El Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVJ) ya se encuentra preparando la convocatoria en un nuevo aniversario del golpe cívico militar del ´76. Nos proponemos concentrar en Congreso desde las 14 horas y movilizar hacia la Plaza de Mayo. Como cada año seguimos peleando contra la impunidad de ayer y de hoy, y contra las políticas que han permitido que la mayor parte de los genocidas estén libres. Recordemos que en nuestro país funcionaron 600 centros clandestinos de detención, y que al día de hoy hay aproximadamente 900 condenados por sus crímenes de lesa humanidad, (uno y medio por centro de exterminio), y aún resta recuperar la identidad de cientos de bebés apropiados por los milicos y sus amigos. Una vez que logramos sepultar las leyes de impunidad, esta realidad se debe en gran medida a las medidas dilatorias de los juicios, y a la negación por parte de los gobiernos de abrir los archivos de la dictadura.
Pero además, el otro gran legado de la dictadura fue la destrucción de la economía del país y el inicio de un ciclo de endeudamiento que seguimos pagando hasta el día de hoy. Recordemos que el FMI fue el primer organismo en bendecir con su reconocimiento al dictador Videla. Por eso, este 24 también marchamos para decir ¡Fuera al FMI! ¡No al pago de la deuda externa!
Izquierda Socialista concentra en Congreso a partir de las 14
2020 arrancó en Rosario y Santa Fe Capital con una nueva oleada de homicidios. Antes con Lifschitz (Partido Socialista-Frente Progresista) y ahora con el peronista Perotti, la provincia sigue sumida en la violencia, abrumada por robos y homicidios y cruzada por las guerras entre bandas narcos. Los gobiernos, el anterior y el actual, son los principales responsables y cómplices ante este auténtico desastre social.
Escribe Mariano Farre
El 10 de diciembre pasado asumió Omar Perotti, tras doce años de gestión del Partido Socialista-Frente Progresista. Perotti había centrado su campaña electoral en la necesidad de imponer “paz y orden”, afirmando que él “sí iba a manejar a la policía”. Estos planteos habían generado expectativas en sectores de la población, abrumadas por los robos, los homicidios y las guerras entre bandas de narcos. Sólo durante 2019, en Rosario y Santa Fe Capital, según un informe oficial, hubo 17,6 homicidios cada 100 mil habitantes, contra cinco casos en el resto de Argentina. En lo que va de 2020, ya tenemos más de 60 homicidios en la provincia, con 10 femicidios incluidos, nuevamente cifra record.
La “solución” de Perotti fue designar como ministro de seguridad a Marcelo Saín, un supuesto “especialista” en temas de seguridad. Saín planteó “purgar” la policía de Santa Fe y solucionar el problema destituyendo a varios jefes policiales. Pero rápidamente se desató una nueva oleada de homicidios, que terminó con la caída del nuevo jefe policial de Rosario. El jefe provincial decidió habilitar que los policías tengan “una bala en la recamara”, una medida que solo sirve para facilitar el gatillo fácil. El gobierno nacional de Alberto Fernández, por su parte, desplegó miles de gendarmes en la provincia, que por supuesto no frenaron los homicidios ni los robos y lo único que generó fue el incremento del acoso y persecución a la juventud. El “broche de oro” de todo esto fueron las ridículas declaraciones de Saín acerca de que la ola de homicidios: “Es algo bastante estacional en esta época”. Un verdadero insulto a quienes sufren a diarios la violencia en sus barrios.
¿Por qué pasan los gobiernos y el problema sigue?
La explicación de fondo es la situación de pobreza extrema, desempleo y abandono en que se encuentran zonas enteras de Rosario y Santa Fe Capital. Con barrios abandonados, sin obras públicas, transporte ni servicios esenciales. Con despidos permanentes en el cordón industrial. En los jóvenes precarizados, desempleados y por fuera del sistema educativo está el caldo de cultivo de los “soldaditos” que terminan reclutando las bandas de narcos. Décadas de ajustes “nacionales” y “provinciales” fueron dejando así la provincia.
A esto tenemos que sumarle la complicidad de la justicia, que le otorga plenos poderes a la policía en los barrios, con innumerables casos de gatillo fácil y abusos. Por citar sólo dos ejemplos de alta repercusión, recordemos a la docente María de los Ángeles Paris, muerta en una comisaría, donde tras la autopsia se verifica violencia y se descubre un audio donde la policía informa que se le había dado una golpiza en el estómago. O, días pasados, el caso del joven Carlos Orellano, brutalmente golpeado por policías y patovicas y arrojado muerto al río Paraná.
La suma de la pobreza extrema en aumento, la violencia policial y la complicidad de los gobiernos fue lo que permitió el arraigo del narcotráfico en la ciudad de Rosario. A ellos se le suman los puertos privatizados, en manos de los negocios de los monopolios agroexportadores, una vía ideal para el negocio narco. El propio Saín no puede dejar de reconocer que: “En estos barrios, donde la cocaína es la economía de sustitución porque existe una desocupación estructural, mucha gente vive de la droga y de la enorme rentabilidad que genera, que luego se invierte en la economía legal”. Lo que no dice el ministro es que la ilegalidad de las drogas es lo que genera esa “enorme rentabilidad”, que soborna a policías, jueces y políticos patronales, además de armar bandas de sicarios para disputarse este negocio “ilegal”, pero que está a la vista de todos, incluida la policía que frecuenta los búnkeres para buscar su tajada.
Nuestra posición es muy clara: hasta que no se legalicen todas las drogas, lo que permitiría regular este negocio y tratar las adicciones como un problema de salud pública, no veremos el fin de la violencia narco. Esto vale, más que en ningún otro sitio, para Rosario y Santa Fe.
Pero, a la vez, no habrá solución para la violencia social, si no se atacan las causas más estructurales: el hambre, la miseria, los bajos salarios y el desempleo. El nuevo gobierno peronista de Perotti arrancó al revés: atrasó el pago de los docentes, no respetó su paritaria 2019, les ofreció un miserable 3% y retrasó el pago de la cláusula gatillo. Toda una muestra que su política es profundizar el ajuste. Enfrentando a estos gobiernos, correas de transmisión del ajuste nacional al servicio de pagar la deuda externa, peleando en las calles y denunciando todos y cada uno de los abusos y complicidades, planteamos la necesidad de otra alternativa política, la de las y los trabajadores y la izquierda, para resolver las más acuciantes necesidades populares.
El gobierno presentó una mentirosa ley que mantiene las altísimas jubilaciones de jueces, el cuerpo diplomático y el clero. A la vez sienta precedentes para atacar los regímenes especiales que gozan miles de trabajadores. Incluso estaba previsto en el proyecto originario el aumento de la edad jubilatoria a 65 años para las mujeres, lo mismo que recomienda el FMI y aplican otros gobiernos como Bolsonaro y Macron en Francia. El FIT presentó un dictamen propio atacando de verdad todos los privilegios.
Escribe Claudio Funes
El pasado 27 de febrero se debatió en la Cámara de Diputados el proyecto de ley del gobierno que supuestamente combate las jubilaciones de los jueces y del cuerpo diplomático. ¿Por qué Alberto Fernández impulsa esta tramposa ley?
En diciembre pasado el gobierno congeló la actualización de los haberes jubilatorios por medio de la ley de emergencia económica. Exceptuó de esa medida a las jubilaciones de privilegio que beneficia a los magistrados del Poder Judicial, fiscales, servicio exterior, ex presidentes y vicepresidentes y a la cúpula de la Iglesia Católica. El repudio se hizo sentir de inmediato. Por eso Alberto Fernández se vió obligado a anunciar que enviaría un proyecto para “corregir” la inequidad. Pero lo que siguió fue una autentica mentira.
La ley que con tanta alharaca obtuvo media sanción mantiene los privilegios de los miembros de la Corte Suprema, embajadores y cónsules, ex presidentes y vice y los obispos y arzobispos de la Iglesia.
En lo que se refiere a jueces y fiscales, preservan sus altos sueldos, la exención en el impuesto a las ganancias, su carácter vitalicio y jubilaciones de privilegio. Continuarán cobrando el 82% móvil -que se les niega a los empleados judiciales y al resto de trabajadores y jubilados-, con sumas que van de 270.000 pesos a máximos de 770.00. Los ex presidentes continuarán cobrando un retiro de 341.710 pesos por los servicios prestados y por la gracia del genocida Videla, los arzobispos, obispos y prelados castrenses continuarán cobrando 102.285 pesos mensuales.
Tantos privilegios otorgados a los servidores de la gran patronal contrasta obscenamente con el congelamiento de la fórmula de actualización para millones de jubilados de a pie, de los cuales el 90% no cubre la canasta de pobreza. Con la aplicación de la ley de emergencia y el cambio en la movilidad el gobierno va a “ahorrar” 100.000 millones de pesos en el año para hacer buena letra con el Fondo Monetario.
También este proyecto de ley sienta precedentes para intentar liquidar, como lo intentó Macri, los regímenes de jubilaciones especiales (no de privilegio como el propio gobierno dice) que gozan miles de trabajadores, como es el caso de quienes realizan tareas penosas o insalubres que se jubilan con menos edad porque tienen menores expectativas de vida o regímenes diferenciales por la naturaleza de su actividad, como sectores de ferroviarios, docentes, investigadores, mineros, aviación, vidrio y plantas de combustibles, petroleros, salud, pesca, portuarios, la carne, telefónicos y Luz y Fuerza, entre otros. Trabajadores que aportan más del 11% del régimen general. Como vemos, algo muy distinto a las asignaciones vitalicias de ex presidentes, la Corte y el clero.
El Frente de Izquierda defendió un dictamen propio para terminar de verdad con todos los privilegios de jueces, políticos patronales y el clero. A la vez repudia el ajuste a los jubilados, propone que ninguno gane menos que el valor de la canasta básica calculada en 42.000 pesos, que se aplique el 82% móvil, se restituyan los aportes patronales que anularon Menem y Cavallo, elimine el trabajo en negro que no aporta a las cajas y que se deje de meter mano en el Anses como vienen haciendo todos los gobiernos para pagar una deuda usurera y fraudulenta.
El presidente inauguró las sesiones ordinarias. Tuvo a su lado a Cristina y a Sergio Massa. Pronunció un discurso de casi 10.000 palabras donde elogió al Papa, a Alfonsín, Néstor Kichner, Belgrano y a Perón. Si tras el saludo al “Querido pueblo argentino”, algún trabajador o jubilado esperaba anuncios a su favor, se quedó con las expectativas.
Escribe Juan Carlos Giordano, Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
El presidente habló de todo e hizo un anuncio importante alrededor del aborto, que analizamos en las páginas centrales de esta edición. Ahora queremos puntualizar en las medidas económicas y sociales con las que el gobierno sustenta que “Argentina se está poniendo de pie” y desde la izquierda venimos polemizando.
¿“Comenzamos por los últimos para poder llegar a todos” o se empezó un nuevo ajuste?
“Nos ocupamos, antes que nada, de los que han sido olvidados”, dijo el presidente. Y agregó en tono profesoral: “El preámbulo de nuestro Nuevo Contrato de Ciudadanía Social consistió en detener la caída de argentinos en la pobreza, tranquilizar la economía, recuperar el trabajo y recomponer los ingresos de quienes menos tienen”. Pero esto no se condice con la realidad.
El gobierno no puede explicar, si dice que no está ajustando, por qué les recortó 100.000 millones de pesos a los jubilados con el cambio de movilidad jubilatoria. Argumenta que benefició a los jubilados que menos tienen, pero a costa de sacarle a los que ganan $20.000 (los considera privilegiados). Ese mismo monto ya recortó Macri con la ley que se votó a fines de 2017, contra el repudio de decenas de miles frente al Congreso.
Además, gobierno decidió que los salarios no van a recuperar lo perdido en 2019, otra muestra de que no se está haciendo justicia ni “poniendo plata en el bolsillo de la gente”.
¿Combate o complicidad con los remarcadores?
“Vamos a exigirles total responsabilidad a los formadores de precios. Los pícaros que especulan subiendo los precios no tiene cabida en esta Argentina”. Pero inmediatamente dijo que “es una responsabilidad de todos que los precios dejen de crecer”. ¿De todos? ¿De los trabajadores y jubilados también?
Los responsables son los grandes empresarios que hacen fortunas con los aumentazos. Exportan alimentos a valor dólar y los venden al mismo precio en el país. Los “pícaros” son: Arcor, La Serenísima, Coca Cola, los grandes supermercados, las aceiteras, entre un largo etcétera. Y las privatizadas que aumentaron “el gas en un 2.000 % y la electricidad cerca del 3.000 %” -según reconoció el propio Fernández- y sin embargo el gobierno terminó convalidando esos tarifazos.
¿Cómo va a castigar a los que aumentan? ¿Y los precios máximos? ¿Y las sanciones a los remarcadores con clausuras, multas y hasta meterlos presos? Nada de eso dijo, ni hace, Fernández.
Si “la deuda es con el pueblo” no hay que renegociar, sino dejar de pagar.
Dijo Fernández: “La deuda pública que heredamos es el mayor escollo que enfrentamos. Todos hemos visto impávidos como los dólares que deberían haber financiado el desarrollo productivo acabaron fugándose del sistema financiero”. Pero a renglón seguido afirmó: “Más allá de analizar lo ocurrido, hemos iniciado las negociaciones para reestructurar la deuda”. Es decir, reestructurar para pagar una deuda que el pueblo no contrajo ni se benefició. Esto lo está haciendo con el aval del FMI (“con las autoridades del Fondo Monetario Internacional venimos trabajando de forma constructiva”) y con el voto del Macrismo y los radicales (“agradecemos a la oposición el apoyo en el Congreso”).
Fernández repite el viejo eslogan de Alfonsín del 83: “No vamos a pagar la deuda a costa del hambre”. Pero desde hace 40 años hay ajustes contra el pueblo trabajador precisamente por pagar, incluso vía reestructuraciones y quitas.
Ley para las petroleras y beneficio a las mega mineras.
“Cómo ponemos en valor la industria de bienes de capital para el sector del petróleo, la minería y el campo. Los hidrocarburos serán una palanca para el desarrollo productivo de nuestro país. Vamos a extraer los recursos motorizando la creación de empleos de calidad y el desarrollo de las comunidades”. Palabras de Fernández que ocultan el objetivo de la Ley que enviará al Congreso, para beneficiar a las petroleras de Vaca Muerta que saquean nuestro petróleo y el gas a más no poder. Eso ya se hizo con Repsol bajo el kirchnerismo y con Cristina firmando el pacto secreto con Chevron. Lo que hace falta es una YPF 100% estatal y nacionalizar el petróleo y el gas. Solo así saldremos adelante.
Fernández dijo, además: “Queremos una Argentina medioambientalmente sustentable. En materia minera tenemos grandes posibilidades pendientes. En particular, la minería metalífera y la del litio se presentan como grandes oportunidades para aumentar las exportaciones argentinas”. O sea, este gobierno sigue la línea de permitir la mega minería contaminante, la cual no tiene ni tendrá ninguna licencia social como lo mostró la rebelión mendocina contra un gobernador radical y el apoyo de diputados del Frente de Todos. Decir que generará miles de puestos de trabajo es recitar el discurso de la Barrik. Está probado que la industria petrolera, la minería y el campo son los que menos mano de obra generan.
¿Vamos a salir “entre todos”?
Al final Fernández hizo una arenga: “Queremos agradecer a todos los sectores sociales. Al Movimiento Obrero Organizado. A los Movimientos Sociales en su diversidad. A los empresarios y sus diferentes organizaciones. Todos los argentinos estamos a bordo de un mismo barco”. Con este mensaje Fernández mete a todos en una misma bolsa, bajo el argumento de que al país “lo sacamos entre todos o no lo saca nadie”. Eso es una trampa. Porque los empresarios, las multinacionales y bancos trabajan para sus ganancias capitalistas, no para mejorar al país. Y los burócratas de la CGT están para frenar las luchas contra los salarios a la baja.
Solo saldremos adelante cuando se imponga un plan económico alternativo al servicio de las grandes mayorías que parta de aumentar los salarios y jubilaciones en base al no pago de la deuda y la ruptura con el FMI, reestatizar las privatizadas y nacionalizar la banca y el comercio exterior fomentando un plan de obras pública para reactivar la economía y sacando a millones de la pobreza y miseria.
Editorial
Alberto Fernández tuvo que salir al cruce de una palabra maldita, la que había erradicado de su diccionario, algo de lo que no hubiera querido hablar a solo sesenta días de gobierno: “ajuste”.
“No hay un ajuste a los jubilados, eso es mentira”, embistió contra los medios que así graficaron su recorte para quienes aportaron toda su vida. ¿Cómo llamar sino a la poda de 5.100 millones de pesos mensuales del monto total que se venía destinando? Le saca a los jubilados que ganan más de 16.000 pesos (como si vivieran en el privilegio) para darles solo 1.600 pesos más a los que cobran la mínima, apenas 197 por encima de la fórmula anterior. ¿A eso llama el gobierno “priorizar a los que menos tienen”, cuando la gran mayoría de los jubilados sigue con ingresos de pobreza, ante una canasta básica que ya supera los 40.000 pesos? Seguir diciendo “estoy cumpliendo” con los jubilados, ya empieza a ser visto por una importante franja obrera y popular como que eligió meter mano donde no correspondía.
¿Por qué Fernández recorta a los jubilados? Porque aunque nunca lo va a reconocer, empezó un ajuste para hacer buena letra para cumplir con lo que el ministro Guzmán se fanatizó en su discurso en el Congreso, bregar por el famoso “equilibrio fiscal”, es decir, menos gasto social que permita poder cumplir con los usureros de la deuda. Es lo que exige el FMI cuando requiere un “plan sustentable” para los próximos años. Incluso no se descarta un pago al contado a los acreedores, que ya algunos le ponen la cifra: 10.000 millones de dólares para encaminar la renegociación de la deuda. Dicho de otro modo, el recorte a los jubilados se podría definir como lo que algunos llaman un “ajuste sustentable”. Es lo mismo que hizo Kicillof, no le pagó un reajuste a los docentes por 1.800 millones de pesos para poder cumplir con los 250 millones de dólares a los usureros de la deuda provincial. Una muestra de que es imposible lo que pregona el gobierno, que se puede poner plata en el bolsillo de los trabajadores y a su vez pagar una deuda usurera e ilegítima. “Hay voluntad firme de pagar la deuda”, sentenció el ministro estrella en el Congreso. Estas son las consecuencias.
Mientras esto es noticia, se agrega otra de terror: el salario mínimo medido en dólares cayó 55% entre el final del gobierno de Cristina Kirchner y hoy, pasando de 589 dólares a 268. Si esto no es ajuste, ¿el ajuste qué es? Alguien podrá decir “pero solo van dos meses de gobierno, hay que darle un tiempo más”. Pero las cifras muestran que el ataque salarial y jubilatorio, si tomamos solo estos dos temas, siguen haciendo estragos en el bolsillo popular, más cuando la suba de alimentos y bebidas ha sido del 4,7% en enero, según los datos del Indec.
A todo esto y viendo que solo se habla de los pasos que se están dando en la renegociación de la deuda (mostrando a un gobierno a la defensiva, sin otras iniciativas), ha surgido una pregunta entre quienes dicen que el gobierno aún no tiene un plan. ¿No hay un plan? ¡Lo hay! Recortar a jubilados y trabajadores para hacer buena letra con los usureros. Es todo un plan. Es el gran plan diseñado por Alberto Fernández, contando con la compañía para ello de Macri, los radicales, los partidos provinciales que le votaron la ley para renegociar y los capitostes internacionales (el Papa, Merkel, Trump, Macron).
Mientras se dice “no hay un plan”, hay impunidad para los formadores de precios para que sigan con los aumentos de los artículos de primera necesidad. “No hay un plan” pero el mensaje acordado entre el presidente y el traidor Daer junto al resto de la burocracia sindical es claro al aceptar que no haya cláusula gatillo, “prudencia” en las paritarias y no recuperar de esa forma lo perdido por el salario en los años macristas. ¿No hay un plan para las petroleras y privatizadas? Si bien le congelaron las tarifas por seis meses ya hay en estudio futuros aumentos, mientras se está diseñando una ley para beneficiar a las multinacionales que operan en Vaca Muerta para seguir con el saqueo del petróleo y el gas. O la continuidad de la obra faraónica de la corrupción: el soterramiento del Sarmiento. O las ganancias siderales que siguen amasando bancos y financistas. ¿Esto no es un plan?
Cuando desde el imperialismo y las multinacionales se dice que muestren “un plan”, es porque quieren una tajada aún mayor, pero la realidad es que las ganancias capitalistas continúan, mientras los trabajadores y demás sectores populares siguen sufriendo la miseria salarial y jubilatoria, ven crecer todos los días la suba de precios, continúa la estafa con los créditos UVA y mueren niños wichís por falta de agua y comida.
A todo esto, el gobierno simula que está en una pelea contra el FMI. El oficialista diario Página12 habló de que el discurso de Guzmán tuvo un “giro a izquierda” que al establishment le cuesta tolerar, cuando dijo que Argentina no va a soportar más condicionamientos externos. Simular una pelea con un organismo repudiable como el FMI le podrá traer algún rédito coyuntural al gobierno. Pero más allá de que pueda haber algún tira y afloje en la negociación, el objetivo del gobierno es clarísimo: pagar y continuar el acuerdo con el Fondo. Todo lo demás es parte del mismo doble discurso al que nos tuvo acostumbrado el peronismo kirchnerista durante sus doce años de gobierno.
Sabemos que siguen las expectativas en el gobierno, que millones consideran que Macri fue un desastre y que hay que esperar un poco más para darle tiempo a que la economía se acomode y empiecen a venir algunas soluciones aunque sean parciales. Pero lejos se está de una luna de miel o cheque en blanco, más si no se resuelven los graves problemas sociales como está ocurriendo. La experiencia se seguirá haciendo en los meses venideros. Decimos no al ajuste contra los jubilados y que los salarios no pueden esperar. No alcanza con los paliativos de sumas fijas, la tarjeta alimentaria y los “precios cuidados”. Por eso llamamos al conjunto de los trabajadores y jubilados a luchar por lo propio. Por salarios y jubilaciones que alcancen el valor de la canasta familiar. A defender las cláusulas gatillo o los distintos mecanismos de actualización. Que se prohíban los despidos. Denunciando a los dirigentes burocráticos cómplices y exigiendo que llamen a luchar. Y fundamentalmente para que el dinero vaya a salario y trabajo y a combatir los males sociales, no para los usureros de la deuda vía una negociación que no será beneficiosa para el pueblo trabajador. Ese es el mensaje de Izquierda Socialista, el sindicalismo combativo y el Frente de Izquierda con sus declaraciones y actos contra el FMI y el no pago de la deuda.