Oct 05, 2024 Last Updated 3:58 PM, Oct 4, 2024

Escribe Ezequiel Peressini Legislador Izquierda Socialista/FIT

En plena campaña electoral, el gobierno de Schiaretti vuelve a recibir fuertes cuestionamientos por el accionar delictivo de la policía provincial y pone en jaque su política de seguridad, que vuelve a fracasar.
El 16 de enero, en Río Cuarto, fue asesinado de ocho balazos Claudio Torres, un narcotraficante de la ciudad. Iba acompañado por Gabriel Bossi, mano derecha de Torres y esposo de Lucía “Cory” Vargas, condenada en 2014 por la desaparición del joven Nicolás Sabena en el año 2008. Las investigaciones realizadas por la madre de Nicolás demostraron que el Clan Vargas, también narcotraficantes, contaba con la protección de la policía a través del jefe de Investigaciones, Gustavo Oyarzábal, quien adelantaba a los narcos las investigaciones por la desaparición de Nicolás.

Otra vez Oyarzábal quedó a cargo de la investigación del asesinato de Torres pero fue detenido el 7 de febrero por su relación con los narcos y, llamativamente, el 31 de enero fue pasado a retiro por un decreto del gobernador Schiaretti. En una maniobra encubridora el gobernador dispuso la remoción de la cúpula policial. La nueva conducción busca “recuperar la confianza de los vecinos”, y para eso endurecieron la política represiva y realizaron operativos de saturación en los barrios de la ciudad junto con la Gendarmería.

Este escándalo muestra el fracaso de la política “antidrogas” del gobierno. Destinan millones de pesos del presupuesto al aparato policial (en la provincia hay más policías que maestras de primaria) mientras la podrida policía, la Justicia y los gobiernos son parte del delito organizado y cuidan el negocio de narcotraficantes que garantiza utilidades superiores al 3.000% y ganancias de más de 600.000 millones de dólares que se reparten entre los narcotraficantes y quienes los cuidan para vivir lujosamente. Para terminar con el narcotráfico y la impunidad hay que desmantelar el aparato represivo y legalizar las sustancias psicoactivas con monopolio estatal.

La foto no estaba prevista entre las noticias del verano. Fue una bomba. Los funcionarios del FMI -que están en la Argentina controlando la ejecución del brutal ajuste de Macri- se reunieron con los peronistas Urtubey y Lavagna, así como antes lo hicieron con Massa y la CGT. Pero la novedad fue que esta vez Axel Kicillof los recibió con mate y bizcochitos, entrevista que tuvo el visto bueno de Cristina. Mientras la izquierda repudió la visita, el ex ministro y candidato de Unidad Ciudadana legitimó el pacto Macri-FMI y les prometió “honrar los pagos”.

Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT

Algunos medios prokirchneristas titularon: “Kicillof les cantó las cuarenta”. Otros comentaron que el actual diputado recibió a los funcionarios con bizcochitos Don Satur y mate mostrando “una austeridad” y un desplante a los que aquellos no están acostumbrados. En las redes hubo muchos comentarios sobre la reunión, desde el “vamos Axel” de rabiosos kirchneristas, a otros que la vieron con una preocupación. ¿“Reunirse” con ese organismo ajustador?, se preguntaron.
Lo primero a señalar es que reunirse con el FMI es legitimar a un organismo imperialista que lo que busca es solo más ajuste y pagos de la deuda. Segundo, y lo más importante, es qué dijo Kicillof. Y el ex ministro volvió a ratificar que en caso de que el peronismo kirchnerista sea gobierno va a seguir honrando los pagos de la deuda.

¿El FMI “preocupado”?

Kicillof también le lavó la cara al FMI diciendo que “lo vio preocupado” por la situación de la Argentina. Pero cómo, ¿el mismo FMI que pactó con Macri un brutal ajuste con recesión, tarifazos y robo salarial ahora, según Kicillof, “estaría preocupado”? ¿Preocupado de qué? Lo único que le preocupa al FMI es que este gobierno lleve hasta el final el ajuste y que la Argentina, gobierne quien gobierne, pague la fraudulenta deuda externa.
Al decir que el FMI está preocupado, Kicillof abona a la campaña de que ahora habría un FMI bueno que “se preocupa por los más vulnerables”, cuando las recetas del FMI en el mundo son sinónimo de ajuste, endeudamiento, tarifazos, flexibilización laboral y ataque a los jubilados.

¿Hay que honrar los pagos?

Kicillof negó que con un eventual gobierno peronistakirchnerista habrá riesgos de default, despejando cualquier rumor de que con un nuevo gobierno peligrarían los pagos. “Nuestro gobierno pagó la deuda que contrajeron otros y sin pedir prestado”, confirmó. Y agregó: “Sin un programa sustentable no hay crecimiento posible, por lo que se vuelve inviable el pago de compromisos”. ¿Qué quiso decir? Que la Argentina debe “crecer para pagar”, cuando lo que hay que hacer es lo opuesto, es decir, crecer para sacar al país de la recesión y la dependencia atacando los males sociales del pueblo trabajador que está dejando el macrismo.

“No podés romper con el Fondo”

En un extenso reportaje brindado a la revista Forbes semanas atrás Kicillof señaló: “Hay que entablar conversaciones con el FMI, no podés romper con el Fondo”. Agustín Rossi había dicho lo mismo: “No hay elementos jurídicos para desconocer el acuerdo con el FMI”. ¿Cómo que no se puede romper con el FMI? ¿El pueblo argentino acaso no tiene el derecho de desconocer un acuerdo pactado a sus espaldas del cual encima no va a ver ni un peso? Precisamente, la gran lucha nacional que fue el Argentinazo de 2001 impuso el no pago que luego Néstor Kirchner reanudó legalizando la deuda con los bancos usureros.
Kicillof le reclamó a los emisarios del FMI que el acuerdo tendría que haber pasado por el Congreso, quejándose de que las negociaciones no se hicieron entre Macri y la oposición del peronismo. Pero lo que Kicillof encubre es que ese pacto Macri-FMI ya pasó por el Congreso cuando se aprobó el Presupuesto 2019 con los votos de Pichetto y compañía (con quienes el kirchnerismo llama a la “unidad” contra Macri) y la complicidad de la CGT y Moyano que no movilizaron para repudiarlo.

Luchar y votar por el no pago

Llamamos a la reflexión a quienes puedan creer que con un posible gobierno kirchnerista va a haber trabajo, salarios, jubilaciones o se va a reactivar la economía. Las revelaciones de Kicillof van en sentido contrario. Somos contundentes: no va a haber salario o trabajo si la riqueza que producen millones de trabajadores va a pagar una deuda usurera. Si a esto le agregamos que el kirchnerismo va a mantener las privatizaciones y no las va a reestatizar (para erradicar de raíz los tarifazos) y no va a nacionalizar la banca y el comercio exterior (lo que evitaría la fuga de capitales), nos volvemos a preguntar: ¿de dónde va a sacar la plata para sus promesas?
No hay ningún modelo de “redistribución de la riqueza” de la mano del FMI. Por eso desde el Frente de Izquierda llamamos a derrotar en las calles y en las elecciones el pacto Macri-FMI y los gobernadores (no “renegociarlo”, como dice Kicillof) y luchamos por la inmediata suspensión de los pagos de la deuda (en vez de “reestructurarla”).

 

El líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), y a la vez hombre del papa Francisco y declarado defensor de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, declaró que lo más importante es hacer un frente anti-Macri lo más amplio posible.

Consultado acerca de hasta dónde llegaba esa “amplitud”, tuvo una respuesta increíble: “Con todos, con Vidal y Larreta también”. Cristina hace poco había hablado de que ese frente debía incluir “a los pañuelos verdes junto a los pañuelos celestes”. Ahora Grabois lo amplía “un poquito más”. Sin palabras.

Con esa frase respondieron sorprendidos los enviados del Fondo a los planteos que les hizo el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.

El precandidato presidencial peronista decidió sobreactuar su sumisión al FMI, afirmando que su prioridad será “pagarle la deuda al organismo para recuperar confianza”, además de proponer avanzar en reformas estructurales. Respecto de esto último propuso una reforma laboral (léase flexibilización) y otra previsional, que incluya volver a crear un sistema de jubilación privada, como la que estafó a decenas de miles de jubilados en la década menemista. Los funcionarios del FMI se sorprendieron gratamente, al extremo de “alagar” a Urtubey y los economistas que lo acompañaban afirmando que “parecían del FMI”.

Roberto Lavagna, devenido como el “candidato” presidencial sorpresa, fue el otro que ayudó a que el FMI pudiera mostrar un perfil “dialoguista”. Fue una reunión sin demasiadas novedades, ya que el ex ministro de Economía de Duhalde y Néstor Kirchner se limitó a decir: “No voy a sumar mi voz al análisis de la coyuntura, hay demasiadas voces y mucho ruido”.

Lo que sí debemos recordar es que, mientras se busca construir un “supuesto” Lavagna exitoso, ya que fue ministro durante el período en que la economía se recuperó tras la crisis de 2001, la realidad es que esa recuperación tuvo un factor fundamental: se había dejado de pagar la deuda externa a fines de 2001 y ese dinero resultó central para la reactivación. Lavagna, por el contrario, fue justamente el ministro que volvió a pagar la deuda con los acreedores privados, con un gigantesco negociado que fue el “canje” del año 2005.

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