de Piñeiro, vulnerándose así las condiciones mínimas de detención que se habían acordado con la defensa en la audiencia previa.

En una provincia donde los grandes sojeros evaden impuestos y fumigan pueblos enteros, las aceiteras devalúan los salarios con sus especulaciones, o las privatizadas como Litoral Gas pavonean su impunidad, resalta aún más lo hipócrita de esta resolución judicial con claro auspicio del gobierno de Lifschitz.
Por todo esto nos movilizamos este martes 20 para exigir bien fuerte, en unidad y en las calles, la inmediata liberación Guillermo Piccolo.

Corresponsal

Escribe Gabriel Massa

El peronismo le aportó a Macri los votos que necesitaba para aprobar el presupuesto, que impone un ajuste de 400.000 millones de pesos que salen de la reducción de sueldos, educación, salud, etcétera. Mientras tanto, destina 750.000 millones al pago de intereses de la deuda externa. El voto a favor del presupuesto es una muestra de la complicidad del peronismo con el gobierno.

En el Senado fueron doce los peronistas, encabezados por Miguel Ángel Pichetto, que le permitieron al gobierno contar con una amplia mayoría. En cambio otros nueve senadores del interbloque federal votaron en contra, igual que los siete senadores del bloque kirchnerista.
No es la primera vez que se divide el voto peronista en el Congreso. Los que votan en contra lo hacen para salvar las apariencias de que son opositores a Macri. Pero, llamativamente, el peronismo terminó siempre dándole la mayoría al gobierno para aprobar más de 200 leyes. Incluyendo el pago a los fondos buitres y la nefasta reforma de las jubilaciones.

Más allá de lo que voten en el Congreso, todos los sectores del peronismo, desde los que aparecen como más “progresistas” y opuestos al gobierno, como Cristina, pasando por Sergio Massa y Felipe Solá, hasta los más cercanos a Macri, como Urtubey, Pichetto y Schiaretti, tienen dos acuerdos fundamentales. Todos quieren que Cambiemos siga aplicando su política hasta 2019. Y, más allá de sus internas, todos apuntan a encabezar la fórmula del peronismo en su conjunto, con miras a ganar las elecciones.
Una parte fundamental de esa unidad son las distintas alas de la burocracia sindical que, sin excepciones –desde los jefes de la CGT hasta los dirigentes vinculados a Cristina, Moyano y Yasky–, se sumaron al comando del Partido Justicialista. Más allá de las distintas retóricas, en definitiva dejaron pasar la aprobación del presupuesto del FMI y están dejando pasar el ajuste.

Es que el peronismo, en cualquiera de sus variantes, si gana las elecciones presidenciales del año próximo, seguirá aplicando el ajuste. Así lo afirman desde Massa hasta los dirigentes kirchneristas, que sostienen que, como mucho, llamarán a “renegociar” el acuerdo con el FMI y “reestructurar” los pagos de la deuda.

En una nueva voltereta política, el senador Fernando “Pino” Solanas anunció que formará un interbloque en el Senado con el kirchnerismo. “Proyecto Sur –declaró Solanas– está trabajando en la construcción de un grandísimo frente sin exclusiones. Todo aquel que quiera derrotar en el 2019 al plan del gobierno de Cambiemos tiene que estar adentro”. Una vez más queda en claro que para todo el peronismo, incluido Solanas, hay que dejar que Macri aplique su plan y apostar todo a las elecciones de 2019.

Los senadores fueguinos ex kirchneristas Julio Catalán Magni y José Ojeda votaron a favor del presupuesto de Macri. Lo hicieron luego de que la gobernadora Rosana Bertone negoció con el gobierno de Macri una baja de impuestos para compañías petroleras, como la francesa Total y la alemana Wintersheald. Con su apoyo al presupuesto lograron un enorme aumento de ganancias para las petroleras.

Escribe Guido Poletti

El lunes 19 y el martes 20 se celebró en Buenos Aires el Primer Foro Mundial por el Pensamiento Crítico, que fue propagandizado por diversos sectores cercanos al peronismo kirchnerista y la centroizquierda como una suerte de “contracumbre” a la del G20. En realidad se trató de un evento organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), donde se realizaron paneles sobre una diversidad de tópicos vinculados al “neoliberalismo” y la “globalización”.
El foro estuvo organizado alrededor de la presencia de varios ex jefes de Estado que no se destacaron justamente por enfrentar al G20. Así, las presencias estelares fueron las de Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff. También estuvo presente el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera.

Comencemos por lo más obvio: Cristina y Dilma nunca se opusieron ni mucho menos repudiaron a los líderes imperialistas de esos mismos países cuando formaron parte de las reuniones anteriores del G20. Es más, repetidas veces la ex presidenta argentina resaltó la importancia de ese organismo, en el que, según ella, supuestamente nuestros países tenían “una voz para ser escuchados y hacer valer nuestras posiciones”.

Pero además de ello, tanto Cristina como Dilma fueron pagadoras seriales de las respectivas deudas externas de ambos países, abrieron el camino para la explotación y el saqueo de nuestras riquezas y permitieron infinidad de negocios de las empresas transnacionales. Increíblemente, en la “contracumbre” Cristina acusó a Macri por “endeudar el país”, como si durante su gobierno la deuda no continuó creciendo a pesar de que se pagó en efectivo más que en ningún otro gobierno.
Fue Dilma quien entregó la plataforma submarina brasileña para el saqueo petrolero de los pulpos multinacionales y fue la misma Cristina la que firmó el acuerdo secreto con Chevron para la explotación de Vaca Muerta. Ambas gobernantes le dieron infinitos privilegios a megamineras como la Barrick Gold. Sus voces nunca sonaron “disonantes” en las innumerables reuniones del G20 en las que participaron.

En síntesis: no existe ninguna “contracumbre” real contra el G20. Se trata apenas de una reunión para lavarle la cara a líderes políticos del hoy alicaído espacio de la centroizquierda, “nacional y popular” o del llamado “socialismo del siglo XXI” que, en muchos casos, ya fueron castigados electoralmente por sus propias políticas de ajuste. La verdadera “contracumbre” será en la calle, repudiando al G20 masiva y unitariamente los días de su presencia en Buenos Aires.

 

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