En el marco de la campaña por la libertad de Daniel Ruiz, dirigente petrolero combativo y del PSTU, la legisladora porteña de Izquierda Socialista/FIT, Laura Marrone lo visitó en la unidad penitenciaria de Marcos Paz donde se encuentra detenido. El gobierno lo acusa de “complot y rebeldía” por su participación en las movilizaciones contra la reforma previsional de diciembre de 2017. Lo arbitrario de su detención se ve subrayado por el hecho de que se encuentra sin sentencia ni avanza el juicio, en momentos que está por cumplir detenido ya un tercio del tiempo que le correspondería por esta causa. Dado este hecho Daniel debiería salir en libertad en mayo.
Por pedido del propio compañero está en un pabellón de presos comunes y no con los cuarenta detenidos por causas de corrupción. La cárcel está superpoblada con 3.500 presos, colapsados los baños, comedores y servicios en general. Ha organizado un petitorio con reclamos que incluyen el derecho a estudiar.
Reiteramos una vez más nuestra exigencia de libertad a Daniel Ruiz.
Editorial
Todas las semanas se conoce algún dato de terror. En la que pasó se supo que aumentó la desocupación. En la que transcurre se anunciará que la pobreza también volvió a crecer. Es la cruda realidad del ajuste del gobierno de Macri, que sigue al pie de la letra los dictados del FMI. Un Macri que, a su vez, se dedica a recibir a los reyes de España, herederos del franquismo y represores del pueblo catalán. Por eso se prepara para una nueva “gira” europea tratando de salir del clima asfixiante fruto de la bronca creciente contra su gobierno.
Una de las discusiones es si la “unidad del peronismo” puede ser una salida favorable para el pueblo trabajador. Desde la izquierda venimos diciendo que no. Veamos adónde lleva esta política que se terminó de corroborar esta semana en Córdoba. El candidato de Cristina Kirchner para las elecciones provinciales del próximo 12 de mayo levantó su lista a una hora de la presentación. La orden vino de Cristina y se dio a través de un llamado de Máximo Kirchner. Esto fue confirmado por los propios medios kirchneristas. “Un gesto fuerte en pos de la unidad del peronismo. Bajó la lista de Unidad Ciudadana en Córdoba en una señal de apoyo a la reelección de Juan Schiaretti convertido en algo así como el jefe del espacio Alternativa Federal”, publicó Página12 en su edición de este martes 26 de marzo.
O sea que el mismo kirchnerismo que en las marchas grita “Fuera Macri” o que ha realizado actos públicos contra el FMI y en todos estos años vino despotricando contra los Pichetto y Urtubey catalogándolos como la “derecha” peronista, ahora se une a ellos. Un doble discurso total.
Con este “gesto”, Cristina se une a Schiaretti, el gobernador que aplica el ajuste de Macri en Córdoba. El mismo Schiaretti que, junto a Pichetto, Urtubey, Massa y Lavagna vienen apoyando las políticas fundamentales del gobierno nacional en un claro pacto de “gobernabilidad”, entre ellas el presupuesto 2019 del FMI. En el caso de Córdoba, además, no hacía falta que el kirchnerismo apoyara a Schiaretti ante la amenaza de un posible triunfo de Cambiemos, ya que los candidatos de Macri y la UCR se acaban de dividir y ninguna encuesta les da que podrían ganar las elecciones.
Lo mismo hizo el kirchnerismo en Tierra del Fuego. La Cámpora acaba de sellar un pacto con la gobernadora Bertone para las elecciones del próximo 16 de junio. ¿Quién es Roxana Bertone? La candidata que en 2015 ganó el apoyo de Scioli y lo primero que hizo fue imponer un feroz ajuste y la quita del 82% móvil, entre otros atropellos, desalojando y quemando las carpas de protesta de jubilados, docentes y estatales con policías que reprimieron al mejor estilo de Patricia Bullrich. Bertone, después de acordar con el kirchnerismo, fue a visitar a la ajustadora Alicia Kirchner y con Sergio Massa estuvieron en la asunción del nuevo obispo de Santa Cruz.
Otro tanto ya se había dado en provincias como San Juan (donde los K fueron con el representante de la Barrick Gold, Sergio Uñac, socio de Gioja), La Pampa y Entre Ríos.
Mientras los políticos kirchneristas hablan “contra el ajuste” y que “hay que ganarle a la derecha” de Macri, la ex presidenta acaba de pactar con los sectores peronistas más cómplices de Macri. Esto ha provocado una enorme crisis entre los honestos luchadores, trabajadores y jóvenes que, aunque sin gran confianza y muchos como “mal menor”, ven a Cristina como alternativa ante Macri. Pero Cristina está dando claras señales de que, en caso de ganar con la “unidad” del peronismo, no va a haber ninguna “redistribución de la riqueza”, ni siquiera parcial, algo utópico de la mano del FMI, porque Cristina, Kicillof y La Cámpora han dicho que no van a romper con el Fondo y van a seguir pagando la deuda.
El resto del peronismo, agrupado bajo el sello de Alternativa Federal, tampoco ofrece una salida favorable para los trabajadores. Ahora ha empezado a despuntar Lavagna, quien se va perfilando como el candidato “potable” de los empresarios y la burocracia sindical. Pero él mismo, tal como los otros precandidatos de este espacio, se entrevistó con el FMI para garantizarle que seguirá firme con el ajuste y los pagos de la deuda.
Lavagna es parte de otro frente patronal entre sectores peronistas no kirchneristas junto a Stolbizer y los “socialistas” de Santa Fe, con apoyo del impresentable Luis Barrionuevo y un amplio abanico de burócratas sindicales.
Llamamos a los trabajadores, a los jóvenes y a las mujeres que pueden creer que con Cristina y el peronismo, en cualquiera de sus variantes, podría haber algún cambio favorable, a sacar conclusiones. Nada de esto sucederá. Lo que se necesita es una alternativa distinta, de los que nunca gobernaron, los trabajadores y la izquierda. Los mismos que están en todas las luchas, los únicos que apoyan sin ninguna fisura la legalización del aborto. Los que le siguen reclamando a la CGT y a las CTA que rompan el pacto con el gobierno y llamen al paro nacional y un plan de lucha. Solo la izquierda tiene de verdad un programa alternativo, obrero y popular, que comienza por romper con el FMI y suspender inmediatamente los pagos de deuda externa, para desde ahí implementar las medidas de emergencia y de fondo necesarias para resolver las más urgentes necesidades populares de trabajo, salario, salud, educación y vivienda.
Macri sobreactúa “bronca” ante ministros, dirigentes de Cambiemos y foros empresarios. Se queja de que “no lo entienden y no lo acompañan”. Es la expresión más clara de su crisis ante la bronca popular que crece, como la inflación y el desempleo.
Escribe José Castillo
Ya habíamos visto esta actuación del presidente en su discurso de inauguración de las sesiones ordinarias en el Congreso el pasado 1° de marzo. Ahora lo volvió a repetir. No nos interesa saber si es una “sobreactuación” aconsejada por Durán Barba o no. Pero sí es claro lo que refleja: un gobierno inmerso en una crisis tremenda, con todas las encuestas de imagen dándole mal y, lo más visible, una bronca tremenda y creciente en la calle. Hay un hecho de la realidad que es palpable: aquellas franjas de trabajadores o sectores populares que, equivocadamente, lo votaron en 2015 y aun en 2017 para “que no vuelva el kirchnerismo”, hoy han roto definitivamente con el gobierno. Incluso otros sectores medios, que históricamente eran la base electoral del radicalismo, también empiezan a expresar en voz cada vez más alta su desacuerdo.
Todo esto ya va teniendo sus repercusiones en el año electoral. En la provincia de Neuquén, única donde ya se realizaron elecciones, el candidato de Cambiemos, Pichi Quiroga, intendente de la capital, con muy buenas elecciones anteriores y que se lo perfilaba hace algunos meses para dar el “batacazo” y ganar la provincia, terminó tercero lejos. Cambiemos se dividió en Córdoba, quedando fuera de toda competencia por la gobernación. Y en el radicalismo, a nivel nacional, cada vez se escuchan más voces enojadas, habiendo rumores de que incluso podría haber un sector, el de Ricardo Alfonsín, que rompería con Cambiemos y se iría detrás de la candidatura de Lavagna. Justamente Lavagna, en estos últimos días, fue elegido para estar en las bocas críticas del gobierno; es que, más allá de que termine siendo candidato o no –lo que depende de los avatares del peronismo– empieza a ser un secreto a voces que cada vez más sectores empresarios empiezan a ver con buenos ojos la candidatura del economista del peronismo.
¿Por qué pasa todo esto? La respuesta es sencilla: la bronca contra Macri y su gobierno, contra las consecuencias del ajuste del FMI es incontenible. “Ya esto no se aguanta más”, es la frase que se escucha todos los días en fábricas, oficinas, colegios, facultades. Es la conversación en todos los barrios populares y, cada vez más, también en los de clase media. La inflación de febrero, 3,8%, motorizada por los tarifazos y los aumentos de los productos de la canasta familiar, será seguida en marzo por una superior (ya se habla de 4%). La semana pasada se conoció el dato del desempleo del cuarto trimestre del año pasado: 9,1%, número frío que no refleja el drama social en plenitud. Pero si desagregamos el número vemos la realidad: se perdieron 400.000 puestos de trabajo el año pasado y la suma de desempleados, con subocupados y personas que están desesperadamente buscando otro trabajo para completar sus ingresos alcanza al 32%. ¡Una de cada tres personas en edad de trabajar está viviendo un drama para tratar de sumar un salario que le permita llegar a fin de mes! Sumémosle a esto que esta semana se conocerá otro número aterrador: el de la pobreza. Ya el indicador del Observatorio de la UCA da arriba de 30%, con 40% de pobres en el conurbano y el número vergonzoso de que el 50% de los niños viven en familias bajo la línea de pobreza.
Lo único que está “salvando” al gobierno es que las cúpulas de la burocracia sindical peronista siguen con la tregua al gobierno (ver página 4). Y que el peronismo, dividido entre kirchneristas y los que adscriben a la llamada Alternativa Federal (Massa, Urtubey, Pichetto y Lavagna) siguen deshojando la margarita por las candidaturas presidenciales (mientras se unen para las elecciones provinciales). Mientras tanto, se niegan a unificar cualquier pelea contra el ajuste (peor aún: lo ejecutan allí donde gobiernan) y les aseguran al FMI que, si ellos gobiernan a partir de diciembre, cumplirán el acuerdo con el Fondo y seguirán pagando la deuda.
Frente a este escenario, de un gobierno que profundiza su crisis política pero no pierde el norte de que “lo único que le importa” es seguir a muerte con el ajuste, y de un peronismo que, desde Cristina para abajo, pasando por Lavagna, Massa, o Urtubey, no ofrece ninguna salida al ajuste, volvemos a reafirmar que la única salida para la clase trabajadora y los sectores populares está en la izquierda. Solo ella, junto con el sindicalismo combativo, sigue apoyando todas las luchas, continúa exigiendo a la burocracia el paro general y un plan de lucha contra el ajuste y, lo más importante, tiene un programa alternativo, obrero y popular: romper con el FMI, dejar de pagar la deuda, reestatizar las privatizadas para terminar con los tarifazos y nacionalizar la banca y el comercio exterior para acabar con la fuga de capitales y la bicicleta financiera. Así, recuperando todos esos recursos que hoy se llevan los ricos, las grandes empresas y los pulpos especuladores, será posible dedicarlos a resolver las más urgentes necesidades populares: salario, trabajo, educación, salud y vivienda.
Escribe José Castillo
El propio presidente del Banco Central, Guido Sandleris, les pidió a los responsables de los principales bancos que operan en el país que “oculten sus ganancias”. Así lo reveló Marcelo Bonelli: “Sandleris sorprendió con un insólito pedido: que los bancos oculten las ganancias que acumulan, porque eso era políticamente complicado en un año electoral” (Clarín, 22/7). Es que el año pasado, mientras se hundían los salarios y las jubilaciones y crecían de a miles por semana los despidos, los bancos batían récords de ganancias, valiéndose de la suba del dólar, de la fuga de capitales y de las supertasas de interés que les regalaba el propio Banco Central.
Claro que esto no es una “novedad del macrismo”. Los bancos vienen llevándosela “en pala” desde siempre, como reconoció en su momento la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que no hizo nada durante su mandato para impedirlo, ni siquiera derogar la Ley de Entidades Financieras vigente desde la dictadura. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, en cambio, siempre fuimos claros: hay que nacionalizar la banca y que todo el ahorro de los trabajadores se use para dar crédito popular o hipotecario con cuotas y tasas accesibles para todos y para financiar las obras más urgentes y necesarias.
Se acaban de conocer los números definitivos del Indec sobre el crecimiento del desempleo en 2018. En resumen, se han perdido 400.000 puestos de trabajo, más de la mitad en blanco y en la industria. Si el impacto en los números oficiales de desocupación no fue peor aún fue porque los resultados están enmascarados por el crecimiento del trabajo en negro, precario y ultraflexibilizado. En algunas localidades grandes del país lo empezamos a ver con la proliferación de “servicios” al estilo Rappi o Glovo, donde los jóvenes son obligados a poner sus propias bicicletas y a comprar las cajas transportadores que llevan a sus espaldas, poniendo en riesgo su vida, sin ningún tipo de seguro, para arañar unos pocos pesos al mes.
Mientras el gobierno insiste con su plan de ajuste, mintiendo con que “después del sacrificio vendrán el derrame, el crecimiento económico y el empleo”, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda llamamos a apoyar todas las luchas de los que salen a pelear por no perder sus puestos de trabajo y planteamos propuestas concretas frente a la emergencia:
Prohibir por ley las suspensiones y los despidos. Que toda empresa que viole esta disposición o cierre, sea expropiada y entregada para su funcionamiento a sus propios trabajadores.
Ocupar a todos los desempleados actuales en un gran plan de obras públicas, basado en la construcción masiva de viviendas populares, hasta terminar con el déficit habitacional (calculado en cinco millones de viviendas). Financiar este plan con los fondos que surjan de dejar de pagar la deuda externa.
Terminar con el trabajo en negro blanqueando inmediatamente a todos los trabajadores, con severísimas sanciones a todas las patronales que no lo cumplan (multas, clausuras o expropiaciones).
Eliminar inmediatamente toda la legislación que permite la flexibilización laboral o el trabajo tercerizado, incorporando a los trabajadores que están en esa condición como efectivos con el mejor convenio correspondiente al sector.